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Capítulo 20-a

Vergil estaba parado frente a una de las muchas ventanas gigantes en la sala de entrenamiento con nada más que unos pantalones deportivos negros y su espada. Miraba el cielo de la mañana que se lucía sobre sus exuberantes jardines mientras fingía escuchar los comentarios de su madre de la noche anterior, o más específicamente: su discusión con Mina.

Su preciosa paloma fue tan lejos como hasta hacerle daño para alejarse de él. Él sonrió a pesar del agujero que sentía en su corazón, reconociendo su valor y poder. Ella no era sólo una humana, era una Oriwohém capaz de matarlo; un hecho que había olvidado una vez más.

Su confesión de amor aún sonaba en sus oídos, pero ¿qué bien hacía? Un millón de cosas se interponían entre ellos y la felicidad, entonces, ¿por qué esperar lo imposible?

Porque ella lo vale.

Se sorprendió con los fuertes sentimientos que ese simple pensamiento le trajo. Orgullo, amor y, lo peor de todo, esperanza se abrían camino hasta su corazón, haciéndole dudar de su propia decisión.

Se reprendió en la lengua demoníaca, sacudió la cabeza y se volvió hacia su madre. Su novia podía haberlo dejado mas ella todavía necesitaba ser protegida del monstruo que lo había procreado; y para eso ella necesitaba a su guardaespaldas en sus pies y un arma para empuñar contra su siguiente atacante.

Miró a Lilith.

La pelirroja dejó de pasearse y lo miró con recelo.

—¿Por qué me miras como si fuera un proyecto científico extraño?

—Mina necesita a Yaellan a su lado ahora que no está bajo nuestro techo. Prepara el elixir y deja que se recupere de tu castigo para que la Elegida pueda estar segura.

Los ojos color miel de Lilith se agrandaron y se llevó una mano al pecho, mirándolo con sorpresa.

—¿Me estás pidiendo que revierta uno de MIS castigos por la seguridad de una mortal? ¿Has perdido la cabeza?

—Por favor, mamá —suplicó con brillantes ojos azules mientras la abrazaba por detrás y le daba un dulce beso en la mejilla.

—No, Vergil, me niego a hacerlo —Su voz era dura como el suelo de mármol en el que estaban parados. —. Además, ¿eres tú quien es su protector por orden de Lucifer o me equivoco? Ve a buscarla y arrástrala a casa.

—No —Su hijo la soltó al instante y habló con un tono frío—. Si no lo haces, entonces buscaré la ayuda de ella.

La cara de la reina distorsionó por la ira, cuernos carmesí y ónix crecieron de su cabeza, de su espalda brotaron alas membranosas de un profundo color rojo y su larga melena se convirtió en rubia. Apareció a una pulgada de distancia de su cara en menos de un segundo, ahogándolo con manos que terminaban en garras.

—Acércate a esa puta desalmada y ni siquiera la sangre que compartimos te salvará de perder la cabeza —amenazó con un tono bajo, pero furioso en su oreja antes de arrojarlo contra una armadura medieval detrás de ella y desaparecer de la habitación.

Vergil se levantó y suspiró con cansancio. Las vendettas sanguinarias de su madre siempre arruinaban sus planes. Ahora tendría que hacer algo que tal vez no pudiera lograr. ¿Vigilar a Mina desde lejos sin tocarla? La idea era ridícula sin embargo, solo tenía que soportarla durante dos o tres días, el tiempo que le debía tomar Yaellan regenerar sus heridas.

—¿Realmente tenía que descubrir todo ahora? ¿No podría esperar un par de días más?

La presencia oscura de un Irdu Lili y  rápidos pasos por el pasillo anunciaron la llegada de uno de sus sirvientes antes de que la criatura en cuestión apareciera. No levantó los ojos de la armadura rota hasta que un suave golpe resonó dentro de la sala de entrenamiento.

Nockrish estaba en la puerta con una caja adornada y un sobre negro en sus manos.

—Los herreros de Lord Corson enviaron lo que ordenó junto con una carta dirigida a usted, señor —informó el íncubo, entregándolo todo e inclinándose antes de partir en dirección a los aposentos de la reina.

Vergil miró la caja de oro negro de seis pulgadas cuadradas en sus manos. El sello de la casa Drakonaid se mostraba en cada lado.

—Ahora, ¿cómo te envío sin que ella te rechace?

Mina se despertó entre penumbras sintiéndose hinchada y pesada de corazón. Su pecho aún dolía, como una herida física que continuaba sangrando sin parar, haciendo que deseara acurrucarse en una bola y nunca volver a ver la luz del día.

Después de toda una noche de llanto y algunas horas de un mal sueño, su cuerpo se sintió agotado y lento, como si un tren la hubiera atropellado. Le dolían los músculos y las articulaciones, alguien dejó entrar un pájaro carpintero dentro de su cabeza y su boca estaba más seca que las arenas de Egipto.

En resumen, ella era un total y absoluto desastre.

De la nada, su teléfono celular comenzó a sonar con el tono de llamada de Mary, pero ella simplemente lo ignoró, arrojando las mantas sobre su cabeza y volviéndose una bola. No quería ver ni escuchar a nadie, y mucho menos participar en una conversación civil con otro ser vivo. Su único deseo era quedarse en la cama y hundirse en su dolor hasta que sus ojos ya no pudieran llorar.

La débil voz de su amiga demoníaca vino desde la puerta principal mas ella se tapó los oídos y comenzó a murmurar: "Sólo quiero que me dejen sola" una y otra vez. La rubia la llamó unas cuantas veces más hasta que el dulce silencio finalmente conquistó el lugar.

—Minaaa —El súcubo suspiró después de entrar a la habitación a oscuras y sentarse junto a la forma de su amiga.

La pelicastaña maldijo por dentro. Había olvidado que Mary no era humana.

Malditos demonios haciendo lo que les place todo el tiempo.

Enojada por la intrusión de su amiga, tiró las mantas lejos y gritó.

—¿Quién te dijo que solo podías entrar a mi casa como si fuera tuya? ¡Tú y toda tu especie han arruinado mi vida! ¡Déjame en paz!

—Estás en lo correcto, pero no me iré hasta que escuches por qué vine aquí —Los ojos de Ariashka se llenaron de lágrimas—. Estaba preocupada por ti, chica. Cuando me fui anoche, no eras tú, así que, naturalmente, me asusté cuando no contestaste mis llamadas.

—¿Pensaste que me suicidaría? Sí, me duele, pero no duele más que cuando me culpé por dejar que mi madre mueriera sola; así que ten la seguridad de que, si no me corté la garganta entonces, no lo haré ahora —Miró a la sombra de la demonio claramente ofendida—. Nunca tiraría mi vida por un hombre, mucho menos por un mentiroso demonio.

La rubia se estremeció y dejó que sus ojos azules vagaran por el cuarto oscuro, que gracias a su visión nocturna podía ver con absoluta claridad.

Las paredes lila suave estaban adornadas con pinturas de unicornios, duendecillos y sirenas. Cubriendo las ventanas de estilo francés y la puerta corredera de vidrio, que conducía a un balcón desde el que se veía el edificio Empire States, colgaban pesadas cortinas negras con diseños de flores de lis bordadas en púrpura, que combinaban con las sábanas y las cobijas en las que estaba sentada actualmente.

—¿De verdad quieres que me vaya?

—Sí, Ariashka —respondió Mina después de sentarse con lentitud—. No quiero ningún demonio cerca de mí por el momento. Mirarte solo me recuerda lo jodida que está mi vida.

—Está bien, pero déjame darte el regalo que te traje antes de irme —suplicó la Lilitu, yendo al interruptor de la luz—. Cierra los ojos para que la luz no los lastime.

Cuando se iluminó la habitación, Mary se acercó y le ofreció una caja dorada negruzca con un escudo familiar por todos lados. El elaborado diseño mostraba la parte superior del cuerpo de un dragón siendo consumido por las llamas. Era hermoso, pero extraño, ya que no recordaba haber visto una cresta familiar como esa, ni siquiera en sus libros de historia.

Su amiga demoníaca abrió la caja metálica con cuidado y reveló una delicada pulsera de plata que descansaba sobre un nido de terciopelo.

La exquisita pieza de joyería se componía por una delicada cadena con pequeños colgantes de cruces y dragones colocados en secuencia. Una de las cruces era un poco más grande para sostener un pequeño rubí en su centro y lo mismo se repetía con los dragones; el más grande sostenía un rubí entre sus patas.

Quienquiera que había hecho esa pulsera era digno de alabanza. La precisión y la atención al detalle eran tales que podías ver cada diente individual y cada escama en los pequeños dragones. Era una obra de arte muy impresionante.

—¿Me compraste esto? —susurró Mina, acariciando la delicada pieza.

—En realidad no —murmuró Ariashka mientras jugaba con uno de sus mechones rubios—. La pulsera e incluso la caja fueron hechas por el herrero personal del gobernador del Infierno Occidental, así que...

—Fue él, ¿verdad?

—Sí, el príncipe Vergil le encargó la pieza, pero, por favor, ¡no la tires! Úsala, te lo ruego, porque si no lo consigo, de seguro me decapitará —Los ojos de la diabla estaban llenos de miedo—. El brazalete no es solo una bonita pieza de joyería, se puede transformar en una katana si presionas cualquiera de los amuletos con rubies.

—Así es una espada mágica —murmuró la pelicastaña, colocando las manos sobre su regazo.

—Más o menos. Pero para que funcione, deberás atarlo a ti, dejando que caiga una gota de sangre sobre el dragón más grande y así estarás protegida para siempre. Cada vez que alguien te desarme o quita el brazalete, volverá a ti de inmediato —Ariashka se mordió las uñas rojas, dejando que la información fuera analizada—. ¿Lo usarás?

Mina se lo pensó. Una parte de ella quería deshacerse de la maldita cosa, pero otra, la parte lógica, sabía que la única forma de sobrevivir a los ataques de Tánatos y Alecto era usar la pequeña baratija. Era la única forma de vivir otro día hasta que pudiera tolerar a sus protectores demoníacos sin querer enviarlos de vuelta al Infierno.

Suspirando profundamente, ella asintió y extendió su palma ante la súcubo. Su amiga convocó una daga y le perforó el dedo índice, dejando que una sola gota de sangre roja cubriera al pequeño dragón con el rubí. Al principio no pasó nada, pero luego la joya comenzó a brillar y el amuleto cobró vida mientras su líquido vital era absorbido por el cuerpo de la criatura metálica. El pequeño reptil mítico la miró, soltó una bocanada de humo y se quedó inmóvil de nuevo.

La pelicastaña miraba congelada en su sitio. ¿Qué diablos había presenciado?

Miró a la rubia, necesitando una explicación para el extraño evento.

—Está bien, así es como se supone que funciona —Ariashka le dio un abrazo a la otra mujer y se paró junto a la cama—. Te chequearé más tarde, así que por favor contesta mis llamadas —Suspiró cuando Mina no respondió y desapareció de la habitación.

Sin prestarle atención a la diabla que se iba, Mina se recostó en la cama, observando su nueva pulsera. Los pequeños rubíes brillaban con una variedad de tonos rojos mientras movía su muñeca. Cada uno de ellos parecía coincidir con los diferentes tonos que había visto en sus ojos demoníacos. El color vino de la debilidad, el rojo sangre de la lujuria, el escarlata de la calma y el rojo anaranjado de la ira. Todos ellos reflejados en una pequeña piedra que colgaba de su muñeca; tan cerca de su piel, tan cerca de ella.

Una lágrima cayó cuando ella recordó los ojos de él mientras la sostenía por la muñeca, tratando de mantenerla a su lado.

Su mente quería engañarla, mostrando angustia y dolor dentro de orbes azules un tono más oscuros que su tono eléctrico normal. Pero eso era solo una ilusión pues ella sabía la verdad. Esa fatídica noche, los ojos de él eran del azul hielo más frío que jamás había visto en su demonio.

¿Mi demonio? Saca tu cabeza de las nubes o la perderás, Mina. No puede haber nada entre ustedes dos nunca más.

Ella miró de nuevo a la joya de plata. Los pequeños dragones le recordaban el tatuaje de su marido, uno que solo aparecía sobre su pecho en su forma humana... Uno que ella deseaba trazar en ese momento.

¿Qué? ¡No, no, no, nooo!

Sacudió la cabeza, se arrancó el brazalete del brazo y lo arrojó furiosa a un rincón de la habitación, lejos de la cama. Un momento después, sintió algo fría contra su piel y gimió consternada cuando volvió a ver la pequeña pulsera alrededor de su muñeca. Ariashka le había dicho la verdad, no había forma de deshacerse de la maldita y pequeña baratija que le recordaba tanto a Vergil.

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Canción del capítulo: My hands (Mis Manos) de Leona Lewis

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