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La calma antes de la tormenta

Muy buenas a todos espero esten bien y se esten resguardando en casa respetando la cuarentena en sus respectivos paises. Les traigo un nuevo capitulo que debido a la situacion actual he podido trabajar en este y otro capitulo mas que esta en proceso de redaccion asi que si todo sigue asi subire este y otro capitulo mas pronto espero les guste. (Por los tonos de la cancion ya sabran donde ponerla 7u7)

La Base de Ocean Turtle se encontraba bajo ataque de un equipo bastante experimentado del Sistema de Defensa Glowgen dirigido por Gabriel Miller, el cual fue contratado por el director de la compañía Abstergo con el fin de recuperar la tecnología del STL.

Gabriel Miller, también conocido en GGO como Subtilizer, era un hombre de 1.85 metros de altura, con el cabello rubio peinado hacia atrás y sus ojos azules.

Su padre tenía una manía de recoger especímenes de insectos y el joven Gabriel se recluía en la sala para ver los insectos multicolores con un vidrio de aumento. Durante las observaciones, Gabriel comenzó a pensar en el poder de aquellos seres. Su padre entonces le mostró un video sobre el apareamiento de mantis religiosas donde la hembra devoraba la cabeza de su pareja durante el apareamiento, pero el insecto todavía seguía moviéndose a pesar de no tener una cabeza. Desde entonces empezó a pensar en que se trataba del alma del insecto. Después de realizar numerosos experimentos en los insectos removiendo varias partes de sus cuerpos, concluyó que el alma del insecto se extendía a lo largo de su cuerpo. Gabriel deseaba ver o incluso capturar esa alma. Sin embargo, a pesar de los numerosos experimentos en su laboratorio secreto, este deseo no se hizo realidad.

Gabriel comenzó a pensar en el alma humana. Como los seres humanos no pueden vivir sin sus cabezas, concluyó que su alma residía en el cerebro. Continuó sus pensamientos acerca del alma humana, mientras analizaba a su amiga de la infancia, Alicia Klingerman.

Un día, Alicia se despidió en la escuela y Gabriel la invitó al bosque detrás de su casa, donde estaba oculto su laboratorio secreto. Allí, cuando Gabriel y Alicia se abrazaron, él sacó la aguja que su padre había utilizado en sus insectos y perforó a Alicia a través de su oído izquierdo. Cuando Alicia murió, Gabriel vio una pequeña nube brillante pasando por la frente de la joven y pensó que lo que estaba viendo era su alma. Desde entonces él estuvo obsesionado con el alma humana y ahora tenía la oportunidad perfecta para volver a experimentar dicha experiencia.

Flashback

El hombre rubio abrió sus ojos mientras se acomodaba en su silla y se quitaba el Amusphere, notando que la consola en su escritorio estaba parpadeando.

Señor Miller, los de la NSA cancelaron su visita dijo una voz femenina.

—¿Por qué la cancelaron? preguntó, algo sorprendido.

No dieron razón alguna, señor Miller, pero al parecer tiene otra visita.

—¿Otra? ¿Pero de quién?

Por lo que me dijeron, son representantes de la compañía Abstergo.

Que pasen.

Pasaron cinco minutos. Gabriel se encontraba en su sala de reuniones junto con los representantes de Abstergo que ya estaban sentados en el sofá con sus tazas de café; uno de ellos vestía un traje negro muy elegante con un pin del símbolo de Abstergo en el cuello, mientras que la otra persona era una mujer de cabello castaño con un traje negro elegante, e igual que su compañero tenía un pin en el cuello.

Señor Miller, queremos contratarlo para una misión un tanto delicada dijo el hombre.

—¿En qué consistirá esta misión? preguntó Gabriel seriamente.

En recuperar la Tecnología Soul Translation.

—¿Qué es eso?

Una maquina desarrollada por RATH capaz de descifrar el alma humana.

—¿Descifrar el alma humana? sin duda habían llamado la atención del hombre rubio.

Sí, RATH usó la tecnología Soul Translation para analizar y reproducir almas humanas. Si finalizan, el alma artificial a la que llaman A.L.I.C.E se convertirá en un arma que desequilibrará las fuerzas de Asia Oriental. Además, sería un peligro para nuestras industrias y afectaría mucho nuestra competencia en el mercado armamentista.

Industrias Abstergo debe hacerse con el control de esa tecnología antes de que eso suceda habló la mujer mientras tomaba un sorbo a su taza de café.

Entiendo. ¿Y qué debemos hacer en concreto?

Cerca de las islas Izu hay una base de investigación llamada Ocean Turtle. Deberán subir a bordo y "recuperar" la tecnología de Soul Translation.

Eso implica atacar la nave de un país aliado.

Ah, de eso no hay problema. Hablamos con las Fuerzas de Autodefensa, aparentemente no son el monolito que parece ser.

Perdón por la pregunta, pero si son una gran compañía, ¿por qué ustedes mismos no hacen esta misión?

Como sabe, señor Miller, somos una industria mundialmente reconocida. Llevar a cabo una misión como esta mancharía nuestro nombre si se llegara a correr la voz en las noticias. No podemos darnos ese lujo.

Entiendo.

—¿Alguna otra pregunta?

—¿Ustedes fueron quienes hicieron que la NSA cancelara? preguntó Gabriel, dudoso.

Ninguno de los dos respondió hasta que el hombre mostró una pequeña sonrisa.

Aquí entre nosotros, señor Miller, la razón por la que queremos que lleve a cabo esta misión es porque Abstergo fue quien dio fondos para RATH para llevar acabo sus proyectos mientras que esperábamos resultados, pero ellos mismos cerraron sus puertas. Nosotros pudimos haber hecho el movimiento de cortar sus fondos, pero decidimos que no lo haríamos para ver qué salía con ello, hasta que se nos reveló la tecnología Soul Translation, y por eso queremos que usted la recupere.

En otras palabras, quieren que la robe como venganza.

Exactamente, señor Miller —la mujer puso un maletín en la mesa y lo abrió mostrando muchos fajos de dinero.

Esta es una parte de su paga, señor Miller. Cumpla la misión y se le dará el resto, además de que le daremos un bono.

—¿Bono?

Tendrá acceso a todas nuestras instalaciones y recursos. Inclusive podremos hacer un acuerdo con los directivos para que su empresa esté asociada con nosotros.

Gabriel estaba muy sorprendido por todo lo que le estaban ofreciendo, aunque se preguntaba por qué una gran empresa como Abstergo se fijaría en una empresa pequeña como la suya. Aun con dudas, aceptó la oferta.

Muy bien. Lo haré.

Excelente, señor Gabriel. Tendrá el apoyo de nuestra fuerza paramilitar de élite en esta misión. Le enviaremos los detalles más tarde. Ellos se pondrán en contacto con usted y recuerde que Industrias Abstergo no tiene nada que ver con la misión.

Fin del Flashback

Su escuadrón estaba conformado por Vassago Casals, un hombre de buen aspecto, aunque algo salvaje, con un mentón dividido y cabello largo y negro ligeramente ondulado, mejor conocido como PoH, líder del antiguo Ataúd Risueño; Critter, un hombre delgado de piel blanca y cabello corto color rubio. Sus ojos son grises y lleva anteojos, siendo el hacker principal del equipo. Fueron contratados por la compañía Abstergo con el fin de recuperar la tecnología del STL y un misterioso artefacto, el cual sería recuperado por el equipo adjunto de sus contratistas, el misterioso equipo Sigma.

Los atacantes lograron tomar la sala de control principal, pero había ciertas complicaciones, o al menos eso pensaba y frustraba a Vassago. La computadora principal estaba bloqueada y no había manera de desencriptarla a tiempo, y al estar el Light Cube Cluster del otro lado del muro de la sala de control principal, era necesario pensar en cómo entrar, además de tomar la sala de control secundaria, pero las compuertas anti presión serían difíciles de cortar debido a sus compuestos, y si intentaban destruirlas con explosivos C-4 podían dañar el Light Cube Cluster. Además de que las Fuerzas de Autodefensa, aunque tenían heridos, estaban completos y sin bajas.

Los objetivos principales eran encontrar y extraer a un Light Cube en específico y la recuperación de un artefacto por parte del equipo Sigma, que era llamado por ellos el "Fruto".

La siguiente fase del plan era localizar a Alice, su objetivo principal, por lo que comenzaron a observar ambos territorios en el mundo de Underworld: El Territorio Humano y El Territorio Oscuro.

