Administrator
Muy buenas y bienvenidos a otro capitulo de esta gran historia así que disfruten de este capitulo :3
Saga comenzó a correr hacia sus compañeros sin desenfundar cualquier arma en su arsenal, empelando a Eugeo como un soporte para brincar sobre su hermano y desenvainando su espada para asestar un golpe.
—Vamos, idiota, tienes que recordar algo, por mínimo que sea. Mi cuñada, mi sobrina. Algo —Saga trataba de emplear los recuerdos de la vida en el mundo real de Kirito con el fin de encontrar el módulo de devoción.
Eugeo trató de atacar al asesino dando un corte vertical, el cual fue bloqueado por la hoja pivote de su rival.
—Alice, odio admitir esto pero te encargo a Eugeo —Alice aceptó chocando espadas con Eugeo—. Recuerda, no tenemos que matarlos.
Saga enfundó su hoja y arremetió contra su hermano, logrando dar ciertos cortes en su cuerpo, pero también recibiendo algunos. Kirito, para bloquear un golpe de Saga, empleó el estilo de su antigua senpai Sortiliena.
—¿No recuerdas quién te enseñó esa técnica?
—No, ni me interesa. Me basta con conocerla a ella, vivo para empuñar la espada y vencer a mis enemigos —no había duda alguna. Su hermano y su compañero y amigo Eugeo habían sido sometidos por el ritual y solo había un modo de detenerlo.
—¡Kirito, recuerda a la gente que te importa! A Selka que nos espera en Ruild, y Asuna te espera del otro lado al igual que tu hija Yui. Eugeo, aquel amor que le jurabas a Alice con todo tu corazón ¿dónde está? —esto provocó que apareciera un triángulo morado en la frente de ambos caballeros, mientras Alice y Saga atacaban con mayor fuerza.
Eugeo detuvo sus ataques, al igual que Kirito, el cual se posicionaba a su lado mientras soltaban una sonrisa. Parecía que ya recordaban algo de su pasado.
Saga y Alice bajaron la guardia cuando Eugeo usó su Enhance Armament, encerrándolos dentro de bloques de hielo para después irse a través del mismo elevador por donde llegaron.
Al subir, ambos caballeros se quitaron la armadura dirigiéndose a su líder, la clérigo mayor. El dignatario Chudelkin se acercó a ellos pidiéndoles su "reporte".
—¿Acabaron con los rebeldes números 32 y 33?
—Los encerré en el hielo, señor dignatario —contestó Eugeo fríamente mientras Kirito observaba solamente.
—Bien hecho, pero esperaba que los mataras.
—No, no lo hicimos, dignatario —respondió Kirito—. Las órden de la clérigo mayor era detenerlos.
—Mal, muy mal. Diríjanse a mi como señor dignatario, no olviden el "señor". Si lo vuelven a hacer se convertirán en caballos como castigo y me llevaran en la espada a cuatro patas —Chudelkin reía constantemente—. Iré a cumplir las órdenes de la clérigo mayor.
El pequeño hombre blanco tomó el elevador por donde habían llegado los caballeros, los cuales acomodaron las espadas en sus cinturones y avanzaron hacia la cama de su líder.
—Clérigo mayor —dijeron ambos al unísono.
—Bienvenidos, Eugeo, Kirito. ¿Hicieron el recado que les pedí? —una voz con cierto toque provocativo y sensual sonó del otro lado de las cortinas.
—Así es, su excelencia.
—Qué chicos tan buenos. Vengan, se merecen una recompensa, entren a la cama —ambos desabrocharon un botón de su playera, dejando parte del torso descubierto—. Vengan, les daré lo que tanto anhelan como prometí. Un amor único para ustedes. Pero antes les sanaré esas heridas que tienen, y déjenme ver sus rostros bien.
Quinella tomó ambos rostros, observando el lugar donde había insertado el módulo de devoción, pero al parecer el hueco en la memoria de ambos requería de más tiempo para funcionar de manera eficiente.
—Rehagamos el ritual. La recompensa se las daré luego —Quinella comenzó a extraer aquel prisma triangular de color morado—. Con el nuevo Synthesize podrán usar la Encarnación de inmediato. Muéstrenme sus recuerdos, esta vez lo implantaré en el más importante. Pueden mover la boca, así que reciten el hechizo que conoces, Eugeo.
Ambos caballeros, que estaban acostados en las piernas de Quinella, se quedaron callados.
—¿Lo olvidaste, Eugeo? No tienes remedio. Es: Remove Core Protection.
—Mu... ¡Muévete! —Eugeo recobró la conciencia, logrando sacar la daga que le había sido otorgada por Cardinal para apuñalar a Quinella.
La mujer logró crear una barrera cuando Kirito realizó la misma acción que su amigo, para ambos ejercer presión con sus dos manos y romper la barrera. Desgraciadamente, Quinella fue más poderosa y logró arrojarlos fuera de la cama.
