Capítulo Único (1/2)
Primera Parte
No podía ser, de ninguna manera, ¿por qué tenía que pasarle esas cosas a él? Él era un simple humano, normal y corriente, ¿por qué debía pasar por eso? Se negaba a aceptarlo y a la vez no podía hacerlo, sabía lo que le ocurriría a ese hombre si se negaba y no quería eso sobre su conciencia. ¿Por qué le ponían en esa tesitura? Además no podía estar con él, de sólo pensarlo le picó la nariz y tuvo que frotársela furiosamente.
Louis se dejó caer sobre el borde de la cama de su habitación y se masajeó los cabellos con desesperación mientras pensaba en los catastróficos acontecimientos de esa mañana.
Flashback
Estaba trabajando en el taller de motos anexo a su casa como cada día. Era un taller pequeño, pero había tomado fama entre los amantes de las motos por su calidad. Desde que tenía memoria había estado con motos, de hecho su primer recuerdo era de sí mismo estando sentado en una mesa con un rodamiento de una moto en sus pequeñas manos dispuesto a llevárselo a la boca, mientras su padrino estaba arreglando dicha moto, aunque él lo tenía más como un hobby que un negocio, cuando Brandon Monsier, la pareja de su padrino, llegó a tiempo para impedir que chupase la engrasada pieza. No recordaba la bronca consecuente, pero estaba seguro de que la había habido, empezando por Brandon gritando el nombre completo del hombre: Jeremy Reed Black. Cuando pensaba en las broncas de Brandon, solía sonreír divertido, siempre lo eran cuando no era su nombre completo el que era gritado; a menudo pensaba que los segundos nombres sólo servían para eso, que si sólo tuviese uno no sería tan intimidante.
Había estado terminando de apretar unas tuercas frente a la puerta del taller, disfrutando del Sol de principios de verano que hacía que su piel volviese a tomar ese tono bronceado que empalidecía en el invierno, cuando escuchó a alguien detenerse frente a él empujando una moto. Louis se había rascado la nariz por primera vez en esa mañana, había levantado la vista sonriendo al nuevo cliente y no había podido evitar detenerse un poco más en observarlo subiendo por las largas piernas enfundadas en unos vaqueros negros que se ajustaban como un guante y guardaban un "equipamiento" considerable, una camiseta negra con el dibujo del arañazo de unas garras en verde bajo una chaqueta de cuero. Su vista siguió ascendiendo por el cuello cremoso que era rozado por envidiables mechones rizados de color chocolate, un mentón a la medida perfecta, nariz no tan respingona y unos ojos verdes que lo observaban con cierta diversión junto con una sonrisa ladeada que le decían que había sido atrapado en su contemplación. Louis se humedeció los labios y tragó sintiendo la boca repentinamente seca. Se puso en pie y se limpió una mano en la pernera del mono azul que llevaba puesto, cuya cremallera estaba abierta hasta el ombligo para combatir el calor, y se la tendió sin perder la sonrisa amistosa.
—Soy Louis, ¿en qué puedo ayudarte? —se presentó como acostumbraba.
—Se me ocurre más de una cosa —susurró el rizado insinuante, antes de estrechar su mano —Harry Styles —se presentó, y se lo quedó mirando como si lo estuviese analizando antes de liberar su mano, girarse hacia su moto y explicarle el problema.
Louis revisó rápidamente lo que su cliente le había dicho comprobando que la teoría del hombre era cierta y viendo otros problemas como una válvula a la que le quedaban unos meses de vida y sugiriendo algunas mejoras con la pasión que siempre mostraba cuando hablaba de motos. Su pasión era tal que casi no se daba cuenta de la cercanía del otro que con sus piernas le rozaban la espalda mientras él hacía su trabajo agachado, y la insistente mirada en su nuca y las partes descubiertas de su cuerpo.
