La dolce vida
Londres 1872
—Esposo mío, ¿cuánto tiempo?
—Mi señora y es que no veía las horas de estar junto a Uds. Mi razón de ser.
Los pequeños Robert, Felicity y Eveline fueron corriendo a brazos de su padre a excepción de la hija mayor
—Astrid, vamos saluda a tu padre
—Padre, bi... ¡Bienvenido!
El padre abrazándola —Hija mía ¿cuánto has crecido?
—Si papá, ya cumplí 10 años la semana pasada, recuerda que prometiste enseñarme a navegar con el navío
—Hija, Yo....
—Papá... recuerde que me lo prometió
—Mi niña es que Tú...
—¿Yo?
—Chiara Astrid von Sckendorff Ausbury Mc Allister ¿de cuando aquí te comportas de esa forma?
—Madre...
—Esas no son formas
—Pero mamá... Está bien, lo siento padre
—Hija eduquesé más lea mucho, aún no es tiempo de esto, más adelante veremos.
Ese consejo marcó la vida de la niña ya que la sociedad londinense de aquella época no estaba aún preparada
Aún así Astrid llevaba en su sangre el temperamento fuera de tiempo que había heredado de su bisabuela una mujer adelantada a toda época Astrid von Steuben (1773 - 1843)
Londres 1881
— Te ves hermosa Felicity,
— Y tú también Eveline
—¡bah! Yo diría que nos vemos iguales —replicó Astrid con desdén
— Sabías Astrid, ¿que eres una aburrida?
—No sé porque se emocionan tanto, si seremos presentadas como carnada a esa banda de predadores
— futuros esposos se dice
—El problema contigo Felicity es que eres muy sumisa y ni que decir contigo Eve tan soñadora
—Soñadora eres tú Astrid, que sueñas en ser varón perdón varona, y manejar un barco jajajajaja
—Niñas porque pierden tiempo ya llegó el abuelo — dijo la madre
Las jóvenes se fueron al gran salón, hoy era día de presentación en sociedad de las hermanas von Sckendorff Ausbury Mc Allister, poseedoras de una herencia nada despreciable y es que la madre Lady Harriet quería lo "mejor para sus hijas"
—Estoy tan orgulloso de Uds. Mis niñas son las flores más bonitas de toda esta región
—Abuelito, ¡que tierno eres!—dijo Fely
—Si abuelo te adoramos tanto—dijo Ev
— Fely, Eve, siempre serán mis consentidas, y también tú Astrid
— Abuelo seamos sinceros, lo quiero y todo pero sabe que no soy cariñosa como mis hermanitas todas ávidas de marido
—Lo sé mi pequeña, sabes me contaron tantas cosas de mi abuela que llegó a la conclusión de que te pareces mucho a ella
—Si ya sé la historia la bisabuela Astrid el hecho casual de llamarme como ella y ser como ella, aunque ¿no sé porqué dicen eso?
— Ella era de espíritu libre
— Pero ella era muy sociable y mucho más tierna
— Hija yo sé que eres así, sabes te confesaré un secreto eres muy especial siempre lo supe, así que con tu padre llegamos a un acuerdo que él piensa cumplir siempre y cuando tú también hagas tu parte
Y en medio de esa ostentosa fiesta donde todo le era ajeno a Astrid, sus ojos brillaron por primera vez ya que se dió cuenta de las palabras del viejo patriarca de los von Sckendorff y lo que exactamente debía hacer estudiar mucho y ponerse al nivel de los caballeros de esa época sin parecer diferente.
Así transcurrió la fiesta, bailes, presentaciones, Eveline y Felicity lucían muy contentas y es que la sociedad especialmente los jóvenes solteros de aquella época estaban maravillados con las tres jóvenes
—Mi Lord, al principio no estaba tan conforme con presentación en conjunto pero ahora viendo el comportamiento de Astrid, entendí sus motivos padre
— Así es Robert y es que no quisiera que Astrid quien ya bordea los 20 años, se quede soltera (observando a sus otras hijas)
—Si padre tiene mucha razón, y es que Lord Thompson, me pidió que hablase con Ud. Para intentar cortejarla
—Pues veo que es de buena familia, pero muy de carácter débil al parecer
—Señor Padre, reconsidérelo y observe a mi hermana, no dejó acercarse a nadie hoy, prefirió pasar toda la velada con el abuelo o entre los hombres mayores
— Está bien hijo tendré en cuenta eso
En ese momento Astrid se unió a la conversación
—Robert... Hermano, ¿le sucede algo?
— Hermana Astrid, Yo...
— Tú, Nada
—¿Pero qué pasa aquí?— dijo el abuelo
— Yo le dije, estos hombres quieren decidir mi futuro
—Hija no es así, queremos tu bien
—¿Es que acaso no pueden entender, qué es lo que si le daría bienestar a mi vida?
—Hijo, nieto.... Escuchen a Astrid, quizás no diga lo que quieran escuchar Uds. Más aún así es válido
— Está bien escuchemos, vamos hija expresa tu sentir
—Padre, abuelito, hermano; bien es sabido que siempre me gustó el mar, no sólo como algo para admirar y respetar ya que considero que es un mundo nuevo lo que hay allá en sus profundidades, pero también está el otro tema el económico es mucha herencia la que será dejada a mando de Robert, sólo por ser el hombre de la familia
— Para eso es que necesitamos que uds. Mis hermanas consigan buenos maridos
—Nada... Olvídalo Robert, yo casada con esos "alfeñiques encopetados", ni pensarlo no pienso amarrar mi vida o condicionarme a alguien solo por "necesidad" y ya sabes siempre mi pensamiento con respecto a eso, respetenme por favor, de lo que quiero hablar es de que me permitan expresar mis intenciones de extender la ruta comercial con nuestras embarcaciones a través de la India y quizás trazar una ruta para llegar a la China y de paso conocer nuevos destinos, donde de hecho encontraríamos novedades, imaginense eso... Cosas fuera de lo común
Hubo un silencio que parecía siglos, hasta que, el patriarca von Sckendorff se pronunció al respecto
— Ahora si entienden, Astrid no solo habla de su posición como mujer con respecto a su manera de ver la vida sino que es también su manera de ver los negocios y quien más que nuestra propia sangre, no sé Uds. Pero estoy orgulloso de mi nieta
Conrad y Robert, aún no salían de su asombro ante tal discernimiento
—Hija, está bien tendrás tu oportunidad, de aquí cuando nos llegue la nueva embarcación podrás estar al mando de ella, sólo te pido que te dejes instruir demuestra ser buena alumna
—Gracias Padre, abuelito y hermano supongo que estás feliz por mi ¿no es así?
—Hermana Astrid, lo que dije hace rato fue con las mejores intenciones
—Descuide hermano, lo sé y te disculpo eso si no quiero ver a ningún Lord, pululando por aquí a buscarme
— Hija espera tu abuelo y yo, tenemos solo una pequeña condición
—Si padre diga
—No te cierres al amor
— El amor.... Yo no necesito un marido ya lo dije
—Un marido, quizás no... Pero un compañero si
—Está bien (Astrid lo dijo de manera muy ligera)
Esa fiesta cambió muchas cosas en la familia
Llegaron pretendientes para Felicity y Eveline
Robert se casó al poco tiempo de aquella fiesta.
Y Astrid ni se imaginaba que sorpresas le depararía la vida
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