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23 - ¿Qué te pasa?

—Me gustas, Arin —confesó Mingi con una expresión seria a la vez que me miraba fijamente a los ojos.

Me quedé en silencio, inmóvil. Pensaba que íbamos a hablar sobre la discusión del otro día, no que iba a recibir una confesión que me dejaría sin palabras.

—¿Qué...? —mi voz salió en un susurro. En ese momento, tomó mi mano.

—Me gustas desde que te vi por primera vez, y no puedo aguantar un día más sin volver a besarte.

Antes de que pudiera procesar sus palabras, lo hizo.

Me besó.

Al principio, mi mente se resistió, intentando comprender qué es lo que estaba pasando. Pero sus labios eran suaves y se movían con seguridad contra los míos. Sus manos descansaron en mis brazos, como si temiera que pudiera apartarme de repente.

Pero no lo hice.

Me dejé llevar, experimentando aquellas sensaciones que florecen cuando besas a alguien. Mingi no tenía intenciones de apartarse tan rápido y al darse cuenta que no me iba a ir, su mano derecha subió hasta mi nuca donde tuvo la oportunidad de profundizar el beso.

Cuando finalmente se separó, sus ojos buscaron los míos, intentando descifrar lo que había sentido.

—Yo...

—No tienes que responder ahora —espetó rapidamente como si leyera mi confusión—. Solo quería que lo supieras.

—Tengo mucho para procesar —admití, sin apartar la mirada.

—Lo sé —respondió con una pequeña sonrisa para tranquilizarme.

El silencio se hizo entre nosotros. ¿Qué es lo que sentía yo por Mingi? ¿Yo sentía lo mismo?

—¿Estás bien? —preguntó él, rompiendo el silencio con cautela, con temor de haber ido demasiado lejos.

Asentí lentamente.

—No me esperaba esto, Mingi.—dije, buscando la mejor forma de expresar todas las emociones que sentía en ese momento.

—Lo entiendo —dijo, con un tono comprensivo y volvió a tomar mi mano—. Y no quiero presionarte. Solo quería ser sincero. Venga, no pongas esa cara.

—¿Qué cara? —pregunté, todavía confundida, mientras él se reía.

—Pareces como si te hubiera bajado la tensión o hubieras visto un fantasma —bromeó con una sonrisa. Una risa suave escapó de mis labios.

—Lo siento, es que hacía tiempo que no me encontraba en una situación así.

—No tienes que disculparte. Yo... tenía que hacerlo, no podía guardármelo más. Perdona si te he incomodado.

—No, no te preocupes. Está bien —le aseguré aunque aún me sentía algo aturdida.

—Siento mucho como me comporté el otro día. No tenía que haberme puesto así, estaba frustrado y guardándome todo esto. Lo siento si te hice sentirte mal.

—Está bien. Yo también te pido perdón por las formas en las que reaccioné. Tenía que haberte escuchado.

Negó con la cabeza.

—Con lo que acaba de pasar, no quiero que te rayes, necesitaba decírtelo pero no te voy a presionar. Esperaré a que llegue el día que finalmente me consideres.

—Gracias Mingi. —esa forma tan abierta de expresar sus sentimientos sin exigir nada a cambio alivió algo de lo que sentía en mi.

—Aunque quiero que tengas en cuenta que lucharé por ti. —me guiñó un ojo.

—Vas a tener que hacer mucho trabajo. —bromeé mostrándole finalmente una sonrisa, él también sonrió plenamente.

—No importa. —respondió seguro. —Estoy dispuesto.

Me reí con él. De fondo sonaba el timbre indicándonos que la cena empezaba. Volví a mirarlo a los ojos.

—¿Vamos a cenar?—asintió con la cabeza.

—Sí, por favor que confesarse da mucha hambre.

...

En la cena, Mingi nos invitó a sentarnos de nuevo junto con su grupo de amigos. La mayoría formaba parte del consejo estudiantil, tenían temas sobre el colegio y hablaban de futuros eventos que iban a llevar a cabo. Jiho a mi lado, parecía algo aburrida.