Se levantó quedando satisfecho con el examen y también porque sus ojos habían empezado a picar emborronando su visión. Sacó un pañuelo de papel del bolsillo, se frotó los ojos y se sonó la nariz sin conseguir que saliesen los duendecitos que parecían haberse metido en ella para hacerle cosquillas, miró a su alrededor sin encontrar a ningún gato que pudiese producirle esa reacción alérgica y en ese momento su padrino salió de la casa, literalmente gruñendo como un perro. Y el caos se desató.
—¡Apártate de mi cachorro, maldito escupe bolas de pelo! —gritó Jeremy, interponiéndose entre los dos jóvenes y empujando a Louis detrás de sí.
—No lo toques, idiota, o te arrepentirás —siseó Harry —. Es mío.
—¡Ni hablar! No le vas a tocar ni un sólo pelo, vete a jugar con tu bola de lana y sal de mi territorio —gruñó Jeremy.
Algo demasiado parecido al siseo de un gato salió de la boca entreabierta de Harry. Louis estornudó repetidas veces, pero cuando pudo volver a levantar la vista observó con asombro que las pupilas de Harry se habían alargado como las de un felino y entonces, con horror, lo comprendió todo. Ese hombre era un cambiaformas felino, de igual modo que su padrino y Brandon eran cambiaformas canino, el primero podía transformarse en un perro negro de gran tamaño y el segundo en un lobo gris con el pelaje de claros colores castaños.
Los cambiaformas estaban destinados a tener una pareja con la que pasar el resto de su vida; si la encontraban y no podían tener a esa persona, en muchos casos morían lentamente de pena. Sus tutores habían tenido la suerte de ser ambos el mismo tipo de ser y haber sido amigos desde el colegio cuando a los dieciséis años habían alcanzado la madurez y se habían identificado como pareja. Ahora, según parecía, era la pareja destinada de ese hombre, Harry Styles, alguien a quien acababa de conocer y que, por desgracia, era un cambiaformas felino, de entre todas las cosas, la animadversión visceral de su padrino por los gatos y su alergia a esos animales no facilitaban nada las cosas.
—¿Por qué a mí? —lloriqueó Louis, en shock por el descubrimiento sin escuchar los insultos que se seguían lanzando los dos hombres, antes de volver a estornudar y frotarse los ojos que le picaban como si estuviese cortando cebolla.
Poco después, pese a su mala visión, se percató de que Jeremy parecía comenzar a tener más pelo en los brazos y la alarma por ese hecho logró sacarle de su conmoción y se colocó entre los dos sujetando a su padrino por los hombros.
—¡Hey, tío! —lo llamó cariñoso —. Relájate, no es hora del paseo. Y estoy bien —intentó tranqulizarle, haciéndole saber que estaba comenzando a transformarse inconscientemente.
—No voy a dejar que ese come ratas te lleve —gruñó.
—No vas a apartarme de mi pareja, saco de pulgas —protestó Harry a su espalda en un tono bajo, amenazador.
—¡Cállense los dos, joder! Seré yo quien decida que hacer, dejen de tratarme como si fuera un... —Louis se interrumpió en su defensa ante el incontenible estornudo, giró la cabeza hacia uno de sus brazos sin ánimo de soltar a su padrino y estornudó tres veces seguidas.
—¿Qué hay que decidir? Le tienes alergia, mira cómo te encuentras y eso que estás en el aire libre —lo amonestó Jeremy, algo más calmado por la preocupación de la salud de su ahijado. Sacó un pañuelo de un bolsillo y se lo pasó.
Harry dio un paso atrás sintiendo que el alma se le caía a los pies y por primera vez odió ser lo que era, y especialmente aquella tontería de las parejas, ¿Cómo iba a estar con ese chico si lo ponía enfermo? El instinto de protección hacia su pareja luchaba en su interior, haciendo que no pudiese decidirse entre acercarse y cuidarle o alejarse para que no enfermase más. Sabía que a partir de entonces haría cualquier cosa por Louis y eso lo hacía sentir un poco indefenso, nunca había dependido de nadie, nunca se había sentido débil, era el alfa de su clan desde los dieciocho años, dos años atrás, el más joven en mucho tiempo. Su futuro había parecido que sería brillante, pero el destino tenía un curioso sentido del humor.