Sería necesario entrar al Territorio Humano, donde era más probable encontrar a Alice. Desgraciadamente, las cuentas en ese lugar eran demasiado bajas de nivel y las altas estaban muy bien encriptadas, así que buscarían alguna cuenta fuera del Imperio Humano de alto nivel. Dichas cuentas pertenecían a un Caballero Oscuro y al Emperador de la Oscuridad Vector, que serían usadas por Vassago y Gabriel respectivamente.

Por su parte, Asuna, Kikouka, Rinko, Higa y Tori, analizaban la situación actual de Kazuto, la cual no era muy favorable, ya que, aunque estuviera conectado aún en Underworld, su imagen personal se encontraba dañada, estando en una especie de coma, pero si alguien lo "perdonaba" en ese mundo, podría reaccionar positivamente. Como era de esperarse, Asuna se ofreció voluntariamente a entrar para apoyar a su pareja, y como una medida extra, le informó a su hija Yui en caso de que necesitara apoyo. La guerra estaba próxima y necesitarían la mayor ayuda posible.

Cierto Lugar de Tokio.

En una biblioteca se encontraban varios estudiantes leyendo, a excepción de cierta chica pelicafe que estaba durmiendo en una mesa con la cabeza encima de sus brazos. De repente se despertó agitada.

—¿Iori? —dijo mirando a varios lados. Recordó que estaba en la biblioteca y se tranquilizó un poco— Otra vez el mismo sueño.

Vio que su teléfono estaba sonando con una llamada de Yui.

—Shino, quiero explicarles algo a todos, ¿podrían conectarse a ALO? —Shino no quería pensar que lo que quería hablar Yui tenía que ver con cierto chico castaño.

ALO Swilvane.

—Mama está dispuesta a reparar el fluclight de papá. Por eso entró a Underworld —dijo Yui al grupo.

—Hermanos... —dijo Leafa con un tono triste, mientras que Sinon estaba en silencio.

—Estarán bien. Ellos siempre regresan —dijo Liz, optimista.

—¿Y qué hay de Ocean Turtle? Los atacaron unos desconocidos, ¿no? Sé que Iori se las puede arreglar por sí solo, pero aun así... —dijo Sinon preocupada.

—¿No podemos hacer nada? —preguntó Klein.

—Respecto a eso, es posible que necesitemos su ayuda en algún momento...

El Territorio Oscuro tenía diferentes tribus a lo largo de sus tierras: Tribus de Goblins que residían en las montañas y las llanuras. Los gigantes, orcos y ogros, así como los humanos del Territorio Oscuro que residían cerca del Palacio Imperial Obsidia, donde cuenta la leyenda que la sala del trono en el piso superior del palacio tiene vista hacia el horizonte occidental, desde donde se puede ver la cordillera del borde y la gran puerta esculpida en su sólida roca. El trono había permanecido vacío desde la antigüedad, cuando el primer emperador Vector partió.

Todas las tribus del territorio se movilizaron. El emperador había regresado y era tiempo de presentar sus respetos y de conocer el motivo de su regreso.

La Asamblea de los Diez Lords fue convocada y cada líder junto a sus subordinados se encontraban frente al Emperador Vector.

Vixur Ul Shasta, comandante de los Caballeros Oscuros; Dee Eye Ell, líder del gremio de artes oscuras; Fu Za, líder del gremio de asesinos; Iskahn, décimo campeón del gremio de pugilistas; Rengli Gila Scobo, líder del gremio de comerciantes y artesanos; Hagashi, líder de los goblins de montaña; Kubiri, líder de los goblins de pradera; Lilpilin, líder de los orcos; Furgr, líder de los ogros; y Sigurosig, líder de los gigantes.

—Antes de ofrecerle mi espada, debo preguntarle algo —habló Shasta haciendo una reverencia—. ¿Qué es lo que busca ahora que regresó a su trono?

—Sangre y terror; llamas y destrucción; muerte y gritos —respondió Vector con una mirada fría—. Las tierras occidentales rebosan del poder de los dioses que me expulsaron. La gran puerta que los protege está por caer ahora mismo. Regresé para que se reconociera mi autoridad por todos los rincones. Cuando caiga la gran puerta, el Imperio Humano será nuestro. Sólo quiero una cosa: a la sacerdotisa de la luz que apareció en ese sitio. Les concedo el permiso para matar y apresar a cualquier otro humano.

El odio hacia el Imperio Humano se hizo presente en toda la sala, mientras Shasta se abstenía de hacer algún comentario.

Para el anochecer, Vector y Vassago se encontraban platicando y tomando vino en una de las salas del palacio. Vector, con una increíble capacidad de orador, tomó su lugar en el trono, mientras que, según Vassago, él prefería liderar el ataque.

Otra cosa que los tenía impresionados era el realismo de aquel mundo. El sabor del vino, la textura de la botella e inclusive las heridas eran reales, aunque lo que cambiaba era la percepción del tiempo, y que si morían en el campo de batalla sus cuentas ya no podrían volver a usarse y empezarían de cero.

Vassago estaba impaciente por salir. Vector, ejerciendo su autoridad como líder, le negó la salida, por lo que ambos se fueron a sus respectivas habitaciones.

Al entrar, Vector observó a una mujer parada con un traje bastante revelador, mostrando su piel morena.

—¿Qué haces? —preguntó seriamente.

—Le haré compañía esta noche —la chica, de nombre Lipia, con cabello morado oscuro, vestía un camisón transparentado y lencería púrpura.

—¿Quién te mandó?

—Nadie, este es mi deber.

—Comprendo —Vector se acostó en la cama mientras Lipia se sentaba, comenzando a quitarse su atuendo.

En un rápido movimiento, Lipia sacó una daga escondida en su cabello, tratando de asesinar a Vector, el cual sin ningún esfuerzo logró bloquear la daga, quedando sobre la mujer y con una mano en su cuello.

—¿Quién te ordenó hacerlo?

—Esto es elección mía —decía con dificultad.

—¿Quién es tu comandante?

—No tengo.

—¿Por qué intentaste matarme? ¿Te ofrecieron dinero o te prometieron status?

—¡Es por un bien mayor! Si estalla la guerra, la historia retrocederá cien, no, doscientos años. No podemos regresar a una era de opresión para los indefensos.

Vector ejerció más presión en el cuello de la mujer, asfixiándola y quitándole la vida, mientras un extraño espectro dorado salía de su frente, y posteriormente entró en la frente de Vector, recordándole la experiencia que tuvo de niño con su amiga Alice y qué tan dulce sería el alma de esta nueva Alice.

Al día siguiente, nuevamente se encontraban reunidos los diez Lords.

—Majestad, los preparativos están listos —comentaba Dee—. Atacaremos cuando lo ordene.

—Excelente. Por cierto, anoche hubo una intrusa en mi habitación, tenía una daga oculta en el pelo. No condenaré a quien haya enviado a esta asesina. No veo mal que usen su poder para obtener más. Si quieren mi cabeza pueden atacarme por la espalda cuando quieran. Eso sí, sólo entiendan el precio a pagar por ese atrevimiento. Como esto, por ejemplo —Vector le ordenó a una de sus sirvientas que trajera una especie de objeto cuadrado cubierto con una manta.

Ese objeto era nada más y nada menos que la cabeza congelada de la chica Lipia. Shasta, lleno de ira por ver el rostro de sufrimiento congelado de su amada, usó toda su fuerza para atacar al Emperador Vector, sacrificando su propia vida sin hacerle rasguño alguno, pero perdiendo a algún Lord que se encontraba cerca del emperador.

—Los que perdieron a su general seguirán al siguiente en la cadena de mando. Comenzaremos el asalto pronto —todas las tribus presentes se encontraban petrificados ante el poder de su líder.

—¡Viva el emperador! —gritó Dee, apoyando a su líder.

Todos los presentes gritaron en respuesta, con cierto temor de que tuvieran el mismo destino que el líder de los Caballeros Oscuros.

Estaba oscuro mientras el viento soplaba. Saga no sabía dónde estaba, por lo que trató de caminar, y mientras, en cada paso que daba se escuchaban charcos, además de que parecía que no hacía ningún progreso, hasta que se topó con alguien frente a él. Parecía ser una chica. El asesino le habló sin recibir respuesta alguna, por lo que se le acerco más y cuando trató de tocarle el hombro para llamar su atención, la chica se volteó, revelando que estaba totalmente cubierta de sangre en la cara, haciéndola imposible de reconocer.

—Tú...me...hiciste...esto —dijo la chica en un tono bajo.

—¿Qué?

—Tú... —Saga trató de dar un paso atrás, pero la chica lo tomó del cuello, empezándolo a asfixiar— ¡Tú me hiciste esto!

