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Capítulo único

Quedó una parte inconclusa... Y es que no puede quedarse así.
Cómo se le ocurre al maestro de filosofía y letras reprobar al joven que siempre tiene las más altas y brillantes calificaciones solo por el simple hecho de no entregar un trabajo en tiempo y forma.

Claramente Camus siempre ha procurado ser uno de los más destacados pero quizá esta ocasión creyó que será una excepción el hecho de no entregar su trabajo final ya que siendo el cerebrito de toda la escuela en general tendría ese privilegio de que los maestros le tengan esa confianza de pasar cualquier situación pero está ocasión no fue así.

Una noche de fiesta desenfrenada con sus amigos fue lo que le sucedió para no terminar el trabajo final, tan solo bastó que Milo y Shura lo invitaran a esa fiesta para demostrarles que no solo es el matadito del salón y así dejar en claro que también el puede ser uno de ellos.

Lamentablemente esta ocasión si se dejó llevar por sus emociones, con tal de demostrar que si podía sumarse a los eventos catastróficos de sus compañeros, simplemente tomó la decisión de asistir, después de todo el hecho de no entregar su trabajo final no sería problema tomando en cuenta la posicion que le favorece ante todos los demás ineptos como lo pensaba Camus.

- Idiotas.

Se quejó mientras caminaba por los largos pasillos de la escuela llevando consigo el trabajo final que Dégel no le recibió.

Quizá si le ofreciera algo a cambio, algo que necesitara, puede darle lo que desee a cambio con tal de que reciba su trabajo y así se evitaría un largo y tedioso sermón de sus padres.
En ese momento se dió la media vuelta para regresar al salón donde el maestro puede estar terminando su clase.

Y realmente estaba en lo cierto, justamente la última clase finalizaba. Se acercó con cautela por la ventana, efectivamente Dégel guardaba sus documentos y libros dentro de su maleta de piel.
Solo necesitaba que todos esos estudiantes salieran del salón para poder así abordar a Dégel y confrontarlo de una vez por todas para negociar con el.

Unos momentos después, al ver que salió el último estudiante rápidamente entró al salón dispuesto a no dejar salir a Dégel hasta que tuviera una respuesta favorable.

- Joven Camus, esta no es su clase - respondió el profesor al ver que ese alumno llegó sin siquiera saludar ni mucho menos preguntar si podía pasar.

El joven estudiante sonrió de lado mientras cerraba la puerta, con pasos firmes se acercó hasta el escritorio, estaba claro que no dejaría ir a Dégel hasta que le diera una respuesta ante su petición.

- Deje los modales para después maestro - Interrumpió Camus en un tono altivo - Vengo a negociar con usted.

Dégel enarcó una ceja ante la petición de Camus. ¿Quién se creía ese chico para venir a hablarle de ese modo?

- No eres el único que pide favores para aprobar calificaciones Camus, además mi postura no la pienso cambiar, yo di una fecha específica de entrega y no la cumpliste. No quieras venir con tus chantajes ni mucho menos en la posición que tienes en la escuela para que yo acepte algún soborno.

- Todos tenemos un precio - Contestó en un tono burlón - Solo dígame cuando dinero necesita, después de todo mis padres son empresarios exitosos que pueden darme la cantidad que yo desee sin reproche alguno.

Dégel cerró sus párpados unos momentos, en sus años como docente en ese lugar se había encontrado todo tipo de estudiantes que eran capaces de ofrecer dinero, drogas, alcohol, incluso hasta sexo, cosas que el siempre negó ya que no le daba ningún interés, además de no buscar problemas  pero, ¿Hacer la excepción  con Camus?

- Tu mismo lo has dicho, dinero de tus padres. No es algo que tu ofrezcas por méritos propios.

En ese momento el que se quedó sin palabras fue Camus. Quien se creía ese maestro para hablarle de ese modo, además estaba perdiendo el tiempo de ese modo, después de todo sus padres eran muy influyentes así que hablar un poco de más haría que Dégel fuera expulsado de esa escuela y final resuelto.

- Creo que no me está entendiendo ¿Verdad? Sabe que puedo decir una mentira piadosa de usted y sin más que decir, pierde su empleo - Sonrió victorioso al decir esto.

