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Capítulo Único (2/2)

Segunda parte.

Eligieron una mesa al aire libre en pro de no acrecentar la alergia de Louis, y el chico se limitó a sonarse la nariz y frotarse los ojos de vez en cuando, había seguido la recomendación de Brandon. Estuvieron hablando de ellos mismos, conociéndose. Harry pudo comprender hasta qué punto llegaba la pasión de Louis por las motos, quien había ayudado a Jeremy desde que tenía memoria y a los once había construido su primer moto de dos cilindros en V, y le había hablado largo rato de Hedwig, su moto, que había terminado de construir en el verano que había cumplido catorce años. Louis conoció el luchador que había en Harry, que siempre luchó por superarse, al principio por admiración a su padre, cuando alcanzó la madurez para salir de su sombra y superarle, llegando incluso a formar su propia manada y levantando una empresa de farmacéutica del fango, y en ese momento estaba en una transacción para absorber otra empresa y ampliar horizontes. Louis habló de su familia desde un punto de vista muy distinto del que le había contado su tío, la parte animal en él se sintió satisfecha por el cuidado y felicidad en que había crecido el joven. Harry habló de Luke y su manada más que de sus padres, aunque no pudo evitar hablar un poco de su madre con cariño cuando Louis se interesó en ella y le confesó que su madre también había sido cambiaformas.

Tomaron las últimas cucharadas de su postre sin haber hablado de los problemas que les atañían, pero quedaron en cenar al día siguiente, lo que era mejor que sólo hablar.

Dos semanas pasaron quedando casi cada día para comer o ir al cine y diversos lugares juntos, Harry nunca había tenido una cita hasta entonces, la última de Louis había sido año y medio atrás y no había salido bien, pero esas salidas juntos eran distintas, pese a ser diferentes en muchos aspectos se comprendían y lo pasaban bien juntos en esa relación amistosa bajo la que residía el deseo del uno por el otro.

                    💙💚💙💚

Louis aceleró llevando su moto al límite por la carretera solitaria a esas horas de la noche, giró un momento la cabeza para mirar a Harry que intentaba darle alcance y rió. A esa velocidad se sentía tan libre como si volara, amaba la velocidad y el viento en su cara. Avistó el cartel que marcaba el límite del condado de Gran Londres con Surrey y se inclinó para mejorar la aerodinámica hasta llegar al cartel y frenar derrapando, se quitó el casco y lo alzó riendo triunfal.

-¡Gané de nuevo! -gritó Louis cuando un par de segundos después llegó Harry, y le sacó la lengua.

Harry se acercó a él con una expresión amenazadora que no ocultaba de todo la emoción de la que él también disfrutaba haciendo carreras en moto. Lo tomó con una mano por la nuca y se detuvo a milímetros de darle una lección a esa lengua insolente. Louis lo miró sorprendido y deseando que continuara, pero el beso no llegó. Harry apretó el pelo castaño en su mano un momento en un gesto de frustración y dio un paso atrás gruñendo por lo bajo; lo deseaba pero no podía besarlo, ambos sabían que el alérgeno se concentraba en su pelo y fluidos, por lo que sabía producir un shock anafiláctico al castaño con un solo beso.

Louis se mordió el labio y bajó la cabeza cuando su cerebro volvió a funcionar y le dijo la razón por la que el rizado se había detenido, de lo que lo había salvado. Durante dos semanas había estado disfrutando de la compañía de Harry sin mayores preocupaciones, lo había conocido tanto como era posible conocer a una persona en ese tiempo, hasta el momento le había gustado tanto el interior como el exterior y estaba seguro de que quería más de eso, descubrir todos los misterios que escondía ese hombre y a la vez esperaba que no acabasen nunca. Harry había sido paciente con él, era momento de dar el paso para conocerse más, de darle la oportunidad que había estado esperando.

—Sí —dijo simplemente levantando la cabeza y mirando al otro. Harry elevó una ceja esperando que especificara—. Si quiero estar contigo.

El castaño sonrió un poco con cierto nerviosismo, sabía que Harry no iba a decirle que no, por una vez no tendría que estar nervioso al respecto, pero las malas costumbres eran difíciles de olvidar y él siempre había sido un desastre en aquello de las relaciones. Siempre recordaría su primer beso con una chica o lo que había tartamudeado para encontrar pareja para aquel maldito baile de fin de curso, aunque la verdad era que con chicos no solía ser tan patético, también habría que añadir que sólo con uno había tenido una relación que había durado dos meses: no había soportado su amor por las motos.

