El día siguiente fue uno de sorpresas. Cuando regresaron al departamento de Mina, encontraron a Ariashka desayunando y viendo las noticias de la mañana. Ella afirmó que solo los acompañaría a Badwater Basin porque esperaba encontrar y vengarse de la perra que mató a su hermano. Luego volvería a su trabajo de espía, lejos de ellos.

Era dolorosamente obvio para la pelicastaña que su amiga la culpaba por la muerte de Aaron, de lo contrario no habría sido ignorada por la rubia. Ella había intentado disculparse otra vez, pero la diabla no quería escuchar una palabra. Cada vez que Mina se acercaba a ella, Ariashka cambiaba de tema o la ignoraba por completo. Al llegar al aeropuerto, ya se había rendido, pues sentía que la brecha entre ellas crecía con cada intento.

Cuando el trío entró al hangar del avión privado de los Larsa, se encontraron con la segunda sorpresa del día. Lilith, en su temor por la seguridad de su hijo, le había enviado sus dos guardaespaldas personales para escoltarlos en el viaje. Los gemelos pelirrojos estaban hablando con el piloto mientras los hombres cargaban sus bolsas y equipo en el avión.

Mina reprimió una carcajada mientras se acercaban al trío. Los guardaespaldas iban vestidos con su ropa de trabajo habitual: gabanes negros y corbatas. Uno incluso tenía unas gafas negras de aspecto caro. Ella rio entre dientes. Los gemelos parecían listos para una fiesta en lugar de un viaje al desierto.

El de las gafas de sol reconoció su presencia y llamó a su hermano para que se reuniera con ellos. Ambos le estrecharon la mano, pero solo le asintieron con la cabeza a Vergil.

—Es un placer conocerle finalmente, señora —dijo el de las gafas antes de quitárselas, mostrándole sus bonitos ojos ámbar—. Somos Angelo, —Le guiñó un ojo mientras se señalaba—, y Alessandro Sabatani.

—Perdone la falta de respeto de mi hermano, señora Larsa —Alessandro dirigió una mirada dura a su gemelo antes de devolver sus brillantes ojos ámbar a la princesa—. Ha sido un completo idiota desde que se cayó de los brazos de nuestra madre cuando era un bebé.

Ella sonrió, sin saber cómo reaccionar a la elocuente introducción de los hermanos.

Ellos son Nockrish y Nergal. Conociste al respetuoso, Nergal. Él fue el Irdu Lili que me trajo tu estuche de pergaminos en Egipto, el príncipe oscuro le explicó telepáticamente.

—¡Por supuesto! Ahora recuerdo. Eres el espinoso dragón rojo —dijo ella un poco demasiado fuerte, mirando a Alessandro. El piloto, que estaba hablando con Mary en ese momento, y el personal del aeropuerto se volvieron hacia ella, sus miradas la hacían sonrojar—. Lo siento. Olvidé que no estamos solos.

Los gemelos intercambiaron sus miradas de confusión por sonrisas apenas visibles; o al menos uno de ellos lo hizo. Angelo le regaló a su dama una amplia sonrisa mientras pasaba un brazo sobre los hombros de su hermano y susurraba:

—No se preocupe, princesa. A veces nos convertimos en espinosos dragones rojos.

—¡Doctora Larsa! —El grito de Gabriel hizo eco dentro del hangar llamando su atención.

Dándose la vuelta, la pelicastaña fue a abrazar al joven y lo recorrió con la mirada. Su mohawk rojo estaba sujetado en una coleta alta, mostrando las pequeñas cruces negras que colgaban de sus orejas. Pero lo que lucía extraño en él era su ropa. La camiseta blanca y los pantalones cortos de camuflaje que llegaban a sus rodillas no eran su vestimenta usual.

—Te ves bien sin tu ropa oscura, Gabe. Extraño, pero agradable —dijo ella agarrando su muñeca—. Ven, te presentaré al resto del grupo.

Una sensación mala se asentó muy hondo en el estómago de Gabriel mientras su profesora lo arrastraba hacia donde el hombre de cabello claro con el que la vio pelear en la universidad y dos pelirrojos esperaban. Su cruz de plata celestial, escondida debajo de su camiseta, fue tornándose más caliente cuanto más se acercaba a esos tipos. Pero lo que hizo que su piel se erizara fue el tatuaje que vislumbró sobre la parte interna de la muñeca de Mina. Una serpiente enroscada alrededor de una cruz invertida.

La marca de la bestia.

El repentino impulso de alejarse de ella lo golpeó como un puñetazo en el pecho, casi deteniendo sus pies. Sin embargo, se dejó guiar y pasó por las presentaciones incluso cuando todo lo que quería era purificar al bastardo que la había marcado. Quien no podía ser nadie más que su marido pues él también lucía la misma marca en su muñeca.

Indignación y furia corrieron dentro de Gabriel. Durante su entrenamiento en la Orden, se había encontrado con muchos demonios con tales tatuajes mas lo único que los antiguos miembros habían descubierto era que simbolizaba la bendición de Satanás sobre el portador.

Cierto o no, la marca solo significaba una cosa: la Elegida pertenecía al Príncipe de las Tinieblas. Su elección ya no sería neutral ya que la balanza se había inclinado a favor del mal.

Todos estaban condenados.

¡No! Necesito detenerla. Necesito impedir que empiece el Apocalipsis.

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N/A: Y el último amigo de Mina acaba de decidir irsele en su contra. Mi pobre niña no tiene un respiro.

Por otro lado, los de la foto son las formas humanas de Angelo, a.k.a Nockrish, y Alessandro, a.k.a Nergal. Necesito dibujar las formas demoníacas de esos gemelitos. ¿Qué opinan? ¿Les gustaría verlos?