Saga abrió los ojos, alterado, alertando a Alice.

—¿Qué pasó? —preguntó Alice algo preocupada.

Saga recordó que se encontraba volando en Amayuri con Alice, Kirito y Eugeo hacia el campamento donde se encontraba el ejército del imperio humano.

—No, nada, sólo fue un sueño.

—Entiendo, descuida, ya vamos a llegar.

Antes de que se dirigieran al campamento, fueron a revisar la Puerta Este, y en verdad se estaba rompiendo. Sólo tenían semanas, quizá días, para poder prepararse antes de la gran invasión del Territorio Oscuro.

El grupo ya se estaba aproximando al campamento. Desde los cielos pudieron observar que había varias tiendas puestas, al igual que varios banderines con el símbolo del Imperio Humano. Pudieron reconocer que había rostros familiares de cada Caballero de la Integridad con sus respectivas cuadrillas, varios soldados que estaban practicando con espadas de madera.

Vieron al dragón de Eldrie y decidieron aterrizar cerca de él. Alice tomó a Kirito para bajarlo mientras que Saga tomó a Eugeo, y al bajarse de Amayori, fueron recibidos por nada más y nada menos que Eldrie mismo.

—¡Maestra! —gritó Eldrie, que se estaba acercando— Confiaba en usted.

Cuando se acercó, su rostro cambio al ver a Kirito, Eugeo y Saga. Todos se le quedaron viendo sin decir nada. Se puso tenso el ambiente de nuevo, como cuando Eldrie estuvo en la cabaña.

Ya con Kirito en su silla de ruedas y Eugeo en su camilla, Alice se acercó a su antiguo aprendiz.

—Vengo de la Puerta Este. No falta mucho para que el ejército Oscuro la destruya y ataque el Imperio Humano.

—Son unos 50000 contra nuestros 3000. Si no entrenamos a los soldados...

—¿Y los demás Caballeros? Desde el cielo sólo vi a siete en el campamento.

—Son prácticamente todos —Alice se sorprendió al escuchar eso.

—Eso no puede ser. Había 31 Caballeros contándome a mí.

—Ya sabe que el dignitario Chudelkin reajustaba a los Caballeros que parecía que iban a recordar algo. Hay diez que siguen bajo su influencia. Por ahora veintiún caballeros despertaron, cuatro están vigilando la Catedral y la capital, otros cuatro están patrullando la Sierra Fronteriza. No nos sobra gente. Y usted, maestra Alice, ¿piensa pelear protegiendo a esos dos?

—Naturalmente. Juré que los protegería —dijo Alice apretando su puño.

—¡No puede, Maestra! Si pelea con esas cargas, su espada estará limitada. Podría ponerla en peligro.

—Eh, no te enojes, Eldrie —dijo una voz familiar que llamó la atención, la cual pertenecía al viejo Bercouli, que llevaba puesta su bata del diario con su espada envainada a la cintura—. Me alegra verte animada, tienes la cara más rellenita.

—Señor Bercouli, cuánto tiempo —dijo Alice alegremente.

Bercouli se alegró al escuchar las palabras de Alice. Mientras se acercaba a ellos se fijó en Kirito, lo cual hizo que llamara la atención de la chica rubia y su compañero.

—¿Qué planeas, viejo? —preguntó Saga, mientras se preparaba para cualquier cosa.

—¿Piensa lastimar a Kirito? —Alice llevaba su mano a su espada.

—Tranquilos, ambos —Bercouli dio un respiro y lanzó un ataque hacia Alice, pero se escuchó un fuerte choque de metales.

—¿Pero qué acabas de hacer, viejo?

—¿Viejo, eh? Ja, ja, ja, ya extrañaba que me dijeras así —rio el comandante—. ¿Vieron eso?

Los dos asintieron con la cabeza.

—Arremetí contra el chico con intención de golpearlo. De haberlo hecho, le habría cortado la piel.

—¿De haberlo hecho? Eso significa que... —susurró Saga.

—Exacto. Lo bloqueó él mismo —al escuchar las palabras de Bercouli, quedaron con la boca abierta. Alice se puso de rodillas para observar a Kirito.

—Su corazón no parece estar aquí, pero no está muerto. El chico no intentaba protegerse así mismo, sino a ustedes. Por eso creo que volverá. A lo mejor cuando realmente lo necesiten.

Alice, entre sollozos, abrazó a Kirito, mientras que Saga le dio una palmada en la espalda de su hermano.

—Pero, ¿qué dices de Eugeo? —preguntó Saga a Bercouli.

—No estoy muy seguro de él. No parece estar en condiciones, pero también creo que volverá. Así que vamos a cuidar de los chicos, Eldrie —Eldrie, de mala gana, aceptó la petición de Bercouli.

Bercouli les ofreció una tienda donde podrían quedarse. Eugeo ya estaba en una cama, Saga estaba descansando en una silla, mientras que Kirito estaba sentado en otra, pidiendo las espadas.

—Sí. Un momento —Alice se las dio a Kirito para después mover su brazo y que las abrazara Él se calmó.

—Kirito... —susurró Alice, tomando la cara de Kirito con sus dos manos— ¿Perdiste el corazón después de aquel combate, pero intentaste protegerme de Bercouli? ¿Qué piensas de mí? ¿Qué piensas de tu hermano en el estado en que está? ¿Qué pienso yo de ti? ¿Qué pienso de tu hermano? Olvídalo. Soy un ser fabricado, un muñeco de combate que posee el cuerpo de Alice Schuberg, no puedo permitirme pensar en nada más que en pelear, pero tal vez... tal vez no te llegue mi voz porque estoy conteniendo mi corazón. Si libera todo lo que guarda... No... no debo...

Alice se levantó y salió del cuarto, viendo cómo Saga estaba durmiendo en una silla de la sala, y alegrándose mientras lo veía.

"Parece un niño durmiendo, je, je. ¿Qué es lo que Saga estará pensando ahora? De la situación actual. Yo fui quien lo trajo de vuelta a este camino que ya no quería más, él quería olvidar el pasado, pero yo lo traje de vuelta. ¿Qué pensará de mí ahora? Tal vez me vea con remordimiento, pero él fue también la razón por la que debía permanecer fuerte, por todo lo que hemos pasado, y me ha ayudado indirectamente. Más por todo lo que he leído en su diario. Saga, si mi voz pudiera llegarte y decirte que también permanezcas fuerte, pero me estoy conteniendo..." pensó Alice mientras se acercaba más a Saga. "Y si liberara todo lo que guarda... ¿Que pensarías de mí?"

Los labios de Alice estaban por tocarse con los del joven asesino cuando unos cascabeles sonaron en la entrada de la tienda, que tomaron a Alice de sorpresa e hicieron que se alejara de Saga, temerosa por si se despertaba y veía lo que quería hacer, pero por suerte no se despertó. Alice se sintió aliviada. Se dirigió a la entrada para ver quién llamaba, levantó la cortina de la entrada para echar un vistazo y vio que eran dos jóvenes en la entrada. Una era de cabello rojo y la otra tenía el cabello castaño. La pelirroja traía una olla en sus manos.

—Le traemos la cena, Señorita Caballero —dijo.

—Muchas gracias —respondió Alice.

—Aquí tiene pan y bebida —dijo la castaña, que traía un canasto en sus manos.

—No tengan miedo. ¿Son de la Academia de Maestría con la Espada de Centoria?

—Sí —afirmó la pelirroja—. Soy la aprendiz Tieze Shtolienen del cuerpo de suministros.

—Yo soy la aprendiz Ronye Arabel, igual del cuerpo de suministros

—No es necesario que sean tan formales. Aquí sólo soy una Caballero más. Pueden llamarme Alice —las chicas sólo la miraron temerosamente— ¿Qué ocurre?

—No, es que... luce distinta a la anterior vez que la vimos en la Academia.

—¿De verdad? ¿Querían algo?

—Sí —Tieze y Ronye se miraron entre ellas y asintieron con la cabeza—. Oímos que la acompañaba un joven de cabello negro y uno castaño.

—Y creemos que pueden ser unos conocidos nuestros —dijo Ronye.

—Claro, sí. Eran amigas de Kirito y su hermano en la Academia, ¿cierto?

—¡Entonces sí es Kirito! —dijo Ronye alegremente.

—¿Eugeo también vino? —preguntó Tieze.

Alice estaba un poco preocupada, pero sabía que debía decirles la verdad.

—Puede que sea para ustedes demasiado duro. Pero confío en que, como discípulas suyas, podrán aceptar la verdad.