Ahora era el turno de Dégel tomar la palabra, al menos daba gracias que en aquellos salones el resto de los alumnos ya se habían ido, de lo contrario todo aquel que pasara los vería juntos e interpretaría a mal la situación.

- No quieras venir a chantajearme porque eso es lo que deseas, además - En ese momento sacó su celular de su maleta y le mostró algo con lo que Camus no contaba - No eres el único que quiere venir a ofrecerme cualquier cosa con tal de aprobar - Se acercó de manera repentina cerca de su rostro y le susurró - Yo también tengo mis métodos y toda esta conversación está grabada para aclaraciones futuras.

Camus se sobresaltó al escuchar eso, pensaba que la jugada la tenía a su favor sin embargo la situación se salió de control y el no podía permitir que un tema delicado como este fuera dado a conocer por toda la escuela, no menos cuando el es una persona intachable y sobre todo la representación de la escuela misma.

- ¡Usted me está chantajeando!

- Tu empezaste primero Camus, es mi palabra contra la tuya... No hay oportunidad de entregar ningún trabajo final para ti.

Dicho esto tomó su maleta dispuesto a salir del salón pero nuevamente Camus no se lo permitió.

- De aquí no se va hasta que me dé una solución, en este mundo nada es correcto, ni mucho menos yo que soy la figura respetable que todo mundo cree solo por la posición en la que me encuentro pero eso es lo único que le da felicidad a mis padres. Usted me ayuda con esa calificación y yo estoy dispuesto a darle lo que desee de mi.

Dégel se llevó su mano a la barbilla mientras analizaba a Camus de la cabeza a los pies, estaba totalmente dispuesto a lo que sea para obtener su calificación perfecta con tal de darle a sus padres lo que tanto anhelan pero ¿A costa de que?

- Una calificación no define al estudiante Camus - Interrumpió mientras se acomodaba los lentes - Hay alumnos que sobresalen sin ser del cuadro de honor ¿Porque te empeñas a tener calificaciones perfectas?

- Detesto que mis padres me regañen por el hecho de no comprender algunas asignaturas ¡Estoy harto! Ya me cansé de ser el perfecto, el que se porta bien, el que usan de ejemplo a cada momento en la escuela - Camus de fue acercando cada vez más al profesor - El que hace de cuenta que no sucede nada cuando muero de nervios cada vez que lo veo pasar...

Esto último se le había salido sin querer, pero no le importaba, después de todo le había revelado demasiada información a Dégel y no hay vuelta atrás.

- Camus - Susurró Dégel cerrando por unos momentos sus párpados - ¿Te has dado cuenta de lo que acabas de decir?

- Si, lo sé y no hay mentiras en ello.

En ese momento Dégel lo tomó rápidamente del brazo para acorralarlo en la pared mientras se perdía en su mirada intimidante, con su dedo índice comenzó a delinear los labios del contrario quien ese momento soltó un ligero gemido ante esa ligera caricia que lo hizo estremecer.

- Si de verdad quieres solucionar el problema de tus calificaciones te espero en mi casa.

Después de aquellas palabras, Dégel se alejó sin decir nada más y salió del salón dejando a Camus muy confundido, con la respiración agitada y el latir de su corazón desenfrenado.

Al menos sabía dónde vivía, ya que varias ocasiones lo miró entrar y salir de una casa que estaba cerca de la escuela.
La mentira piadosa que le dió a sus padres fue que iría a la fiesta de unos amigos, después de todo sus padres jamás estaban en casa ni mucho menos le daban el tiempo que el siempre pidió.

Mientras caminaba rumbo a la casa de Dégel se debatía internamente si hizo lo correcto o simplemente la había regado. No había pensando si el profesor tenía familia, pareja y sin más le reveló que le gustaba.
Pero ya había dado ese paso y no tenía remedio.

Al llegar a la puerta tocó el timbre y esperó que atendieran su llamado, mientras se arreglaba un poco sus prendas y peinaba con sus dedos su largo cabello esmeralda.

A los pocos segundos la puerta se abrió mientras Dégel extendía su mano para invitarlo a pasar.

- Quien diría que después de todo llegaste Camus - Respondió Dégel cerrando la puerta.