Se dio la vuelta y caminó hacia la calle, no quería morir, de ninguna manera, eso iba totalmente contra sus principios, su máxima era sobrevivir, pero aquel instinto... Maldijo y continuó alejándose del taller hasta que sintió a Louis más cerca y segundos después ser sujetado por el brazo.
—¡Espera! —tenerle tan cerca era alarmantemente tentador, deseaba besarlo, recorrer toda su piel, marcarlo como suyo. Detestó su chaqueta por no poder sentir la mano del castaño sobre su piel—. Yo... —Louis se interrumpió para aclararse la voz y así hacer pasar los nervios y hablar más sereno, profesional—. Vuelve en dos días, lo tendré listo y... hablaremos —soltó el brazo de Harry para estornudar—, ¿Está bien? —Harry lo miró sin comprender del todo a qué se refería e intentando encontrar la respuesta en su mente antes de desvelar su despiste—. Tu moto —aclaró Louis sonriendo y señalando a su espalda ante el silencio.
—Por supuesto, hasta entonces —aceptó con voz serena y sin hacer un gesto que mostrase su vergüenza por haberse olvidado hasta de su moto.
Iba a hacer un gesto de despedida con la cabeza y marcharse, pero en su lugar estiró la mano dándose un capricho. Louis la estrechó sin dudar y él apreció la piel áspera de esa mano fuerte en la suya de dedos largos y piel fina; manos de mecánico en las de un empresario que ordenaba desde detrás de un escritorio. Soltó la mano un tanto reticente tras acariciar la muñeca del chico con el pulgar y se marchó escuchando a su espalda a Louis estornudar de nuevo.
Fin de Flashback
Después de eso, Louis había intentado seguir trabajando, pero después de estar diez minutos dándole vueltas a un tornillo en un agujero demasiado grande para él, había decidido cerrar por ese día. Había hecho un último esfuerzo, poniendo los tornillos y tuercas que le faltaban para que no se le extraviaran, yendo paso a paso, despacio, como si tuviese de nuevo ocho años, había sido denigrante. Y de ahí había ido a seguir con su confusión a un lugar más cómodo como la cama sobre la que estaba sentado después de darse una ducha.
El Sol comenzaba a ocultarse cuando alguien llamó a la puerta y segundos después se abrió dejando paso a la cabeza de Brandon y un rico olor a chocolate que hizo que sus tripas gruñeran ilusionadas antes la perspectiva, recordándole que se había saltado la comida.
—¿Cómo estás, cachorro? —preguntó Brandon, pasándole una de las tazas de chocolate que llevaba en las manos y revolviéndole el pelo antes de sentarse junto a él.
Louis sonrió al ver las pequeñas nubes flotando en el chocolate, sólo lo tomaba así en Navidad, debía de haber preocupado bastante al hombre. Se encogió de hombros y bebió de la taza.
—Jeremy me contó lo que ha pasado, bueno a su modo —dijo riendo un poco al recordar los gritos de su pareja.
Acarició la espalda desnuda y pelo corto de Louis, alborotándolo más de lo que ya era natural en él si es que era posible, se mantuvo así un tiempo en silencio, el chico hubiese ronroneado de haber salido a su madre. Jay, la madre de Louis, había sido cambiaformas felino -el único gato que Jeremy había soportado y querido alguna vez-, Mark, el padre e íntimo amigo suyo, un humano normal; Louis había nacido como su padre, pero guardaba algunas características de su madre: esos increíbles ojos azules intenso que pese a su miopía heredada de Mark veían mejor en la oscuridad. Ellos habían muerto en una misión, para cuando Louis tenía año y medio y ante esa pérdida había surgido la traicionera alergia.
—No tienes que hacerlo —rompió el silencio Brandon.
