14 - La cita
Sábado, el fin de semana finalmente llegó, por lo que, por fin nos dejaban descansar y tener tiempo libre. El viernes, el día anterior, el cansancio de nuestra escapada nocturna me pasó factura. Lo pasé terriblemente mal, ya que me quedaba dormida en casi todas las clases. Apenas podía mantener los ojos abiertos, y los profesores, enfadados, no tardaron en llamarme la atención. Inventé excusas, diciendo que me encontraba mal, solo para intentar que tuvieran un poco de empatía. Aunque, a decir verdad, ni yo me la creía.
Mientras tanto, Jungkook se mantenía igual de enérgico como siempre, como si la falta de sueño no le afectara en absoluto. Estaba claro que hacía esto con mucha frecuencia. El viernes se convirtió en un día aburrido, a pesar de que las clases habían terminado hasta el lunes. No ocurrió nada interesante. Jungkook y yo seguimos cumpliendo con el castigo, y él, fiel a nuestro trato, fingía sonreír más y se mostraba un poco más cercano a mí, solo para que la profesora creyera que nos estábamos "uniendo".
Todo era una farsa.
Tal y como lo prometió aquella noche, no tardó en volver a ser el mismo idiota de siempre. No hubo ningún cambio real, ninguna transformación en su actitud hacia mí, como yo, que ingenuamente creí que ocurriría después del momento tan simple y humano que vivimos.
En fin.
El sábado prometía ser un día mucho más interesante. Mingi, con su habitual sonrisa y energía, me había invitado a pasar el rato después de su entrenamiento de fútbol. O sea, una cita. La verdad es que la idea de despejarme y disfrutar de su compañía me emocionaba.
Me dirigí al campo de fútbol para esperarlo, y desde las gradas observé cómo entrenaba con su equipo. Mingi se movía por todo el campo con determinación y su habilidad para dominar el balón era impresionante. Cada vez que lograba meter un gol, su rostro se iluminaba con una sonrisa que hacía que mi corazón latiera un poco más rápido. Era imposible no sentirse atraída por su energía y la forma en que irradiaba confianza en si mismo.
Me apoyé en la barandilla, disfrutando del espectáculo. Mingi era todo lo contrario a Jungkook; amable, siempre sonriente, y con una actitud positiva que resultaba contagiosa. Mientras lo veía correr de un lado a otro del campo, no pude evitar pensar en lo diferente que me sentía estando cerca de él.
En cuanto Mingi terminó el entrenamiento, me reconoció inmediatamente esperándolo desde las gradas. Levantó una mano para saludarme con una sonrisa amplia, esa que siempre lograba ponerme de buen humor. Sin perder tiempo, se dirigió al vestuario y, en cuestión de minutos, salió con el uniforme del colegio. Su cabello aún estaba ligeramente mojado por la ducha rápida que se había dado, y algunos mechones oscuros caían desordenadamente sobre su frente.
—Hola, ¿llevas mucho tiempo esperando? —me preguntó Mingi mientras se acercaba, aún con la respiración agitada por el ejercicio.
—No, para nada. Ha sido entretenido verte jugar —le respondí con una sonrisa.
Antes de que pudiera decir algo más, la voz de Jessica rompió el momento, borrando la sonrisa de mi rostro. Me giré y la encontré de frente, acompañada por Jungkook, que caminaba a su lado. Jessica me lanzó una mirada juguetona, con una sonrisa que me hizo fruncir el ceño.
—Eh, novata —dijo, guiñándome un ojo—. ¿Tienes una cita?
—Hola, Jessica —saludó Mingi, aunque noté cómo rodaba los ojos con desagrado. No parecía nada contento de verla. Jungkook, a su lado, mantenía una expresión seria y evitaba mirar a Mingi directamente.
—No te importa lo que estamos haciendo —añadió Mingi, con un tono expresando su molestia. Cosa que me sorprendió.
—¿Por qué tan a la defensiva, querido? —replicó Jessica, fingiendo estar ofendida por su respuesta. Yo, por mi parte, me sentía confundida. ¿A Mingi también le caía mal Jessica? La situación se estaba volviendo más incómoda de lo que esperaba.
—Además, hablaba con ella —añadió Jessica, dirigiendo su atención hacia mí, como si quisiera provocar algo.