Alice abrió la cortina para que pudieran entrar. Tieze y Ronye se dirigieron a la habitación donde se encontraban los muchachos, y cuando entraron, lo que vieron las dejó paralizadas. Vieron que Kirito estaba en muy mal estado y sin su brazo derecho, mientras que Eugeo estaba recostado en la cama, pero parecía que estaba muerto para ellas. Ronye se acercó a Kirito y cayó en sus rodillas para comenzar a llorar, mientras que Tieze se acercó a donde estaba Eugeo y vio que tenía una gran cicatriz en su estómago, la cual a pesar de que estaba cerrando poco a poco con ayuda de la tela dorada alrededor de su torso, se seguía viendo bastante riesgosa. Tieze cayó de rodillas y se puso a llorar. Tomó la mano de Eugeo y algo la sorprendió.

—Escuché... la voz de Eugeo... en mi cabeza —dijo Tieze entre sollozos—. Decía que no llorara, que él está aquí, que siempre lo estará.

Ronye se acercó a Tieze para consolarla, tratando de contener las lágrimas.

—¿Acaso ustedes... y Kirito y Eugeo...? —preguntó Alice.

—¡No! Yo... Yo solo... —Ronye no podía terminar su oración.

—Señorita Alice, sabe que Kirito, Eugeo y Saga rompieron un tabú, ¿verdad? —preguntó la pelirroja.

—Sí. Oí que casi matan a otros alumnos de la Academia.

—¿Y sabe por qué lo hicieron? —habló Tieze.

—No, no sé tanto.

—Ellos tomaron la espada para salvarnos. Si fuéramos más listas, no habría muerto nadie enfrentándose a la Iglesia para reformar las leyes. Cometimos un delito y ya no hay vuelta atrás. Por eso... no podemos decir que los amábamos... —las dos ya no resistieron más, se abrazaron entre ellas y comenzaron a llorar.

—Te equivocas. Ustedes no cometieron ningún delito.

—Señorita Alice... ¡Una honorable Caballero no puede entenderlo! —gritó Ronie entre llanto— Jugaron con nuestro cuerpo y corrompieron nuestro orgullo.

—El cuerpo es sólo el receptáculo para el corazón. El corazón... El alma es lo único que cuenta y eso uno mismo decide cómo es —esto llamó la atención de las chicas.

"Puedo hacerlo...Tal y como me lo demostraron" pensó Alice mientras recordaba cómo Saga y Kirito pelearon contra Quinella.

Una luz empezó a emanar de Alice. Se iba haciendo más y más fuerte hasta que iluminó toda la habitación. Cuando el destello desapareció, se mostró a Alice sin su armadura. Ahora llevaba puesto su ropa de antes de dejar el pueblo de Rulid.

—¿Ven? El cuerpo no es más que un sirviente del corazón. Y nadie puede mancillar el corazón. Nací en una aldea remota y me crié de forma ordinaria. Pero a los once años me llevaron como una criminal y me hice una Caballero de la Integridad al perder los recuerdos. Hubo un tiempo en el que maldije mi destino. Pero incluso yo puedo hacer algo. Debo hacer algo. Eso me enseñaron Kirito y Saga. Por eso no dudaré más. Decidí aceptarme y seguir adelante —Alice se arrodilló frente a ellas y tomó sus manos—. Y ustedes también tienen por delante un camino amplio y largo.

Tieze y Ronye no pudieron contener las lágrimas y comenzaron a llorar en los brazos de Alice, mientras que ella las abrazaba para poder consolarlas. A espaldas de ellas, no sabían que cierta persona había despertado, y fue entonces que entró en el preciso momento a la habitación.

—Oigan ¿qué sucede? —preguntó Saga algo somnoliento al entrar a la habitación.

Al escuchar la voz de Saga, pusieron su atención en él, tuvieron contacto visual entre todos y hubo un silencio incómodo.

—Creo que entré en mal mome... —Saga fue interrumpido antes de salir de la tienda.

—¡Saga-senpai! —Tieze y Ronye gritaron al mismo tiempo mientras se aventaban contra él para abrazarlo y continuar llorando. El asesino, confuso y tomado por sorpresa, les regresó el abrazo.

—¿Chicas?

—¡Sí, sí, sí, somos nosotras! ¡Creímos que habías muerto!

—Tranquilas, ya pasó —pasaron unos minutos para que las chicas se calmaran y retomaran la compostura.

—¿Chicas, qué pasó? ¿Qué hacen aquí?

—Verá, senpai, desde que anunciaron que una guerra se aproximaba solicitaron toda la ayuda posible —dijo Tieze.

—Por eso es que estamos aquí. Aunque todavía no hayamos terminamos el entrenamiento en la academia nos asignaron al batallón de suministros —continuó Ronye.

—¿Están seguras de hacerlo?

—Sí, aunque no hayamos terminado sabíamos que era lo correcto y que debíamos ayudar. Es lo que Kirito y Eugeo hubieran querido... Hubieran hecho lo mismo.

—Sé que lo harán bien. A propósito, ¿Krista vino con ustedes? ¿Dónde está?

El mencionar este nombre, hizo que entrara tristeza en Tieze y Ronye, mientras se miraron entre ellas, dudosas de decirle la verdad a Saga, pero sabían que él tenía que saber. Asintieron con la cabeza y le dijeron su respuesta.

—Saga-senpai...Krista...ella...

—Krista desapareció, Saga-senpai... —soltó por fin Ronye.

—¡¿Qué?! ¡¿Pero por qué?!

—No fue reciente, no huyo por la guerra. Justo cuando Alice se los llevó a ustedes a la Catedral, ella desapareció unos días después de la Academia sin dejar rastro. No dejó ni una nota ni nada, simplemente...se fue —dijo Tieze con un tono triste.

Saga estaba en blanco al escuchar eso, temía que algo malo le hubiera pasado. Entonces recordó lo que le había dejado a ella. ¿Será esa la razón por la cual huyó? ¿No pudo soportar la carga que le dejó? Temeroso, sabía que tenía que hacer lo que iba hacer.

—Gracias, chicas —dijo mientras se dirigía de nuevo a la tienda.

—¿Qué es lo que harás?

—Iré a buscarla.

—Pero, ¿cómo? Ella no dejó rastro alguno.

—Descuiden, encontraré la forma. Descansen y gracias —dijo Saga alegremente mientras entraba a la tienda, dejando a las chicas confusas, que se miraron entre ellas para darse una sonrisa entre ellas.

Saga llegó a la tienda de Alice. Él sabía que lo apoyaría en lo que fuera.

—Oye, Alice... ¿Eh?

Saga miró a Alice, que no llevaba su armadura puesta y vio que ahora traía puesto un vestido azul con blanco. Por lo que le contó, parecía ser el mismo traje que usaba Alice antes de que dejara Rulid. Saga no pudo resistir y se sonrojó un poco. Alice, al ver que Saga estaba sin decir palabras, se dio cuenta que era la primera vez que él la veía así; se sonrojó y no pudo resistir a darle una cachetada en la cara. No sin antes llamarlo idiota, para después huir a la habitación a cambiarse.

—¡La próxima vez avisa cuando entres, idiota!

Saga no respondió, mientras se tallaba la mejilla donde le pegó Alice.

No pasó mucho para que Alice se cambiara. Una vez que tenía la armadura puesta de nuevo salió de la habitación para conversar con Saga.

—Ahora sí, ¿qué sucede?

—Alice, esto sonará descabellado, pero tengo que volver...

—¿Volver? ¿A dónde?

—A Centoria. Las chicas me comentaron que mi valet desapareció... Creo que fue por mi culpa.

—¡¿Pero ahora mismo?! ¡¿Qué no ves que hay una guerra inminente?! ¡Necesitamos toda la ayuda posible! ¡Te necesitamos, tú nos podrías ayudar mucho! —gritó Alice tratando de convencer a Saga de que se quedara.

—Lo sé, lo sé, pero tengo una corazonada de que, si la encuentro, también nos podría ayudar. No lo sé, pero tengo ese presentimiento.

—¡¿Estás arriesgando todo sólo porque tienes un presentimiento?! Eso suena estúpido, además de que perderíamos tiempo antes de que caiga la puerta.

—Lo sé, pero por favor déjame hacerlo... Dame dos días y volveré aquí lo más rápido posible. No me tardare casi ni el día, por favor.

—Está bien... Dos días... Te prestaré a Amayori para que vayas y regreses lo más rápido posible —dijo Alice, aún algo dudosa.

