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Nota del Autor= Nuevamente quiero agradecer a @XombriaKepler y a @GauthierKassandra por el apoyo que han mostrado hacia este fic , así como platicarles de una grandiosa iniciativa por parte de la gran @LilaGaela, un catálogo de fanfics donde como autor puedes encontrar publicidad, o como lector puedes hallar nuevas historias para tu biblioteca, espero que puedan darse una vuelta y les dejo el link en mi tablero de mensajes, ahora si vamos con el capítulo:
El resto del día Astro estuvo sintiéndose mal por las palabras de Shibugaki, siguió apoyando a sus amigos con todas las dudas que tuvieron pero eso no evitó que los insultos retumbarán en su cabeza como martillos que golpeaban un clavo.
«Solo un montón de microchips...»
«Solo un montón de microchips...»
«Solo un montón de microchips...»
«Solo un montón de microchips...»
«Solo un montón de microchips...»
«Solo un montón de microchips...»
«Solo un montón de microchips...»
Por más que lo intentara no podía pensar en otra cosa, y las miradas furtivas de sus demás compañeros no lo ayudaban en nada, sabía que todos pensaban lo mismo, no dejaban de verlo como un bicho raro.
Jamás encajaría con ellos.
Si era sincero lo único que quería era salir de ese lugar y jamás volver, pero... no podía dejar a Cora, Zane, Sludge y a Widget solos, no sería justo para ellos que él abandonara todo solo porque le incomodaba la forma en que lo miraban, además Ken y Tamao le mostraron total apoyo, pero no quería afectar su amistad con Shibugaki, lo último que buscaba era causar problemas. Quizás lo mejor sería decirle a Ken y Tamao que agradecía sus atenciones, pero era mejor que no se juntaran para no alterar sus reputaciones, era obvio que Ken ya se había ganado a todos en la escuela, y no quería arruinar eso, una persona como Kenichi no se lo merecía. Sí, parecía la mejor forma de proceder y se los diría a la hora de la salida.
Por su parte, Cora había notado el repentino cambio en la actitud de Astro, si bien parecía comportarse normal, ella reparó que cuando creía que nadie lo miraba Astro dejaba de sonreír y se veía miserable, lo que más la preocupó fue lo fácil que reconoció ese semblante, era el que ella había tenido en sus días de escuela, cuando Trixie la molestaba, cuando Yoko la cambió...
«¡De seguro uno de estos idiotas de Ciudad Metro le dijo algo!» Estaba segura, no se podía confiar en ellos, ahora tendría que buscar la forma en que Astro le dijera lo que le pasaba, aunque conociéndolo seguro no lo haría hasta que estuvieran a solas... quizás si lo invitaba a su casa Astro se lo confesaría.
Mientras orquestaba su plan el tiempo pasó y las clases terminaron.
—Muy bien niños, eso será todo por hoy, nos vemos mañana y no olviden hacer sus ejercicios.
—Si maestra Midori —agradecieron todos al unísono.
«Bueno, al menos los ensayos rindieron» fruto pensó cansada.
Los alumnos tomaron sus cosas y empezaron a retirarse, Astro iba detrás de sus amigos preguntándose qué es lo que debería hacer, cuando estaba en la puerta escuchó a la maestra:
—Fue un placer tenerte en mi clase Astro, espero volver a verte mañana.
Astro se detuvo, giró sobre sus pies para ver a Midori, ella le sonrió y Astro se sintió alegre de nuevo... ¿Cómo es que podía agradarle a los adultos pero no a los de su edad? Con todo eso, al ver la sonrisa de la maestra se le hacía un nudo en el estómago con la simple idea de faltar mañana, el corazón de Midori quedaría destrozado, y Astro no se imaginaba una mueca en ese rostro tan bello.
—Claro que sí maestra, puede contar con ello.
Dicho eso siguió a sus amigos, cielos, debía dejar de hacer promesas que tal vez no pudiera cumplir.