—¿Recuperaron la conciencia? Me engañaron y esa herramienta es de la enana de la biblioteca, ¿no? —Quinella desapareció su vestido, quedando desnuda, mientras flotaba simulando estar sentada con las piernas cruzadas— Lo lamento por ustedes, ningún objeto de metal puede lastimar mi piel. Los compadezco. Sobre todo a ti, Eugeo, te prometí que te amaría en función a lo que me entregaras. Estabas a punto de conseguir el amor y el control eterno que tanto anhelabas.
—¿Amor eterno? ¿Control eterno?
—Así es, Eugeo. Si me lo entregas todo saciarás la sed que te hace sufrir. El miedo y las preocupaciones que te asaltan desaparecerán. Es tu ultima oportunidad, rompe ese juguete con tu espada. Si lo haces perdonaré tu crimen con mi inconmensurable amor, después me encargaré de tu amigo.
—Amar es controlar y dejarse controlar —Eugeo miró a Quinella con enojo—. Deberías compadecerte de ti por pensar así. Debías ser como yo, anhelabas el amor pero nunca lo conseguiste. El amor no es control, no se consigue negociando ni a cambio de nada. Es algo que se entrega, igual que el agua a las flores. Eso es el amor.
—Qué lástima. Yo sólo quería salvar las almas de los chicos que se rebelaron contra la Iglesia Axioma y ahora me dices eso. Sería un desperdicio matarte y transformarte en una joya. Me tomará un poco de tiempo, pero forzaré el ritual como lo hice con ella y con él.
—¿Ella?
—Sí, Thirty, la que tanto adoras, se negó a recitar el hechizo y los dignatarios automatizados desarmaron su protección por la fuerza. Yo no lo vi, estaba durmiendo, pero debió sufrir mucho —el corazón de Eugeo comenzaba a llenarse de ira inmensurable—. ¿Quieres experimentar lo mismo?
Eugeo y Kirito desenvainaron sus espadas para ambos lanzarse contra Quinella, logrando cortar un hechizo que les había arrojado y llegando nuevamente a la barrera, Lograron por fin romperla. Quinella usó un hechizo de viento para arrojarlos contra las columnas que contenían armas envainadas en la pared.
—Esas espadas... Entiendo —la voz chillona de Chudelkin se hizo presente en la habitación.
—¡Ayuda! ¡Ayúdeme, por favor, clérigo mayor! —el pequeño hombre blanco subió arrastrándose por el agujero del elevador— ¡Ustedes! ¡Son unos traidores, señora! Dijeron que encerraron a Thirty y al otro pero... —Chudelkin gritó cuando sintió cómo una mano lo tomaba del tobillo— ¡Suéltame!
Saga y Alice escalaron hacia dicha habitación mientras le regalaba a su hermano y amigo su característica sonrisa intimidante.
—Lo siento —dijeron Eugeo y Kirito al unísono.
—Dejé que Administrator nos tentara y los lastimé a ambos. Queríamos arreglarlo por nuestra cuenta —dijo Eugeo arrepentido mientras ocultaba la mirada, al igual que su amigo pelinegro.
—No seas tan pesimista, Eugeo, yo sabía qué planeaban desde que los vi.
—Nunca cambias, ¿verdad, hermano? —Saga sonrió ante el comentario de su hermano, el cual se acercó para quedar al lado de su Kirito.
—¿Esa es la clérigo mayor, Administrator? —preguntó Saga a Alice.
—Sí, no cambió nada en seis años.
—Ya era hora de resetear a Bercouli y Fanatio, pero a ti solo te usé seis años. Los circuitos lógicos no parecen dar error. ¿Es influencia de esa unidad irregular? Qué interesante —Alice frunció el ceño y apretó los puños.
—Quieres decirme algo, ¿no es así, Alice? Adelante, no me enojaré.
—Clérigo Mayor —Alice había tocado herida en el ojo derecho con el fin de retomar su valor y firmeza—. La honorable orden de los Caballeros de la Integridad quedó desmantelada a manos de las espadas de los rebeldes que me acompañan y debido a la obsesión y los engaños que erigió junto a esta torre. Mi misión es proteger las vidas de los que no poseen espada. Sus acciones son claramente perjudiciales para los habitantes del Territorio Humano.
—¡Silencio, muñeca defectuosa! Los caballeros no son más que títeres a mis órdenes... —Chudelkin reclamó defendiendo a Quinella mientras la mencionada analizaba con detenimiento a Alice. ¿Que había salido mal? Los circuitos lógicos no fallaban, el módulo de devoción estaba en perfecto estado, pero había roto el código 871 por voluntad propia. ¿Estallido emocional, quizá?
—No sabré más hasta analizarla. Veamos... Chudelkin, como soy tan generosa, te daré la oportunidad de restaurar tu reputación, así que incapacita a estos cuatro con alguna de tus técnicas —Quinella quitó la cama donde normalmente dormía y se dispuso a irse, cuando su sirviente de piel pálida la detuvo.