—Pero morirá si no... —alegó Louis, pasándose una mano por el pelo y bajando la taza que había mantenido junto a sus labios dando sorbitos.
—No tiene por qué, no se ha creado un vínculo fuerte aún, solo se han visto una vez —repuso Brandon.
—Estará siempre solo, no podrá amar a nadie, ¿verdad? —cuestionó, levantando la cabeza y mirando al hombre.
—¿Y qué hay de ti, Louis? —preguntó a su vez.
—Podría intentarlo, Harry no está nada mal —contestó logrando esbozar una pequeña sonrisa.
—Hazlo entonces, tómate una de esas pastillas que algo te alivian, recoge unos cuantos paquetes de pañuelos y comprueba si tampoco está mal como persona —lo animó, abrazándolo con un brazo.
Louis suspiró asintiendo. —No quiero volver al alergólogo —se lamentó.
Se había jurado no volver a poner un pie allí después de que a los cinco años le dejasen los brazos como si fuese un mapa, no recordaba realmente la terrible experiencia, pero la convicción había llegado hasta entonces así como la fobia a las agujas.
Brandon rió y lo besó en la cabeza.
—Creo que ellos tampoco te quieren allí, hicieron falta ocho personas la última vez —recordó divertido—. Conócelo primero y después pensaremos en el tratamiento.
—Dura tres años, Bran. Una maldita vacuna dos veces a la semana —protestó Louis.
—¿Y tú como sabes eso?
—Zayn —dijo por toda respuesta.
Brandon se levantó llevando consigo las dos tazas vacías y caminó hacia la puerta.
—Quizás te ayudaría hablar con él —sugirió.
—Sabes que no es lo mismo —contestó haciendo un gesto hacia la puerta para hacer referencia a Jeremy que estaría en el salón. Él sonrió con cariño y salió de la habitación.
Se dejó caer de espaldas en la cama pensando en Zayn. Su amigo era la pareja de su otro amigo, él era normal como este último, pero él era un cambiaformas roedor, se transformaba en una comadreja como toda su familia. Pero ellos, al igual que Jeremy y Brandon, habían sido amigos antes, incluso habían estado en un extraño tira y afloja desde que se conocieron en el Instituto. Había sido fácil para ellos, en opinión de Louis el empujón que necesitaban para dejarse de tonterías y estar juntos de una buena vez. Por supuesto, no habían tenido alergias ni padrinos protectores con aversión a los gatos en todas sus formas que se interpusiera en esa unión. No, por una vez prefería no llamar a Zayn en busca de ayuda, seguramente le diría que tenía que haberle hecho caso y haberse tratado esa alergia que le impedía ir a casa de la pareja por el gato del chico.
Se arrastró por el colchón hasta llegar a poner la cabeza en la almohada decidiendo que era buen momento para tomar un merecido descanso si quería recuperar la tarde perdida al día siguiente.
💙💚💙💚
Harry llegó a la calle en que estaba la casa y el taller de Louis de no muy buen humor. Había ido hasta allí en transporte público, prefería que nadie de otro clan, especialmente su padre, se enterara de que había encontrado a su pareja. Pensó en ir a taxi, pero Luke le había dicho que sería más seguro el suburbano y el autobús, ciertamente era mucho más fácil perder a la gente si había alguien siguiéndole, incluso él se había perdido y había tenido que retroceder a medio trayecto.
Había pasado dos días ansioso y nervioso por ver de nuevo a Louis y saber qué le diría si es que había tomado una decisión. Formó miles de posibilidades en su cabeza y en las que Louis lo rechazaba, él acababa secuestrándolo, lo cual le parecía un perfecto final para el ojiverde, pero ese instinto de protección sobre su pareja se negaba a aceptar el plan al insistir en hacerle imaginarse al chico como un pajarito triste en una jaula. Era frustrante tener que discutir consigo mismo, le hacía cuestionarse su cordura. Hablar el día anterior con su tío, Luke, le había dado esperanza e intranquilizado a partes iguales.