Mientras tanto en la salida, los Sky Riders ya se habían reunido esperando a Astro; Kenichi se sentía tan avergonzado por el comportamiento de Shibugaki que tenía la necesidad de pedirle disculpas a Astro, no estaba seguro si había escuchado su conversación o si pudo sentir la hostilidad cuando se presentaron, pero cual fuera el caso, quería asegurarse de que no hubiera más problemas, estaba confiado en que si Shibugaki conocía a Astro los dos se harían amigos, era difícil de explicar, pero en el poco tiempo que habló con él le dejó claro que Astro era un niño como todos los demás, el que fuera un robot era un detalle insignificante, solo tenía que hacerle ver a Shibugaki eso, además, ¿Cómo podía portarse así con él? ¡Astro los había salvado a todos! O quizás Shibugaki no lo sentía tan personal porque sus padres no estuvieron cerca de Stone cuando atacó, Ken recordaba ese día muy bien, él estaba jugando fútbol al otro lado de la ciudad cuando sintieron el temblor, lo que más le preocupó no fue su propia seguridad, sino la de su tío, a esa hora debería estar saliendo del trabajo, y la ruta que tomaba pasaba por el Ministerio de Ciencias, Ken sabía que no soportaría perder a otro familiar, no después de que sus padres murieran en un accidente cuando él era un bebé, desde entonces su tío Higeoyaji cuidó de él, era la única familia que le quedaba y si algo le hubiera pasado...
Ken jamás podría agradecerle a Astro lo suficiente, además después de conocerlo, sinceramente quería convertirse en su amigo.
Lástima que su otro amigo no estaba poniendo de su parte; Shibugaki seguía con el ceño fruncido y los brazos cruzados, todavía pensando que eso era una completa tontería.
—Shibugaki, dijiste que harías un esfuerzo —le reclamó llevándose sus dos manos a su cintura.
—Perdón Ken, pero ya te dije que esto se me hace mala idea, ¿qué será de nosotros si permitimos que está locura continúe?
—¿Qué los humanos y robots podamos ser amigos?
Shibugaki solo miró para el otro lado, humanos y robots siendo amigos eso... sonaba aterrador.
—En serio creo que estás exagerando Shibugaki, ni siquiera le has dado la oportunidad a Astro —dijo Tamao mientras se acomodaba los lentes.
—¡Acaban de conocerlo! ¡Es increíble que confíen más en él que en mí! ¡Hemos estado juntos desde la guardería! ¡No puedo creerlo!
Ken rodó sus ojos.
—Por lo mismo que eres nuestro amigo es que queremos que le des una oportunidad, si lo haces verás que todos podemos llevarnos bien, recuerdo que fuiste tú quien dijo que sería agradable tener un nuevo miembro.
—Además, Astro es la clase de persona que te cae bien al instante —Tamao se encogió de hombros.
A lo que Shibugaki solo respondió apartando la mirada con indignación, Ken se llevó una mano a la cabeza, ¡cielos, que difícil podía ser tratar con él!
En eso notó que Astro estaba saliendo de la escuela, acompañado de una chica, un chico y dos niños pequeños, parecían ser gemelos; Astro los vio y sonrió mientras lo saludaba, Ken también lo hizo, pero en eso el robot notó que Shibugaki también estaba ahí, y seguía viéndolo con la misma mirada fría y el ceño fruncido. Lo que provocó que Astro dejará de sonreír y bajará su mano lentamente. Ken se sorprendió ante ese repentino cambio, miró enojado a Shibugaki pero este ya había volteado hacia otro lado.
—Astro, ¿estás bien? —le preguntó Cora.
Astro cambio su mirada al suelo, si Cora notaba, o creía, que los Sky Riders de alguna forma lo habían lastimado, armaría un alboroto y Astro no quería más problemas.
—Sí, sí estoy bien Cora —se separó de sus amigos y se dio la vuelta—, recordé que tengo algo que hacer, ¿irán al orfanato o a casa de Cora? —Alzó ambas manos—. ¿Saben qué? No se preocupen por eso, yo los alcanzó luego.
Dicho eso camino hacia el trío, sus amigos se quedaron desconcertados y se miraron entre sí.
—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Zane.
—No lo sé —respondió Cora, entonces se fijó a donde se dirigía Astro, con los chicos de Ciudad Metro—, pero tengo una idea.
Empezó a seguirlo sin que este se percatara, mientras caminaba Astro repasaba mentalmente las palabras que les diría:
«Les agradezco todo... pero creo que sería mejor si no los vieran conmigo» no eso no serviría «Gracias, pero ya tengo amigos» no, no había necesidad de ser grosero.
Ah... ¡era tan difícil! Quizás solo debería decirles la verdad...
Finalmente llegó con ellos, levantó la mirada y suspiró, aquí venía la parte más difícil.
