Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6: La corrupción del ADN

Al final me decidí por ponerme extensiones de pelo, pues no sé qué tenía esa peluca que me picaba. Lástima, para lo único que la extrañaré es para quitármela y tirársela a alguien cuando me diga algo grosero. Ojalá la tuviera ahora, las miradas de la gente de la universidad me irritan. Saco una coleta de mi cartera, así me alzo el pelo que me molesta mientras avanzo hacia el laboratorio. Llego a este, entonces visualizo a Atrión, un compañero de trabajo que siempre se encuentra aquí. Él alza la vista y enarca una ceja, luego chifla.

—Así que era cierto.

—Cállate —expreso molesto, luego tiro mi cartera en una silla, para después dirigirme a agarrar una bata—. ¿Mejoraste el proyecto o todavía sigues en Babia? —le consulto.

—La verdad no me puedo concentrar viéndote vestido así. Además ¿Para qué quieres aumentarle la frecuencia al receptor? —Levanta el aparatito que estaba en la mesa—. Cuando recibí tu mensaje me pareció absurdo.

—Primero, gracias por hablarme en masculino. —Suspiro—. Me canso de corregir a todo el mundo. —Levanto dos dedos—. Segundo, concéntrate y punto, no te importa lo que tengo puesto. —Luego muevo la mano—. Y tercero, si quiero espiar conversaciones ajenas, necesito más frecuencia.

Se ríe.

—Así que modo espía, pero mejor que no te descubran, no deberías ni intentarlo. —Se acerca hasta mí, apoya su mano en la mesa que tengo a mi lado y su rostro se aproxima al mío, yo mantengo mi seriedad—. Te meterás en problemas y ahora se supone que eres frágil.

—No me importa mucho. —Levanto el puño y sonrío—. Le voy a ganar a PlanetFem.

—Así que es por eso, ir en contra de una empresa va a ser peligroso, ¿sabes?

—¿Y? —Enarco una ceja mientras pongo mi brazo en mi cintura.

—Señorita, Erin. —Veo al director en la puerta de la sala—. Esas actitudes no son correctas —expresa al verme muy cerca de Atrión.

—Qué curioso, él es el que se me insinuó —me defiendo.

—Pero usted es la que está en el protocolo, usted debe hacerlo valer.

Frunzo el ceño.

—No hice nada.

—No me haga llamar a PlanetFem —aclara—. No quiero problemas en mi institución.

—Director, yo fui el desvergonzado. —Se aleja Atrión de mí—. No hace falta llegar a ese extremo.

—De todas formas llamaré al menos a su esposo —expresa el directivo—. Tener a una alumna en esa iniciativa me da a pensar que es mejor seguir todos los protocolos sin excepciones.

—No meta a Astro en esto —opino en un gesto de extrañeza—. Está trabajando, debe encontrarse muy ocupado, sin contar que no ha pasado nada.

—Mis ojos dicen otra cosa. —Se gira para irse—. Buscaré el número de tu coordinadora por las dudas, mejor que esté unos días por aquí.

Se oye como cierra la puerta con fuerza.

—Qué paranoico —opina Atrión y luego se ríe—. Bueno, yo también me asustaría, PlanetFem parece mafia. A mi primo le llegó esa invitación y no dejan de insistirle —me cuenta, girando su vista hacia mí—. Qué suerte que no tengo esos problemas. —Se dirige a la mesa a seguir con su proyecto.

Avanzo a paso rápido hasta él.

—¿Debe dinero? —consulto.

—Nah. —Mantiene la mirada en un microscopio mientras conecta algunos microchips—. Es que su ADN es compatible, pero ya no saben cómo convencerlo y hace poco iniciaron las amenazan.

—Qué terrible.

—¿Eso te pasó a ti? —Alza la vista a mirarme.

—Lo mío es más por deudas. —Bufo.

El moreno se ríe.

—Siempre supe que eras un gastador compulsivo.

—Oye, no te burles —me quejo.

—Tengo suerte, no soy compatible y el año pasado me llegó invitación de cliente, solo porque recibí una herencia. Qué codiciosos que son. —Se ríe.