Por su parte, Harry se sentía reconfortado después de tantos días de tensión, de sentirse cada día más unido a Louis, de saber que ya no tenía vuelta atrás. Se acercó de nuevo a él, pero se quedó quieto al no poder hacer todo lo que deseaba aunque le hubiese aceptado finalmente. Apretó los dientes sin mostrar ningún gesto más de su exasperación por siempre sentirse como si estuviese en una cuerda floja con Louis por culpa de esos instintos.

Louis eliminó la escasa distancia que los separaba y lo abrazó estrechamente, pegándose a él, también necesitado de algún contacto. Harry acarició su espalda, conteniéndose de bajar hasta el trasero sabiendo que después no ayudaría a controlar su deseo; aspiró el olor de su pareja nunca antes tan cerca, disfrutó de la suavidad de la piel de su nuca y contuvo el deseo de lamer y morder el cuello tan cercano a su boca. El castaño disfrutó de ese pequeño consuelo dando una situación similar al otro, hasta que su nariz picó demasiado al tener el pelo rizado tan próximo y se apartó para poder estornudar.

—Mañana iré al médico, lo prometo —dijo en tono de disculpa, sonándose la nariz—. Espero que no haya que esperar los tres años o preferiré un shock antes que esperar —comentó riendo sin humor, nervioso ante la perspectiva de enfrentar las malditas agujas.

—Llámame cuando te den el diagnóstico, tengo un tratamiento mejor y más rápido —una incontenible sonrisa orgullosa salió de sus labios. Soltó finalmente la nuca del chico y se alejó para subirse a su moto—. El primero que llegue a Sussex elige restaurante mañana —retó poniendo su moto en marcha y comenzando a dirigirse al siguiente destino.

—¡Hey! Eso es trampa —lo acusó Louis, aunque riendo ante la expectativa de una nueva carrera, y rápidamente se subió a su moto refunfuñando: —No quiero más restaurantes franceses.

                     💚💙💚💙

Había sido un largo mes de espera, de sentirse adormilado después de cada inyección semanal, pero no podía quejarse, con la vacuna que había creado Luke sólo era una a la semana y a partir de entonces sólo tendría que ponerse un recuerdo cada tres meses durante un año; era infinitamente mejor que las inyecciones dos veces a la semana durante tres años de la vacuna que se había utilizado hasta entonces, y además sin efectos secundarios.

Llamó a la puerta de la casa sobre un acantilado en Sussex, donde vivía Harry cuando no tenía negocios que atender en Londres, y jugueteó con el borde de la camisa verde, nervioso. Había pensado en llevar vino, pero lo más probable era que eligiera el que eligiera Harry lo tirase a la basura, el bizcocho de chocolate había quedado calcinado por culpa de su despiste. Ir con las manos vacías, obviando la chaqueta de cuero  que se había quitado al bajarse de la moto, no ayudada a calmarlo, aunque el rizado le hubiese dicho que con llevarse a sí mismo era suficiente, que no era necesario ni que se vistiera.

Harry abrió la puerta vestido con una camisa gris perla y unos pantalones negros hechos a medida, los ojos del hombre recorriéndole le caldearon. Tomó una honda respiración esperando que con ella saliesen esos malditos nervios y se movió para abrazarlo como siempre, susurrando un "hola". Se mantuvieron así un rato, Louis sonrió cuando no sintió ningún picor por primera vez y soltó una suave risa de alivio. Harry tiró de él para cerrar la puerta y lo apretó contra ella, lo miró a los ojos y se inclinó para hacer aquello que llevaba tanto tiempo esperando. El primer contacto con sus labios se sintió como si fuesen de fuego. Lo besó primero despacio, entreteniéndose en conocer el lleno labio inferior, acariciándolo, lamiéndolo y tirando un poco de él con los dientes antes de pasar a dar el mismo trato al alfombra más fino superior mientras Louis respondía devolviendo las atenciones. Su lengua se adentró en la boca del castaño con la misma reverencia que había recorrido sus labios, pero no pudo mantener mucho tiempo ese lento disfrute y pronto el beso se hizo más pasional, expresando con él su ansia de tener más, haciendo que algunos gemidos escapasen de la garganta de Louis mientras éste presentaba batalla a su asalto devolviéndolo con igual ímpetu. Sus manos cobraron vida enredándose en el pelo castaño y bajando por los costados hasta poder colarse bajo la camisa y un tiempo después, una dentro de los pantalones apretándole el trasero como llevaba un mes anhelando hacer.