—¡Clérigo Mayor!
—¿Qué, Chudelkin? —el mencionado se arrodilló ante ella.
—Esta es la primera petición insolente en todos mis años sirviéndola. Eliminaré a los rebeldes y cumpliré mi mision. A cambio desearía que me permitiera tocar su preciado cuerpo y besarla. ¡Que me permita pasar una noche de ensueño con usted! ¡Por favor, concédame ese deseo! —cada uno de los "rebeldes" tenía emociones diferentes: Eugeo estaba algo confundido, Kirito sentía pena por aquel hombrecillo, Alice sintió asco y Saga tenía una combinación de pena y asco.
—De acuerdo, Chudelkin. Juro ante la diosa Stacia que cuando cumplas tu misión te entregaré todos los rincones de mi cuerpo por una noche —Quinella recorrió su cuerpo con un toque sensual mientras Chudelkin sonreía de una manera pervertida y degenerada incluso para él.
—Posee una dicha inigualable. Ahora mismo reboso de energía. Para ser más específico, soy invencible. ¡System Call: Generate Thermal Element! —el cuerpo de Chudelkin comenzó a quemarse mientras salían llamas de los dedos de sus manos, pies y ojos— Les mostraré mi mejor arte sagrada. ¡Ven, genio, calcina a estos rebeldes!
Las llamas generaron un cuerpo similar al de un orco o goblin, mientras que los ojos del dignatario se traspasaban al cuerpo en llamas.
Saga sabía que no podrían destruir ese cuerpo titánico de fuego, por lo que sería necesaria una distracción para atacar al dignatario.
—Lo detendré por diez segundos, en ese tiempo ataquen a Chudelkin, pero no se acerquen demasiado a la clérigo mayor o los atacara —Alice empleó su habilidad de dominio provocando un tornado de flores y distrayendo al titán.
Kirito observó a su hermano, el cual asintió, descifrando su plan de ataque. Ambos se colocaron en diagonal hacia Chudelkin, apuntando con sus respectivas espadas y cargando su ataque, mientras que Eugeo usó un arte sagrado pequeño que atacó a Quinella para distraer a su objetivo. Quinella, como si de una vela se tratase, sopló aquel arte sagrado mientras Chudelkin le alertaba distrayéndose con facilidad. Los hermanos cargaban su ataque y sus ropajes comenzaron a cambiar: La túnica de Kirito comenzó a volverse totalmente negra con pequeños detalles grises mientras que la gabardina blanca con rojo de Saga se tornaba de color negro con detalles en rojo y café oscuro.
Con una increíble coordinación, provocaron el estiramiento de sus espadas perforando el torso del dignatario y derribándolo mientras perdía demasiada sangre, dejando impresionados a sus compañeros rubios mientras sus trajes volvían a su apariencia original.
—Fue un combate aburrido, pero al menos conseguí unos datos significativos —Quinella tomó el cuerpo inerte de su más leal sirviente para arrojarlo donde no pudiera "estorbar"—. Chicos irregulares, pensaba que no podía consultar sus propiedades avanzadas por ser unidades no registradas, pero no es así. Vinieron del otro mundo, ¿verdad?
—Sí, pero tenemos los mismos derechos que la gente de este mundo —contestó Kirito.
—Tú no puedes controlar eso, Administrator, ¿o debería decir Quinella? Maestra Templaria de este mundo —este comentario hecho por Saga provocó una risa en aquella mujer.
—Parece que la enana les contó muchas cosas. ¿Y a que viniste a mi mundo, asesino?
—Quinella, destruirás tu propio mundo en poco tiempo, además de que privaste este mundo del libre pensamiento.
—¿Yo? ¿Yo destruiré mi mundo?
—Sí, porque tu error fue crear a los Caballeros de la Integridad para combatir la invasión del Territorio Oscuro.
—Puedo imaginarme a la enana diciéndoles eso. Qué inconveniente, ella se empeña en arruinarme y le creyeron con mucha facilidad.
—Con respeto, Clérigo Mayor, los caballeros no éramos suficientes para detener al Territorio Oscuro. Eso pensaba el capitán Bercouli, la subcapitana Fanatio y yo también. ¿Tenía algún plan para proteger a la gente cuando no estuviéramos? Eso no es todo lo que quiero decir. Nos separó de nuestros padres, hermanos y parejas a la fuerza, selló nuestros recuerdos e implantó unos falsos de que procedíamos de un lugar inexistente. ¿Por qué no confió en nuestra lealtad? ¿Por qué usó un ritual corrupto para forzar a nuestra alma a obedecerle? —lágrimas de enojo e impotencia caían por las mejillas de Alice.