—¿Te llegó una invitación para ser cliente? —Frunzo el ceño y le golpeo el brazo—. ¿Por qué nunca me dijiste?

—Ni que fuéramos tan amigos, no nos vemos nunca.

—Bueno, sí. —Pienso en Astro—. Aunque no importa cuánto tiempo conozcas a una persona, nunca terminas de conocerla.

—¿Lo dices por tu marido, verdad? —Lo analiza—. ¿Cómo se llama? Creo que empieza con A, tu amigo de la infancia, ¿no?

—Sí, Astro.

—¡Eso! —Recuerda y luego sigue con el proyecto—. Bueno, terminemos con esto.

—Eh... —Hago una pausa—. ¿Y te anotaste?

—¿Para ser cliente? Nah ¿Para qué? ¿Para acostarme con un tipo al que le cambiaron el cuerpo y le lavaron el cerebro? No, gracias. Mejor me hago gay y listo.

Me río.

—Bueno, si quieres.

—Yo también deseo conocer a Asunseth, eh. —Recuerda otra conversación que tuvimos y me sonrojo.

Suspiro.

—Ay, Asunseth, qué belleza.

—Lo sé. —Vuelve a reír—. ¿Crees que sea real?

Me sobresalto, regresando de mis pensamientos.

—¿A qué te refieres? —Frunzo el ceño.

—Ya sabes, que nunca fue hombre, que su origen sea de una mujer, no por ADN.

—¡Claro que lo es! —me quejo—. ¡No me mates la ilusión!

—Lo que digas, colega. —Continúa con su experimento.

—Avísame cuando termines con eso. —Camino hasta la puerta—. Voy a ver si el director no me trae problemas.

Gira su vista y me mira.

—Te queda bien la falda —opina.

—Cállate. —Vuelvo a fruncir el ceño—. Quiero que cuando regrese dejes de insinuarte. —Agarro la manija—. Dijiste que preferirías ser gay —le recuerdo.

—¿Por qué? —Alza una ceja—. ¿Ya eres mujer?

Me sobresalto.

—No, pero...

Camina y sonríe, apoya su mano en la puerta, cerrándola. Bloqueando mi camino con su brazo al costado de mi cabeza. Genial, segunda vez que me acorrala alguien, debo tener muy mala suerte.

—Entonces sí estoy siendo gay. —Agarra mi barbilla y se acerca a mi rostro otra vez.

No pasa ni un segundo, que la puerta se abre y Atrión se choca la cabeza con esta, cayendo al suelo. Luego veo a Astro llegar a la sala, el culpable del golpe y se ve enojado.

—¿Se puede saber qué estás haciendo? —le dice molesto a mi compañero de laboratorio.

Al menos no me culpa a mí, como el malvado del director y hablando de este...

—¡Señorita! —se queja el hombre mayor—. Siga su protocolo —me reprende.

—¡Le dije que no hice nada! —me defiendo—. ¡Se insinúan porque nunca ven una mujer y ni siquiera soy una! —Por suerte.

—Vámonos. —Astro me agarra la mano.

Me suelto.

—¡No, estoy trabajando! —grito molesto.

—¡Y este tipo te estaba por besar! —Señala a Atrión el cual se levanta despacio del suelo, agarrándose la frente, adolorido—. ¡Los vi por la ventana mientras venía para acá! —Señala el pasillo—. ¡Nos vamos ahora! —exclama nervioso.

—¡No eres mi jefe, cállate!

Agarra mi mano y le muestra el anillo al moreno.

—¡Es mi esposa! —le recuerda—. ¡No la toques, o te haré una demanda!

—¡Astro, me estás avergonzando frente a mi colega! —me quejo.

—¡Te quiso besar! ¡¿No te vas a defender?!

—¡Sí, pero no así!

—Llamaré a la coordinadora. —Se retira el director.

—¡No haga eso! —Quiero seguirlo, pero no me logro zafar de la mano de Astro esta vez, así que lo miro de mala manera—. ¡Suéltame! —exijo.

No me responde y luego mira a mi colega.

—Discúlpate —le pide, señalándome.

