[#2] El insignificante tablero de Ajedrez
El árbol podría ser algo enigmático, apareció en mis sueños como eh nombrado anteriormente y no sé ni estoy seguro de que significa exactamente.
También recuerdo vagamente que llevaba conmigo una espada, está tendría talladas unas simbologías peculiares.
Y se me hacía raro que aquella parte del libro había descrito mi sueño de esta mañana casi de forma semejante.
No conozco a un tal Asking pero figura un nombre parecido en nuestro historial de estudiantes.
Sin embargo la tal frase "murieron luchando" me dejó parcialmente descolocado.
Si yo supuestamente representaba a aquel guerrero celta, ¿entonces a su vez también daría la vida luchando?.
Sé que todo esto suena una reverenda utopía pero ¿moriría en caso de que así fuera?.
— Continúen la lectura de las páginas 13 y 14 en sus casas porque mañana será el día en que los evalúe oralmente–, afirmó el profesor exigente.—¡Por supuesto, pasarán al frente! y sin más que agregar, hasta el miércoles.
Y sí, era el primer día de la semana: lunes, un misterioso y estresante lunes.
Literatura Mística nos tocaba dos veces a la semana y era una de las escasas materias que me agradaban.
Todos salieron amontonados hacía el pasillo.
Sonó la campana posteriormente y rematé que debió de ser el portero.
Un tipo alto y delgado, también canoso. El colegio se podía describir como prestigioso y culto, aunque no sé enseñaba ninguna religión.
Se habían agregado algunas materias nuevas recientemente y todos estábamos un poco entusiasmados con el hecho.
A algunos desgarbados adolescentes no les parecía gran cosa. Prácticamente esos pueden ser el club donde practican fútbol americano bien rudo.
Si por mi cuenta practicará algún deporte, sin duda alguna sería tenis o golf. Porque soy tan escuálido y débil que me serviría para mí automotriz.
Todas las chicas andaban con shorts azules de franela hasta las rodillas, vestían planchadas camisas blancas con aroma a coco y combinaban todo esto con un par de negras medias largas.
De esto consistía su uniforme bastante formal, diría que el de los chicos no les llegaba ni a las pantorrillas.
Los de fútbol americano olían a sudor. Y yo no tenía ni idea, cargaba con mi olor todo el tiempo así que no estaba seguro. A veces usaba colonia o lavanda en los bolsillos. Prueben a usar jazmín también.
El colegio se dividía en una extensa galería de muros rocosos y firmes. En esta se dispondrían los salones con paredes blanquecinas y pupitres nuevos traídos de otro país quién sabe cuál. Se asemejaba a una institución de gente con un gran desarrollo intelectual, aunque por supuesto habían excepciones.
Como llevaba apenas una semana allí, no había parado a pensar en que particularmente no había hecho ningún amigo.
Al menos alguien con quién pasarme los deberes.
Pero ni eso siquiera. Aunque si había alguien que llamaba mi atención en mi mismo curso. Era un tipo de suspenso.
Tomé asiento en uno de los bancos de mármol del patio, juraría que si un huracán azotaba el colegio, estos sobrevivirían intactos.
El terreno era extenso y se dividía en dos sectores:el impenetrable y el impetuoso. Tranquilo y desastroso.
La semana anterior, que fue la primer semana, sólo una vez pisé el otro sector y me sorprendí al ver una cancha de 15 metros de largos por unos 6 metros de ancho.
Era como ver un monte Olimpo. Sólo faltaban Zeus y los demás. Pero para mí agrado no hice más que mirar.
Todos parecían empujarse en un vistoso partido de fútbol, y absolutamente no entendí nada. Luego habían chicas por todos lados gritando a todo pulmón con voz aguda, entonces me sacó de quicio y me marché. Es el área prohibida para mí.
El cielo desde el banco se mostraba despejado y el aire se llenaba de calidez al recorrer la tez de mi rostro.
Todo hubiera sido más armonioso,a no ser por dos tíos que jugaban al ajedrez a mi lado. Y gritaban entre posibles insultos:
— ¡Bola de fuego!.– y nuevamente no entendía nada.
Luego me di cuenta de que sacudían el banco con sus bruscos movimientos.
Y el otro:
— ¡Rayo relámpago!, ¡Esfera caliente!–. lo que suponía que ambos improvisaban. Por lo que sé en el ajedrez no se colocan dos alfiles apretados en una misma casilla.
Y el caballo a un extremo del tablero, ni siquiera estaba rozando ninguna casilla.
Y tumbaban fichas con poderes imaginarios, era una locura. Los miraba con atención sin poder juzgarlos. Pero al mismo tiempo sí lo hacía.
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