Mientras los demás hablaban animadamente, ella se inclinó hacia mí y susurró:

—Tú tienes algo que contarme. —Su mirada parecía que me leía la mente. Además, era obvio que se olía algo, ya que habíamos pasado de sentarnos solas a otra vez en esta mesa.

La verdad es que, aunque no tenía nada en contra de los amigos de Mingi, me costaba fingir interés en los futuros proyectos del consejo, las buenas notas de sus miembros y esas conversaciones en las que alguien aseguraba no haber estudiado lo suficiente solo para luego presumir de haber sacado un 9. Era agotador. Jiho tampoco intentaba disimular su aburrimiento. Si estábamos ahí, era por Mingi.

Aunque, si fuera por Moonbyul, no estaríamos ahí. La forma en que me miraba desde el otro lado de la mesa me daba entender que nuestra presencia tal vez no era bien recibida.

—Ya te contaré —le aseguré y ella asintió con la cabeza.

...

Me quedé en el comedor como cada noche después de la cena. Al menos, después de la cena, las tareas no eran tan pesadas como las del mediodía.

Entré a la cocina, esperando encontrarme con Jungkook.

—¿A quién le toca hoy barrer? —pregunté en voz alta, con la esperanza de escuchar su respuesta desde algún rincón de la cocina.

Pero no hubo respuesta.

Fruncí el ceño mientras miraba alrededor. La cocina estaba vacía. Me sentí un poco descolocada.

Me coloqué el delantal mientras una sensación de desconcierto seguía creciendo en mi interior. Los minutos pasaban, y Jungkook aún no aparecía. Era extraño.

Decidí ponerme con las tareas mientras esperaba, así que comencé a limpiar los platos apilados junto al fregadero. Cada tanto, lanzaba una mirada hacia la puerta, esperando que él apareciera con alguna excusa pero no fue él quien apareció.

—¿Y Jungkook? —preguntó de repente la jefa de cocina al entrar.

Su voz tan firme y cortante, me hizo sobresaltarme, casi dejando caer el plato que tenía entre las manos. Era una mujer imponente, con una presencia que por sí sola aterrorizaba.

—No está... —respondí con cautela, intentando no sonar tan nerviosa como me sentía.

La jefa de cocina entrecerró los ojos, cada vez más irritada.

—¿Y por qué no está aquí? —preguntó exigiendo una respuesta rápida.

Abrí la boca para responder, pero no tenía una explicación que ofrecer. ¿Cómo iba a saber yo dónde estaba Jungkook?

—Como no venga aquí pronto, se os alargará a ambos el castigo hasta fin de curso—amenazó.

Maldije en mi interior. Claro, porque si Jungkook no aparecía, yo también tenía que pagar por ello. ¿Dónde mierdas se había metido este? Cerré los ojos por un segundo, intentando contener la frustración que cada vez iba sintiendo más intensamente.

—Está enfermo —dije rápidamente, las palabras saliendo de mi boca antes de que pudiera pensar demasiado en ellas—. Me avisó antes, se me había olvidado comunicarlo.

Sus ojos me atravesaron como si pudiera ver a través de mi mentira. Sentí cómo la presión aumentaba mientras me analizaba, pero me mantuve firme, al menos por fuera. Por dentro, mi corazón latía con fuerza.

Había mentido para salvarnos el culo. Aunque a veces podía divertirme en este castigo, lo cierto es que ya me robaba demasiado tiempo. No podía permitir que se alargara aún más por algo que no era culpa mía.

Tras unos segundos que me parecieron eternos, ella finalmente asintió.

—Vale. Deja todo recogido y limpio —ordenó firmemente.

—Sí —respondí, casi sin aliento.

Esperé hasta que se dio la vuelta y desapareció por la puerta para soltar todo el aire que había estado conteniendo. Una sensación de alivio me recorrió el cuerpo, aunque no duró mucho cuando mis ojos se posaron en la montaña de platos que parecía más alta que yo misma.

