💫6. Extinción💫
Jaret
Era la primera vez que veía a una persona como ella, a pesar de haber escuchado que su planeta sería destruido en tan solo cinco días no parecía alterada. Enid era una persona extraña, eso lo tenía claro y aun así no dejaba de sorprenderme. La tranquilidad con la que actuaba, demostraba que era una persona fría y algo calculadora.
La chica de ojos caramelo y expresiones neutrales se dirigió a una esquina de la habitación en donde estábamos, se sentó en silencio sobre las escaleras que conducían al segundo piso de aquel lugar que supuse era una especie de almacén, meditó sobre lo que había escuchado y pidió que no le dirigiera la palabra por unos minutos, luego ella misma decidió hablar.
—Muy bien, debo conseguir provisiones y luego moverme hacía Astral. —Se propuso una vez que tuvo el control sobre sus pensamientos.
—¿Qué?, ¿Por qué quieres ir con ellos? Dijiste que no trabajabas con Astral ¿no es así? —le cuestioné pues no entendía lo que cruzaba por su mente.
—Un amigo trabaja ahí, no estoy segura de sí Astral aún no ha sido atacado, pero a este paso tal vez lo sea pronto. Para detener al alienígena en el poder primero debo saber más de él y Astral es el único lugar donde puedo encontrar la información de todos los alienígenas que han... —hizo una pausa mirándome a los ojos—. Bueno, todos lo que fueron traídos por sus naves —repuso, supuse que para evitar revivir ese desagradable recuerdo en mi mente.
—¿Piensas qué ese sujeto tiene el mismo resentimiento que yo? —pregunté con curiosidad refiriéndome al alienígena en el poder, la verdad es que me parecía lógico que lo creyera, después de todo ella sabía que quería vengarme de quienes me atacaron.
—No lo sé, solo es una posibilidad aun así espero me entiendas. Te prometí ayudarte a encontrar a quienes hicieron daño a tu familia; pero esto lo cambia todo. En solo cinco días ni tú, ni yo sabemos si seguiremos aquí para hacer alguna de las cosas que deseamos. Debo detener a quien esté detrás de esto a toda costa —aseguró con un tono de voz firme y decidido.
—Eres muy joven, ¿No crees que existen miles de personas mayores, con más poder y conocimiento qué tú para eso?, ¿Por qué deseas encargarte tú sola de todo?
—Porque no puedo confiar en qué alguien más lo hará —respondió sin necesidad de detenerse a pensarlo—. Si todos pensarán como tú, entonces nadie se atrevería a hacer nada, creerían que aparecería un héroe y se quedarían sentados hasta el final esperándolo. No importa si tienen poder o conocimientos supremos, sin iniciativa simplemente son unos peones fáciles de persuadir y eliminar —replanteó todo lo que tenía en mente desde que deje mi planeta.
Lo que ella decía jamás lo espere de su raza, quienes son conocidos por el universo entero y las otras especies existentes como "los oportunistas", seres que son tentados a seguir el mejor escenario para ellos mismos, no les importante nada más que su propia seguridad, eso era lo que pensaba.
—Está bien si no lo entiendes, solo no te entrometas o te conviertas en mi enemigo por esto —pidió en lo que me pareció una buena sugerencia, después de lo que había ocurrido con los cíborgs, no quería imaginarme siendo su enemigo y terminar aplastado.
Realmente no es que tuviera miedo de ella, simplemente no quería luchar contra alguien que había demostrado no sólo ser fuerte sino también ser admirable y no tener prejuicios como el resto de su raza.
—No quiero ser tu enemigo y no planeaba decir esto, pero te ayudaré. Confía en mí. —Extendí mi mano derecha hacia ella esperando una señal de aprobación típica de los humanos.
—No tienes que hacerlo, ya sabes que puedo cuidarme sola. —Enid, se resistió y permaneció rechazando mi ayuda.
—Sí, no tengo duda de eso —recordé por un momento lo que hizo con los cíborgs que nos atacaron—. Aun así, creo que juntos tendremos más posibilidades de lograr algo contra ese alienígena. Piénsalo eres humana, ellos te tendrán en la mira, yo seré tu escudo para que no te atrapen —propuse esperando no ser rechazado.
