Lo próximo en Los Últimos Días será una novela corta (espero que permanezca así y no termine transformándose en un libro) que relatará las consecuencias de Vergil haber matado al heredero de los Yakuzas durante Atada a la Noche. Además, como mis diablitos y angelitos veteranos saben, los protagonistas cambiarán a unos nuevos. Bueeeno, el chico no es tan nuevo pues lo conocieron en Atada. Marcus Di'nardo, el compinche y amiguito querido de Vergil, será el protagonista masculino mientras que la chica será una misteriosa rubia llamada Tara.

Esta novela se centrará en los problemas entre la mafia italiana y la japonesa, mezclando acción con lo paranormal. Pueden esperar tiroteos en las calles de Nueva York, asesinatos y mucha sangre por doquier, pues esta entrega apunta a recordarte que Lilith, Vergil y Marcus, después de todo, son mafiosos.

A continuación les presentaré la sinopsis.

Tara pensó que nunca volvería a ver al hombre que le arrancó el corazón, pero el destino tenía otros planes para ella. Una noche, saliendo del trabajo, se encuentra con un hombre herido. No es otro que él. En lugar de dejar sangrando al bastardo en el callejón, Tara lo lleva a casa. Ahí es cuando su vida simple se torna patas arriba y ella termina corriendo por algo más que su vida.

Marcus ha estado lidiando con lo peor de la humanidad durante toda su vida, pero cuando sus enemigos comienzan a convertirse en verdaderos monstruos, está claro que el mundo se ha ido al infierno. Escapando de los nuevos y mejorados Yakuzas, se topa con alguien que tiene un lugar especial en su corazón. Pero pronto descubre que los sentimientos de ella ya no son lo que solían ser. Tara lo odia. Sin embargo, eso no es problema, él siempre puede ganársela de vuelta mientras trata con su problema de monstruos.

Arriba tienen la portada para la novela corta original en inglés y por aquí se las dejo para su traducción en español.

Por último, la novela no tiene fecha de estreno todavía, pero les dejaré un temptié para que saboreen mientras.

Adelanto:

Diciembre 2014

—Todo se ha ido al infierno.

Desde que todo el continente norteamericano vio aquel meteoro cruzando los cielos, las cosas habían ido empeorando poco a poco.

No. Las cosas ya estaban mal, pero la gente no quería admitirlo. Él no quería admitirlo.

Notó las primeras señales días después de que su jefe matara a Yamaguchi Isao, el heredero del imperio Yakuza. Comenzó a encontrar los cadáveres mutilados de su gente; algunos incluso habían sido quemados hasta carbonizarse, pero siempre había algo en común. En cada uno de ellos, la caja torácica se hallaba abierta y el corazón desaparecido, como si fuera el trabajo de un asesino ritualista.

Y eso fue exactamente lo que la policía y los medios de comunicación comenzaron a decir: que había un asesino en serie ritualista suelto en las calles de Nueva York.

Su jefe, Vergil Larsa, segundo al mando de la rama de la mafia italiana recidente en los Estados Unidos, tenía otros pensamientos al respecto, pero nunca los compartió con él.

Y apuesto a que el hijo de puta sabía todo el tiempo lo que realmente estaba sucediendo.

Suspiró mientras sus enemigos se acercaban cada vez más.

—Los malditos bastardos no saben cuándo rendirse, ¿eh? —Marcus apretó los dientes mientras se encontraba espalda a espalda con Luca y cuatro monstruos los rodeaban.

El rubio a su lado se echó a reír.

—Eso es lo que pasa con los sobrenaturales, ellos siguen recuperándose hasta que los golpeas con lo que realmente les duele.

Marcus arqueó una ceja. Rubito hablaba como si supiera sobre las criaturas que los atacaban o, al menos, sobre todo el asunto de "los monstruos son reales".

—¿Cómo lo sabes?

—¡Muevanse a un lado! —ordenó alguien desde detrás del círculo de criaturas. El grito gutural tenía un eco de otro mundo que recordaba a los demonios en las películas de Hollywood.

Luca rió entre dientes detrás de Marcus.

—Esto se pondrá bueno —dijo antes de golpetear al hombre de cabello oscuro en las costillas con su arma especial—. Toma. Es mágica y matará a estos bastardos de un tiro. Solo recuerda empaparla de sangre de vez en cuando o perderá su poder.

Marcus estaba a punto de abrir la boca cuando el hijo menor de Yamaguchi, Akito, se paró frente a sus compañeros con un gruñido en sus labios. Aquellos ojos negros y espeluznantes cayeron sobre él con tanto odio que se sintió destripado por la sola mirada.

—Empieza a disparar una vez que yo ataque —le susurró rubito a su espalda.

Marcus apretó su agarre sobre la "mágica" Sig Sauer mientras barría su mirada sobre el enemigo y una sonrisa arrogante curvaba su boca.

—¡Mírate, hombre! Yo iría a un jardinero para deshacerme de ese árbol creciendo dentro de ti si fuera tú.

Akito gruñó y las venas negras que lucían como raíces debajo de su piel enfermiza, crecieron en longitud.

—Basura italiana. No harás bromas estúpidas cuando termine contigo—. Y mirando por encima de su hombro, ordenó a sus subordinados—: Maten al rubio, pero traigan vivo al payaso.

En respuesta a la orden del Yakuza, Luca convocó un gran bastón con una cabeza de serpiente, que mostraba sus colmillos, en la parte superior, mientras que sus ojos se convirtieron en pozos de luz blanca. Sus enemigos se abalanzaron un segundo antes de que candentes llamas salieran de la cabeza de la serpiente y los gritos de los disparos llenaran el aire.

Pero con cada monstruo que destruían, dos más aparecían de entre las sombras mientras su jefe se quedaba atrás con una sonrisa en sus labios negruzcos.

Marcus gruñó mientras rodaba por la resbaladiza calle para evadir una lluvia de balas. Esos bastardos no solo tenían garras y mayor fuerza, sino que también usaban armas semiautomáticas. Rubito estaba protegido por un escudo de fuego que incineraba todo lo que lo tocaba, pero él no tenía tanta suerte. Di'nardo no poseía poderes ni un chaleco antibalas para protegerlo de cualquier daño.

¡Malditos sobrenaturales!

No todos somos malos. Una voz irrumpió en su cabeza. El normalmente fuerte acento italiano de Luca tenía un eco que sonaba muy latino de América Central.

¿Cómo estás dentro de mi cabeza?

No hay tiempo para explicar. No podemos luchar contra sus números, así que me iré supernova contra ellos.

¿Qué demonios significa eso?, pensó Marcus mientras evadía las garras de un Yakuza, golpeaba al bastardo en la cara y le disparaba dos veces en la cabeza. El cuerpo perdió todas sus características sobrenaturales antes de caer a la calle.

Significa que va a haber una gran explosión aquí y necesitas mover tu culo ahora mismo.