Suspiré profundamente mientras me acercaba al fregadero.

...

Entré al cuarto casi echando la puerta abajo, el golpe resonó en la habitación como un trueno. Cuando lo vi tumbado en la cama, leyendo un libro con una tranquilidad que parecía casi insultante, sentí la rabia recorriendo mi cuerpo de arribabajo.

Por un momento, casi lo mato.

—¿Por qué no has venido? —le solté, poniéndome delante de él, bloqueando cualquier posibilidad de ignorarme.

—¿A dónde? —preguntó con desinterés, sin apartar la vista de las páginas del libro.

Verlo tan despreocupado, me encendió aún más. ¿Qué demonios le pasaba?

—¿Me estás vacilando? —espeté, cada vez más enfadada.

No podía creerlo. Me había quedado sola limpiando todo el comedor e incluso inventando una mentira para cubrirle. Mientras él estaba en el cuarto, como si nada importara.

Jungkook levantó la mirada al fin, pero su rostro estaba inexpresivo, como si no le importara en absoluto mi enfado.

—Hoy no me apetecía —respondió simplemente, volviendo a bajar la vista al libro.

Fue la gota que colmó el vaso.

—¡Me importa una mierda que no te apeteciera! —grité, mi voz resonaba en la habitación—. ¿Te crees que a mí sí me apetecía quedarme hasta tarde limpiando sola? ¡He tenido que mentir para que no nos alargaran el castigo! Dime por qué no has venido.

Exploté y aunque sabía que debía calmarme, la indiferencia de Jungkook solo lo hacía más difícil.

Con un suspiro pesado, Jungkook se incorporó de la cama, dejando ese libro a un lado. Libro que no tardaría en lanzárselo a la cara como no dijese algo.

Evitó mirarme a los ojos, un gesto que no pasó desapercibido para mí, y cuando se levantó nos quedamos a pocos centímetros de distancia.

Finalmente nuestras miradas se fijaron y yo esperaba que dijera algo, cualquier cosa que explicara su actitud. El silencio entre nosotros se hizo más pesado con cada segundo.

Cuando intentó pasar por mi lado, algo dentro de mí se rompió. No podía dejarlo ir así. No entendía que estaba ocurriendo. No entendía absolutamente nada.

Lo tomé del brazo con fuerza, lo suficiente como para que no pudiera zafarse fácilmente.

—¿Qué te pasa, Jungkook? —le solté. Mi voz salió temblando entre la frustración y el dolor que empezaba a sentir.

Él bajó la mirada hacia mi mano antes de responder con un tono cortante y distante.

—Suéltame. No tengo por qué darte explicaciones.

Las palabras me golpearon como un balde de agua fría, pero no solté mi agarre.

—¡Pues claro que sí! —exclamé perdiendo los nervios y con un tono más alto—. Te estoy preguntando qué es lo que te pasa. Estábamos bien esta mañana, ¿por qué ahora te comportas así?

Sus ojos estaban vacíos. Estaba cerrado, impenetrable, como si volviéramos a nuestros principios. Bufó con frustración y, de un movimiento brusco, se zafó de mi agarre.

Me quedé congelada, con la boca entreabierta y las palabras atascadas en mi garganta. No podía entenderlo.

Sin mirarme de nuevo, pasó por mi lado y salió del cuarto, cerrando la puerta de un portazo que resonó en mis oídos y en mi pecho.

...

Eso mismo ¿Qué te pasa, Jungkook?

Vaya forma de torturar a Arin...

Mingi I love you yo sí te correspondo, si tú quieres <3

JAJAJAJA

Espero que os haya gustado este capitulo, ha estado algo intenso.

¡No olvides votar y comentar!

Nos vemos en el siguiente capitulo que no tardaré en subir (alomejor os sorprendo y actualizo hoy mismo o mañana)

Un besito <3

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