No supo de dónde sacó fuerza de voluntad para dejar de besarlo cuando todo su ser le instaba a reclamar a su pareja en ese preciso momento.

—La cena... —murmuró Harry, sin parar sus caricias, sin ánimo de detenerse.

—Puede esperar —contestó Louis, al parecer con el mismo deseo y por si le quedaba alguna duda se frotó contra él.

Harry lo tomó de la camisa y tiró de él. Yendo de una pared a otra y de ahí al mueble que encontrasen a su paso sin dejar de besarse y tocarse hasta llegar al dormitorio en el piso superior. Las camisas habían quedado olvidadas en el camino y los pantalones, ya abiertos, fueron rápidamente bajados antes de caer en la gran cama empujando a Louis bajo él. Lo miró deleitándose con la visión y se frotó contra él experimentalmente, el jadeo casi convertido en gemido que escapó entre los labios enrojecidos de Louis a juego con sus mejillas fue como un arrullo que le instaba a continuar y obtener más. Sin detener el movimiento de sus caderas, besó brevemente los labios entre los jadeos que él tampoco podía contener, quería seguir escuchándolo, bajó hasta su mentón y recorrió toda la línea de la mandíbula lamiendo y raspando con los dientes la barba que se esforzaba por crecer hasta llegar al lóbulo de su oreja del cual tironeó.

Louis giró la cabeza hacia un lado dándole más espacio mientras que con una mano tiraba de su cabello y lo apretaba contra él no queriendo que se apartara, la otra acariciaba y arañaba su espalda.

Descendió lamiendo y mordiendo el cuello, y en ese preciso momento en que Louis gimió y se arqueó deliciosamente contra él decidió que ese sería su lugar favorito del cuerpo del castaño, o su segundo favorito, el primero esperaba conquistarlo dentro de poco. Recorrió cada punto de ese cuello, marcándolo, era suyo y nadie más podría tenerlo. Reticente, continuó descendiendo impulsado por la curiosidad sobre qué otras zonas le harían responder así. Se deleitó con las sobresalientes clavículas, llegó a los pezones obteniendo más jadeos y gemidos, pero nada como el cuello, al parecer el punto débil del chico, y sin contener la tentación volvió a subir a él para besar las marcas dejadas allí.

Le bajó el bóxer de un tirón hasta las rodillas y ocupó el lugar de estos cubriendo ese miembro con su boca, jugueteando lamiendo de la base a la punta y chupando el glande antes de metérsela en la boca tanto como pudo. Louis gritó y se retorció de placer ante esa acción, y acto seguido separó las piernas dándole un mayor acceso, pateando la ropa interior que había limitado su movimiento.

Harry continuó chupando fuerte, moviendo rítmicamente la cabeza arriba y abajo, Louis desistió en intentar marcar el ritmo un poco después y pasó a apretar las sábanas y el cabecero de la cama en vez de su cabello. El rizado sonrió mirándole y dejó la erección a cargo de su mano para descender y finalmente tantear la entrada con su lengua e ir presionando. Louis gimió su nombre con anhelo y separó las piernas un poco más, el continuó preparándole con la lengua y los dedos.

Iba a insertar un tercer dedo cuando Louis lo tomó del pelo y lo obligó a ascender para besarle, enredó las piernas en sus caderas y aprovechando la sorpresa de toda la acción cambió las posiciones. Harry miró disconforme con el cambio al chico que sonreía travieso a horcajadas sobre él.

—Gané la última apuesta, voy arriba —explicó divertido, mientras le quitaba el bóxer.

—No ésta v... —la protesta de Harry fue cortada por un beso demandante.

Louis sonrió mordiendo el labio de Harry antes de pasar a lamer y morder suavemente la piel sobre la nuez de Adán y bajar hasta los hombros, mientras movía despacio sus caderas haciendo que el miembro de su amante de frotara en sus nalgas. Se deleitó con los sensibles pezones del rizado, con la facilidad con la que se enrojecía esa piel cremosa a su paso. Delineó los abdominales con la lengua y jugueteó lamiendo el contorno del ombligo. Harry se debatía entre sujetar las caderas del castaño para intentar penetrar esa entrada que se rozaba con la punta de su miembro una y otra vez o empujarlo hacia abajo para que esa boca se ocupara de lo que el trasero que tanto se había afanado por preparar no le daba.