—Me ofendes, claro que confiaba en ustedes. El módulo de devoción que les regalé es una prueba de mi amor. Quería que fueran unos muñecos preciosos para siempre, los libré de dudas y sufrimiento absoluto.
—El señor Bercouli vivió 300 años como caballero. ¿Cree que no dudó ni sufrió ni una sola vez en ese tiempo? ¿Que el hombre más leal a usted nunca conoció el dolor? ¿Eso es lo que dice?
—Ya lo sabía —Quinella mantenía aun aquella sonrisa descarada en su rostro—. No era la primera vez que Bercouli empezaba a dudar por tonterías o por las "leyendas" de aquellos sujetos llamados asesinos. La verdad es que me dijo lo mismo hace unos 100 años por eso lo arreglé, y él no es el único, les pasa a todos aquellos que viven más de 100 años, les hice olvidar todo lo doloroso. Tranquila, Alice, borraré los recuerdos que hacen que pongas esa cara tan triste, volverás a ser una muñeca que no necesita pensar.
—Es cierto que ahora siento un dolor y tristeza que desgarran mi pecho, pero no quiero deshacerme de este dolor que siento por primera vez, ya que eso demuestra que soy humana, no una muñeca. Clérigo Mayor, no deseo su amor. ¡No necesita repararme!
—Lo siento, pero no importa lo que tú pienses, si vuelvo a realizar el ritual tus sentimientos desaparecerán por completo.
—¿Tal como lo hiciste contigo, Quinella? —intervino Saga— De todos los templarios que hemos conocido a lo largo de la historia, todos tenían sentimientos. Sí, sus ideas eran erróneas, pero ellos se permitían a sí mismos sentir algo.
—¿No te dije que dejaras de hablar del pasado, asesino?
—¿Parar hará que la verdad desaparezca? Si ni siquiera tú puedes cambiar el pasado, no puedes cambiar el hecho de que también eres humana, ¿no es así?
—¿Y qué, asesino del otro mundo?
—Que al ser humana no puedes ser perfecta. Todos los humanos cometen errores y los tuyos ya no pueden arreglarse. Tras la caída de los caballeros una invasión asolará el Territorio Humano.
—Fuiste tú quien derrotó a los caballeros. Como todos los de tu orden, tienes agallas.
—Quizá creas que mientras tú sobrevivas podrás reiniciar todo, pero lamentablemente no es así. En el otro mundo hay gente que sí tiene control absoluto de este mundo. Esto es lo que pensarán: "Esta vez fracasamos, empecemos de cero", pulsaran un botón y desaparecerá todo. Las montañas, los ríos, las ciudades y todos los seres humanos, incluida tú, desaparecerán.
—¿Y qué hay de los humanos de su mundo? ¿Son siempre conscientes de que su mundo pudo ser creado por un ser superior y actúan como ese ser desea para no reiniciar su mundo? —Saga sólo se quedó callado— Claro que no. Son gente que crea un mundo y vidas por capricho y lo elimina cuando lo deja. Ustedes vienen de ese mundo, no tienen derecho a criticar mis decisiones. Me niego a complacer a los creadores y a rogar miserablemente para seguir existiendo. Lo que demuestra mi identidad es el control. Ese deseo me moviliza y me da vida. Mis piernas están hechas para pisotear a otros, ¡no para arrodillarme!
—¿Entonces vas a esperar a que invadan este mundo sola en un trono sin valor? —gritó Kirito.
—No pretendo dejar que reinicien Underworld ni aceptar el experimento final. Ya completé un hechizo para eso. Alégrense, se los mostrare antes que a nadie. Si les soy sincera, los caballeros eran para ganar tiempo. La fuerza que deseaba realmente no necesita recuerdos, sentimientos o pensamientos. Basta con que pelee para aniquilar al enemigo que tenga enfrente. En otras palabras, no tiene por qué ser humano. Despierta, siervo leal.
Quinella comenzó con su hechizo provocando que todas las armas alrededor de la habitación comenzaran a unirse mientras que el módulo de devoción completaba la creación, colocándose en el centro de lo que parecía ser una maquina formada por todas las espadas de la habitación, dando apariencia similar a la de un insecto apodado por su creadora Sword Golem.
Según su creadora, cada espada del autómata es un objeto mágico, producto de la experimentación con la memoria.
Por orden de su creadora, el Golem arremetió contra sus objetivos. Alice bloqueó uno de sus ataques con apoyo de Saga. Desgraciadamente, no fue suficiente.
—¡Cuidado! —Saga empujó a Alice, siendo él atravesado en el pecho por el Golem.
Kirito y Alice gritaron de rabia al ver tirado y ensangrentado al asesino, por lo que en un intento desesperado arremetieron contra el autómata, sufriendo el mismo destino.
—¡Usa la daga, Eugeo! Clávala en el piso. Yo ganaré tiempo, rápido —el chico salió de su parálisis debido a la voz que le llamó, la cual provenía de la araña Charlotte, quien comenzó a crecer para atacar al Golem.
