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Siguiente día.
Siguiente batalla.
Así había pensado nuestro tierno tigre al levantarse por la mañana recordando el día anterior.
Todos aquellos acontecimientos lo habían dejado pensando durante la noche, y finalmente tomo la decisión definitiva.
¿Le gustaba su mentor?
Si
¿Se había enamorado?
Si
¿Se declararía?
Si
¿Sabía cómo?
No.
No tenía ni idea de que hacer.
Parecía estar en modo automático, pues a pesar de que la pequeña Kyouka lo había llamado varias veces no obtenía respuesta alguna. Simplemente era ignorada por el albino quién se preparaba un café sin poner atención a su alrededor.
Y eso no paso solo en la mañana.
En la tarde durante su trabajo todos habían notado el extraño comportamiento de Atsushi. Y no solo el de el, si no también la peculiar molestia de Dazai cuando llamaba al menor y este no hacía caso.
Esto no paso desapercibido por nadie, salvó por el joven Kenji, quién en su inocencia se aventuró a entrevistar al par quien tampoco sabía que pasaba.
- ¡Atsushi-kun! —Gritó el rubio niño en el oído del mencionado sacándolo por primera vez de su trance y provocando a su vez un susto de sorpresa por la repentina aparición.
- Kenji-kun, ¿que ocurre? No es necesario gritar, ¿sabes? — Reclamó con voz trémula, el contrario entrecerró los ojos y se alejo un poco del rostro del albino.
- ¿Que le pasa? Lleva todo el día perdido en las nubes— Cuestionó cruzándose de brazos.
- Pero... No estoy en las nubes, estoy aquí en la agencia — Respondió aún desconectado sin entender a qué se refería el rubio dejando a todos mas confundidos de lo que estaban.
- Kenji-kun se refiere a que has estado todo el día distraído sin poner atención — Hablo esta vez Yosano, quién estaba sumamente preocupada, pues sus ojos tampoco tenían tanto brillo.
- Ah — Fue lo único que le respondió.
Dazai por otro lado, se sentía de cierto modo culpable. ¿Por qué? Pues porque el día anterior le pidió un beso en la cara y ahora se notaba sin ánimo por lo que supuso que le había dado asco o algo parecido.
Sintió una presión en su pecho de solo pensarlo y sin notarlo el también se quedó la mayor parte del día en silencio, pensando.
- ¿Y usted Dazai-san? — Está vez apareció a un lado del castaño quien soltó un chillido de sorpresa al escucharlo. Hace unos segundos estaba con Atsushi y de un momento a otro habia aparecido junto a el.
- Yo... ¿Yo que? — Se hizo el desentendido con una sonrisilla de incredulidad obviamente fingida.
- Usted ah estado distraído y mas callado de costumbre ¿Que le sucede? — Rectifico antes de que el mas alto pudiera mencionar algo mas.
- Lo que pasa es que me acabo de enterar que a un primo lejano lo atropello un burro, tal parece que murió cuando el burro paso sobre el y le aplastó la entrepierna. Murió del dolor y estaba pensando en lo triste de su muerte pues cuando falleció aún era virgen, aunque creo que perdió su virginidad en la morgue, pero en palabras simples eso paso —
- Oh—
- ¿No tenías una mejor excusa? — Menciono Naomi perturbada alejándose disimuladamente de su compañero que a pesar de sus palabras tenia una mirada oscura.
- Bueno~ ¿Les parece si dejamos este asunto de lado y seguimos con el trabajo? — Sugirió esta vez la doctora de la agencia quien se limito a suspirar cansadamente por las ocurrencias del castaño.
- Me parece perfecto, a trabajar todos. Y dije todos, ¿oíste, Dazai? — Exclamó Kunikida dirigiéndose hacia el mencionado.
- Si, si, cómo sea — Respondió monótono rodando los ojos y tal como le ordenaron se puso a trabajar desganado, observando disimuladamente al ya no tan desconectado Atsushi que apenas se había dado cuenta de lo que dijo.
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- Ya termino la jornada, pueden retirarse — Aviso Kunikida levantándose del asiento para proceder a juntar sus cosas.
Dazai suspiro agotado, pues de mala gana termino todo su trabajo (incluyendo el atrasado), pero, a pesar de todo, se sentía satisfecho consigo mismo pues terminar todo había sido muy pesado.
- Dazai-san, ¿Le puedo pedir un favor?—
- Lo que pidas Atsushi-kun ¿Para que soy bueno?—
- Pues...—
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- ¿Me repites que carajo hacemos aquí Atsushi-kun? — Preguntó confundido el castaño viendo detenidamente todos y cada uno de los anillos que había en el lugar.
- Buscamos un anillo — Respondió obvio analizando y comparando diseños y estilos, tratando de escoger los mas lindos.
- ...¿Por qué los buscas en un lugar donde no están escondidos? — Bromeó divertido sacándole una leve risita al menor.
- Me refiero a que quiero compararlos para decidir cuál es, en nuestra opinión, el mas bonito — Explicó animadamente el albino al castaño.
