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|Extra|

Querida persona: 

Quiero decirle que esto ha de ser de suma importancia.

Confesaré que su majestad el príncipe Kim SeokJin es el amor de vida. Y si escribo esta carta ha de ser por si las sospechas de mi amado son ciertas, y si lo llegan a ser, eso significa que el emperador Kim  SeungHyung ha borrado la existencia de príncipe en la historia.  Quizá usted se encuentre confundido, así que empezaré a contar desde el inicio. 

Todo empezó un día de invierno, donde se me había dado el cargo de ser el cuidador personal del príncipe SeokJin. Cuando los guardias me guiaban al jardín del palacio y yo me quejaba mentalmente sobre el frío por la nevada que había, nunca pude llegar a pensar que en unos minutos conocería al amor de mi vida en ese lugar y nunca imaginaría que podría ser él. Todo en mi mundo se distorsionó, la voz de los guardias que conversaban conmigo dejaron de ser importantes para mí, volviendo sus voces un casi un inexistente eco, pues mi atención se hallaba perdida en una figura hermosa; un hombre que parecía un ángel. En ese momento sólo podía observar al hermoso hombre frente mis ojos, una imagen esplendida ante mi vista: piel lechosa que podría confundir con la nieve, labios rellenos y rosados, nariz pequeña y adorable, pelo oscuro que lograba resaltar la nieve que caía en el, ojos hermosos y risueños. Pero lo que más me llamó la atención fue su risa, porque a pesar de que fuera un tanto extravagante, ante mis oídos era extrañamente cautivadora. La simple imagen del príncipe riendo bajo la nieve logró enamorarme a primera vista, pero estaba mal, no podía... porque yo era un hombre y el príncipe igual, así que lo dejé pasar. Quise creer que sólo había sido admiración por la belleza inigualable y elegancia de un príncipe, que no me había gustado, ya que no podía enamorarme de una persona por su físico y muchos menos siendo aquella un hombre.

Pasaron los días y la primera vez que oí mi nombre salir de los gruesos y atrayentes labios, me deleitó demasiado. Por alguna razón me gustaba oír mi nombre en la voz del él. Quise creer que fue porque me agradaba mi nombre y me sentía orgulloso de tenerlo. 

Me he acordado cuando lo hice reír por primera vez por una broma que le había contado. Y yo al ver tal obra de arte reír por mi causa, logré sentir como mi cuerpo se apoderaba de una corriente extraña y desconocida. Quise creer que fue alivio por no molestar e incomodar con mi broma al futuro emperador. 

La vez que pillé a mi amado llorando por ser un príncipe, llegué a sentir a mi corazón oprimirse. Lo consolé, le había dicho que no llorará porque yo estaría para él. Quise creer que lo hice porque era mi deber cuidar de él. 

Pasaron meses desde mi llegada al palacio. Meses en la que con mi amado reíamos y conversábamos, como si él fuera una persona corriente y no el futuro emperador. Quise creer que todo ese calor en mi pecho y esas cosquillas en mi estómago que se terminaban convirtiendo en una corriente que llegaba a mi corazón, era solo la agradable sensación de tener como amigo a un príncipe. 

Aquella vez que él osó besarme con sus gratos y suntuosos labios, me largué y lo ignoré por días. Quise creer que toda esa euforia que sentí en el momento, no fue nada más que la sorpresa de ser besado por el príncipe... un hombre. 

Pero todo lo que una vez quise creer se esfumó en el momento que pillé a mi amado en un desconsolado llanto por mí culpa: por ignorarlo y rechazarlo. Fue ahí cuando me di cuenta que quedé cautivado desde la primera vez que lo observé, no podría seguir engañándome tan descaradamente como lo había hecho durante tanto tiempo. Así que lo besé mientras limpiaba las lágrimas de sus mejillas. Esa noche por primera vez revelé mis sentimientos hacia él. 

Los siguientes días fueron extraños. Sabíamos de nuestros sentimientos, pero nos sentíamos  enfermos por ello, hasta que comprendimos que no era de aquella forma, que estábamos errados al pensar así, porque sólo estábamos amando.

La primera vez que nos unimos en cuerpo y alma, fue torpe, sin embargo, eso no le quitó lo mágico y placentero. Las siguientes veces fueron igual de magnificas. Cada vez que tenía su acalorado cuerpo bajo el mío, sus manos en mi espalda, sus jadeos y gemidos que a veces amortiguaban en mi boca y su cálido y estrecho interior, hacían que disfrutara los mejores momentos de mi vida. Porque en ese momento mi príncipe me entregaba todo de él, y yo le daba todo de mí, ya sea desde la confianza y el amor para cometer aquel acto. 

Y yo me osé darle una propuesta de matrimonio y él sin dudarlo respondió con un sí. Aquella noche fue unas de las más especiales de mi vida, fue cuando en los jardines del palacio hicimos la ceremonia, en el mismo lugar donde lo contemplé por primera vez. En ese momento solo éramos nosotros dos y un billón de estrellas presenciando nuestro juramento de amor eterno. Compré un par de pulseras para los dos, una como recordatorio de esa noche donde nos juramos ser solo los dos. 

Nuestro amor con el príncipe es tan grande que escapamos del palacio con la esperanza de vivir libremente en un lugar oculto donde nadie nos moleste o juzgue, pero desgraciadamente el Emperador nos puede buscar. 

Y aquí va la razón de esta carta. 

Mi amado tiene miedo al olvido, un miedo excesivo y agobiante. Llora porque el mundo lo olvidará, llora porque su padre borrará su existencia. Hace no mucho tiempo, mi amado esposo encontró un diario, este pertenecía a su tío el cual no sabía que existía. Su padre el emperador odia a las personas como nosotros, el mato a su hermano menor por amar a un criado del palacio; el príncipe Kim TaeHyung murió junto a su amado, y su existencia fue borrada.  Mi príncipe teme que nuestro destino acabe igual de nefasto y fúnebre que el de su tío. 

Quizá no nos quede mucho tiempo con mi amado. Quizá nuestra muerte llegará más pronto de que quisiéramos. Pero tengo la esperanza de volver a nacer en un mundo preparado para nuestro amor y poder llevar acabo todas las cosas que en esta vida no podemos: Casarnos legalmente, adoptar y ser libres. 

Escribo esta carta con el anhelo de que sea encontrada por alguien puritano de corazón. Una persona que acepte que amar es amar y nadie puede obligar o reprimir los sentimientos que nacen por sí solos. Y si usted es esa persona; le pido el favor de que le dé a saber al mundo de la existencia del príncipe Kim SeokJin. No permita que el mundo lo olvide para siempre.

Lamento decepcionarle si esperaba otra cosa como riquezas, pero es el príncipe SeokJin el mejor y mayor tesoro de mi vida. 


Se despide cordialmente, JeonGguk. 






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