Las siluetas caminaban por todo el lujoso salón, sobre las pisadas resonaban el doloroso tiritar de los vidrios rotos. El carmín del vino se desplazaba por todo lo blanco de aquel estropeado sofá. Oficiales sacaban fotografías y él permanecía estático, perdido en sí mismo, sus ojos no calculaban la medida del tiempo que paso observando el marco roto de aquella fotografía que los tenía a ambos allí.

— Levantese señor Jeon, queda arrestado por la muerte del joven Kim Taehyung, puede pedir u...

Su ropa estaba manchada de sangre, su rostro tenía rasguños, su piel tenia los pedacitos de cristales incrustados por toda la extensión de ese tatuaje que lo hizo en honor a su amor.

— Yo n... no lo maté — pronunció apenas pudo reaccionar — porque él llevaba muerto desde hace mucho.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas que caían sin parar seducidas por la aflicción de quién sabe que jamás superará la culpa de haber destruido lo único que jamás amo. Porque no podía explicar que su ahora muerto esposo, se había suicidado tratando de inculparlo, haciendo el plan de víctima y él de victimario.