—Sí, parece ser que tengo una cita —le contesté, esforzándome por mantener una sonrisa falsa. Noté que Jungkook me miró directamente a los ojos, y su expresión era de molestia. ¿Qué le pasaba?
—Pues, disfrutad —dijo Jessica con una sonrisa falsa, antes de tomar del brazo a Jungkook y continuar su camino. Sin embargo, al pasar por mi lado, no pudo resistir la tentación de lanzarme una última pulla—. Espero verte más seguido donde el otro día —me guiñó el ojo, dejando claro que quería que fuera de nuevo donde se juntaban por las noches.
—¿Esos dos te molestan? —me preguntó Mingi con seriedad en su mirada cuando se alejaron.
—No, da igual —respondí rápidamente, intentando restarle importancia, aunque la tensión aún flotaba en el aire.
—Espero que no. Si lo hacen, avísame. Ya advertí a Jungkook, y con Jessica no tengo reparos en hacerlo si es necesario.
—No te preocupes, estoy bien —insistí, queriendo calmarlo.
Empezamos a andar, alejándonos poco a poco del lugar donde habíamos encontrado a Jessica y Jungkook.
—¿También te cae mal Jessica? —le pregunté, intrigada por su reacción.
Mingi esbozó una sonrisa, aunque se notaba que el tema no le hacía mucha gracia.
—Bueno, puede ser —admitió, encogiéndose de hombros—. Que te ponga los cuernos no es muy agradable.
Me detuve en seco, sorprendida por lo que acababa de escuchar.
—¿Qué me estás contando, Mingi?
Él asintió.
—Fuimos novios, hará ya dos años atrás. Ya ha pasado tiempo, y lo he superado, pero sí... no me hace mucha gracia verla por aquí. Además, esa actitud de que nadie puede pararla me pone enfermo.
—¿Siempre ha sido así? —pregunté, intentando comprender cómo había llegado a ser de esa manera.
—Claro, si es la hija de la directora —respondió Mingi, como si fuera la cosa más obvia del mundo.
Me atraganté con mi propia saliva, tosiendo de la sorpresa.
—¿Qué? ¿La hija de la directora? —logré decir cuando me recuperé.
Mingi asintió, viéndome con una sonrisa divertida al ver mi reacción.
—Sí, la mismísima. Por eso se cree que puede hacer lo que le dé la gana y salir siempre impune.
—Eso lo explica todo —murmuré para mí misma, aún procesando la información. No era de extrañar que Jessica se comportara con tanta prepotencia, sabiendo que tenía a la directora de su lado.
—Bueno, ¿qué te apetece hacer? —me preguntó, intentando cambiar de tema y recuperar la tranquilidad del momento.
—Lo que tú quieras. Mandas tú. Tú conoces mejor este sitio, sorpréndeme —bromeé.
Mingi sonrió, con esa chispa de travesura en sus ojos que siempre lograba despertar mi curiosidad.
—Vale, si me das unos minutos lo tendré todo listo —dijo con un aire de misterio.
—¿Qué vas a hacer? —pregunté, intrigada por lo que tenía en mente.
—Espérame justo en el lago, no tardaré —respondió antes de girarse y salir corriendo hacia el edificio, dejándome con la curiosidad.
Decidí hacerle caso y me dirigí al lago. El día estaba tranquilo, y la calma del lugar me permitió relajarme un poco mientras esperaba. A lo lejos vi aquel trastero donde la otra noche compartí con Jungkook y me pregunté si Mingi también sabía lo que se hacía ahí.
Y, tal como prometió, no tardó en volver. Cuando lo vi acercarse, llevaba una manta de picnic bajo el brazo, dos refrescos y un paquete de bollitos de chocolate en las manos. Una sonrisa se dibujó en su rostro al ver mi expresión de sorpresa.
—Volví —anunció con orgullo, mientras extendía la manta en el suelo junto al lago.
Me quedé allí, sorprendida por su idea y la sencillez del gesto.
—¿Esto es lo que planeabas? —pregunté.
—Bueno, quería hacer algo diferente. Nada demasiado complicado, pero suficiente para que lo pasemos bien —respondió con una sonrisa que reflejaba su satisfacción al ver mi reacción.
Me senté en la manta, sintiendo la brisa suave del lago mientras él se acomodaba a mi lado. El ambiente era tranquilo, con el sonido del agua y el canto lejano de los pájaros creando un momento casi perfecto.