Luke lo había abordado la noche anterior en la oficina de su casa. Debió haberse dado cuenta de que el hombre intuiría que algo le pasaba y si había conseguido que saliese de su laboratorio debía haber sido más obvio de lo que esperaba. Lo más extraño era que le había preguntado directamente qué le pasaba, cuando lo usual era que el hombre actuase con normalidad mientras le miraba como si pudiese ver su alma con esos ojos negros hasta que él confesara cuál era el problema.
Harry le contó lo que había ocurrido y los problemas. Entonces había sido cuando el mayor le había dado las aún peores noticias al hablarle de los tutores de Louis con los que fue a la escuela y del fallecido padre del chico, que al parecer era casi tan terrible como el padrino. Luke había asegurado que el castaño sería tan insufrible como ellos, aunque a él no se lo había parecido. Le recomendó que lo dejase por imposible y le dijo que la soledad no era tan mala, que no tenía por qué fallecer poniéndose a sí mismo como ejemplo. Quería a su padrino, pero no pensaba que el hombre fuese un ejemplo de una vida plena.
Luke le había mirado mal, realmente parecía que sabía lo que pensaba, pero no había dicho nada al respecto, se había levantado y dejado una carpeta sobre el escritorio. "Si te arriesgas, has tenido suerte de que esto esté listo" había dicho. Harry abrió la carpeta encontrando que era precisamente la investigación de una vacuna contra la alergia a la proteína Fel D1, que era lo que hacía que Louis enfermara al estar junto a él. Cuando levantó la cabeza queriendo que le explicara todo, solo alcanzó a ver la negra cola de pantera nebulosa salir por la puerta.
Era pasado el mediodía cuando llegó al taller y se detuvo un momento, permitiéndose deleitarse con la figura del mecánico. Harry estaba comenzando a amar el sol que siempre quemaba su piel pálida, pero que producía el suficiente calor a esa hora para que Louis acabara por bajarse la parte superior del mono de trabajo anudando las mangas a su cintura y que provocaba esas gotitas de sudor que recorrían esa piel algo más dorada que hace dos días atrás, haciendo que el pelo se le pegara a la nuca que tantos deseos tenía de morder, los músculos por el forzado trabajo se marcaban por todo su cuerpo y su trasero parecía una atrocidad que estuviese oculto por esa vulgar tela azul. Harry se relamió deseoso y aspiró el olor de quien debería ser su pareja, sólo tenerle cerca después de esos dos días parecía a la vez calmar sus ansias y acrecentar su deseo por tenerlo.
—Hola, guapo. ¿Cómo está mi pequeña? — saludó con naturalidad.
—Hola, Harry —dijo Louis jovial. Terminó de colocar la cadena en la moto que estaba arreglando y se puso de pie, limpiándose el sudor de la frente con el antebrazo y las manos en el pantalón—. Está mejor que nueva, ven. —contestó sin pizca de presunción en su voz pese a sus palabras, y se dirigió al interior del taller.
Louis le explicó las mejoras con tal pasión que, Harry, se iba dando cuenta que el chico vivía por esas máquinas, aunque no pudo evitar notar que mientras le contaba los pormenores de la reparación, el mecánico no hacía más que sonarse la nariz, seguramente intentando aliviar el picor, y estornudó un par de veces; y finalmente le detalló los costos, aunque no parecía importarle mucho esa parte, más parecía que para él cobrar era un tedioso trámite necesario para continuar haciendo lo que le gustaba.
Una vez concluida la transacción, se quedaron en un incómodo silencio hasta que Louis volvió a estornudar, al parecer lo suficientemente fuerte para despertar a sus neuronas y que le propusiera ir a comer a un restaurante cercano si esperaba a que se duchara. Harry tuvo que morderse la lengua para no ofrecerse a echarle una mano, la situación era algo más complicada que los ligues que había tenido hasta entonces cada noche.
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