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Capítulo 22-a

Mina se despertó sorprendida al encontrarse contra el cuerpo firme de Vergil. Un suspiro de alivio salió de su boca cuando su cerebro se dio cuenta de que su marido no la había abandonado como sucedió en su pesadilla. Los escalofríos le corrieron por la espalda y se le erizaron los vellos del cuerpo, pero ella trató de deshacerse de la sensación acurrucándose más cerca de su demonio, apoyando su cabeza contra su pecho ónix y abrazándolo con fuerza. Solo dentro de sus brazos se sentía realmente a gusto.

—¿Mal sueño?

Ella levantó la cabeza para encontrarse con sus orbes escarlatas y asintió en silencio. Cómo deseaba permanecer así para siempre, olvidándose de todo y de todos, simplemente disfrutando de la compañía del otro en un ciclo interminable de amor.

—Todavía es temprano, el sol no ha salido todavía. Vuelve a dormir — susurró él, pasándole los dedos por el cabello.

—No —respondió ella y se recostó contra su pecho de nuevo—. Quiero ver el amanecer entre tus brazos.

Vergil se rió entre dientes mientras pasaba sus dedos por las largas hebras de su paloma y, con una rápida mirada, abrió las cortinas de la puerta corrediza, dejando que la luz de la luna se filtrara en la habitación oscura.

—Quedan dos horas antes del amanecer, así que tenemos tiempo... Necesito decirte algo.

Mina escuchó el aumento de los latidos de su corazón y los suyos hicieron lo mismo a la vez que su sangre se enfriaba de miedo. La pesadilla volvió a su mente con una claridad cristalina. ¿Le iba a decir que todo había sido un error y abandonarla como lo hizo en su sueño?

—Querías toda la verdad, así que te lo contaré todo desde el principio.

La pelicastaña exhaló, soltando un suspiro, que no sabía que estaba conteniendo, y levantó la cabeza para mirar a su marido. Eso era lo que ella quería desde el principio: que él abriera su corazón y fuera sincero con ella. Ella solo necesitaba tener una mente abierta y no dejar que su moral lo juzgara mal.

Su aura era un desastre. Las dudas y un miedo abrumador amenazaron con estrangularla cuando abrió sus sentidos para espiar sus emociones. El demonio estaba aterrorizado por algo, probablemente su reacción a la verdad, pero también percibió la resolución escondiéndose detrás del miedo; una resolución fuerte y firme para dejar que todo saliera a la luz.

Ella sonrió de felicidad en su interior. Su demonio peliblanco estaba haciendo un esfuerzo inhumano para abrirle su corazón.

Vergil le soltó el pelo y miró el cielo nocturno a través de la puerta de vidrio.

—Hace cinco años, mi madre tuvo una visión acerca de ti encontrando la Llave. El destino del medallón era incierto, pero estaba claro que tú eras la Elegida, así que te seguimos y esperamos. Cuando supimos que habías encontrado una pista sólida, hicimos nuestro movida.

»El contrato entre nuestros padres se hizo hace años, así que solo necesitábamos darle un buen uso. Ellos nos casaron y el resto ya lo conoces —Él suspiró y volvió sus tristes ojos hacia ella—. Es cierto que me ordenaron que te sedujera... que te engañara para que me dieras la Llave del Infierno, pero... —Su ritmo cardíaco se disparó de nuevo cuando su miedo trató de disuadirlo de que se rindiera y guardara su secreto para sí mismo; encerrado bajo llave. No. Ya había empezado, tenía que terminar.

Respirando hondo, él le acarició la mejilla y ella le devolvió el gesto apoyándise en la palma de su mano como si lo urgiera a continuar.

—No quería admitir que me había enamorado de ti desde aquel primer beso en Manna —Inspirado por el profundo amor que sentía por ella, el príncipe tomó las manos de su paloma mientras sostenía su mirada—. Mina, en nuestra luna de miel, descubrí que temía el día en que supieras la verdad sobre nuestro matrimonio; así que cuando lo hiciste, me asusté y te alejé pensando que te estaba haciendo un favor. Qué equivocadas fueron mis acciones... terminé lastimándonos a ambos.

El corazón de Mina se retorció de dolor por él, trayendo lágrimas a sus ojos. Su príncipe demoníaco la había amado desde el principio, pero ella había estado tan ciega a todo... teniendo poder, pero no sabiendo cómo usarlo correctamente. Ahora es diferente, puedo sentir sus emociones al sentir las ligeras fluctuaciones en su aura. Ella sabía que su amante le estaba diciendo la verdad y el escuchar sus verdaderos sentimientos la derritió  por dentro.

—Pero hay más —Él apartó la mirada de ella otra vez, avergonzado de sí mismo, avergonzado de lastimar a la mujer que amaba—. Hay algunas verdades a medias que debo aclarar para ti... No soy el hijo de Lucifer. Mi verdadero progenitor es el dios griego del Inframundo.

—Así que eres un híbrido y... —Ella se rió sin ganas—. ¿Hijo de quien puso una recompensa por mi cabeza? ¡Qué suerte tengo! —exclamó Mina, con el miedo marcando sus rasgos mientras se sentaba en su cama y arrastraba la sábana de color lila para cubrir su pecho.

Él se estremeció ante su reacción.

—Prefiero el término daemoneus en lugar de híbrido, ya que soy la mezcla de un dios y un demonio — explicó el príncipe, tratando de mantener el disgusto y el dolor fuera de su voz. Suspirando para sus adentros, se sentó detrás de ella y giró suavemente su cabeza para  mirarla a los ojos, cuidando de no arrañarle la piel con sus garras—. No necesitas temerme, mi hermosa paloma. Lo único que ese bastardo y yo compartimos es nuestra sangre. No hay nada más que odio y desprecio por ese yakhe ishir en mi corazón.

Sus ojos brillaban más y tomaron un tono rojo anaranjado antes de retornar a su tono normal de rojo. Ella giró su cuerpo y lo abrazó. Ese odio profundo solo podía provenir del amor inocente. Su demonio debía haber amado a su padre muchísimo para odiarlo con tanta pasión.

—¿Qué pasó entre ustedes dos? —preguntó ella en un susurro mientras jugaba con la punta de las orejas de su diablillo.

Él se estremeció por un momento, pero luego la abrazó con fuerza contra su pecho.

—Traición, eso es lo que pasó entre nosotros. Me engañó y mi madre pagó las consecuencias —Las lágrimas llenaron sus ojos, pero se negó a dejarlas caer—. Yo era un niño pequeño en aquel entonces, criado como la descendencia divina de Hades y Hecate. Un mocoso malcriado en todo el sentido de la palabra, pero mi mundo giraba en torno a una mentira pues no sabía quién era realmente mi madre. Cuando Hades descubrió que Hécate nunca existió como diosa, que ella era la amante de Satanás disfrazada, nos echó a los dos del Inframundo.

»Mis días como un niño demonio comenzaron entonces. Madre le dijo a Lucifer que yo era un diablillo griego que ella adoptó y fui recibido dentro del Palacio Oscuro como un príncipe menor.

»Odiaba el infierno. Odiaba ver a mi madre en la horrible forma de un demonio, batiendo sus pestañas por el enemigo de mi padre. Solo quería volver a casa y ver a mis padres juntos otra vez. ¡Qué chico tan tonto fui! —Agarró un mechón del cabello de Mina y lo besó, ganando tiempo para controlar las emociones que se arremolinaban dentro de su corazón—. Así que cuando Hades encontró una manera de comunicarse conmigo, creí cada una de sus palabras. Me convenció de que podríamos estar juntos otra vez si le dijera a Lucifer que no era el huérfano que mi madre le había hecho creer; así que lo hice. ¡Lo hice, Mina! Lucifer se volvió loco y atravésó a mi madre con uno de sus relámpagos negros mientras maldecía su vientre. ¡Provoqué que mi propia madre quedara estéril! —exclamó mientras sus lágrimas finalmente se liberaban—. ¿Qué clase de hijo soy?

Mina se apresuró a abrazarlo a la vez que él apoyaba la cabeza en su hombro.

—No te culpes, no hiciste nada malo, mi amor. Lo único de lo que eres culpable es amar demasiado a tus padres.

—Lo peor vino después —continuó el príncipe en un susurro frío—. Cuando volví a hablar con mi progenitor, le conté lo que había pasado y pedí que nos llevara de vuelta a casa. Sin embargo, el bastardo se rió con ganas, insultó a mi madre de todas las maneras posibles y me dijo que nunca ayudaría a un lastimoso gusano que había traicionado a la puta que lo había parido. Mi odio por Hades nació ese día. Nunca lo perdonaré por lo que me obligó a hacerle a mamá.

******************
N/A: La foto es mi visión de Hecate, aunque en mi cabeza ella se ve más fantasmal no tan sólida. La coloración de cabello de Vergil es debido a que el "disfraz" de Lilith tenía lo tenía de ese color. Los ojos azul eléctrico vienen de Hades, y es algo que todos sus hijos tienen.

Diavol'eshmir:
1- yakhe ishir= hijo de puta

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