—Astro —saludó Ken—, te fuiste antes de que pudiéramos terminar.
—Oh sí, es que... recordé que tenía que volver a clases —dijo llevándose una mano detrás de la cabeza, en todo momento evitó mirar a Shibugaki, aunque podía sentir su ojo desaprobador encima.
—Bueno lo importante es que estas aquí —dijo Tamao—, hay tantas cosas que queremos enseñarte, claro, si no tienes nada más que hacer nos gustaría que nos acompañaras.
Esa idea era genial, pero... en eso Ken golpeó a Shibugaki en la barriga.
—Verdad. Shibugaki —gruñó.
—Sí, claro —respondió, pero fue de una manera tan fría y desinteresada que inmediatamente alertó a Astro de sus verdaderos sentimientos.
Era mejor alejarse de ellos de una vez, las cosas ya estaban tensas por su culpa, y estaba seguro que todos los niños los estaban viendo, era hora de dejarlos en paz.
—Les agradezco mucho la invitación.
Cora ya estaba por alcanzarlos, lista para empezar la pelea de ser necesario
—Pero...
La tierra comenzó a temblar, todo el edificio empezó a sacudirse, los niños no pudieron mantenerse de pie y cayeron.
—¡¿Qué está pasando?! —gritó Shibugaki.
Todos empezaron a gritar y a llorar, la última vez que sintieron un temblor de esa magnitud fue cuando El Guardián de la Paz atacó, Cora estaba a punto de caerse, Astro la notó y rápidamente la tomó de su cintura, ella se sujetó de sus hombros.
—¿Estás bien?
Cora asintió con la cabeza.
—Buena atrapada.
A lo que Astro respondió con una sonrisa.
En el salón de clases los asientos se movían de arriba abajo, así como el escritorio de la maestra, Midori se aferró a la pared mientras todo se venía abajo, a un lado de la escuela hubo una explosión en el suelo, que provocó que una nube de tierra se elevará por los aires, luego de eso un enorme agujero se había formado, y algo estaba saliendo.
Lo primero que vieron fue una enorme pinza, de color negro metálico, estaba oxidada, a su lado apareció otra, las dos se apoyaron en el suelo y sacaron el cuerpo completo, parecía ser una hormiga gigante, pero solo tenía dos patas que asemejaban más a las de un reptil, y poseía un aguijón similar al de una abeja; su color era negro, pero oxidado y con algunas abolladuras, sus ojos eran completamente rojos.
El monstruo rugió provocando un grito colectivo; Astro soltó a Cora y voló, se detuvo cuando estuvo metros sobre el suelo y se volteó hacia sus amigos, tanto los de la Superficie como los de la ciudad.
—Cora, Zane, Sludge y Widget, lleven a todos a un lugar seguro.
Su pandilla asintió con la cabeza, rápidamente se colocaron a los costados de la multitud y empezaron a guiarla hacia la salida, era una suerte que Cora fuera vista como la hermana mayor de todos, pues su autoridad sin duda estaba sirviendo para mantener el orden. Astro miró a los Sky Riders.
—Ken, Tamao, Shibugaki, asegúrense que nadie se haya quedado adentro —señaló la escuela, luego se giró hacia el monstruo—, yo lo alejaré de aquí.
Al principio los chicos habían estado asustados, pero inmediatamente Ken cerró su puño y asintió.
—¡Dalo por hecho Astro!
Antes de que Astro pudiera responderle se escuchó un grito, era Midori, el monstruo había destrozado la pared de la escuela y sujetaba a la mujer con su garra, la sacó del edificio y la estaba llevando a sus mandíbulas.
—¡NO! —gritaba Midori aterrada, mientras golpeaba frenéticamente la garra metálica.
—¡Maestra Midori! —gritó Astro, apuntó con un dedo y un rayo azul salió disparado.
Le dio en el ojo provocando que se reventara, el monstruo aulló en dolor y la soltó, Midori gritó mientras caía pero Astro voló hacia ella con toda la velocidad que tenía, extendió ambos brazos al frente y logró atraparla.
—No se preocupe maestra la tengo.
—¡Astro! —exclamó aliviada.
La llevó con sus amigos y la dejó cuidadosamente en el suelo.
—Cambio de planes, vayan a un lugar seguro.
Ken asintió con la cabeza, pero en eso miró detrás de Astro y se asustó, señaló con un dedo.
—¡Astro cuidado!