—No, gracias —repitió—. Hago las cosas mejor por mi cuenta, además esta es mi lucha, no la tuya. Soy humana así que está bien hacer esto por mi raza —siguió para dirigirse a la puerta.
—Iré contigo, no importa si me ignoras —insistí impidiéndole el paso hacia la salida.
—Eres demasiado terco, bien, haz lo que quieras —accedió —. Solo no te acerques demasiado o sino conocerás a tu creador —advirtió levantando el puño en una actitud que no pude llegar a comprender del todo.
La verdad tenía un motivo oculto para querer ayudarla incluso sabiendo la clase de peligro que nos esperaría. Y es que la primera vez que observé por la pantalla de los monitores en casa de Enid; esa persona, el alienígena que aparecía tomando el mando del poder, me resultaba extrañamente familiar. Es solo una corazonada, como dirían los humanos, pero aun así era algo que no podía ignorar. No es que reconociera su rostro en realidad nunca antes lo había visto, la máscara con la que se ocultaba tenía ciertos símbolos que se me hacían conocidos, esa entidad podría ser cualquier otro ser, pero si se trataba de él que pensaba entonces quería comprobarlo por mi cuenta.
Salimos del escondite con dirección a un supermercado, Enid me pidió hackear el sistema para entrar ya que como todo en la ciudad estaba bloqueado. No lo note de inmediato, pero ella tenía una herida en el brazo izquierdo, su ropa estaba rasgada y había rastros de sangre roja en el borde la tela.
—Esto... —la tomé del brazo con cuidado para revisarla, pero no había herida alguna en el agujero de la ropa que dejaba expuesta su piel.
—¿Qué te sucede?, ¡Suéltame! —exigió tirando de su brazo.
—Tienes un rasguño —señalé haciéndole ver su prenda rota.
—¿En serio? No me duele, qué extraño. Me asegure de no lastimar demasiado a esos tipos para no ensuciarme —se quejó revisando ella misma la cortada—. Supongo que tendré que encontrar otra casaca y una blusa. —Termino de decir para entrar en la tienda y obtener todo lo necesario.
La chica era especialmente hábil para decidir que llevar y que dejar atrás en poco tiempo, por las conversaciones que tuvimos decía ser bastante práctica para hacer compras, aunque lo más natural en la Tierra era que las personas tuvieran especial interés en elegir cuidadosamente lo que comprarían, en este caso lo que tomaríamos prestado. Llevamos medicinas, ropa y comida en latas que había en las repisas, cargamos dos mochilas con las provisiones y nos pusimos en marcha, aún era temprano, pero decidimos volver al almacén para evitar ser capturados mientras buscamos movernos a un lugar cerca de Astral.
En el camino, ella permaneció callada, el color de su aura denotaba tristeza y preocupación combinados con un poco de ira contenida. La seguí sin decir nada, hasta que ambos escuchamos fuertes sonidos y un pedido de auxilio, por mi parte decidí apresurarme a llegar al almacén y refugiarme del posible peligro ignorando la llamada de ayuda; pero era claro que Enid no compartía mis intenciones, cuando ella se dirigió directamente hacia el peligro no me quedó más opción que seguirla. Era imprudente, pero debía admitir que eso era lo que aún me mantenía intrigado y me hacía querer seguir junto a ella.
—¡Ayuda!, ¡Aquí! —gritó un niño al borde de la aniquilación por robots muy distintos a los cíborgs que vimos la primera vez.
—Son goodbots, debo ayudarlo, quédate aquí y asegúrate de no perder la comida. —Enid susurró entre dientes sacándose la mochila de la espalda antes de ir a la pelea.
—Sigues diciendo cosas que odio escuchar —comenté sin que ella llegará a escucharme.
Enid corrió de forma apresurada hacia donde se encontraba un niño de unos seis u ocho años, no estaba seguro de su edad solo podía distinguir su cabello rojo y ojos verdes que destellaban mientras era acorralado en un callejón por algunos de esos robots, apuntando hacia él.