—Gracias, Alice —susurró Saga, y le dio un abrazo rápido a ella, lo cual la tomó por sorpresa.

—T-te preparé una mochila de provisiones para tu viaje. Búscame con Amayori —dijo Alice tratando de retomar su compostura.

Saga asintió con la cabeza y se fue a preparar. Alice se puso un poco triste al saber que Saga se tenía que ir. Ella no quería que se fuera, pero vio que su cara estaba llena de determinación, por eso fue que lo dejó ir.

Al anochecer, Alice y Saga se encontraban en Amayori. La chica terminaba de explicarle a Saga cómo volar a Amayori y todo lo demás. Amayori ya sabía que llevaría a Saga, lo cual haría las cosas más fáciles para ambos.

Saga, ya con la mochila puesta que le preparó Alice, se montó en Amayori, se amarró en su cintura un cinturón extra a la ensilla de Amayori para estar más tranquilo.

—Tranquila, no tardaré, lo prometo —Alice no dijo nada, simplemente asintió con la cabeza y le dio una sonrisa.

Saga levantó las cuerdas de Amayori y dio un grito. Amayori empezó a levitar para después salir volando más alto. Ya con la altura suficiente empezó su camino hacia Centoria a máxima velocidad. Alice veía como se iba alejando Saga cada vez más lejos hasta que ya no podía verlo más, dio un suspiro de tristeza y se dirigió a su tienda.

"Por favor, vuelve pronto..." dijo Alice en sus adentros.

La mente de Saga estaba llena de varias preguntas. ¿Podría encontrar a Krista? ¿Qué es lo que le esperaba si la llegaba a encontrar? Pero la más importante de todas... ¿Podría ganar esta guerra? Es algo que jamás había experimentado a su vida pero que pronto viviría.

El viento le pegaba en la cara y veía todo desde cielo en su camino hacia Centoria, pero si algo había aprendido en todos sus años de entrenamiento como asesino era que nada era verdad, todo estaba permitido.

Por otra parte, en el campamento Alice se disponía para dormir. La partida de su compañero, así como los sentimientos que comenzaban a surgir en ella, la tenían bastante confundida.

—Ahora sí podré dormir —acomodó su cama—. Ha sido un día largo.

Escuché ruido fuera de mi tienda, por lo que me asomó, viendo parado frente a mí a Saga.

—Saga, pensé que te habías ido —susurré mientras él se acercaba a mí de manera, cómo decirlo... seductora. Agarró mi rostro entre sus manos y besó mis labios. Yo lo alejé sorprendida—. ¿Por qué hiciste eso?

—Me gustas —dijo bajando la voz, sonriendo de lado para volver a besarme, aunque esta vez introdujo su lengua al interior de mi boca. Por Stacia ¿los besos saben así de bien con todos? Siento que me he perdido de mucho al saborear sus labios, si seguimos así ya imagino en qué podría terminar, pero no estoy lista aún para esto. Es la primera vez que llego a intimar con alguien de esta manera.

—Alice —susurra mi nombre sobre mis labios, y por alguna extraña razón, escucharlo causa que mi cuerpo se estremezca un poco, sus palabras retumban en mi mente.

Desabotona los primeros botones de mi vestido para dormir y besa mi cuello, mejor dicho, comienza a lamerlo con la punta de su lengua, mientras se dedica a besarlo con delicadeza y pasión a la vez. Esta sensación es tan distinta. Nunca en mi vida sentí algo igual. Creo que a esto le llaman placer y moriré de ello si Saga no se detiene.

Me recuesta sobre la cama posicionándose sobre mí. Sus manos recorren mi cuerpo desde mis muslos hasta mis caderas, toma con firmeza mi cintura para acercar nuestras pelvis. Sus besos van descendiendo hacia mi pecho, ahora casi desnudo, marcando un camino. Sus manos se deshacen de mi vestido, dejando a la merced mis senos. El frío de la habitación me hace estremecer, provocando que mi piel se erice, al igual que mis pezones, cosa que él nota. Me mira con una sonrisa ladina, para luego con su lengua lamerlos.

Veo cómo quita ágilmente la última prenda que cubría mi intimidad. No puedo evitar morderme el labio por el deseo que me esta generado, es un deseo que tengo conteniendo en mí desde que vivimos juntos en Ruild. Me termina por retirar la prenda que traía puesto, y siento cómo rozan sus dedos contra mi intimidad.

—No puedo más, Saga —susurro a su oído, mientras él acaricia mi entrada con mucha habilidad. Creo que lo ha hecho con varias chicas.

Él ya había sacado todas mis prendas y ahora se encontraba introduciendo levemente sus dedos a mi intimidad.

— Alice —dice Saga en forma de susurro. Lo miro tratando de calmar mi respiración. Sé que esto no está bien, pero me toca tan bien que lo demás ya no me interesa.

—Sigue —digo jadeando. Sus dedos se mueven de manera que siento que me adormece todo el cuerpo. Un cosquilleo recorre por toda mi espalda.

—Alice —dice otra vez viéndome a los ojos y me abre las piernas con brusquedad. Lo miro mordiéndome el labio. Se posiciona para penetrarme—. Alice.

Cierro los ojos esperando a que Saga me haga suya.

Cuando abrió los ojos, se encontró en su habitación, en completa en oscuridad. Inhaló profundo.

—No puede ser —susurró estrujándose los ojos con cuidado—. Esta clase de sueños con él —dijo sorprendida colocando sus manos en su frente. Abrió los ojos a más no poder. Sintió su rostro arder, sudada y empapada, llevó su mano a su entrepierna, comprobando lo sensible que estaba debido a ese sueño, el cual esperaba no repetir.

Alice se sentía realmente apenada y confundida. Si bien era cierto que tenía sentimientos fuertes por el asesino, nunca pensó que llegaría a tener ese tipo de sueños con él, y mucho menos que un simple sueño la dejara demasiado sensible.

Saga se encontraba envuelto en la oscuridad. Silencio es lo único que podía ver o sentir, y de alguna manera tenía una sensación de que ya conocía ese lugar. Comenzó a caminar y de alguna forma se empezó a luminar poco a poco el camino mientras le llegaba un olor familiar, que siempre le iba con él y reconocería en cualquier lugar: sangre. El hedor se esparcía en todo el lugar, guiándolo a un punto sin salida, y al tratar de regresar por donde venía, se dio cuenta de que había un muro impidiéndole salir, por lo que se volvió a dar la vuelta, notando que algo estaba mal. El cuarto ahora tenía más iluminación, pero dándole un toque siniestro al lugar. Las paredes estaban manchadas de sangre y en el piso había charcos teñidos de esa misma sustancia roja, y ahora, con la poca iluminación que había, se podía apreciar una cama. Había alguien acostado en ella. Saga se acercó para ver quién era, y una vez que estaba junto a la cama trató de despertar a la persona, que por su apariencia era una chica. Percatándose de que algo estaba mal, le dio vuelta a la chica para ver su cara, llevándose una gran sorpresa: la chica estaba muerta, cubierta de sangre en todo su cuerpo, impidiendo reconocerla.

—Pudiste haberlo evitado... —dijo una voz que parecía ser femenina a lo lejos, provocando que el asesino buscara la fuente de dicha voz— Fuiste tú... Fue tu culpa...

Saga se dio la vuelta. La voz provenía de detrás de él. Se dio cuenta que ahora había una chica sentada en una silla en medio de la habitación con la cabeza abajo. Parecía que estaba murmurando.

—¿Qué hubieras hecho para evitarlo? ¿Crees que te habría perdonado?

—¿Quién eres tú?

—¿Quién soy yo? Deberías saberlo... Me conoces de toda la vida.

—No te conozco. ¿Quién eres?

—¿Lo dices en serio? ¿O estás tratando de negar la verdad?

—No sé de que estás hablando.

—Je, je... ¿Crees que puedes negarlo? Después de todo, tú me hiciste esto... —dijo la chica acercándose a él.

—Aléjate. Yo no te he hecho nada.

—No lo niegues... Fuiste...tú... —la chica se arrojó contra Saga y lo empezó a asfixiar. Saga trataba de liberarse, pero la fuerza de la chica era sobrenatural. No podía hacer nada— ¡Tú me mataste!

Saga abrió los ojos, sobresaltado, y miró a sus alrededores. Veía que el cielo estaba azul y había varias nubes. Dio un gran respiro y se tranquilizó. Reconoció dónde estaba. Estaba volando sobre Amayuri en camino a Centoria para buscar a su valet. El viaje era algo largo. Alice le dijo que llegaría en la mañana a Centoria, así que decidió dormir un poco, ya que traía más seguridad para que no se cayera de Amayori. Lo que no esperaba era que tuviera otro sueño

¿Otra vez? Lo mismo que esa vez  pensó mientas Amayori hacía sonidos para llamar la atención de su compañero.