Astro se volvió justo a tiempo para ver que el monstruo se había recuperado, y que tenía su pata encima de él, listo para aplastarlo, Astro pudo atraparlo antes de que pasara, pero el peso había sido más que el esperado, provocando que sus brazos se doblarán un poco, y que casi tocará el suelo.
—¡Astro! —gritaron.
—¡No se preocupen por mí! ¡Tienen que salir de aquí!
Usando todas sus fuerzas empujó al monstruo, este no se había esperado semejante resistencia, y no pudo aguantar el equilibrio, por lo que cayó de espaldas; Astro sobrevoló aún más.
—¡Váyanse, yo los cubriré! —Luego miró al monstruo que aun yacía en el suelo—. ¡No quiero pelear contigo! ¡Pero si no dejas a estas personas en paz no me quedará más remedio! ¡Detente y podemos resolver esto de otra forma!
Pero el monstruo no cedió, abrió sus mandíbulas y un rayo rojo salió disparado de ellas, Astro no pudo reaccionar a tiempo y fue golpeado.
—¡Ahhhhhhhhhhhh! —gritó mientras caía al suelo.
—¡Astro! —gritaron sus amigos.
Astro cayó con un gran golpe, le dolía todo el cuerpo pero eso no sería suficiente para derribarlo. Con un quejido de dolor se incorporó lentamente, miró de nuevo a su adversario, tendría que luchar contra él, pero entonces notó algo aterrador, la energía de esas mandíbulas era roja... igual a la del núcleo.
«¡Pero eso es imposible! ¡El doctor dijo que los núcleos volvieron a ser uno!» pensó aterrado «A no ser que... mi núcleo solo absorbiera un poco de la energía roja, y el resto... el núcleo completo... oh no»
¿Era posible que el núcleo rojo hubiera sobrevivido a la pelea? ¿Y ahora estuviera en ese robot?
«No pude dialogar con él, será mejor que lo inmovilice»
El monstruo lanzó otra vez su rayo pero Astro estaba listo, se elevó antes de que pudiera ser golpeado, activó sus brazos cañones y disparó, le dio en la cabeza lo que provocó gritos de incomodidad de la bestia, pero no parecían hacerle mucho daño, se cubrió con ambas pinzas mientras retrocedía, Astro avanzaba más en su ataque cuando escuchó un grito.
Otro monstruo había aparecido, este era igual de grande pero su aspecto era mucho más raro, su cuerpo era redondo y parecía tener tres jorobas, sus patas eran como las de un dinosaurio, tenía una enorme trompa con tres picos al final, a sus costados tenía pequeños óvalos que parecían ser ventanas, así como una hilera de pequeñas pinzas, su cara y boca parecían las de un elefante, tenía una cola que terminaba con un rodillo, y era de color carmesí, al igual que el otro su piel se veía oxidada y tenía varias abolladuras, sus ojos eran rojos.
El monstruo estaba en la salida, impidiéndole el paso a los niños para que escaparan, Astro empezó a asustarse, los habían rodeado, y para empeorar las cosas el nuevo balanceaba su trompa tratando de atrapar a los niños; Astro miró de nuevo a la hormiga gigante, ya no podía esperar más, tenía que actuar de inmediato, por más que lo odiara tenía que acabar con el otro robot. La hormiga estaba recuperándose de los disparos, pero Astro voló directamente hacia ella extendiendo un brazo al frente, atravesó el pecho del robot partiéndolo en dos antes de que pudiera defenderse, la hormiga gritó de dolor y se partió en dos, cayó con un estruendo y dejó de moverse. Astro no tuvo tiempo ni de ver los restos, voló hacia la cosa activando nuevamente sus cañones.
La bestia tenía a dos niños atrapados con su trompa, los pobres lloraban descontroladamente, estaba lista para llevarlos a su boca, pero antes de que pudiera despegarlos del suelo Astro disparó, con una pequeña explosión la trompa se partió a la mitad, el monstruo se alejó mientras aullaba en pena, la maestra Midori se acercó y ayudó a los dos niños a escapar.
—Vengan conmigo niños, iremos por la parte de atrás.
Astro se puso en frente de ellos, todavía flotando, extendió ambos brazos a modo de defensa, la bestia dejó de agitar su trompa destrozada y le miró con odio, al verla Astro supo que tampoco podría dialogar con ella, se lanzó hacia el frente, la iba a llevar lejos de ahí, a un lugar donde pudieran pelear sin preocuparse por los demás, pero en eso algo lo retuvo, unos tentáculos se enrollaron a su alrededor, pegando sus brazos a su cintura.