—¿De dónde has sacado los bollitos? ¿Sabías que me encantan? —pregunté con una sonrisa, tomando uno del paquete para darle un mordisco.
—Tenía unos cuantos en mi cuarto —dijo con una risa ligera—. Además, sabía que te iba a gusta ¿quién puede resistirse a un buen bollito de chocolate?
Nos reímos juntos. Estuvimos un buen rato ahí, disfrutando del día despejado con una temperatura perfecta y conociéndonos. Al menos con él no tenía que fingir toda mi vida como lo hacía con Jungkook en el castigo.
—Por cierto, ¿no vas a apuntarte a ninguna actividad? —preguntó Mingi mientras abría uno de los refrescos y me lo pasaba.
—De momento no. No me llama la atención ninguna. La verdad es que me gustaría escaparme de aquí —respondí con una risa, aunque por dentro lo decía muy en serio.
Mingi se río también, pero su risa se desvaneció cuando vio que mi comentario no era del todo una broma.
—¿Alguna vez alguien se ha escapado? —le pregunté, inclinándome hacia él con curiosidad.
Mingi se quedó en silencio por un momento, sorprendido por mi pregunta.
—¿Qué, tienes pensado escaparte, Arin? —dijo finalmente, con incredulidad— Es imposible —añadió, riéndose de la idea—. Además, si te pillan, puede traerte peores consecuencias.
—¿Cómo qué? —insistí, intrigada.
—Castigos o expulsiones y no creo que a tu familia le haga mucha gracia —dijo, riéndose de nuevo mientras imaginaba la situación.
—No, pero sería divertido —respondí, perdida en mis pensamientos, imaginando cómo sería liberarme de aquí.
—¿No te gusta este lugar? —preguntó Mingi, inclinando la cabeza y mostrándome una sonrisa— Aquí has podido conocerme.
—Tienes razón. Tampoco todo es malo —admití, devolviéndole la sonrisa. A pesar de mis deseos de irme, habían cosas que no estaban tan mal.
—Exacto —respondió, alzando su refresco en un gesto de brindis.
Bebimos al mismo tiempo, el gas del refresco burbujeando en mi boca mientras Mingi me observaba con una sonrisa.
—Ya que estás curiosa, solo conozco una persona que logró escaparse —continuó—. Y qué pena que lo pillaran, porque tengo que seguir aguantarlo por aquí.
—¿Quién fue? —pregunté, muy curiosa.
—Jungkook —respondió.
Me quedé en silencio por un momento, procesando la información. Jungkook, de alguna manera no me sorprendía que hubiera intentado escapar.
—¿Y cómo lo hizo? —pregunté, intentando sonar casual, aunque mi interés estaba claramente despierto.
—Lo intentó durante su tercer año aquí —empezó Mingi—. Consiguió escaparse y estuvo fuera un par de horas antes de que lo encontraran. Pero lo trajeron de vuelta y desde entonces... bueno, digamos que no lo ha vuelto a intentar. Al menos no que yo sepa.
Asentí, tratando de imaginarme a Jungkook en esa situación. No me resultaba sorprendente, es de las personas que más me lo podía esperar pero sí que es verdad que en mí creció la intriga de saber por qué lo hizo.
—Sé que estuvo metido en muchos problemas por intentarlo. Pero bueno, hay que asumir las consecuencias. Por eso es mejor que tú no intentes nada parecido, ¿vale?
—Tranqui —respondí, aunque mi mente ya estaba llena de preguntas y pensamientos sobre lo que acababa de escuchar.
Después de eso, cambiamos el tema completamente. Mingi me habló de sus amigos y del equipo de fútbol. Llevaba mucho tiempo jugando y le gustaría dedicarse al fútbol si le diesen la oportunidad. Al menos, contaba con el apoyo de sus padres aunque le recordaban que él iba a heredar la empresa que tenían y eso no le hacía mucha gracia. Ya que se encontraba completamente confundido si dedicarse a lo que realmente le llenaba o hacer lo que sus padres quieren y piensan que le conviene.
—Tienes que mirar por ti, no por tus padres, Mingi.
—Lo sé, pero no es fácil. Soy hijo único y en algún momento me tocará a mí llevarlo todo... —suspiró frustrado—Igualmente, aún falta mucho. Trataré de aprovechar todo mi tiempo para hacer lo que me hace feliz.