Desgraciadamente, aun con los grandes esfuerzos del arácnido, no fue rival para el Golem, que logró cortar dos de sus patas y posteriormente atravesarla con una de sus tantas espadas.
Una luz morada, proveniente de la daga de Eugeo, iluminó la habitación mientras una puerta de madera aparecía de y el cuerpo inerte de la araña volvía a su tamaño original. Mientras la puerta se abría, un potente rayo amarillo atacó al Golem, derribándolo y dejando ver a Cardinal saliendo detrás de dicho rayo, y comenzó a sanar las heridas de Kirito, Alice y Saga.
—Saga, ¿quién es? —preguntó la chica rubia con duda.
—Cardinal, otra clérigo mayor que enfrento a Administrator hace 200 años y aliada nuestra. Nos ayudó y nos trajo aquí. Ama este mundo de corazón.
—Entendido, confiaré en la calidez que sanó mi herida —Cardinal fue hacia Charlotte, tomando su pequeño cuerpo con sus manos.
—Qué terca eres, siempre trabajando. Te dije que podías vivir libremente en la estantería que tanto te gusta.
Si bien Charlotte era un NPC, al estar en servicio por 200 años fue posible formar un alma y conciencia propios, lo cual era algo que Administrator jamás entendería, ya que confundía el amor con el control sobre los demás.
—Sabía que vendrías, sabía que si maltrataba a estos muchachos saldrías de tu agujero —Quinella tenía una mirada de odio y malicia hacia la chica castaña.
—Aprendiste a imitar a los humanos en el tiempo que no nos vimos.
—Del mismo modo, ahora hablas de una manera muy extraña, pequeña. Hace 200 años cuando te trajeron ante mí temblabas aterrada, ¿verdad, Lyceris?
—¡No me llames por ese nombre! Soy Cardinal, un programa existente sólo para eliminarte.
—Cierto, y yo soy Administrator, la que controla todos los programas. Disculpa que tardaran en recibirte, pequeña, es que me tomó bastante tiempo preparar el hechizo para recibirte —la mujer de cabello violeta lanzó un hechizo, generando una atmosfera siniestra y separando la dirección, impidiendo así el posible escape de Cardinal como si de una jaula donde un gato y ratón se encontraran se tratase.
Si bien Cardinal tenía una ventaja numérica de cinco a uno, el Golem se recuperaba del golpe de la pequeña, lo cual significaba que eran cinco contra treinta adversarios, y significaba una sola cosa: Quinella usó a 300 súbditos suyos para crear a aquel Golem despojándolos de su humanidad, e increíblemente ese sólo era un prototipo. Para crear modelos en masa Quinella necesitaría aproximadamente la mitad de los 80 mil habitantes del Territorio Humano, para rechazar la invasión del Territorio Oscuro e invadir el otro mundo.
Pero había otra interrogante. ¿Dónde estaban los dueños de las 30 espadas que forman ese títere? Aunque desafiaba la ley de que sólo se permite el dominio absoluto de un arma y para liberar los recuerdos de cada una debe de existir un fuerte lazo entre arma y portador, por lo que si el origen de esas espadas era de ciudadanos inocentes era imposible que existiera tal lazo.
La respuesta a esa interrogante eran los cristales encontrados en el techo. No sólo eran para decorar, sino que también formaban los fragmentos de los recuerdos de cada uno de los caballeros, dando así origen a una unidad humana artificial producto del ritual Synthesize, aunque por ser un prototipo le era imposible acceder al hechizo de dominio absoluto empleando como carnada a las personas más amadas por dichos caballeros, y el único modo de poder tocar y estar con dichas personas era matando a sus objetivos.
Saga no daba crédito a todo lo que había escuchado. Si bien los enemigos mortales de su mundo empleaban toda clase de artimañas y trucos bajos para conseguir sus objetivos, ninguno de ellos buscaba el beneficio propio sobre los de su orden, ya que serían considerados traidores, pero Quinella era ahora de la más baja clase de ser Templario que haya conocido, y el único modo de derrotarla sería destruyendo primero al Sword Golem, y por ende matando a 30 humanos inocentes, rompiendo su segunda regla: "Aleja tu hoja de la carne inocente".
Cardinal se había estado preparando en vano para derrotar a Administrator y su inhumanidad, ella no podía matar a dichas vidas tampoco, las cuales eran para Quinella datos maleables a su antojo.
—Puedes quedarte con mi vida —Cardinal abrió los brazos y soltó su bastón—. A cambio, ¡no le quites la suya a estos jóvenes!
—¿Qué gano yo aceptado esa condición?
—Si prefieres combatir te quitaré la mitad de tu durabilidad mientras detengo a ese títere. Si te lastimo tanto tu pobre memoria se volverá aun más inestable, ¿no?