—¿Ah? No, no pasa nada, Amayori... Sólo otro sueño —respondió mientras acariciaba su lomo.

Amayori se calmó al escuchar la respuesta de Saga y continuó con su vuelo. Saga estaba lleno de preguntas. ¿Quién era esa chica? ¿Por qué ahora estaba soñando con algo así? En su tiempo dentro de Underworld nunca había conocido a alguien así, ya que estaba concentrado en su misión principal. Lo más extraño que recordaba era que la chica decía que ya la conocía, pero aun así, no sabía a quién se estaba refiriendo. Quería pensar que era Krista, pero no era así, ya que su apariencia y su forma de hablar no coincidían con los de la chica del sueño. Todas esas preguntas llevaban a un callejón sin salida, por lo que dejó de pensar en ello y se volvió a concentrar en el vuelo. Estaban a punto de llegar a la Academia Centoria.

Estando sobre los cielos de Centoria, Saga pudo admirar toda la capital con más calma y detenimiento, ya que sólo la pudo apreciar cuando se fueron de la Catedral, pero esa vez era de noche ahora ya la podía apreciar de día. Saga tuvo una sensación de nostalgia. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que estuvo allí.

Llegando a la Academia, Saga aterrizó a Amayori en el patio principal donde se encontraban todos los edificios de la Academia, principalmente los dormitorios donde empezaría su búsqueda.

—Ve a descansar y almorzar, si te necesito te llamaré —dijo Saga acariciando la cabeza de la criatura.

Amayori asintió con su cabeza alegre. Empezó a flotar en el aire para tomar impulso, para después salir volando y buscar un rio donde pudiera comer y descansar.

Saga, cuando ya no podía apreciarla en el aire, empezó con su búsqueda. Lo primero que notó era que no había nadie en la academia. Estaba todo desolado, mientras el único sonido del soplar del viento se hacía presente.

Saga se dirigió a los dormitorios, los cuales, igualmente, se encontraban vacíos. Incluso donde solía estar el dormitorio de la maestra Azurika.

El joven asesino se dirigió a su antigua habitación, dando un pequeño vistazo a cada habitación de camino, sin éxito de encontrar a alguna persona, mientras daba gritos preguntando si había alguien, sin respuesta alguna.

Al abrir la puerta de su habitación, vio que estaba ordenada y sin ninguna de sus pertenencias. Parecía una habitación nueva, lista para recibir a alguien más, llenándolo otra vez un sentimiento de nostalgia al recordar todos los momentos que pasó en la Academia, desde sus días como valet hasta cuando era el tutor de Krista.

Después de recordar, comenzó a buscar por pistas, pero no tuvo éxito. Buscó debajo de su cama, y el cofre que le había dejado a Krista no estaba, dándole a entender que sí lo tomó, y posiblemente fuera una de las razonas por la cual ella pudo haber huido de la Academia.

Al salir de su cuarto, fue a revisar la habitación de Krista. Si bien él estaba consciente de estar solo, sus sentidos de asesino le indicaban que estaba siendo observado, por lo que tenía sus hojas preparadas para un combate.

A llegar a la habitación de Krista, comenzó a buscar por pistas de su paradero, descubriendo únicamente que en el tocador de Krista había una pluma de ave. La tomó e inspeccionó, dándose cuenta de que la pluma era reciente y no tenía tiempo de estar ahí, así que salió rápidamente de la habitación y se puso a buscar por todos los dormitorios, habitación por habitación, desde el comedor hasta la terraza, pero sin éxito alguno.

Saga, decepcionado por no encontrarla, salió hacia el patio donde había llegado. Iba a buscar ahora en los edificios donde antes entrenaba y tomaba clases, pero ya estaba atardeciendo. Se había tomado casi todo el día buscando en los dormitorios.

El chico iba llamar a Amayori para buscar un lugar donde descansar, pero decidió no hacerlo ya que había volado casi todo un día entero y merecía un día de descanso completo, así que se dirigió de vuelta a los dormitorios para descansar en su antigua habitación. Le dio un poco de risa, porque parecía que hubiera vuelto a su antigua vida de estudiante en la Academia.

Justo antes de que pudiera entrar a la habitación, sintió un pellizco en el cuello como si algo lo hubiera picado. Saga se tocó el cuello y en verdad tenía algo ahí. Se lo quitó y vio que era una especie de aguja.

—¿Qué carajo...? —su visión se estaba volviendo borrosa. Se le dificultaba hablar. Trataba de caminar, pero cada vez que daba un paso se tropezaba. Se tiró de rodillas al suelo y trató de llamar a Amayori, pero no podía porque sus brazos estaban perdiendo sus funciones motoras. Cayó al suelo totalmente mientras levantaba su vista, viendo dos figuras borrosas— Maldición...

Saga trató de abrir los ojos. Lo primero que vio era un techo. Se levantó y notó que estaba en su habitación de la Academia. Se estiró un poco y caminó hacia la ventana para observar por la ventana, notando que algo estaba mal. Era de noche y afuera parecía que todo estaba en ruinas. Al voltear su mirada, se percató que todo estaba desordenado y destruido.

De repente alguien estaba tocando en su puerta, muy, pero muy fuerte. Saga no respondió y la puerta comenzó a azotarse más fuerte, como si la estuvieran pateando, provocando que Saga se pusiera en guardia para lo que fuera, notando en el proceso que no traía sus hojas ocultas. Repentinamente parecía que el ambiente se había puesto de color rojo. La puerta fue tirada y alguien entró. Saga estaba sorprendido y algo asustado al ver que era la misma chica cubierta de sangre. Ahora sus ojos emanaban una luz blanca.

—¿Estás listo para afrontar la verdad? ¿O sigues negándolo? —preguntó la chica con una voz siniestra y distorsionada.

—No pienso escucharte. Nada de esto es verdad, tú no eres real.

—Dices que no soy real...pero aquí estoy... —Saga no respondió y trató de hacerse para atrás, sin perder su mirada de la chica, pero topó con la pared y ya no pudo hacerse más hacia atrás— Eso es. Ignora el dolor... Entiérralo dentro de ti... Deja que supure... Deja que me pudra...

—¡Sal de mi cabeza! ¡Tú no eres real! ¡Sólo eres una pesadilla!

—¡¿Quién soy yo, Saga?!

Saga despertó agitado, notando que los alrededores donde estaba eran desconocidos para él y no había nadie alrededor. Se inspeccionó el cuerpo y no tenía heridas de ningún tipo, más que el dolor que sentía. Lo único que le faltaba eran sus hojas ocultas. Poniendo todos sus sentidos alerta en la medida de lo que su cuerpo le permitía, se levantó de su cama para dirigirse a la salida, alarmándose más cuando notó que no llevaba puesto sus ropas habituales. Ahora llevaba puesta ropa normal, lo cual le recordó a la ropa que traía puesta la primera vez que entró a Underworld y de su tiempo en Rulid.

Al salir del cuarto lo llevó a un gran pasillo. Las paredes se le hicieron familiares a las que había en la Academia. Su instinto lo llevó a recorrer el pasillo. Cuando estaba a punto de entrar a una sala que era más grande de donde había pasado, toda su visión se hizo oscura y cayó al suelo.

Saga estaba despertando lentamente, sintiendo como unas cuerdas amarraban sus manos en su espalda y un saco cubría totalmente su cabeza. Mientras escuchaba que había personas a su alrededor que estaban conversando, trató de fingir estar dormido para poder escuchar de qué estaban hablando.

—¿Estás seguras de esto? —preguntó una voz masculina.

—¿Yo? ¡¿Por qué me preguntas a mí?! ¡Si esto fue tu idea! —respondió una voz femenina.

—¿Y al menos sí es el verdadero?

—¡¿Cómo estamos seguro de eso?! ¡Puede ser un impostor! Puede que sea otro ciudadano tratando de pasarse por uno de nosotros.

—Sólo hay una manera de saberlo —dijo la misma voz masculina de una manera impulsiva, mientras se escuchó un "clang" que venía de su mano.

—¡Caleb! No es el momento para tus bromas.

—Je, je, je, perdón, perdón, señorita comandante.

—Sigue así y te quedarás entrenando toda la noche.

Saga había escuchado suficiente. Tenía que salir de ahí y descubrir qué estaba pasando. Desgraciadamente, las dos personas se le acercaron.