Astro gritó mientras se agitaba para tratar de liberarse, pero aquello agarraba fuerte, miró hacia abajo y vio un capullo robótico de planta sin abrir, era rojo con manchas moradas alrededor, mientras que los tentáculos, o más bien raíces, eran color rosa-oscuro, tenía el mismo look descuidado que los otros dos. La planta se rió y en sus raíces corrió energía roja que electrocutó a Astro.
—¡AHHHHHHHHHHHH!
Cuando la descarga terminó la planta azotó a Astro contra el suelo, unas grietas se abrieron en el lugar de impacto, esta vez Astro no gritó, sino que apretó los dientes para contener el dolor. El monstruo carmesí no se quedó atrás, y cuando Astro estuvo tirado lo aplastó con el rodillo de su cola, enterrando más profundo al pobre. Esta vez Astro no pudo evitar gritar y sus enemigos se rieron, la planta lo soltó momentáneamente, el chico puso una mano sobre el suelo.
«¡No puedo rendirme... mis amigos cuentan conmigo, no los voy a defraudar!»
Intentólevantarse, aunque el dolor se extendía en su cuerpo no permitió que eso lodetuviera, se apoyó en un pie y luego en el otro, estaba a punto deincorporarse cuando las raíces volvieron a sujetarlo, Astro miró rápidamente ala calle y vio que otro monstruo había aparecido, este era un tanque colormostaza-oscuro que tenía dos cañones, la planta lo lanzó en el aire.
Astro gritó mientras se elevaba, no pudo ni activar sus botas cohetes porque el tanque disparó un misil, Astro solo pudo ver como el proyectil se acercaba a él sin poder reaccionar, hubo una gran explosión y el pobre cayó al suelo con la ropa chamuscada. Astro soltó un quejido mientras se apoyaba en un brazo para levantarse de nuevo, pero el dolor era demasiado, se volvió a desplomar en el suelo. Los monstruos soltaron una carcajada y se acercaron más al chico. Los recolectores y los Sky Riders estaban viendo la paliza desde la cornisa del edificio, los demás alumnos habían escapado con la maestra Midori.
—No lo podemos dejar solo —dijo Cora cerrando su puño.
Ken dio un paso al frente.
—Estoy contigo, tenemos que ayudarlo.
Cora lo miró rápidamente, lo reconoció como el niño de Ciudad Metro, preferiría no tenerlo cerca pero... parecía ser sincero con sus intenciones. Tamao se asomó también y vio la situación, los tres gigantes se acercaban a Astro para un ataque final, si lograban alejarlos quizás Astro tendía una oportunidad para levantarse... ¿pero cómo?
La respuesta llegó cuando vio sus patinetas.
—¡Tengo una idea!
Le platicó el plan a Ken.
—¡Bien pensado Tamao! ¡Vamos!
Fueron corriendo por sus tablas mientras Shibugaki se escondía pegado a la pared.
—¡Distraeremos al grande! ¡Encárguense de la planta!
—¿De qué está hablando? —Preguntó Zane, en eso notó que los dos se subían a sus patinetas y se dirigían hacia el monstruo—, oh.
El monstruo carmesí estaba por aplastar a Astro cuando Kenichi se detuvo junto a su ojo, el monstruo se detuvo y dirigió su mirada al chico, Ken sacó la lengua y levantó ambas manos a la altura de su cabeza mientras movía los dedos, luego le dio una patada en la pupila. El monstruo rugió y retrocedió; Cora sonrió, así que los de Ciudad Metro si usaban la cabeza.
—Vamos pandilla, tengo una idea —les dijo mientras salía de su escondite, los demás la siguieron—, agarren todas las piedras que encuentren.
El monstruo carmesí sacudió su cabeza agresivamente, cuando la iris dejó de arderle se tranquilizó un poco y miró hacia arriba, Ken aún le sobrevolaba, rugió y lanzó su cola contra él, pero en eso Tamao llegó y le pegó con la punta de su tabla en el otro ojo, el monstruo volvió a rugir y empezó a lanzar su cola al azar, los chicos lograban esquivarla y volvían a golpearlo.
La planta se percató de los nuevos intrusos, se preparó para enrollarlos cuando algo la golpeó.