—¡Déjenlo! —exigió Enid llamando la atención de los centinelas robóticos.
A partir de ese momento se convirtió en su objetivo, ella nuevamente se quitó la horquilla del cabello y se dispuso a luchar contra ellos. Había tres de esas cosas, tenían armas y el poder de desintegrarla con una mirada; pero a ella no parecía importarle. Me quedé detrás esperando no estorbar, sabía de sus habilidades y pero incluso así me preocupaba, pues no podía estar seguro de que no saldría herida.
—¡Ash! Una niña vino a rescatarme, genial —refunfuño sarcásticamente aquel niño que por alguna razón ahora parecía más alto.
Contuve las ganas de golpearlo mientras me acercaba, en ese momento observé como uno de esos robots salía volando por el aire hasta caer desmantelado a un lado del niño.
—¡Guao! ¿Quién es ella? —volvió a comentar con un tono de sorpresa en su voz, mientras miraba la pelea.
Dejé de preocuparme por ese pequeño e irritante niño y fijé mi atención en Enid, aunque era una chica formidable, la situación la sobrepasaba, solo habíamos tenido unos pocos minutos de descanso después de escapar de su última confrontación con los cíborgs. Ella estaba cansada y aunque había logrado vencer a uno de ellos, todavía quedaban dos rodeándola. Cuando cayó de rodillas debilitada, no tuve tiempo para pensar, simplemente no podía permitir que todo lo que habíamos logrado hasta ese momento fuera en vano.
—¡Alto! —ordené interponiéndome entre ella y los robots.
—¿Qué haces? Quítate, te destruirán. —Enid quiso ponerse de pie, pero sus heridas se lo impedían, contuvo el dolor que sentía sosteniendo su pierna izquierda con sus manos.
—Si me quitó tú saldrás lastimada, no te dejaré sola —repliqué en un acto impensable de valentía.
Pasaron algunos segundo y esos robots no hacían nada, sus miradas seguían fijas en Enid, pero no se atrevían a atacar, supuse que las palabras de ese alienígena eran ciertas, solo iba por los humanos, los extraterrestres puros no eran su objetivo y eso me dio una ventaja para atacarlos. No sabía si funcionaria, pero utilicé la telequinesis para derribarlos fácilmente, esa habilidad usada por un tiempo corto y sin activar todo su poder traía consecuencias como lo eran un terrible dolor de cabeza, por suerte ese dolor era soportable, una vez que pude deshacerme de ellos solo me quedaba ayudar a Enid.
—¿Estás bien? —coloqué su mano alrededor de mi hombro para ayudar a equilibrar su peso y que pudiera caminar a pesar de sus heridas.
—Estoy bien ¡Aush! —se quejó queriendo caminar por su cuenta.
En el último segundo pude tomarla en el aire antes de que cayera, ella se veía algo molesta e incómoda, aunque no podía distinguir si se debía a sus lesiones o a lo que pasó con los robots que destruí, aun así, me concentre en ayudarla.
—También ayudaré. —Un pelirrojo llegó a su lado tomándola por el otro brazo, pero ella lo rechazó y lo apartó con rudeza.
—¿Quién eres? —Enid empuño la horquilla en su mano nuevamente a modo de defensa.
—Por supuesto, lo olvide —repuso el chico y aunque no parecía ser peligroso, me tomó por sorpresa que alguien, además del niño de antes estuviera tan cerca sin que pudiéramos notarlo—. Mi nombre es Ewan Miller, gracias por salvarme —se inclinó en una reverencia hacia nosotros.
Este chico no era humano, pero tampoco era un alienígena puro, podía cambiar su aspecto haciendo variar su edad, aunque mantenía sus rasgos físicos como color de cabello y ojos. Justo ahora frente a nosotros, se mostraba como un chico normal de nuestra edad, cuando hace tan solo unos minutos tenía la apariencia de un niño pequeño. Él era definitivamente un mestizo de la raza Catbary.
Continuará...
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