Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

..

El peruano se hallaba vestido con ropajes de la época, unos pantalones marrón oscuro, una camisa color blanco nieve y unas botas negras. Lo obligaron a vestirse así, después de encontrarlo desmayado en el umbral de la puerta, a lo cual el español ordenó el mantenerlo limpio y que le den alimentación mínima mente adecuada,, desafiando al virrey quien solicitaba ejecutarlo.

Aquel niño de apariencia de ocho a nueve años, se encontraba en otra casa un poco más grande al cual lo habían llevado, diciendo que iba a comenzar sus estudios con las tradiciones españoles...el moreno mordió la mano de quienes intentaron sacarlo a la fuerza e intentó quitarse aquellos ropajes para colocarse su túnica incaica, lo único que quedaba de su abuelo.

- ¡Dejai' de tocar, weon de mierda!

El de orbes dorados volteo la mirada hacia la puerta de la habitación (parecida a un salón de clases) para ver de quien se trataba, ya que esa voz se le hacía extrañamente conocida, y fue cuando vio como botaron hacia adentro, a lo cual el castaño comenzó a golpear la puerta con fuerza.

- ¿Mapu?

- ¿Pirw?

Ambos se quedaron observando, formando un silencio de manera intermediaria, lo que se dio cuenta el pelinegro es que el opuesto estaba más alto que él, y sus ropas españoles estaban levemente rotas, en cambio de él quien se veía bien vestido, a pesar de haber hecho fuerza.

Los ojos del ahora más bajo, se le llenaron de lágrimas al recordar como ambos se conocieron, los dos observaban como sus abuelos peleaban en el norte del ahora Chile, y se sonreían como si ya estuviera acostumbrados a eso, y era así, las peleas entre imperios eran tan casuales.

- Hey, Hey. ¿Estai' bien?

- Hum, si. - Susurro, limpiando las pequeñas lágrimas de sus mejillas que el dorso de su mano, de manera torpe. - Sólo que...yo, no lo sé.

El mayor le sonrió comprensivo, sin embargo en su mirada delataba plena preocupación debido a que conocía al mas bajo, y jamás lo había visto llorar, a pesar de incluso resultar con heridas debido a las practicas de batalla de su abuelo,, sangraba y de todas formas sonreia diciendo que la próxima vez le iba a ir mejor, se reforzaría, y no volveria a perder, ayudaría a su abuelo a expandirse, permaneciendo siglos enteros de tal forma.

¿Cuando fue que llego aquel peruano a su limite? La ultima vez que lo vio, se pelearon, el moreno estaba muy molesto debido a la Guerra Civil que se daba entre dos hermanos por el titulo de Inca, y el castaño intentando ayudarlo sin embargo, terminaro discutiendo como dos niños por un dulce, desde entonces no lo vio.

- ¿Que hacéis vos aqui? - Los dos menores voltearon a ver al español mirando fijamente al chileno, con el ceño fruncido. - ¿Si sabéis el revuelto que causaste, no Manuel?

- ¡No volví' a llamarme asi,, español de mierda! - Grito a todo pulmón, colocándose en modo de pelea, delante del mas bajo en modo de defenderlo, de manera altanera. - ¡Sabi' que ese no es mi nombre!

- ¡Ya! - Se harto, golpeando bruscamente la mesa. - Comportate bien. No se supone que debieron traerte aqui...debias de... - Antes de terminar la oracion, miro al peruano, sin saber si realmente debia terminar su oración. - De...

- ¡Esa wea'da de sala de castigo! ¡Oh claro que lo se! - Alzo la voz, enojado, hasta que se dio cuenta como el mayor de los tres pareciera que tuviera miedo decir algo incorrecto, y miraba constantemente a la nacion que estaba detras suyo. - No me deci'...¿Acaso el no lo sabe? Haber decime' weon; ¿Quieres aparentar algo delante de él? ¡Tan solo demuestra el demonio que eres desdichado!

Un golpe sonó. El castaño de piel palida, sonrio con amargura mientras se levantaba del suelo y su mirada desafiante permanecia, sin ser perturbada en lo absoluta, y su mano izquierda fue directo a su mejilla donde recibio un puñetazo certero de parte del de orbes verdes. El menor de todos se asusto retrocediendo un paso y mirando con temor al español, trago saliva de manera dificultosa, y su labio inferior temblo,, esos ojos con los que golpeo a su amigo, fueron los mismos con los que mato a su abuelo delante de el, sin tener una pizca de consideracion en aquel instante, donde todo su mundo se derrumbaba por cada segundo que pasaba.

- Llevenselo. - Habló de manera seria el europeo, permitiendo que dos hombres blancos ingresen y sigan órdenes, intentando sujetar al castaña.

- ¡Vo' eri' de lo peor!

- ¡Ya sueltalo! - El de orbes dorados salió de su trance, acercándose a su amigo, en un vano intento por ayudarlo; sin embargo fue sujetado de un brazo por el español. - ¡Agh, Antonio, dejame!

- ¡Vo' no te atrevi' a hacerle a algo a Pirw malnacido! - Miro con furia al mayor. - ¡Porque ahí, haré que todos los que están cayendo ante ti se levanten y te destrocen! ¡¿Me oíste?!

- Oye, lo están lastimando. - Reclamo el peruano, mirando fijamente al quien lo tenía sujetado. Pero tan solo sintió como el agarre en su brazo se intensificaba, lo estaba lastimando. - Quítate, agh.

Pasaron unos segundos cuando el chileno fue llevado a la fuerza por aquellos dos soldados hacia otro lado, el español ni siquiera tenía entendido porque lo habían traído acá, se suponia que tenía que ser llevado a una sala de castigo, recomendada por el primer virrey, por todas las altanerías que a tenido con el y por la complicada sublevación que se dio en su territorio; el realmente no quería que el de orbes dorados sea testigo de sus arranques, de lo cruel, despiadado, que podía llegar a ser, y mucho menos que le mirase con miedo, porque pese a la conquista no le hizo daño de manera física.

Emocional...eso ya es otra cosa, tomo los sentimientos del moreno como si fuera un simple juguete, los observó y los desecho, la verdad; podría estar arrepentido por la traición que cometió hacia el pelinegro pero a sentir algo por él, como aquel lo sintió, no. No tuvo sentimientos más haya de un cariño superficial. Y, por más falso que haya sido, no quería que los ojos que antes lo miraba con admiración, le temiesen, tal y como lo hacen ahora.

- ¡Antonio, suelta! - Implementando un poco de fuerza, logró que lo llegase a soltar de manera liviana, pero una marca roja permanecía en ese lado.

- Comencemos...con tus clases Miguel. ¿Esta bien?

El menor asintió sin tener más opción, tan solo deseaba en estos instantes que su amigo se encontrase bien y no le hagan daño, aun no puede creer que la última vez que se vieron antes de la conquista fue cuando pelearon, y se gritaron tantas cosas hirientes, pese a eso, aquel descendiente de la tierra mapuche amenazó al español sin tener una pizca de miedo en todo su cuerpo, y con la mirada penetrante demostrando que por más cosas malas pasase el no se dejaría doblegar, mucho menos por un español traidor.

Quisiera ser como él, definitivamente, le inspiraba una pequeña corriente de confianza y tan solo aquel de ojos verdes causaba que toda su existencia no valiera nada, absolutamente nada.

...

Los pequeños sonrojos y sus ojos llenos de brillo se le era imposible no hacerlos notar, e incluso como a veces se trababa de forma torpe en sus palabras e inconscientemente hacia pucheros en forma de reclamo.

¿Cuantos aparentaba? Unos 10,, no sabia lo que era por lo que su corazón latia desenfrenadamente y sentía un cosquilleo bastante molestoso en su estómago; se llevo sus manos de forma inocente a su cara e intentaba bajarse la boba calentura.

- Taita...¿En serio llegara el señor Antonio estos días?

El mayor lo miro con una sonrisa comorensiva, asistiendo y llevando su mano a la cabeza de su nieto; lamentablemente esta visita de aquel dios,, iba a ser bastantes especial. Despues de todo Tahuantinsuyo no llego a ser tan poderoso por su ingenuidad. Sino, por las medidas pacificas que se implemento para su expansion...y eso planeaba hacer con el tal europeo, sabia que de tantas luchas no iba a gana en esta; pero quería que sus nietos sobrevivan y sin daños, un trato era su mejor opcion.

- Claro que si Pirw. ¿Ya fuiste a ver a la tierra Pampas? - El menor nego frenéticamente, mientras prestaba atencion a su manita pequeña y se distraia. - Un dia de estos, lleva a tus hermanos, vallan por ahi ¿Si? - Asintió. - ¿Sabes algo de Mapuche?

- ¡Nonono! - Fruncio los labios y desvío la mirada. - Mapu fue cruel, cuando el no es asi...¡Queria menospreciar a Antonio!

«Mapu...»

«¿Si, señor Inca?»

«¿Podrias protegerlo?»

«...¡No habra necesidad! Mi abuelo y usted venceran a aquel supuesto dios. Y si no pasa...¡Lo cuidare con mi vida! Es mi mejor amigo.»

«Creo que me puedo ir tranquilo.»

...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro