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Capítulo 9-b

Nadie más dijo hasta que llegaron a su habitación de hotel. Mina caminó directo hacia la cama y se tendió allí como una muñeca rota. Él necesitaba saber en qué estaba pensando ella con tanto ahínco porque la idea de no ver su rostro sonriente era una tortura física para él; y contrario a la opinión popular, a los demonios no les gustaba ser torturados... excepto los que eran verdaderos masoquistas, por supuesto.

Así que sin su habilidad sólo quedaba una opción disponible para obtener lo que él quería. ¡Él la emborracharía y dejaría que el libre albedrío hiciera el resto!

—Por favor, no estés triste —dijo Vergil mientras abría la elegante caja de cuero roja donde fue entregado su ron favorito de veinticinco mil dólares y llenaba dos vasos plateados que había convocado desde la mansión de Nueva York—. Sé que debes extrañar mucho a tu madre, pero deberías estar feliz y celebrando nuestra victoria, my little dove.

—¿Qué victoria? —Eso pareció llamar su atención.

—Mañana tendrás los pergaminos en tus manos —respondió él, acercándosele con los dos vasos y una sonrisa sexy en sus labios—. Aquí tienes —Esperó hasta que ella tomara el vaso medio lleno y luego hizo aparecer dos cubos de hielo en él—. Esto te animará. Es mi ron favorito. Una marca caribeña hecha en Trinidad llamada Angostura Legacy. Estoy seguro de que te gustará —Él la observó mientras tomaba un pequeño sorbo y se lamía los labios disfrutando del exquisito sabor.

—No me mientas. Estoy segura de que te gusta tanto porque es rojo oscuro, muy similar a la sangre.

—Pero puedo ver que también es de su agrado.

—Sí, Vergil — le respondió con una pequeña sonrisa mientras acariciaba la cama para que él se sentara a su lado—. Sabe a vainilla y especias... muy bueno para una bebida alcohólica.

—Entonces brindemos por pequeñas victorias y finales felices.

—Yo no...

—Shh —Tomó un sorbo del licor y la besó, derramando el líquido dentro de su boca. Ella gritó de sorpresa, pero lo tragó sin ninguna objeción—. ¿Ahora vas a brindar conmigo?

Su paloma no respondió, pero puso los ojos en blanco y golpeó ligeramente sus vasos.

—Por pequeñas victorias y finales felices —Mina le guiñó un ojo y terminó su bebida en un trago que le quemó la garganta y la provocó un ataque de tos.

—No se suponía que lo bebieras de esa manera.

—Me di cuenta —Logró decir entre toses.

Él se rió un poco y se levantó, tirando de ella con él para frotar, con suavidad, su nariz contra la curva de su cuello. El cuerpo de su paloma se estremeció y ella suspiró. Incluso si él no podía leer sus pensamientos, la agitación interna del alma de ella le gritó, volviendo loca a la sangre de su demonio con lujuria—. Te quiero desnuda, mi amor —susurró él todavía acariciando su perfecta piel.

—Vergil... —Su nombre era un gemido en sus labios y no estaba segura de si tal sonido estaba destinado a detenerlo o suplicar por más; pero una cosa era segura: si terminaba desnuda, sus inhibiciones se verían abrumadas por la pasión y se rendiría incluso si eso significaba condenar su alma para siempre.

Muy lentamente, le pasó una mano por la espalda y su ropa comenzó a disolverse cuando sus dedos rastrearon su figura. Cuando se detuvo en su trasero, ella estaba desnuda por completo.

—Ahora serás mía.

Su corazón dio un vuelco y sus rodillas se debilitaron cuando él habló de hacerla suya con una voz ronca, llena de lujuria. Él tuvo que pasar un brazo por su cintura para mantenerla de pie, algo que tomó en su favor pues frotó su virilidad, todavía atrapada dentro de sus pantalones, contra su cadera. Ella gimió en voz baja cuando su mente se quedó en blanco por un segundo o dos y cuando volvió a centrarse en lo que la rodeaba, él estaba inclinando su cabeza para besarla con ojos rojo oscuro.

Su cuerpo se congeló de inmediato, miedo apoderándose de ella mientras él la besaba como si quisiera cosechar la cereza de sus labios.

—Tus ojos —Ella logró susurrar en su oído después de que él rompiera el beso.

Vergil agitó la cabeza para despejar la bruma que llenaba su mente y se dio cuenta del estado de su esposa. Mina estaba temblando en sus brazos mientras sus ojos asustados estaban fijos en los suyos. Maldita sea ¡No otra vez!

—Lo siento, Mina —La sentó en la cama y se dirigió a la mesa donde la botella de ron lo esperaba, reprendiéndose en la lengua de los demonios.

La pelicastaña agarró las sábanas cuando lo vio tragar dos medios vasos de alcohol y caer al sofá a la vez que pasaba una mano a través de sus cortos mechones blancos. ¿Cómo podía ella quedarse quieta y no ir a su encuentro cuando era obvio que él sufría profundamente? ¿Cómo podía ella apartarlo tan sólo porque él era diferente? Era egoísta de su parte hacerlo cuando él estaba tan perdido con su situación como ella. Su madre siempre le había enseñado a ser amable con los demás, incluso si no eran humanos. Entonces, ¿por qué siempre le decía que se mantuviera alejada de los demonios? Porque ella era una mujer fiel e incluso el Ojo que todo lo ve puede ser una persona con prejuicios. Apuesto a que mami ni siquiera conoció a un demonio y se basó tan sólo en lo que su ángel le dijo.

Y yo estoy haciendo lo mismo. ¡Genial! Ahora, ¿quién es la que hace suposiciones?

Mina suspiró. Sin importar lo que Marina le había dicho en el pasado, el hecho de que su corazón anhelaba consolar a Vergil no podía ser ignorado. Entonces, ¿cómo se suponía que ella debía actuar? ¿Seguiría el consejo de su madre o su corazón?

Antes de que pudiera decidirse, el demonio se puso de pie, convocó una bolsa de compras y se acercó a ella. Trató de fijar su mirada en sus ojos, pero de vez en cuando sus orbes se deslizaban por su desnudez y ella sentía dedos fantasmales vagando por su piel, haciéndola temblar de deseo.

—Compré esto para ti cuando te dejé atada a la cama —confesó, sintiendo que sus mejillas se calentaban. ¿Por qué demonios me estoy sonrojando? Ah! Me repugno—. Déjame ayudarte —Y antes de que ella pudiera decir algo, él chasqueó sus dedos y la vistió con los artículos finos—. Ve al espejo.

Admiró la translúcida tela negra con flores y jadeó ante la suavidad de la textura cuando se movió para ponerse de pie. Con una sonrisa en sus labios, corrió hacia el baño y miró su reflejo en el espejo de la pared.

—¡Esto es absolutamente precioso!

El vestido tenía una especie de estilo árabe con mangas largas, escote profundo en "V" y un velo a juego que se mantenía en su lugar con un hermoso tocado de cadenas con un rubí en el centro de la frente. Un pesado collar de cuentas adornaba su pecho y un cinturón encadenado cubría su cintura; además de aretes, pulseras y anillos que combinaron todo a la perfección.

—Me alegro de que te guste porque te ves impresionante —dijo su príncipe demoníaco desde la puerta—. Ven. Vamos a comer algo pues ya está anocheciendo.

—Pero no puedo sentir ninguna ropa interior debajo de todo esto. ¡No puedo salir sin ropa interior!

—¿Quién dijo algo de dejar la habitación? —Vergil respondió, dejando que su mirada hambrienta vagara sobre su cuerpo y le regaló una media sonrisa—. Además, no necesitarás ropa interior después de la cena.

—¿Así que esta es la mujer?

—Sí. El espíritu me dijo que estarán aquí mañana al mediodía —respondió Tánatos desde las sombras del dormitorio estilo musulmán—. Es realmente una pena que no pueda recoger su alma cuando exhale su último aliento.

Los dos dioses estaban bajo la cobertura de un hechizo de invisibilidad viendo a su víctima realizar sus rituales de aseo.

—¿No puedes simplemente robarle el alma de tu equivalente hindú? —preguntó Alecto con una ceja arqueada.

—Hay leyes muy estrictas que regulan a los Segadores. No podemos recorrer las dimensiones haciendo lo que nos plazca, como hace el resto de los dioses. Además, Mara me mataría si tomara un alma destinada a su panteón —Hizo una pausa para observar la bronceada belleza exótica vistiendo sus curvas en un camisón dorado antes de dirigirse a la Furia—. Trae la Empusa. Es hora de que preparemos el tablero de ajedrez.

—Me estoy cansando de ser tu mensajera —murmuró la diosa de cabello negro mientras desaparecía.

Momentos después, el demonio vampírico apareció a su lado y agachó la cabeza.

—Sabes qué hacer.

—Muchas gracias por el postre, mi señor —dijo la mujer antes de dejar su lado transformada en una nube oscura. Flotó hacia la chica hindú, cuidando de permanecer siempre de espaldas mientras la mortal iba de un lado a otro, y hundió sus colmillos en la piel de caramelo una vez que su víctima se detuvo junto a la cama.

La belleza de cabello oscuro gritó cuando la criatura bebió su sangre, pero demasiado pronto sus sonidos asustados se convirtieron en nada más que un silencio ensordecedor y su cuerpo sin vida cayó al suelo. Sin perder tiempo, la Empusa puso el cadáver boca arriba y convirtió sus garras en cuchillos afilados de tres pulgadas que usó para abrir un agujero en el pecho de la mortal. No quedaba sangre en el cuerpo, así que arrancar el corazón se convirtió en un trabajo bastante limpio, comer el órgano no tanto.

Tánatos vio el momento exacto en que el fantasma de Lady apareció en el dormitorio y su reacción ante el vampiro griego comiéndose su corazón. Sus ojos se ensancharon y su boca se abrió, estaba a punto de gritar de nuevo, pero en su forma actual, sus gritos sólo atraerían la atención de la misma diosa que él quería evitar. No esta vez, querida.

Soplando una tormenta electrostática en dirección al espectro, logró interrumpir su forma incorpórea hasta el punto en que explotó, dejando pequeños charcos de ectoplasma por todas partes. El fantasma de la mujer se reformaría con el tiempo así que Mara no había perdido su premio para siempre, sólo momentáneamente.

—Ya está hecho, mi señor —le dijo la diabla usando la misma voz acentuada de la mujer que yacía muerta a pocos pies de ella—. ¿Necesita algo más de mí? —susurró ella mientras acariciaba la cara bajo la capucha negra.

Él la observó, tomando cada detalle de la nueva apariencia física de la Empusa. Los mismos ojos oscuros y cabello largo, tono de piel e incluso el mismo cuerpo curvilíneo de la ahora mujer sin vida. Él sonrió mientras agitaba una mano para quemar el cadáver en el suelo y enganchaba un dedo debajo de la barbilla de la nueva señorita Lady.

—Puede haber algo en lo que puedas ayudarme... —dijo el Segador, mirando sus gruesos y húmedos labios de la vampira—. Y tengo tiempo de sobra.

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N/A: La imagen es el licor que nuestros tórtolos comparten.

¿Qué les parece la novela hasta ahora? Si estuvieran en el lugar de Mina, ¿ustedes dejarían entrar a Vergil en su corazón sin importar las consecuencias?

Bueno, basta de preguntas; es hora del ataque del diccionario 🤣

☆ my little dove= mi pequeña paloma

Canción del capítulo= Private Emotion (Emoción Privada) de Ricky Martin

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