El moreno bufa y le contesta:

—Bien, lo siento. Haces un escándalo por nada, era solo un piquito —expresa sin importancia.

Astro creo que va a explotar de cólera.

—Mejor si nos vamos —opino nervioso.

—Bien —expresa mi marido, comenzando a caminar, llevándome de la mano, pero la cosa aquí no acaba porque llega la coordinadora.

Maldición.

—Hola —exclama Selineth, sonriente, luego pone la mano en su mejilla con un gesto de preocupación—. Oí sobre el altercado, vine lo más rápido que pude.

—Ya se solucionó —dice con molestia Astro.

Ella baja la vista a nuestras manos agarradas, así que vuelve a sonreír.

—Me alegra que vayan progresando. —Me observa—. Erin, sabes que por cualquier cosa que te incomode puedes llamarme.

—¿O sea que usted sí está de mi lado? —Enarco una ceja.

—Claro que sí, es imposible que tú seas la que le hubiera coqueteado al chico, viendo tus... —Hace una pausa—. Antecedentes. —Refiriéndose a mis intentos por no ser mujer.

—¿Y usted tiene antecedentes? —Sonrío.

—Elier —me reprende Astro.

—Erin —lo corrige la coordinadora y luego vuelve su atención a mí—. Por supuesto que he tenido, todas de alguna forma u otra lo tuvimos, lo importante es aceptarlo y contarle todo a tu coordinador.

—¿Y recaídas hay? —tiro una indirecta y se sobresalta.

Sí, sé que Suhal me dijo que no la provocara, pero es que no puedo, la sonrisa falsa de Selineth me frustra. Me vende un mundo maravilloso cuando el de ella ni lo es. Pienso que Suhal no me debió haber confirmado lo que sospechaba de esta mujer, pues necesito que reaccione. Es más, que se dé cuenta y sea mi aliada. No es que intente perjudicarla, solo quiero que entienda que se cree sus propias mentiras.

—Las recaídas... —susurra y se detiene antes de continuar—. Pueden pasar, pero si tienes determinación no ocurrirán. —Vuelve a sonreír—. Pero no tienes que preocuparte por esas cosas, Erin, todavía ni terminaste tu año de prueba, estás comenzando. Una recaída le puede llegar a cualquiera, pero no creo que te suceda a ti, eres muy fuerte.

—¿Y cómo es una? —insisto.

—Elier... —repite Astro y luego mira a Selineth—. Quiero decir, Erin, no es tema para hablar, pienso yo. —Astro también se ha dado cuenta que la coordinadora se siente incómoda, pero ya llegué hasta aquí y no me voy a detener.

—Solo quiero saber, parece que sabe del tema, tiene años en esto, ¿no? —aclaro tranquilo.

—Es... —Queda tildada Selineth un segundo antes de continuar—. Supongo que es volver a la realidad.

Creo que se dio un golpe mental ella sola, se ve pálida.

—¿Te encuentras bien? —consulta Astro.

—Sí, debo ir al baño —expresa nerviosa y camina en dirección al sitio que mencionó.

Logro soltar la mano de Astro y la sigo, pero él toma mis dedos otra vez, así que me detiene, por lo tanto lo miro.

—Déjame, es ahora o nunca —proclamo.

—¿No ves que se siente mal por las cosas que le has dicho? —aclara.

—Esa mujer ha tenido miles de supuestas recaídas —le cuento—. Pero nunca ha tenido una con alguien que le dé la razón, tener esas falsas recaídas, como las llaman, en realidad es lucidez, así que voy a traerla de regreso y la convertiré en mi aliada, en el hombre que en realidad desea volver a ser.

—¿Pero qué dices? Te vas a meter en problemas —exclama preocupado.

—¡Ya estoy en problemas! —Me suelto y persigo a Selineth.

Llego hasta los baños, entonces golpeo la puerta, no me contesta, así que de todas formas, abro igual. Al entrar, encuentro a mi coordinadora, abrazándose y llorando, sentada en el suelo. Por primera vez no la veo con su sonrisa forzada. Me siento a su lado, al percatarse, intenta esconderse con su largo cabello negro, para que no la mire a la cara, sin embargo le muevo las hebras, para poder observarla a los ojos.