—Bueno, veo que estás despierto, así que dime, ¿quién eres y qué haces aquí? —preguntó la mujer agachándose para verlo a los ojos sin recibir respuesta— Verás, podemos estar aquí el tiempo que quieras, aunque no sé qué tan enterado estés de la situación entre el Imperio Humano y el Territorio Oscuro.

—Deberíamos quemarlo, comandante. Si no habla por las buenas, será por las malas —el hombre de nombre Caleb comenzó a bañarlo con aceite.

Saga, en un intento desesperado por defenderse, se llevó una patada por parte de la chica, cuando una voz muy conocida por él se escuchó.

—¡Sasha! ¡¿Qué carajos está pasando?! ¿¡No les dije claramente que si alguien llegaba a la Academia lo capturaran y lo llevaran conmigo!?

—M-m-maestra, estábamos por ir con usted —la chica se escuchaba nerviosa.

Saga sintió cómo el saco que cubría su cabeza era retirado, revelando el rostro de su antigua alumna Krista.

—M-maestro —los ojos de la chica se llenaron de lágrimas, mientras corría a abrazar fuertemente a Saga— ¡Está vivo!

—No por mucho si me sigues apretando tan fuerte.

—Oh, lo siento, maestro.

—Veo que seguiste los pasos del libro que te dejé. Estoy muy orgulloso de ti, Krista —ella desató a su maestro, el cual la abrazó con fuerza—. Estaba muy preocupado por ti. Cuando vi a Tieze y Ronye, pero no a ti, tuve muchos presentimientos. Unos buenos, unos malos. Pero me alegra que estés bien.

—Maestra Krista, ¿quién es él? —preguntó el muchacho.

—Él es Saga, mi maestro —a ambos muchachos les heló la sangre. Habían agredido al gran maestro asesino—. Vayan a buscar a sus compañeros, tengo que hablar con mi maestro.

Krista comenzó a contarle lo que había pasado desde que fue llevado a la catedral. Ella reclutó a jóvenes estudiantes después de completar su entrenamiento con ayuda del libro que Saga le había dejado, logrando en poco tiempo reclutar a cincuenta asesinos y entrenarlos a la perfección.

Saga se sentía realmente orgulloso. Krista había seguido sus enseñanzas, pero algo le generó cierta duda.

—Krista, perdón que lo pregunte, pero, ¿saben del sello en su ojo derecho?

—Así es, maestro. Es justo como lo habías escrito, y la iniciación en la hermandad, además de ser marcado en el dedo anular, es romper el sello y tener sólo un ojo por todo el tiempo de entrenamiento, para que cuando terminen se les cure la herida.

—Te has convertido en una gran mentora. Estoy orgulloso de ti. Por favor, reúne a todos tus aprendices, tengo que decirles algo.

—Entendido, maestro, lo veré aquí en quince minutos. Siéntase como en casa.

El castaño sabía que no podía seguir teniendo esas pesadillas. La guerra estaba a la vuelta de la esquina y tenía que descansar bien para estar listo. La única solución que encontró era meditar con la esperanza de encontrar el origen de sus pesadillas.

Cerré mis ojos mientras comenzaba a despejar mi mente y aparecí nuevamente en aquel cuarto siniestro, mientras la chica que me acosaba en mis sueños aparecía nuevamente.

Veo que regresaste me habló la chica con su voz distorsionada.

¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres de mí?

Sabes bien quién soy, Saga. Me dejaste morir de todos modos.

¿Cómo podré saber si te dejé morir si no me dejas ver tu rostro?

La chica no me respondió. Eso significaba que había dado en el clavo, y no dejaría escapar esa oportunidad.

Si dices que te dejé morir, ¿por qué no revelas tu identidad? Así podrás obtener las respuestas que quieres.

La chica comenzó a revelar su cabello rojo y ojos verdes, mientras un pequeño hilo de sangre bajaba por su frente y mostraba una herida importante en el cuello, así como en su pierna derecha.

Akira...

Vaya, así que por fin me recuerdas... La persona que dejaste morir hace algunos años. ¿Verdad, "Fantasma"?

Yo no sabía qué decir o hacer. Mi mejor amiga y apoyo en la hermandad, que murió en una misión conmigo, estaba parada frente a mí ahora, atormentándome.

Akira... ¿Por qué?...

¡Me dejaste morir! ¡Me abandonaste y aun después de mi muerte, me olvidaste y no honraste lo que forjamos!

Akira... no es así. Siempre estuviste en mis pensamientos, aquel osito de peluche que me diste antes de la misión siempre está conmigo...

¡Mientes, maldito! ¡Me remplazaste por esa maldita de lentes! —del cuerpo de Akira comenzaban a emanar destellos blancos y dorados. Ahora toda tenía sentido. El artefacto del Edén que estaba influenciando este mundo había jugado con mi mente y usado el recuerdo de alguien importante en mi contra, pero esto me ayudaría mucho.

—Akira... de verdad lo siento por no salvarte ese día. Me has hecho mucha falta en los años que siguieron, pero gracias a mi familia, mis amigos y a esa chica que mencionas que no logro recordar bien. Mis relaciones con ellos me ayudaron me acerqué abrazando a aquella visión dentro de mi mente—. Siempre serás mi mejor amiga.

Como si me hubiera liberado de una gran carga en mi espalda, dicha visión se iluminó desapareciendo mientras abría mis ojos.

—Gracias, Akira...

—Maestro, estamos listos.

Krista lo llevó a un pequeño centro de mando dentro de los túneles de la academia. Había alrededor de cincuenta asesinos, algunos con parches en su ojo derecho todavía. Saga subió a un escalón mientras observaba a los alumnos de su valet, los cuales le daban diferentes miradas.

—Hace unos meses estuve en este mismo lugar y vi a mis seres amados ser abusados y traicionados por sus presuntas personas "nobles". La sed de venganza me ofuscó y me habría llegado a consumir de no ser por la sabiduría de quienes me entrenaron para superar... mis instintos. Nunca me adoctrinaron, pero me enseñaron a buscar respuestas, y por eso les pido su ayuda. Allá afuera hay una gran fuerza liderada por aquellos que están dispuestos a arrebatarnos nuestra libertad, destruyendo todo lo que amamos de por medio. Los caballeros de la integridad, junto al ejército del imperio humano se preparan. Desgraciadamente no son suficientes, pero con ustedes tendríamos una oportunidad. No necesitamos que nadie nos diga lo que tenemos que hacer, somos libres para seguir nuestro propio camino. Hay quienes están dispuestos a arrebatarnos esa libertad y quienes renuncian a ella gustosos, pero es la capacidad de elegir nuestra verdad la que nos hace humanos. No hay libro ni maestro que pueda ofrecer las respuestas, ni mostrarnos el camino. Elijan cada uno su sendero, no me sigan a mí, ni a nadie más.

Pasaron cerca de tres días desde que Saga se había ido. Alice, a pesar de que entrenaba sola o con alguno de sus compañeros caballeros, se sentía inquieta. Los sueños subidos de tono con Saga no se repitieron, pero si ella pensaba en él o soñaba algo, ya fuera subido de tono o no, su corazón se le aceleraba mientras sus mejillas ardían en un tono rojizo.

La noche era fría, dejando únicamente como compañía a la luna. La chica rubia portaba un vestido de dormir blanco y observaba el cielo con la esperanza de su compañero y amigo, por el cual sentimientos nuevos comenzaban a despertar en ella.

A lo lejos se escuchó el rugido de su fiel compañera dragona, la cual aterrizó cerca de la zona mientras bajaba el joven asesino sin su capucha puesta.

La imagen que contempló Saga era digna de un cuadro. Alice acariciaba con ternura a su dragona a la luz de la luna, que hacía juego con su vestido blanco.

—Alice...

—Dijiste un día, idiota —Saga estaba por decir algo cuando la chica lo abrazó fuertemente—. Me alegra que estés bien.

—Tranquila. Tengo algo importante que decir por la mañana así que vuelve a dormir. Hace frío y podrías enfermarte —Alice notó la vestimenta que tenía, por lo que se sonrojó y le dio una fuerte cachetada al asesino.

Al amanecer, Saga se dirigía en compañía de Alice a la tienda del Bercouli. El asesino ya había hablado anteriormente con su compañera rubia, así que irían ambos a hablar con el capitán de los caballeros para hacer ciertas modificaciones en el entrenamiento del ejército humano para aumentar las posibilidades de victoria.

Cuando estaban por llegar a la tienda del capitán, fueron interceptados por cierto caballero de armadura plateada.