—¡Oye fea, es por aquí! —le gritó Cora mientras le arrojaba piedras.
Antes de que la planta pudiera atacarla, más rocas le pegaron en el costado derecho, ahí estaban Widget y Sludge, mientras que Zane atacó en el frente izquierdo, la planta rugió en furia e intentó atraparlos, pero los recolectores eran rápidos, esquivaban sus raíces.
—¡Giren en círculo, ahora! —instruyó Cora.
Obedecieron su comando empezando a correr alrededor de la planta, ella aún intentó atraparlos, pero lo que provocó fue que se enredará con sus propias raíces, estás le oprimieron el cuerpo y le imposibilitaron moverse.
—¡Esto es por meterte con Astro! —le gritaron Widget y Sludge mientras la pateaban.
Astro poco a poco recuperó el conocimiento, lo primero que notó fue que la planta estaba fuera de combate, y que el carmesí intentaba atrapar a Ken y Tamao, eso fue suficiente para hacerlo reaccionar, se levantó, iba a emprender el vuelo cuando escuchó que el tanque recargaba, rápidamente se giró con su brazo derecho convertido en cañón. Antes de que el tanque pudiera disparar Astro lo hizo primero, el rayo voló hasta entrar en la boca del cañón, el tanque explotó provocando que los recolectores cayeran al suelo, y que Ken por poco perdiera el equilibrio, Tamao no tuvo tanta suerte y se resbaló de su patineta.
—¡Ah! —gritó, por suerte logró sujetarse a tiempo del borde, pero quedó colgando, el monstruo sonrió, se puso debajo de él, abrió su boca y se apoyó en sus piernas mientras las flexionaba.
Astro no perdió el tiempo y disparó a las piernas, explotando ambas antes de que el monstruo pudiera saltar, el robot se vino abajo y Astro se elevó, luego lanzó otro rayo contra la cola, la cual voló en un millón de pedazos. El monstruo quedó como una oruga, retorciéndose y chillando pero incapaz de moverse; Ken se acercó y ayudó a subir a Tamao, cuando vieron que el monstruo había sido derrotado, y que Astro estaba bien, volvieron al suelo, mientras que Astro hizo un último chequeo, la hormiga se retorcía, el tanque era historia, y la planta y el monstruo quedaron fuera de combate, parecía que todo había acabado, pero notó que algo estaba saliendo del pecho partido de la hormiga, se dirigió a investigar.
Al momento de tocar el suelo, Cora y los demás se les unieron a Tamao y Ken.
—¡Increíbles movimientos! —los felicitó Zane.
—Gracias, ustedes también lo hicieron bien —respondió Ken.
—Muy buena estrategia —comentó Tao mientras examinaba a la planta—, la mía fue un poco más... improvisada.
—Una vida viviendo en la Superficie te enseña algunos trucos —Zane se encogió de hombros.
—Bueno, si algún día quieren que les enseñemos algunos trucos en estas cosas, solo pídanlo —agregó Ken mientras agitaba la patineta.
—¡¿En serio?! —preguntaron entusiasmados Sludge y Widget apareciendo de la nada.
Ken se rió y contestó:
—¡Claro! Sin problema.
Pero Cora no había podido entrar en la plática, miró hacia todos lados.
—Oigan, ¿Dónde está Astro?
Justo en ese momento llegó, en sus brazos cargaba a Mike, quien estaba cubierto de baba.
—¿Mike? —preguntaron los chicos de la Superficie, mientras que Ken y Tamao solo se miraron confundidos.
—¡Fue horrible! —Gritó el refrigerador, se aferró a la camisa de Astro—. ¡Esas cosas salieron de la nada y destruyeron el cuartel!
—Calma, calma Mike —lo tranquilizó—, ya nos encargamos de ellas, no tienes por qué preocuparte.
Le dio unas palmadas en la espalda.
—No lo entiendes Astro, también se comieron a Sparks y Robotski.
En eso escucharon sonidos de la planta y la voltearon a ver, esta tenía el cuerpo inflamado y hacia su boca de atrás para delante, como si quisiera vomitar, y eso fue lo que hizo, regurgitó a Robotski en un mar de baba. Todos los chicos hicieron muecas de asco, pero luego fueron a ayudarlo.
—Oh... las cosas que vi allá dentro.
—Estamos bien sin saberlas Robotski, gracias —se apresuró a decir Zane.
Y finalmente, Sparks se arrastró fuera de la boca del monstruo carmesí.
—¿Creías que podrías con el gran Sparks? —le gritó mientras se señalaba con un dedo, le dio una patada.
El monstruo rugió y Sparks gritó, intentó comérselo pero Sparks corrió a ocultarse detrás de Astro.
—¡Protégenos Astro!
Astro miró a su amigo, luego al monstruo, sus ojos brillaban rojo, igual a los del núcleo, pero no encontraba ninguna explicación a eso. Sparks por lo mientras miraba aterrado a todos lados, como si temiera que algo más apareciera.
—Tranquilo Sparks, ya no pueden lastimarlos.
—Pero Astro... ¡Falta uno!
Astro abrió los ojos en preocupación.
—¿De qué estás hablando?
Un rugido surgió detrás de ellos, se dieron la vuelta y lo vieron, lo cubría una cortina de humo que salía del tanque, pero se podía ver la enormidad de su cuerpo, y el rojo intenso de sus ojos. Astro tragó saliva, si era una silueta atemorizante, pero no se dejaría intimidar, dejó a Mike en el suelo.
—Vayan con los demás, busquen refugio —les dijo.
—Pero Astro...
—Tranquilo Mike, ahora es uno contra uno —le sonrió, aunque no estaba muy seguro de poder contra él.
Sparks y Mike se reunieron con el resto de sus amigos, quienes miraron preocupados como Astro volaba hasta donde esa cosa se hallaba, el chico aterrizó frente al nuevo intruso, era un robot de tres metros de altura, uno de sus brazos había perdido la protección superficial, y se podían ver todos los cables, mientras que en el otro brazo los cables estaban sobre-saliendo de su hombro, estaba oxidado en algunas partes del cuerpo, como sus pies, cadera, pecho y manos, su cráneo era rectangular, y como orejas tenía dos auriculares que parecían ser tornillos.
Sin duda era intimidante.
—Escucha, acabamos de inmovilizar a tus amigos, esto no tiene que terminar con más violencia, por favor dime que buscas, ¿por qué nos atacaron? Estoy seguro que si hablamos podremos resolver esto pacíficamente.
El monstruo agachó su cabeza para verlo, luego la ladeó hacia un lado, Astro cerró los puños, tenía un mal presentimiento; con un rugido que hizo sacudir la tierra le dejó claro a Astro que no quería hablar, levantó ambos brazos y los dejó caer, el chico actuó rápido y voló antes de ser aplastado, el golpe generó una ola que rompió todos los vidrios de la escuela, y provocó que los amigos de Astro cayeran al suelo. Astro miró a sus camaradas tirados y luego al monstruo.
—Está bien, no me dejas otra alternativa.
El monstruo lo vio y rugió, con sus dos manos tomó los restos del tanque y se los lanzó, Astro logró atraparlos antes de que cayeran y se los regresó, como pelota de voleibol el monstruo la golpeó antes de que lo impactara, partiéndolo en dos. Astro abrió los ojos y soltó un alarido de preocupación, era fuerte, muy fuerte.
—¡Es el monstruo de Frankenstein! —gritaron Sludge y Widget.
«Ese nombre le queda» pensó Astro.
Frankenstein avanzó al terreno de la escuela, Astro se preparó para enfrentarlo cuando notó que alguien no había escapado; Shibugaki seguía en el patio, la ola por el golpe lo sacó de su escondite, ahora yacía acostado en el patio.
«¡Por favor que acabe! ¡Por favor que acabe!» Rezaba, pues los temblores regresaban una y otra vez.
Al dejar la tierra de temblar se dio la oportunidad de abrir los ojos y levantarse, se encontró cara a cara con Frankenstein, Shibugaki soltó un gritó que solo fue opacado por el rugido de la criatura, el monstruo lanzó un golpe pero Astro llegó a tiempo para interceptarlo, poniéndose en medio de los dos. Shibugaki se había cubierto con sus dos brazos la frente, como si eso hubiera hecho alguna diferencia, al no sentir el impacto abrió los ojos y vio que Astro lo había salvado.
—¡No podré... sostenerlo por mucho tiempo! —dijo Astro cansadamente, estaba usando todas sus fuerzas para retenerlo, y Frankenstein era poderoso—. ¡Sal de aquí Shibugaki! ¡Rápido!
Por puro instinto el chico obedeció y se fue corriendo, no podía creerlo, a pesar de todo... Astro le salvó la vida.
Frankenstein notó que el robot le estaba dando demasiados problemas, si quería llegar al origen de esa música tendría que deshacerse de él, con su otra mano sostuvo al robot, Astro gritó al sentir la presión de aquella manota, Frankenstein lo azotó violentamente contra el suelo, abriendo un hueco enorme. Astro gritó al momento de ser estrellado, el monstruo no se detuvo ahí y lo pateó con tanta fuerza que lo arrojó hasta el interior de la escuela, destruyó varias paredes mientras volaba. Astro aterrizó inconsciente en uno de los salones, llenó de escombro y con la ropa hecha jirones.
...
El intruso ya estaba eliminado, sus amigos no tuvieron la suficiente fuerza para acabar con él, bien, si no eran lo suficientemente fuertes para seguirlo entonces no merecían estar a su lado. Se giró hacia los edificios que se veían en el horizonte, hacía mucho que la música se había dejado de escuchar, pero él recordaba la dirección, la había memorizado durante el trayecto.
Ahora sin niños voladores, ni compañeros que se distrajeran, podía llegar a casa...
El lugar donde encontraría las respuestas.
Empezó a avanzar hacia la ciudad, con el mismo pensamiento en mente, le haría lo mismo que le hizo al chico a cualquiera que se le atravesara.
...
—¡ASTRO! —gritó Cora mientras entraba por el enorme agujero de la pared.
Dentro la escuela parecía una zona de guerra, las paredes estaban destrozadas, estaba lleno de escombros por todas partes, las bancas y escritorios estaban o rotos o de cabeza; la chica se abrió paso entre los restos.
«¡No, no, no, no! ¡Por favor Dioses otra vez no!» Pensaba aterrada, no creía poder soportar ver a Astro muerto otra vez, el solo recuerdo de... ¡No! Ni siquiera lo pensaría.
Tras pasar tres salones finalmente lo encontró, yacía en un enorme bache acostado boca arriba.
—¡Astro! —gritó aliviada, corrió con él y se arrodilló a su lado.
El chico abrió lentamente los ojos y la miró, no pudo evitar una sonrisa, Cora suspiró aliviada y lo abrazó, luego se separó de él y se limpió las lágrimas con la manga.
—Lo siento... es que... por un momento creí que te perdía... otra vez.
Astro sonrió y le puso una mano en el hombro.
—Tú nunca me perderás.
El cuerpo le dolía de los mil demonios, Cora puso su brazo alrededor de sus hombros y lo ayudó a caminar hasta la salida, cuando salieron pudieron ver que en el camino de la ciudad salía humo.
—Frankenstein... avanzó a la ciudad, ¿verdad?
Cora se mordió el labio, sabía que si se lo decía... pero no hubo necesidad, su silencio fue más que suficiente, gentilmente Astro retiró su brazo y se apartó de su lado.
—Astro, te lo suplico... por favor no lo hagas.
Astro apartó la mirada, para después verla a los ojos.
—Sabes que no puedo quedarme de brazos cruzados... lo siento.
Antes de que pudiera protestar, Astro había emprendido el vuelo con dirección a la ciudad. Cora se quedó sola, con una mirada triste y preocupada, pidiéndoles a los Dioses que protegieran a su amigo.
...
Jack Fuller se movía entre los pasillos de su escuela con el resto de los estudiantes, desde el ataque del Guardián de la Paz se habían implementado nuevas medidas de seguridad, por ejemplo, un protocolo en caso de otro ataque, esa mañana tuvieron un simulacro, y esa tarde lo estaban aplicando de verdad.
Sonó la alarma y unas luces rojas se activaron en toda la escuela, indicando que debían refugiarse, todos bajarían al sótano para esconderse hasta que la crisis pasará, vaya forma de regresar al colegio. Mientras caminaba Jack notó algo en uno de los monitores instalados en la pared, era un reportaje en vivo de la situación, desde una vista aérea se veía a un robot avanzando por las calles de la ciudad, a Jack le pareció algo familiar, dejó de seguir al grupo y se acercó a la pantalla, la imagen le hizo zoom al robot mientras este destrozaba un coche, sus ojos se abrieron y su boca formó una O, estaba algo cambiado pero Jack lo reconoció, no podía ser nadie más.
—Frank —susurró.
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