El rizado le dirigió otra de esas traviesas sonrisas con los ojos verdes oscurecidos por la lujuria, por las que no podía estar seguro de que depararan algo bueno. Lo agarró por las muñecas y apartó las manos de cuerpo, se dio la vuelta y lo miró por encima del hombro.

—¿Te gusta cómo se ve, tigre? —susurró Louis.

Harry no pudo contestar, en ese momento le fue concedido lo que tanto estaba esperando, sólo pudo ver cómo su erección se adentraba en el cuerpo de Louis, abriéndose paso entre las estrechas paredes de su recto.

—Sí... joder —logró articular entre dientes cuando Louis quedó sentado sobre él, totalmente empalado.

Louis comenzó a moverse poco después, tortuosamente despacio, haciendo caso omiso a las indicaciones de las manos en sus caderas que lo sujetaban intentando marcar sus movimientos, hacer que acelerase sin conseguirlo. La expresión de pacífico placer en el rostro del chico que no había dejado de mirarle parecía indicar que podía mantenerse así por mucho tiempo a no ser que él hiciese algo más drástico para obtener lo que necesitaba.

Hizo un nuevo intento por moverlo como él deseaba, pero el hecho era que Louis era más fuerte que él. Un gruñido animal reverberó en su garganta no aguantando más, se incorporó y empujó al ojiazul con una mano por los hombros haciendo que se doblase hasta que su cabeza quedó apoyada en el colchón. Comenzó a penetrarlo: rápido, fuerte; mordiendo sus hombros y su nuca, bebiendo los gemidos y gritos que escapaban de la boca de Louis, acariciando y arañando el torso del castaño hasta llegar a envolver su erección con la mano y empezar a bombearla, sin aflojar el fuerte agarre a la cadera izquierda con que se ayudaba a darse impulso y se aseguraba de que no escapase más. Esa parte animal en él estaba satisfecha porque al fin estaba reclamando a su pareja, marcándolo como suyo.

Sentía que estaba cerca de acabar, se incorporó llevando a Louis consigo, subiendo la mano de la cadera por su abdomen y pecho hasta llegar a su mentón y hacer que lo mirara de nuevo, lo besó brevemente, quería ver su rostro cuando se corriera. El abrazo a su miembro se apretó más, Louis echó la cabeza hacia atrás gritando su nombre mientras se derramaba en su mano, y él le siguió del mismo modo poco después corriéndose dentro de él.

Se quedaron un tiempo en esa posición, apoyándose uno en el otro, exhaustos, antes de moverse para tumbarse de lado en la cama uno frente al otro.

Louis estiró un brazo y apartó con una caricia los mechones de pelo que caían sobre el rostro de Harry, éste abrió los ojos que no sabía cuándo había cerrado y lo atrajo para besarlo.

—Adoro empezar por el postre, siempre —comentó Louis, relamiéndose.

—Va a ser siempre así, conmigo —dijo Harry, implícito en la frase que ya no había vuelta atrás, que ya no le iba a dejar marchar.

—Sé que te tengo —rebatió Louis, poniendo una mano sobre el corazón de Harry. Sonrió tranquilizador y dejó escapar las palabras que picaban en su lengua—. Te quiero.

Harry no contestó, Louis a esas alturas sabía que le costaba expresar lo que sentía, pero sus ojos, que para el resto del mundo eran fríos e inexpresivos, se lo decían todo, siempre lo habían hecho, sólo a él. En su lugar, Harry volvió a besarlo, lo acarició de la cadera a la rodilla y lo hizo recostarse.

Louis sonrió ante el asalto.— Ojalá la cena vienese sola —dijo disuasorio, pero con una sonrisa juguetona.

—Esto es la vida real —dijo Harry sin darle importancia, besando su cuello.

—Una lástima —comentó ausentemente, y concentrándose en el segundo postre que estaba preparándose mientras reunían en ánimo para bajar a cenar.

Harry se colocó entre sus piernas y sujetó fuerte sus caderas contra el colchón, diciéndole claramente que esa vez no iba a dejarle hacer lo que le diese la gana. Louis sonrió ante el reto: eso habría que verlo.

Fin.
 

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