—Maestra Alice —Eldrie, al ver a su maestra acompañada por Saga, mostró una cara de disgusto—. Veo que regresaste. Pensé que no lo harías.

—Lamento decepcionarte. Ahora, si nos permites, iremos a hablar con tu capitán —dijo Saga seriamente, dispuesto a seguir su camino, cuando la mano del caballero lo detuvo.

—Tú no eres nadie aquí para acercarte al capital.

—¡Eldrie! —Alice estaba por reprimir a su alumno cuando Saga se le adelantó.

—No seré caballero, pero te recuerdo que sólo con mis hojas ocultas te pude hacer frente, e inclusive puedo darte una paliza si quisiera, así que hazte a un lado.

Bercouli salió al escuchar la discusión.

—¿Qué está pasando aquí?

—¡Capitán, con el debido respeto, este criminal piensa que puede hablar con usted cuando quiera y hacer lo que quiera! ¡Se atrevió a vivir con la señorita Alice y por poco le siembra la duda para pelear, así que terminaré con esto aquí y ahora! —Eldrie desenfundó su espada con intención de atacar a Saga.

Alice se disponía a interponerse entre la espada y Saga, pero éste fue más rápido, quitando a Alice mientras con su hoja bloqueaba el ataque.

—¡Te haré pedazos!

—Hazlo y nosotros nos encargaremos de que no vuelvas a ver la luz del sol —una voz sonó mientras varias personas con las mismas vestimentas de Saga en color blanco aparecieron de la nada, colocándose en posiciones estratégicas por si alguien hacía un movimiento en falso.

—¡Tranquilos! Verá, capitán, antes de que su caballero me interrumpiera quería comentarle que recientemente descubrí que mi valet Krista formó una pequeña hermandad en la academia y pedí su apoyo con el fin de que entrenen al ejército y mejoremos nuestra estrategia para enfrentar al ejército del imperio humano.

—Ya veo. Me disculpo, chico, por la actitud de Eldrie —dijo Bercouli despreocupado.

—¡Pero capitán...! —Saga, en su distracción, empujo al suelo a Eldrie quitándole su espada.

—Eldrie, este muchacho demostró ser un guerrero con honor y una habilidad inigualable, además de que tu mentora confía ciegamente en él, tanto que formó un lazo con él —Alice comenzaba a sonrojarse—. Y ahora necesitamos toda la ayuda posible, así que te pido que te comportes.

Saga retiró su hoja, mientras recuperaba la compostura llamando a Krista.

—Hablemos más tranquilamente en la tienda. Adelante, muchacho.

Ambos mentores entraron a la tienda del capitán, dejando a los demás asesinos esperando afuera.

Saga y Krista salieron mientras Bercouli comenzaba a notificar al resto del ejercito sobre sus nuevos aliados. Eldrie lo miraba con recelo mientras se iba con Alice.

—Sólo te haré una advertencia, caballero. Le haces algo a mi maestro y no importa más que seamos aliados —Krista emanaba un aura siniestra, dejando callado al caballero.

Días después, el último consejo de guerra se llevó acabo. El plan consistía en que se frenaría al enemigo poco a poco, peleando en la garganta que se abriría por la puerta del este. Los asesinos estarían como soporte para los batallones humanos, así como los que atacarían con arcos y flechas desde los bordes rocosos, y al no haber mucha luz de Sol y la falta de hierba o agua significaba muy poco poder sagrado, el cual sería aprovechado por Alice para reunir todo el poder acumulado a lo largo de los años. Desgraciadamente, esto significaría no poder curar a los heridos con artes sagradas y recurrir a la medicina tradicional. Los asesinos bajo las órdenes de Saga y Krista apoyarían a los batallones liderados por los caballeros, y en caso de ser necesario usarían la nueva variación de hoja oculta que había diseñado Leonardo, el cual asemejaba, para el gusto de Saga, a la hoja fantasma de la época de la Francia revolucionaria. Era una apuesta arriesgada, pero era lo único que podían hacer con los recursos que tenían.

Alice fue a despedirse de Kirito y Eugeo, dejándolos al cuidado de sus respectivas valets.

—Cuiden a los chicos, por favor.

—Sí, déjelos en nuestras manos, señorita Alice. Le prometo que los protegeremos —dijo Ronye.

Alice se agachó para despedirse de ambos chicos abrazándolos, ya que posiblemente sería el último que les daría.

Al salir de la tienda, Alice se encontró con su alumno Eldrie, el cual la esperaba.

—Maestra Alice, es hora de irse —dijo el chico cortésmente.

—Eldrie —el mencionado detuvo su paso—. Muchas gracias por tu servicio. Tenerte a mi lado fue una bendición. En lugar de elegir a un maestro como Deusolbert me elegiste a mí, una muchacha sin méritos, porque te preocupaba, ¿no es así?

—¡No! Le ruego que no me acuse de una insolencia así. Simplemente la elegí porque admiraba su técnica con la espada —Alice, con ternura, tomó la mano de su discípulo.

—Gracias a tu apoyo pude recorrer un duro camino sin desfallecer. Gracias.

—Maestra Alice, ¿por qué habla en pasado? ¿Por qué habla como si su camino terminara aquí? Yo... ¡todavía quiero aprender más de usted! ¡Todavía no estoy a la altura de ninguna de sus técnicas! Por favor, tiene que seguir enseñándome y guiándome.

—Caballero de la Integridad Eldrie Synthesis Thirty One, te doy una última orden como maestra: sobrevive, sobrevive y presencia la paz que llegará. Recupera tu verdadera vida y a tus seres queridos.

Alice se retiró, dejando a su aprendiz con lágrimas en los ojos.

Saga se encontraba preparando su invento especial por parte de Leonardo. Era claro que estaba hecho para una verdadera emergencia, ya que además de dicho invento había puesto las placas de metal a los puntos vitales de su cuerpo, así como la máscara que había elaborado para confundir al territorio Oscuro, debido a que según las leyendas antiguas, el Emperador Vector tuvo un aprendiz de nombre Nihilus, también conocido como "El señor del hambre", que vestía una túnica negra y una máscara blanca con negro y detalles rojos. Si bien ambos buscaban el poder y dominio del mundo, Nihilus era más despiadado. A él no le importaba que fueran sus aliados o no, pero la gota que derramó el vaso, provocando que fuera eliminado por Vector, fue el amor que desarrolló por la diosa del sol Solus, "traicionando" a su maestro.

Saga supo que si hacia una máscara similar podría sembrar la duda entre el ejército del Territorio Oscuro, y por ende dar más ventajas al imperio humano.

"Esto será interesante" comentaba para sus adentro cuando Alice entró nerviosa a su tienda.

—¿Estás bien?

—Sí, es sólo que, ¿qué pasará si no lo logramos? ¿Si le fallamos a nuestra gente? —el miedo en la chica era evidente, por lo que el joven asesino se quitó su capa negra con rojo y la usó para cubrir a la chica. Esto la extrañó.

—No te mentiré, tal vez no regrese con vida —Alice le soltó una cachetada, claramente enojada. — Veo que disfrutas golpearme en el rostro.

—¡No digas tonterías! Regresaremos y volveremos a vivir juntos en Ruild.

—Alice, soy realista, no sé cuánto dure allá afuera —Saga acarició la mejilla de Alice mientras limpiaba sus lágrimas—. Pero siempre estaré agradecido y feliz por conocerte de verdad... —Saga no pudo terminar, ya que la chica lo calló posando sus labios contra los suyos en un beso torpe pero lleno de emociones.

—Debes y tienes que regresar. Eugeo, tu hermano y sobre todo yo te necesitamos.

—Alice, yo...

—Cuando regreses hablaremos, así que asegúrate de sobrevivir, idiota.

La chica se fue con sus compañeros caballeros, dejando al joven asesino confundido.

Ambos ejércitos se preparaban para el combate, separados por una puerta que comenzaba a brillar en tonos blancos y morados mientras se agrietaba. La diferencia numérica entre ambos bandos era evidente. Eldrie apretaba su lazo cuando sintió una mirada a su derecha.

—¿Estás conmigo? —preguntó Saga a su lado.

—Hasta el fin —Eldrie recuperó la compostura mientras el joven asesino se colocaba la máscara.

La frase "Final Load Test" se escribió con fuego, seguido de la caída de la Gran Puerta del Este, dando así inicio a la guerra.

Espero les haya gustado el capitulo, yo espero en esta epoca de estar en casa poder trabajar en otro capitulo antes de que salga lo que resta de war of underworld asi que sean pacientes los quiero :3

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