Capítulo 19-b
Vergil salía de ducharse cuando sintió la presencia de Mina por el pasillo y entrando a su habitación. Su aura apestaba a miedo y dolor, pero era el miedo la emoción que se destacaba. ¿A qué le tiene tanto miedo?
Pensando sobre esa pregunta, envolvió una toalla alrededor de su cintura mojada y salió del baño para encontrarla parada frente a su cama. Los ojos de su esposa cayeron inmediatamente a su torso y luego a la toalla que lo cubría, haciendo que su miembro se contrajera de deseo.
—Lo sé —declaró ella, clavando aquellos hermosos ojos grises en sus orbes azules—. Sé la verdadera razón por la cual te casaste conmigo. Solo contéstame algo: ¿de verdad soy la Elegida?
¡Sharkat! Su peor pesadilla se había hecho realidad. El día que temía desde que se permitió disfrutar de su compañía había llegado. ¿Qué iba a hacer ahora? Él no estaba listo para dejarla ir todavía.
—Mina... yo...
—Por favor no me mientas.
Había lágrimas en sus ojos otra vez. Lágrimas causadas por él... por él y su familia. Ella merece la verdad y un hombre con el que puede estar orgullosa de pasar el resto de su vida. Ese hombre no eres tú, Vergil.
Sabía qué era lo mejor para su preciosa paloma y, sin embargo, vacilaba porque el dolor de perderla sería demasiado grande.
Su cerebro sabía qué hacer, pero su corazón no quería dejarla ir. Si solo pudiera abrazarla una última vez...
—Sí, me casé contigo, la Elegida, porque necesitábamos que nos entregaras la Llave.
Ese mismo tono frío e indiferente de antes apareció en su voz.
—¿Qué me hubiese pasado después de entregarte el medallón? —Su voz se quebró, pero ninguna de sus lágrimas se derramó por su rostro.
—Originalmente nos divorciaríamos y seríamos separados, pero ahora Lucifer quiere usar tu poder como Oriwohém en su guerra. En este caso, comoquiera seríamos separados mas tú serías entrenada para convertirse en un soldado.
—¿No seré tu esposa? —Mina le preguntó en voz baja.
Sus ojos azul eléctrico se volvieron más fríos que el hielo.
—No. Este matrimonio humano no es aceptado entre los míos a menos que hagamos el ritual demoníaco. Además, a un príncipe del Infierno nunca se le permitiría reproducirse con un humano.
—¿Reproducirse? ¿Quién dijo algo sobre niños? Quiero saber acerca de nuestros sentimientos... tus sentimientos. Solo contéstame con sinceridad: ¿alguna vez sentiste algo por mí? —Con el corazón destrozado, dejó que las lágrimas cayeran libremente por su rostro.
El verla tan rota le dolía. Quería abrazarla y sostenerla dentro de sus brazos hasta que no llorara más. Pasar sus dedos por su oscura melena y besar sus párpados, sus mejillas y sus labios, pidiendo... no, rogando por su perdón. Sin embargo él no hizo nada, quedándose de pie, frío e inmóvil como una estatua griega, mientras le respondía.
—Amé tener sexo contigo.
Mina se sintió mal del estómago mientras su mente gritaba de angustia y su entorno comenzaba a girar fuera de control. Se llevó una mano a la frente, tratando de recuperar la compostura, pero fracasó.
—Vergil —Su nombre se escapó de sus labios en un suave susurro antes de que ella comenzara a caer y su mundo se volviera negro sólido.
Él apareció a su lado y la atrapó a mitad de su caída. Su paloma se había desmayado a causa de sus palabras. ¿Eso significaba que ella lo amaba como él la amaba a ella? ¿Su corazón se retorcía de dolor cada vez que los imaginaba separados? El de él lo hacía y le dolía como los mil infiernos.
El príncipe demoníaco fue a su cama y la colocó suavemente sobre las sábanas negras, sentándose a su lado después. Inclinándose sobre ella, besó los suaves labios mientras sus largos dedos le acariciaban el cabello y luego se deslizaban por el rostro angelical.
—Lo siento mucho, mi pequeña paloma —susurró, secando las lágrimas de su cara con un pañuelo que convocó a su mano—. Sé lo que quieres escuchar de mí, pero no puedo decirlo. Si confieso mis sentimientos, estarás a mi lado y te seguiré lastimando. Yo... necesito dejarte ir.
—Así que tenía razón —La voz fría de su madre sonó desde la puerta—. Te enamoraste de ella —Sonaba como si estuviera buscando una cucaracha cuando pronunció la palabra "ella".
—Madre, por favor, este no es el momento —murmuró sin apartar los ojos de su novia humana.
—Sabes muy bien que ella nunca podría ser tu consorte. Ella es solo una humana patética que no sobrevivirá tres segundos en el Infierno, por no hablar de algunas décadas.
—Madre.
—Porque eso es lo único que podría vivir: unas décadas... ¿entonces qué vas a hacer? —Continuó como si su hijo nunca la hubiera interrumpido—. ¿Llorarla como un fantasma viviente por el resto de la eternidad? ¿Pasear por los pasillos del Palacio Oscuro con solo su memoria para hacerte compañía? Incluso con todas tus habilidades nigrománticas, no podrás retener su alma.