- ¿Por qué los comparas? No creo que a los anillos les guste que los compares, ¿o a ti te gustaría que te hicieran lo mismo? Ningún anillo es mejor que otro, todos tienen lo que los hace especiales. Compararlos los hace sentir mal, piensa en ellos Atsushi-kun — Exclamó dramatizando mientras trataba de "defender" a los anillos.
- Son anillos Dazai-san, ellos no sienten— Rió caminando hacia otro mostrador con hermosos anillos de plata, brillantes con decoraciones de cuarzo, algo caros para su gusto pero había un par que no descartaba.
- ¿Por qué asumes que no sienten? Ellos te podrían escuchar y sabrían que los estás minimizando, te volviste cruel gatito — Reclamó nuevamente caminando al lado de su subordinado para ver lo que admiraba y terminando con pellizcar sin fuerza una de las mejillas del albino quién solo dejo salir un chillido, y seguidamente se acaricio su mejilla algo roja.
- De todos modos, ¿por qué buscamos un anillo? — Continúo el castaño admirando uno que otro mas que llamaban su atención.
- A-ah... Eso... Etto...— Se puso rojo de golpe y empezó a tartamudear, solamente balbuceando y confundiendo a Dazai que tenía cara de "¿Pues que pregunte?".
- ¿Te sientes bien? — Volvía a cuestionar algo preocupado.
- Si. El anillo es para... Un primo mío. Lo que pasa es que a un primo lejano mío, el mejor amigo del hermano de la florista de su vecino fue atropellado por un burro, el burro lo aplastó y no sobrevivió. Como el estaba triste la hermana de la comadre de la mamá de mi primo lo consoló en su momento de depresión y pues se enamoraron y ahora le quiere pedir matrimonio, principalmente para no morir virgen cómo el mejor amigo del hermano de la florista de su vecino, pero, enamorados a fin de cuentas — Se excusó con una sonrisa tímida dejando a Dazai boquiabierto.
- ...—
- Es para declararme — Sinceró porfin con vergüenza y un carmín en su rostro.
- Eso tiene mucho mas sentido — Confirmó el contrario.
- ¿Me ayudara, si, o no? — Bufó Atsushi frunciendo el ceño.
- ¡Pero claro que sí! ¡Mi tierno subordinado quiere declararse al posible amor de su vida! ¿Por qué no ayudarlo? —
- Si quiere ayudarme ¿Por qué parece que quiere matar a alguien? ¿Y por qué aprieta tan fuerte su vaso de café caliente? Ya se rompió, está todo tirado... — Miro acusatorio al de gabardina quien parecía forzar una sonrisa amigable.
- El café es lo de menos, es mas, ¡ni siquiera siento que me haya quemado! — Dijo tirando al fin el vaso en el suelo, ganándose una mirada de pocos amigos de parte del señor encargado del aseo, pues ahora tendría que limpiar el desastre que hizo con el café.
- Escuché, si no quiere ayudarme con el anillo está bien, puede irse si lo desea, no lo obligaré a estar aquí — Suspiro el albino señalando la salida —
- No, está bien, yo deseo ayudarte, solo quiero preguntar, ¿a quien te vas a declarar? — Jugueteó con un muy forzado tono infantil y una mueca que trataba de imitar una sonrisa.
- ...¿Esta seguro?— Pregunto no muy convencido.
- Estoy mas que seguro —
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Habían pasado mas de dos horas, y aún no lograban decidir cuál era el mas lindo.
Mayormente por el gusto del castaño, pues, a su gusto ninguno era lo suficientemente bueno.
Decía que el era "un experto en belleza" aunque era fácil dudar de aquello.
Atsushi quería que Dazai lo ayudará a escoger el que mas le gustará porque justamente sería para el castaño, pero, era complicado con los gustos del mayor, quién decía que los anillos color mostaza eran los mas bonitos, o que los anillos con forma de diente le aprecian arte puro.
No entendía su gusto para nada.
- ¡Mira Atsushi-kun! Este anillo con pasto es di-vi-no ¿No lo crees? — Gritó "emocionado" al encontrar dicho anillo.
- Uh... Si usted lo cree... ¿Que le parece este de aquí? Es brillante, tiene un corazón brillante, algunas piedras preciosas incrustadas y es casi de la medida — Le mostró otro en respuesta.
- Ese saldrá muy caro gatito, este de madera con hoyos saldrá mucho mas barato — Le quitó el que tenía en la mano para colocar el otro que al gusto de el albino era... ¿Cómo describirlo?...
Horrible.
- M-mejor hay que pedir la opinión de un tercero — Tartamudeo nervioso, caminando hacia uno de los encargados del lugar.
- Disculpe señor necesitamos un poco de ayuda para elegir un anillo ¿Hay alguno que usted recomiende?— Pregunto tímido al señor.
- ¡Pero claro chico! Hay muchos lindos anillos ¿Para que lo necesitas? — Respondió carismático al albino causando una "leve" molestia en el castaño, no le parecía del todo correcto el tono y confianza con el que le hablaba a su gatito- es decir... A su subordinado.