—No te ocultes, no voy a juzgarte —le aclaro.

—Déjame, si mi marido se entera tendré problemas. —Abraza sus rodillas—. ¿Por qué eres tan difícil? ¿Por qué me molestas? Si lo descubren ya no podré trabajar, no quiero estar en mi casa, no quiero decirle a mi coordinador, no quiero —repite y cierra sus ojos con fuerza, sus lágrimas mojan más su rostro—. Soy una mujer, soy una mujer, soy una mujer —se reitera a sí mismo seguidas veces—. Soy una mujer, tengo tres hijos, yo los di a luz, soy una mujer.

Toco su rodilla y abre los ojos.

—No lo eres —le digo y me observa—. Te obligaron a serlo, que es muy distinto, tú no lo elegiste.

Respira con agitación.

—Yo no...

—Cuéntame ¿Debías dinero? ¿Te amenazaron? Quiero saber.

—No, yo... —Baja la vista—. Él se enamoró de mí, dijo que era bonito —expresa perdido en sus pensamientos—. Y lo siguiente que supe es que me pusieron en una lista, tengo buen ADN, muy buen ADN —repite—. Es compatible, por eso soy mujer.

—Basta, Selineth, dime tu nombre verdadero.

Sus mejillas se sonrojan por la vergüenza y de sus ojos caen muchas más lágrimas, bastante seguido.

—No puedo decirlo.

—Dímelo, no le contaré a nadie.

—Keller —susurra.

—Me agrada. —Sonrío—. ¿No significa bodega? ¿Tomas mucho acaso? —Le doy unos pequeños codazos, bromeando y se ríe—. Muy bien, esa es tu verdadera sonrisa, me encanta.

Apenas digo eso su humor se va de nuevo y baja la mirada, triste.

—Yo soy Selineth —me corrige, pero en realidad se lo dice a sí mismo—. Keller no existe, es un hombre.

—Pues prefiero llamarte Keller.

—No lo hagas. —Vuelve a mirarme, poniendo un gesto de súplica—. Estoy teniendo una recaída y me estás diciendo cosas que no debes, no es bueno. No puedo volver a estar delante de mi esposo hasta que yo recuerde que soy una mujer, para poder besarlo y que no me dé asco.

—No, hombre, seas del sexo que seas te dará asco igual, porque no te gusta, porque él te obligó a ser eso que no quieres.

Respira con nerviosismo.

—Cállate, estamos buscando una niña para mejorar nuestra relación.

—¿Qué relación, Keller? —Me acerco a su rostro—. Es obvio que te manipula, y eso no solo incluye a tu marido, también a tu coordinador y todos los que te rodean se callan la boca, mientras se nota a leguas que tú le abres las piernas porque no te queda otra. Por lo que a mí respecta eso se llama violación.

—Mientes, solo lo dices porque tienes un marido amoroso.

—¿Ves? Te acabas de contradecir, creí que estabas feliz con tu marido, ¿acaso no es amoroso?

Fuerza una sonrisa.

—Claro que lo es, me trae flores, tenemos citas muy románticas y me regala hermosos vestidos, dice que a ninguna mujer le quedarían mejor que a mí. —Vuelven a caer más lágrimas de sus ojos—. Le gusta mucho mi cuerpo, le encanta porque me quedan preciosos.

—Pero a ti no te gustan, lo odias.

—No... —Mueve la cabeza y cierra los ojos, vuelve a llorar—. Son horribles, no me toques ¡Que no me toque! —Se cubre la cara y le acaricio la espalda—. ¡Déjame en paz, no quiero!

—Keller —expreso con angustia, sintiendo la empatía—. Está bien, puedes llorar, no le diré a nadie.

Quizás no debí haber insistido, pero tener eso adentro durante tanto tiempo y que nadie te deje decirlo, no debe ser nada bueno. Necesito sacarlo de su casa, pero ya. Espero que Astro me ayude, porque si no estoy perdido. Aun así, creo que será difícil con o sin ayuda, pero no voy a retroceder, estoy preparado para lo que sea. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro