Capítulo 2-a ✔
Tres días después
Su día de bodas había llegado, pero no era el momento feliz que alguna vez soñó cuando era niña. El miedo se había instalado en su estómago desde el día anterior y no planeaba abandonar su acogedor nido. Sentía como si algo malo estuviera acercándose a ella, algo horrible que de alguna manera estaba relacionado con su boda.
El terror seguía aumentando con cada segundo que pasaba.
Mina sabía que Vergil ya la estaba esperando en el vestíbulo de su edificio de apartamentos, mas, por algún motivo, no podía hacer que su cuerpo se moviera; el miedo no la dejaba. Temblaba sin control y una fina capa de sudor frío cubría su piel, pero lo peor aún estaba por llegar.
Su confusión estaba sacando a la superficie una pesadilla de la que no quería recordar nada. La tuvo la noche anterior y desde entonces Mina no podía dejar de preguntarse: ¿qué significaba? ¿Era una señal? ¿Y si fuera verdad?
A pesar de sus mejores esfuerzos, cada detalle de esa aterradora pesadilla la impactó una vez más.
Las tinieblas envolvieron a Mina como una cortina que causó estragos en sus sentidos. La oscuridad era tan densa que no podía ver sus dedos ni siquiera cuando los agitaba delante de su cara. Lo único que sus sentidos podían detectar era el olor a aire húmedo, como el que encontrarías en una cueva.
«¿Podría ser?»
Mina arriesgó algunos pasos, pero se detuvo abruptamente cuando el hedor a carne quemada llegó hasta ella. Realizó un control mental con rapidez. Todo parecía en orden, ella no era la que ardía. Entonces se dio cuenta. ¿Cómo podía arder algo si no podía ver ni un punto de luz?
«Quizás el fuego esté muy dentro de la cueva. Pero entonces, ¿por qué es tan fuerte el olor a carne quemada? ¿Como si estuviera muy cerca de mí? Hay algo mal con este lugar.»
Como si fuera una señal, el hedor se desvaneció, dejando sólo el aire húmedo. Entonces empezó el calor, seguido de cerca por la sofocante acritud del humo. Mina podía oír el crepitar de las llamas acercándosele.
El miedo se apoderó de ella y gritó, pero nadie pudo oírla; estaba sola en aquella maldita cueva. Aun así, hizo todo lo posible por establecer contacto con alguien o algo, cualquier cosa que pudiera salvarla de la locura que la rodeaba.
¡Hola! ¡Por favor! ¿Alguien podría ayudarme?
No hubo respuesta.
El fuego negro —porque era lo único que se podía llamar fuego que no producía luz— seguía acercándose. Mina ya estaba sudando por el calor que la rodeaba, por lo que pidió ayuda entre los ataques de tos. Y otra vez. Y otra vez. Hasta que su garganta palpitaba de dolor por el esfuerzo.
De repente, un par de brillantes ojos rojos atravesaron la oscuridad. Lejos de alejarse por miedo, Mina los recibió con los brazos abiertos.
—Ayúdeme —suplicó a los orbes demoníacos.
Pero la criatura no hizo nada más que mirarla fijamente. No respondió por mucho que Mina suplicara por ayuda.
—¡Por favor! —Lágrimas silenciosas cayeron por sus mejillas cuando el fuego negro comenzó a lamer sus pies y derretir sus botas.
Tal vez fueron sus lágrimas, o el hecho de que la habían acorralado contra la pared de la cueva, pero los iris parpadearon y cambiaron de color despacio. Para sorpresa de Mina, se volvieron del mismo hermoso azul eléctrico de los ojos de Vergil.
Y entonces, sin seguir ninguna lógica ni leyes naturales, pudo ver con claridad a su prometido parado a unos metros de ella.
—¡Gracias a Dios! ¡Eres tú, Vergil! —La desesperación nubló la mente de la chica, impidiéndole cuestionar lo que estaba presenciando—. ¡Por favor, ayúdame! ¡Este fuego negro me está quemando!
—No.
Su respuesta fue solo un susurro, pero ella lo escuchó alto y claro. Conmocionada sin medida, Mina se quedó helada, incapaz de hacer nada más que ver cómo su futuro marido la abandonaba a un destino cruel. Vergil sonrió y desapareció lentamente. Luego el fuego aceleró su avance y comenzaron los gritos. Pero entre cada grito agonizante, podía escuchar una risa demoníaca que resonó por toda la cueva, haciéndose más y más fuerte hasta que fue todo lo que llenó sus oídos.
El mal recuerdo le trajo de vuelta los escalofríos y la inquietud de su madrugada.
—¿Qué me está pasando? —Incluso su voz estaba temblorosa—. Quiero que esto se detenga. Quiero que todo se detenga. ¡No quiero bajar allí!
Mina comenzó a llorar y con manos temblorosas comenzó a deshacer todo el arduo trabajo del estilista.
¿Cómo podía siquiera pensar en escapar de aquella farsa cuando la vida de su padre estaba en juego? Ella nunca podría vivir consigo misma si le daba la espalda. Pero Mina no quería casarse con alguien que no conocía. Yendo al grano, no quería casarse con alguien que la asustara hasta lo más profundo de su ser. «N-No quiero esto. No quiero... Se suponía que me casaría con alguien a quien amara, no con el tipo que se parece más al diablo que al ángel que quiere que piense que es.» ¿Cómo había llegado todo a ese punto y por qué?
Una ligera brisa recorrió la habitación, acariciando el cabello y el rostro de Mina como el dulce abrazo de una madre. La novia fue rodeada al instante por la calidez y el perfume de fresa de la persona fantasmal que siempre la acompañaba. A quien que deseaba poder ver, oír y tocar.
—¡Madre! Eres tu. —El abrazo de Marina la hizo sentir segura, pero también sacó a relucir su desesperación—. Mommy, tell me what to do. Por favor dime qué hacer porque solo quiero huir de él. Es como si todo me dijera que cancelara esta boda... como si algo malo me fuera a pasar si me convierto en su esposa.
Desafortunadamente, antes de que la muchacha pudiera obtener una respuesta, Mary apareció en la puerta de su dormitorio, provocando que el toque fantasmal de Marina la abandonara en una ráfaga de viento.
—¿Qué carajo te hiciste? —preguntó Mary, yendo directo a la pelicastaña con su vestido fucsia de estilo griego flotando a su alrededor—. ¡Mírate! ¡Tu hermosa trenza de corona griega ya no existe! Y tu maquillaje... ¿Estabas llorando? ¿Por qué estabas llorando?
¿Por qué? —La indignación llenó los rasgos de Mina al ver la insensibilidad de su amiga. Mary conocía los verdaderos motivos de su boda falsa, debería entenderla—. Porque no quiero casarme con él, no lo conozco y tengo miedo.
Todo el mundo tiene nervios en su gran día.
—Sí, pero esto es diferente. —Mina apretó los puños sobre su regazo—. Este no es mi gran día. «¿Debería contarle sobre mi pesadilla? ¿Me creerá?» Mary. Anoche—
Incluso antes de que pudiera terminar la frase, sonó el timbre de la puerta y la atractiva rubia fue a abrir, regresando un momento después con Marcus siguiéndola.
Vestido con un esmoquin negro ahumado y una camisa rojo sangre, Marcus entró en la habitación con ansiedad brotando de todo su cuerpo. Su rostro era una mezcla de varias emociones, y el estilo de cabello militar que tanto amaba se hallaba más corto que en su primer encuentro, dándole una especie de autoridad que de otro modo pasaría desapercibida.
—¿Qué le ocurrió? —le preguntó Di'nardo a Mary, la confusión escrita en todo su rostro—. Vamos tarde y Vergil está muy enojado. Necesita bajar ahora mismo.
—Nervios, eso le pasó —respondió la mujer mientras arreglaba la desordenada, pero elegante nueva trenza de Mina—. Y no puede ir al vestíbulo hasta que termine de maquillarse.
—¡Dejen de hablar como si no estuviera aquí! —gritó Mina, ya harta de sus dos compañeros—. No voy a bajar allí. Díganle a todos que la boda está cancelada.
—¿Qué? —Marcus la miró con ojos suplicantes—. Debes casarte. Si no bajas, el jefe me cortará la cabeza, ¡y me encanta donde está, justo entre mis hombros!
Ustedes dos están actuando como bebés grandes —afirmó Mary mientras obligaba a su amiga a quedarse quieta para reaplicar el maquillaje—. Mina, ¿tengo que recordarte qué pasará si se cancela esta boda?
—¿Cancelar qué?
Todos los ojos dentro de la habitación se dirigieron de inmediato a la fuente del enojado grito. Allí, en la puerta, estaba Vergil con una expresión que ahuyentaría a los ángeles del Cielo. Sus hermosos ojos azules brillaban como el cielo durante una tormenta y le gruñó a su futura esposa:
—¿De verdad crees que dejaré que me avergüences públicamente? —Su voz tomó un tono siniestro, haciendo que Mina temblara levemente.
Ese tono terrible le recordó la risa demoníaca de su pesadilla, pero la ira por el comentario machista de Vergil superó el miedo y la envalentonó.
—¿Y qué pasa si te avergüenzo? —Mina se acercó a su enojado prometido—. ¿Qué harás entonces? Pegarme... ¿o preferirías matarme?
—Lindos pensamientos tienes sobre tu futuro esposo. ¿Qué clase de hombre crees que soy?
—¡Uno que tiene un agujero negro en lugar de su corazón! —El veneno de sus palabras era suficiente para matar a un elefante, pero ella no entendía por qué decía esas cosas. No era como si pudiera respaldar esas palabras con pruebas.
—¿Quién te crees que eres para hablar de mí de esa manera? —Las palabras de Mina perforaron el alma destrozada de Vergil como nunca lo habían hecho. Era imposible; ella no debería tener ese tipo de poder sobre él—. No sabes nada sobre mí. —Perdiendo el control, agarró a Mina por la muñeca—. ¿Me oyes, graití? ¡Nada!
Mary notó la forma en que Vergil miraba a su amiga. Más que enojado, miró a su futura esposa como si quisiera comérsela y no en el buen sentido de la expresión. La ira del hombre era tal que podía sentir ondas de energía oscura saliendo de su cuerpo. Había que detenerlos de inmediato o podría pasar lo peor.
—¡Paren ustedes dos! ¡Señor Larsa, quite las manos de mi amiga ahora mismo o no seré responsable de mis acciones!
Vergil alzó una ceja ante el tono amenazador y soltó a su novia.
¿Acaso Mary se atrevió a amenazarlo para proteger a una simple humana? ¿Se había vuelto loca y había empezado a creer su propia mentira? Era absurdo que alguien como ella eligiera a una humana antes que a él. Su doble vida tenía que estar afectando su mente porque no había otras explicaciones lógicas para su estúpido comportamiento.
—¡Y tú no tienes el derecho a amenazarme, perra inútil! —Levantó la mano para golpearla, pero Mina le agarró la muñeca justo a tiempo. De pie frente a Mary, ella lo miró con ferocidad, y él fue testigo de cómo sus ojos brillaron dorados por solo un segundo.
—Intenta golpearla de nuevo y verás de lo que soy capaz.
—Odio interrumpir —cortó Marcus con timidez—, pero de veras llegaremos tarde, chicos.
El novio de Mina la miró con una expresión gélida y murmuró algo sobre el terminar de prepararse deprisa y salió furioso del dormitorio, llevándose a su amigo con él.
Después de unos minutos de silencio —un par de los cuales los pasó tratando de calmarse— Mary apareció en su línea de visión y cerró la puerta.
—Eres una perra loca, ¿lo sabías? Nunca esperé que retrocediera. ¿Cómo lo hiciste? ¡Parecía listo para asesinar!
—No lo sé y tampoco me importa —Mina suspiró con resignación—. Al menos nuestra pequeña pelea tuvo un propósito... Me aclaró la cabeza lo suficiente como para poder ver el camino correcto por delante. Esta boda debe continuar según lo planeado.
—¿Qué? —Mary casi estropeó el último trazo del delineador de ojos—. ¿Ya no le tienes miedo? ¿Incluso después de cómo reaccionó?
—Curiosamente, no estoy aterrada. No me preguntes por qué pues no tengo la menor idea. Y la próxima vez, no dejes la puerta de mi casa abierta para que pueda entrar otro lunático.
—Pero yo no...
Como no quería escuchar el resto de la excusa de su amiga, Mina se concentró en sus pensamientos. Algo cambió dentro de ella en el momento en que protegió a Mary. Era como si el miedo y la desesperación de su madrugada hubieran desaparecido, dejando en su lugar una intensa sensación de tranquilidad, que a su vez le dio la confianza para enfrentarse a su futuro marido. Toda la situación era extraña, pero esa palabra por sí sola no alcanzaba para describir la confusión en su mente. « Aun así, debo hacer esto. Casarme con Vergil Larsa es la única manera de salvar a mi padre de su propio desastre.»
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N/A: Ahora les dejo las primeras entradas del diccionario para esta novela.
Inglés:
☆ Mommy, tell me what to do= Mami, dime qué hacer.
Lengua demoniaca:
☆ graití= niña
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