—De acuerdo —Quinella ordenó que el Golem se mantuviera alejado—. Así podré guardar más diversión para luego. Juro por la diosa Stacia que...
—No jures por una diosa, júralo por tu Fluctlight que es lo único que valoras.
—Sí, sí. Juro por mi Fluctlight y los datos que contiene que una vez que te mate dejaré ir ilesos a esos cuatro que tienes detrás tuyo.
—Bien —Cardinal volteó a ver por última vez a aquellos chicos que le habían dado un abrazo y demostrado que también era una humana después de todo—. Lo siento.
Quinella, con ayuda de una especie de estoque, comenzó a disparar rayos negros hacia Cardinal, provocando que se le cayera su sobrero mientras se arrodillaba.
—Me estoy conteniendo, pequeña. Sería aburrido matarte en un instante. Llevo 200 años esperando esto —Quinella seguía disparando, torturando a Cardinal con tanto castigo mientras reía disfrutando de dichas acciones.
Kirito y su hermano tenían la intención de acercarse, cuando Cardinal les gritó impidiendo que lo hicieran.
—Bien, es hora de terminar con esto. Adiós, Lyceris. Adiós, hija mía. ¡Adiós, otra yo! —Quinella se disponía a terminar con la vida de la chica cuando unas flechas pasaron muy cerca de su vista.
—¡Basta! ¡No permitiré que alguien como tú siga lastimando a mis seres queridos nunca más! ¡Enhance Armament! —Saga activó su hechizo de dominio, por lo que su espada comenzó a brillar con un dorado intenso— ¡Eugeo, Alice llévensela rápido a un lugar seguro y hagan lo posible por frenar sus heridas! Kirito, ayúdame a distraer a esa maldita máquina.
—¡No, idiota, morirán! —Cardinal gritó mientras Eugeo la cargaba llevándosela hacia unas columnas.
—Luego me regañas —Saga lanzó un rayo de su espada del Edén, logrando desviar el rayo negro de Quinella.
Kirito igual activó su hechizo, y en compañía de su hermano, derribaron al Golem nuevamente mientras hacían lo posible por desviar los ataques oscuros de Quinella y mantener al Golem en el piso.
Eugeo y Alice lograron frenar las heridas mortales del cuerpo de la pequeña cuando una voz resonó en los oídos de Eugeo, proveniente de los ojos del pájaro azul en el techo.
—Por fin entiendo cuál es mi mision. No huiré, tengo un papel que cumplir. Cardinal, por favor transfórmame en una espada con la poca fuerza que aun te queda, así como ese títere.
—Eugeo, ¿qué...?
—Si huimos, Administrator convertirá a medio mundo en ese monstruo. La última posibilidad de que se evite esa tragedia está en este hechizo. System Call: Remove Core Protection. Por favor, Cardinal, nuestro lazos son más fuertes que lo que mueve a ese monstruo, es lo que tengo que hacer.
—De acuerdo, Eugeo, entrego mi último hechizo a tu determinación.
—Hay algo que debo decirles. Las armas de metal no alcanzan a la Clérigo Mayor, por eso no pude apuñalarla con la daga.
Eugeo, con ayuda de Cardinal y la cobertura de sus amigos, se fusionó con su espada, dando lugar a una bella espada azul claro con alas y su módulo de recuerdos en el centro, la cual comenzó a pelear uno a uno con el Sword Golem.
—Qué hermoso, la luz del amor y la voluntad de un ser humano es preciosa —Saga llegó hasta donde Alice y Cardinal se encontraban—. Eres un idiota, ¿sabes?
—Cuando todo esto termine me regañas, déjame terminar de curarte para que cuentes esta historia el día de mañana —Saga, con las ultimas gotas de magia que tenía, logró curar a la pequeña, salvándola de la muerte. Desgraciadamente, eso no impidió que se desmayara.
Las alas de la espada gigante crecieron, dándole una mayor fuerza y velocidad, por lo que sobrevoló toda la sala y arremetió contra el centro del Golem, logrando perforar el módulo de devoción dentro de sí y destruyéndolo inmediatamente mientras sus alas volvían a su tamaño normal y encaraba directamente a Administrator.
—Vaya, ¿quieres desafiarme aunque derrotaste a mi muñeco?
—No lo hagas, Eugeo —Kirito miraba con un temor grande en sus ojos.
Eugeo atacó directamente a Quinella, la cual estaba impidiendo su paso con un rayo negro, que fue roto fácilmente. Al ver esto la mujer atacó con su estoque, chocando punta con punta mientras usaban toda su fuerza para ganar aquel choque.
La espada en la cual se encontraba contenido Eugeo comenzó a agrietarse, y mientras aplicaba más fuerza para romper el estoque de su enemiga y cortarle un brazo, dicha espada se partió por la mitad. Regresó a la normalidad mostrando a Eugeo partido por la cintura, mientras la espada de la rosa azul caía en su herida, congelándola y rompiéndose dejando al pelinegro y asesino en shock.
—La espada en la que se convirtió Eugeo no podía igualar la prioridad de mi Silver Eternity. El resultado fue inesperado, y al no ver que no estaba hecha de metal, eso fue un error mío —Quinella sanó su herida, cerrando el espacio donde debería encontrarse todo su brazo derecho—. Son los últimos que quedan y eso tampoco lo esperaba, chicos del otro mundo ¿A qué viniste aquí sin derechos de administración? Eso despierta cierto interés en mí, pero ya me harté y tengo sueño. Ya haré las preguntas para luego. Ahora bajaré el telón del combate con su sangre y gritos. Adiós, chicos, espero verlos nuevamente en el otro mundo.
Quinella transformó su brazo cercenado en una espada, y con intención de matarlos de un golpe, lanzó un corte diagonal hacia ellos, los cuales salieron de su trance al ver cómo Alice se interponía para salvarlos.
Ambos ya estaban cansados de ser salvados, de que sus seres amados sufrieran por su culpa. ¿Cuántas veces tenían que pasar por lo mismo? Ya era suficiente.
Los hermanos desenvainaron sus espadas y repelieron el ataque de Quinella, salvando a Alice de peligro y siendo arrojados a los límites de la sala.
—Veo que aún pueden moverse —el tono de Alice se escuchaba cansado.
—Sí, nos encargaremos de todo —dijo Saga tocando la mejilla de Alice.
—Lo dejo en tus manos —la chica perdió el conocimiento.
—Bien, hermano mío, este es el plan: necesito tiempo, lo más que puedas regalarme, ya que tengo algo para salvar a Eugeo, así que pelea con todas tus fuerzas, y cuando mi nuevo esclavo esté fuera de peligro iré a apoyarte.
—Veo que nunca cambias, Saga —Kirito se colocó frente a Quinella—. Haré lo mejor que pueda, así que sálvalo.
—Toma —Saga le entregó su espada del edén a Kirito—. Úsala sabiamente, hermano.
El asesino corrió hacia el cuerpo de su compañero para comenzar a romper el hielo.
Kirito estaba decidido a que si moriría seria empuñando una espada y no arrodillado ante alguien, eso era lo que lo definía como humano, por lo que volvió a transformar su traje por su gabardina negra que alguna vez empleó en aquel juego que cambió su vida para siempre.
Ambos guerreros se lanzaron al combate, haciendo gala de sus mejores habilidades, y a pesar de que Quinella carecía de un brazo, le estaba dando problemas al espadachín negro.
Por su parte, Saga había logrado romper el hielo del cuerpo de su amigo mientras comenzaba a generar chispas con sus hojas.
—Perdóname, amigo mío, esto te dolerá —Saga comenzó a quemar la herida intentando detener la hemorragia—. Maldición, esto no está funcionado.
—Recuerda nuestro último encuentro —Saga logró distinguir una figura blanca similar al maestro Altair, recordándole aquel hallazgo que tuvo en el bosque de Ruild años atrás.
El asesino sacó de su alforja una tela que emitía destellos dorados el cual era capaz de curar cualquier herida sin importar la gravedad de ella.
—Por favor, que esto funcione —Saga colocó el sudario en la herida de Eugeo mientras abría su ventada de durabilidad, la cual descendía rápidamente—. ¡No te irás de este mundo, Eugeo!
Increíblemente, el sudario surtió efecto, deteniéndose a un punto de llegar a cero y comenzando a subir lentamente, por lo que Saga dejó a Eugeo con el sudario puesto y dirigió su atención al combate de su hermano, que a pesar de estar empuñando dos espadas, Quinella se las había ingeniado para superarlo, logrando cortarle un brazo. Creyendo que era su fin el pelinegro, se preparó para recibir el golpe final, que bloqueado por una pequeña hoja negra.
—Has hecho un buen trabajo, hermano, ahora puedes descansar. Con aquel sudario Eugeo tiene posibilidades, así que déjame terminar este asunto de asesinos y templarios de una vez por todas —Saga aventó a Quinella mientras su gabardina blanca comenzaba a cambiar a un tono negro con detalles rojos, con cinturón café, botas cafés y pantalones grises.
—Clérigo Mayor, Administrator de la Iglesia Axioma, Quinella. Por haber seguido los ideales de la orden templaria y convertirte en su líder cometiendo crímenes como imponer un régimen totalitario, tiranía, opresión a este mundo, usurpo de identidad, crueldad animal, privación de libertad, pensamiento libre y progreso de desarrollo, yo, Saga, representante de la hermandad exterior y creador de la hermandad de asesinos en el Territorio Humano, te condeno a muerte.
Saga desenfundó sus hojas, arrojándose contra Administrator, quien tenía dificultades para bloquear sus ataques y golpes a corta distancia. Kirito había hecho un muy buen trabajo combatiéndola, por lo que se encontraba vigilando los signos vitales de su compañero rubio.
Quinella intentaba dar estocadas, las cuales eran desviadas por la hoja derecha del asesino que respondía con su hoja pivote haciendo cortes en el cuerpo de la mujer, ya que al ser un material proveniente del árbol demonio, los cortes eran efectivos y lograban distraerlo, lo cual aprovechó el asesino, y con su hoja derecha perforó su hombro izquierdo, cortando su otro brazo.
Quinella usó desesperadamente su cabello, tratando de matar al joven asesino, que aprovechó esto para clavar su hoja derecha en su pecho, dejándole un orificio.
—Así que ninguna de sus armas estaba hecha de metal —el cuerpo de la mujer se encontraba agrietado, como si de vidrio o porcelana se tratase—. Qué inesperado, este resultado fue realmente inesperado. Recibí heridas que no puedo sanar ni reuniendo todos los recursos de la zona. No tengo otra opción.
Quinella activó una computadora del piso, con la cual abrió un portal que la llevaría al otro mundo de donde provenían Kirito y Saga.
—Esto es antes de lo planeado, pero debo irme ya —una luz morada rodeó el cuerpo de la mujer—. Adiós, chicos, espero volvamos a vernos, esta vez en tu mundo.
—¡Majestad! —Chudelkin, increíblemente, se encontraba vivo y aun mas increíblemente, se encontraba desnudo— ¡Lléveme a mí también!
El hombre fue rodeado con fuego y logró alcanzar el cuerpo de su majestad, comenzando a tocarlo sin descaro.
—¡Suéltame! ¡Suéltame, sinvergüenza!
—Por fin seremos uno, majestad.
—Un bufón horrendo como tú... —los cuerpos de Quinella y Chudelkin fueron consumido por el fuego mientras Saga y Kirito recuperaban sus trajes originales y volvieron a ver a Eugeo, el cual estaba con los ojos cerrados.
—¡Eugeo! —gritó Kirito, desesperado.
—Tranquilo, el sudario lo salvó. Desgraciadamente su durabilidad está subiendo muy lento. No sé cuánto tiempo pase para que despierte, pero estoy seguro de que vivirá para contarlo, pero mientras su durabilidad no llegue a 100 no tenemos que moverlo. Ve cómo contactar con el mundo exterior, yo veré si puedo hacer más por Eugeo.
Kirito caminó hacia la consola, donde había una notificación de llamada de un observador externo, el cual era nada más y nada menos que RATH.
—¿Kikouka? ¿Me oyes, Kikouka? ¡Kikouka! —un sonido de disparos se escuchó a través de la consola.
—¡Teniente coronel Kikouka, atravesaron la puerta! Abandonaremos el núcleo principal —dijo una voz.
—Aguanten dos minutos más, no podemos perder este lugar —respondió Kikouka, dejando confundido a Kirito—. Higa, ¿falta mucho para que termine el bloqueo?
—Ocho, no, siete segundos. Kiku, nos están llamando desde dentro. ¡Es él! ¡Es el chico Kirigaya!
—¿Qué? Kirito, ¿eres tú? ¿Estas ahí, Kirito? —Ocean Turtle se había convertido en una zona de guerra.
—Sí, Kikouka. ¡Lo que hiciste es...!
—¡Le debes una explicación a la hermandad, imbécil! —dijo Saga, que había llegado al lado de Kirito con su espada envainada.
—Ya me criticarán luego, ahora escúchenme.
—¿Qué? ¿Qué está pasando ahí?
—No hay tiempo, busquen a una chica llamada Alice y...
—¡No necesitamos buscarla! Esta aquí con nosotros —esto dejó impresionados a Kikouka y a Higa.
—Bien, al colgar devolveré la velocidad de sus fluctlight a 100. Lleven a Alice al World End Altar, para llegar tienen que ir al sur saliendo de la puerta este.
—¡Esto es malo! —gritó Higa a través de la llamada— Si cortan la línea principal de energía, se sobrecargará. El Light Cluster está protegido, pero no llegará corriente al STL de Kirigaya y su hermano y se quemarán sus fluctlights.
—Yo me encargo de bloquear esto —dijo Kikouka—. Higa, dile a Tori que vaya a la zona superior con la profesora Koujiro y Asuna. Llévate a Kazuto y a Iori.
—¿Asuna? —preguntó Kirito, alertándose.
—Hay una explicación para eso —respondió Saga.
—¡No, van a cortar la corriente! —gritó Kikouka.
Un gran resplandor surgió del cielo, lanzando una especie de rayo a la consola e impactando en ella, y por ende impactando en los hermanos, mandándolos al suelo y dejándolos inconscientes.
Espero les haya gustado este capitulo y espero para el viernes que viene subir otro capitulo así que esperenlo con ansias.
Esta es la gabardina empleada por Saga en SAO
Y está será la que empleara a lo largo de la guerra
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