—Madreeee.
—El Dios Único la reclamará sin importar lo que intentes, porque ni siquiera tu padre puede ocultarle un alma —Lilith exhaló profundo y se acercó a su más querido hijo—. Solo quiero lo que es mejor para ti, Vergil. Nada bueno vendrá de tu amor por la Elegida. Recuerda que debe permanecer humana y no quiero verte sufrir a medida que envejece y se debilita... bueno, ¡más de lo que ya es!
—¡TE DIJE QUE TE CALLARAS! —gritó mientras de sus ojos brotaron chispas de electricidad azul y le lanzó un rayo a Lilith, arrojándola fuera de la habitación con el impacto—. No podías quedarte callada, ¿verdad? —Vergil apareció en la puerta, sus ojos brillaban de color rojo anaranjado—. Entonces escucha bien, madre. La amo y eso nunca cambiará, así que si quiero verla envejecer y morir, lo haré. Puedes ordenarme todo lo que quieras, pero no tienes derecho a gobernar mis sentimientos o acciones personales. ¡Ya no soy un niño! —gritó el demonio y tiró la puerta; el ruido hizo despertar a su esposa de su inconsciencia.
—¿Q-qué pasó? ¿Me desmayé? —preguntó la pelicastaña desconcertada—. ¿Por qué puedo sentir a tu madre cabreada afuera de la puerta?
—Detalles sin importancia —murmuró entre dientes al escuchar a su madre alejarse en una rabieta furiosa.
Otro cuchillo fantasmal le atravesó el corazón, agregándole más dolor y encendiendo una pequeña llama de ira dentro de ella. Él estaba escondiéndole algo otra vez. Esa incapacidad de decirle la verdad era la razón por la que se peleaban tanto.
Ella lo inmovilizó con una mirada y dejó que la ira alcanzara sus ojos.
—Me estás escondiendo algo de nuevo. ¿Es eso todo lo que debo esperar de ti, medias verdades y mentiras?
—¡Siempre he respondido a tus preguntas con la verdad! —La energía se arremolinó dentro de los ojos de él, haciéndolos un tono más claro de azul.
—¡No siempre! Tuve que descubrir que yo era la Elegida de un tercero. ¡Solo confirmaste lo que ya había adivinado! —Ella se levantó de la cama y se paró a unos pocos pies de distancia de él, con las manos puestas a sus lados—. Estoy corriendo a ciegas a tu alrededor todo el tiempo, esperando que me abras tu corazón, pero nunca lo haces. Cada vez que te pregunto algo importante, me excluyes y me dejas preguntándome la razón de tal comportamiento, mas no te preocupes que ahora lo sé. Nunca me has amado, ¿por qué debería seguir intentándolo? ¿Por qué debería seguir esperando que me ames de la forma en que yo te amo? —Los ojos de él se abrieron de par en par ante tal confesión y se movió para decir algo, pero Mina lo interrumpió—. Esto se acabó, Vergil Larsa. Nuestro matrimonio falso termina hoy —Pasó junto a él para buscar su computadora portátil y abrió la puerta del balcón, dejando que la fresca brisa nocturna la relajara un poco.
—No puedes dejarme —dijo el demonio, agarrando su muñeca—. ¡Hades todavía te caza!
Por un breve momento ella pensó que la tristeza y el dolor brillaron dentro de sus irises azules, pero solo fue su imaginación. Sus ojos brillaban orgullosos y fríos como tantas veces antes.
—Libérame. Ariashka me está esperando en el vestíbulo; vamos a regresar a mi apartamento.
—No te dejaré ir.
—No me hagas quemarte, Vergil.
—Haz lo peor que puedas porque no te voy a soltar —Sus ojos brillaron con electricidad de nuevo.
—¡Déjame ir! —gritó Mina y su piel se calentó como las llamas de un horno. A diferencia de otras veces, el calor no se concentró solo en sus manos sino que también se extendió al resto de su cuerpo. Ella lo vio estremecerse de dolor cuando el calor dentro de ella creció y la piel de su palma comenzó a derretirse fuera de sus músculos.
Enojada por su terquedad, pero temiendo que terminara como Cerberus, ella lo empujó en el pecho con su mano libre. En el momento en que su palma hizo contacto con el pecho desnudo de su marido, una esfera de energía blanca y dorada se formó en medio, explotando en un destello de luz blanca y enviando a Vergil a través de la habitación.
Ariashka apareció al lado de la pelicastaña un segundo después y, luego de ojear las leves quemaduras que cubrían el cuerpo del príncipe, miró a su princesa con ojos asustados.
—Tengo que sacarte de aquí porque si Lilith ve lo que le has hecho a su hijo, te matará con o sin las órdenes de Lord Lucifer —dijo la Lilitu antes de agarrar a su amiga y desaparecer del dormitorio.
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N/A: Aquí lo tienen, el capítulo 19 ya está completo. Los próximos dos también estarán llenos de drama así que agarren sus pañuelos porque lo que viene no es lindo.
Diavol'eshmir (lengua demoníaca):
1- sharkat= mierda
Canción del capítulo: Decir Adiós de Carlos Ponce (Otro puertoriqueño 🇵🇷)
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