—Claro, pero aún así, si tu sueño es ser futbolista, no te rindas—me sonrió ante mi consejo. Sinceramente me mosqueaba mucho que los padres siempre tuviesen que decidir por sus hijos.
Es mi vida y yo decido qué hacer con ella.
La verdad es que se me pasó rápido el rato con él.
—Arin, tengo que ir hacer unas cosas, les prometí a los chicos que nos juntariamos más tarde. Espero que no te moleste.
—Para nada —negué con la cabeza — Yo igual también tengo cosas que hacer. Hemos pasado un buen rato.
—Eres muy divertida, de verdad me alegro de haberte conocido y haber pasado este momento contigo —dijo Mingi con una sonrisa sincera, mientras se levantaba y me ofrecía la mano para ayudarme a ponerme de pie.
Tomé su mano y, cuando me puse de pie, noté que estábamos más cerca de lo que esperaba. Él era más alto que yo por lo que tenía que alzar mi barbilla. Por un momento, ambos nos quedamos mirándonos, atrapados. Sentí un leve nerviosismo, y justo cuando pensé en dar un paso atrás, Mingi me sorprendió. Con una mano en mi cadera, me acercó un poco más, y antes de que pudiera reaccionar, sus labios rozaron los míos en un beso suave y repentino.
Me quedé inmóvil, sorprendida por su valentía. El beso fue breve, apenas un toque, pero suficiente para hacer que mi corazón latiera más rápido. Cuando se apartó, ambos nos miramos en silencio, tratando de procesar lo que acababa de pasar.
—Lo siento, no quise incomodarte —murmuró Mingi, poniéndose nervioso.
—Está bien —le respondí, intentando sonreír para evitar que la incomodidad nos invadiera—. Solo fue... inesperado.
—Sí, lo sé... —dijo, rascándose la nuca con una sonrisa nerviosa—. No pude evitarlo. Lo siento, no quería que fuera incómodo.
—No te preocupes —le aseguré, aunque sentía el corazón todavía acelerado.
Mingi asintió, todavía con una leve incomodidad en el ambiente, pero con una sonrisa.
—Bueno, supongo que debería irme ahora... —dijo Mingi, dando un paso hacia atrás—. Nos vemos después, ¿vale?
—Sí, claro —respondí, todavía un poco aturdida, pero con una pequeña sonrisa en los labios.
Mingi me dio una última mirada antes de girarse y marcharse después de recogerlo todo. Me dejó junto al lago con los pensamientos en bucle debido a lo que acababa de suceder. No me había molestado, simplemente, no me lo esperaba. Me pilló desprevenida.
Decidí que lo mejor era volver a mi cuarto para despejarme y procesar lo que había pasado. Subí los escalones hacia la entrada, del edificio, aún perdida en mis pensamientos y cuando pensaba que el día terminaría así de bien, de repente sentí un balde de agua fría empapándome desde arriba.
Un grito involuntario salió de mis labios, y el sonido del agua corriendo y el impacto me sacaron bruscamente de mis pensamientos.
Miré hacia arriba, y allí estaba, asomado por la ventana de algún cuarto, con esa sonrisa de satisfacción que solo él podía lucir después de llevar a cabo su venganza y que esta saliera perfecta. Sus ojos brillaban con maldad, disfrutando mientras sentía el agua fría calarse a través de mi ropa y parte de mis pelos delante de mi cara.
—¡Jungkook! —grité, pero mi voz se perdió en el aire, ahogada por el enfado. Antes de que pudiera decir algo más, él me guiñó un ojo y desapareció de la ventana, dejándome bajo la mirada de todos los que estaban justo alrededor observando la escena.
___✨___
MUCHAS COSAS HAN PASADO EN ESTE CAPÍTULO Y ESTOY DANDO VOLTERETAS
Mingi no pierde oportunidades 💋🥵🔥
Y Jungkook tampoco pierde oportunidades cuando se trata de vengarse 🚿💧🌊
En fin, veremos como se desarrolla la relación de Mingi y Arin a partir de lo que acaba de pasar 💋💋
Y Jungkook y Arin... pues como siempre, con las guerras y venganza *suspiro* o... puede que empiecen a cambiar las cosas.
Lo vamos viendo 🤝🏻
⭐️ y 💬
Nos vemos 🫶🏻
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