- Es para... Un... Primo... —
- Vamos, cuéntale la historia de como a un primo tuyo, el mejor amigo del hermano de la florista de su vecino fue atropellado por un burro, y como el burro lo aplastó fuerte no sobrevivió y como el estaba triste la hermana de la comadre de la mamá de tu primo lo consoló en su momento de depresión y ahora le quiere pedir matrimonio para no morir virgen cómo el que atropello un burro— Empujó levemente a Atsushi de forma suave invitándolo a contar la misma historia que le fue contada con la obvia intención juguetona de que el trabajador escuchará la historia.
- ...Me voy a declarar a una persona — Confesó finalmente sonrojandose.
- Ay~ el amor joven~ todavía recuerdo cómo conocí a mi esposa— Canturreo conmovido buscando entre un par de cajas algunos anillos que podrian ir con el ojos atardecer.
- ¿Enserio? ¿Cómo? Si no es molestia que pregunte claro...— Cuestionó curioso ante la mención del mas viejo.
Dazai solo bufo y aparto la mirada hacia otro lado.
- No es molestia, te cuento.
Hace mucho tiempo yo vivía en un pueblito, chiquito, chiquito, chiquito, y lejitos de toda ciudad. Era puro cerro, lo recuerdo muy bien.
Hubo una fiesta, un amigo mío se había casado, lo llamábamos huitlacoche, se casó con otra vecina que llamábamos urraca, celebramos allá por la rumorosa. Ay que recuerdos. Ahí la vi, como un ángel caído del cielo, junto con las demás madrinas de boda estaba ella y me perdí en su belleza. Cuando se hizo de noche la veía que estaba solita, solita.
Era muy peligroso así que me acerqué para hacerle compañía, cuidarla, charlar un poco y con suerte acercarme a ella. Pero, las cosas no siempre salen como uno quiere y ella me dio un puñetazo en la cara, me llamo loco, violador, depravado y mas cosas así, luego de eso me soltó una patada en los huevos y ahí me dejó explicarle que solo quería hacerle compañía porque era peligroso, me dijo mentiroso porque ella noto que ya llevaba rato que la miraba, le respondí que simplemente me pareció linda y ella se disculpo, me dejó estar con ella, para compensar me invitó a salir por un café, una cosa llegó a la otra y ya llevamos 24 años de casados con 3 hijos. — Relato nostálgico el viejo. El albino menor no podía hacer mas que soltar lagrimitas conmovidas por la historia que le fue contada, era muy tierno lo que un puñetazo y una patada en los huevos podía comenzar.
- Que lindo, lo que el amor hace por la gente... — Suspiro tierno y el contrario asintió dándole la razón.
- Lo se, ¿y tú? ¿Cómo conociste a la persona especial a la que le darás un anillo?— El albino palideció mirando de reojo al castaño que estaba a lo lejos peleando con el conserje del lugar porque "era su trabajo limpiar la basura y los desastres, para eso le pagaban". Le hizo una seña al señor para que se acercara y que no fueran escuchados.
- Lo conocí cuando intento suicidarse lanzándose a un río, lo quise ayudar y lo saque de ahí. Me reclamo por arruinar su suicidio y luego me invitó a comer — Le contó aún mirando como seguían discutiendo los dos a lo lejos.
- Es increíble lo que el amor hace con la gente — Respondió extrañado llamando a seguridad para que se lo llevarán.
- Lo se — En una casi inexistente risa cansada se acercó al de gabardina para evitar que siguiera peleando y que no lo sacarán del establecimiento.
Minutos después seguían escogiendo, pues los mas lindos al gusto del mas mayor y el mas joven no le parecían para nada al de ojos marrones.
Paso una hora completa, una hora de discusiones.
Finalmente, ya cansados solo dejaron que Dazai escogiera cualquiera que le gustará. Comprando por fin un anillo.... Con pasto.
Llegando a caja miro de nuevo un bello anillo de plata con un diseño de huella de gato, brillante, muy tierno, pero, no tenía dinero para ese y además ya tenía lo que buscaba,
un anillo que le gustará a su mentor.
Resignado, volvió su vista a la caja y aún dudoso se acercó lentamente a pagarlo.
- Atsushi-kun, ya que te tomaste tantas molestias por alguien ¿No te parece si yo lo pago y tú esperas afuera? Será un pequeño descanso para ti — Le ofreció el mayor tomando por sorpresa al albino.
- ¿Por qué? Digo, no es que haya sido algo molesto comprarlo, solo hay que pagar y ya no hace falta que lo haga — Trato de rechazar sin éxito.
- Tu solo espera afuera, yo pago — Dijo tomándolo por los hombros y dirigiendo a Atsushi hacia la salida.
- ...Si usted lo dice, iré a comprar agua, traeré una para usted también— Se resignó finalmente, saliendo por cuenta propia hacia la tienda mas cercana.
Ambos terminaron de comprar, se reunieron de nuevo, y volvieron a sus hogares.
Mañana sería un gran día.... O eso pensaron el par.
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