- Claro que lo haría, después de todo yo cumplo.

- Menos en la entrega de tu trabajo - Contestó en un tono burlón invitando a que tomara asiento en la sala.

Camus observaba el sitio, era agradable, lleno de libros pero cómodo, todo en perfecto orden.

- Quizá un acto de rebeldía porque ese día me invitaron a una fiesta, estoy harto de mostrarme como algo que no soy.

- Solo una cosa más antes de seguir Camus...  ¿Que pretendes con el hecho de decirme que te gusto? ¿Acaso lo haces por asegurar tu calificación a base de engaños? No sería la primera vez que alguien lo intenta y no cedí ante esas insinuaciones.

- No suelo mostrar lo que siento rápidamente con extraños pero la verdad es que desde que nos da clases para mí es usted la persona inalcanzable que quizá jamás pueda tener.

Dégel se quedó callado unos momentos, la situación no era favorable ni mucho menos en la escuela... Alumno y maestro. No le costaba nada hacerse el desentendido y correr a Camus de su casa pero también admitía que era lindo, demasiado diría pero el mismo Camus lo dijo en la tarde; Nada es perfecto y si, a el le llamaba mucho la atención ese joven.

Jugarse todo o nada...

Perdió el control total de la razón, se dejó llevar por la tentación que se le ofrecía directamente, se abalanzó sobre Camus quedando los dos uno sobre otro en el sillón.
Sus respiraciones chocaban conforme acortaban la distancia, Camus sentía que ese momento era irreal, vivía enamorado del maestro y ahora lo tenía sobre su cuerpo, justamente como siempre fantaseaba una y otra vez.

- Si seguimos así, no hay vuelta atrás Camus.

- No me estoy negando a nada - Susurró dejándose llevar por sus instintos carnales, si bien jamás lo había intentando con alguien más, solo dejaba que su cuerpo hablara por si solo.

Dégel fue el primero en romper esa tensión posando sus labios sobre el contrario quien aún inexperto en besos intentaba seguirle el ritmo.
Las manos del profesor comenzaban a explorar más allá de aquellas prendas que el joven llevaba puestas, un ligero gemido se pudo escuchar ante el tacto del contrario dejando que está situación fuera un poco más allá de la razón.
Un momento que ninguno de los dos mencionó palabra alguna, solo sus caricias expresaban su sentir.

- Maestro...

Susurró Camus al sentir las manos de Dégel colarse debajo su de su camisa blanca, en ese momento Camus abrió sus piernas dejando que el contrario se acomodara dispuesto a dar el siguiente paso.

- Esto no lo debe saber nadie más que tú y yo Camus, puedo ser lo que tú desees siempre y cuando no digamos nada frente a los demás.

- Yo, jamás diré nada... - Susurró dejándose llevar por ese deseo, si bien los dos podían meterse en problemas, sinceramente el peligro le daba otro toque a ese encuentro y quizá a los demás que tengan.

Las ropas comenzaban a estorbar, Dégel se levantó nuevamente para quitarse la camisa frente a la mirada cegada de deseo de Camus, aunque el joven alumno se quedó sin palabras cuando observó su cuerpo perfectamente tonificado, quizá los años además de favorecerlo también se reflejaban que era una persona que cuidaba demasiado su físico.
Se retiró lo anteojos dejándolos sobre la mesa de centro, ahora era el turno de quitarle las prendas a Camus quien no dudó en poner resistencia, aunque el cuerpo del joven era un poco más delicado y más fino intentaba ser muy cuidadoso para no lastimarlo ni tampoco ser agresivo con el.

- Eres toda una belleza - Lo halagó al perderse en toda la hermosura del joven quien no dudó en soltar un grito placentero al sentir como la boca del profesor devoraba con frenesí su miembro.

Ese cálido aliento, lo hacía estremecer al grado de arquear su espalda llevando sus dedos a perderse en la cabellera verde de Dégel.
Cuántas noches se había masturbado pensando en el maestro de filosofía, soñaba una y otra vez que el mismo profesor lo hacía suyo en el escritorio del salón y ahora...
Sus sueños eran realidad, quizá no en la escuela en específico pero aún mejor, estaba en su casa, en su sofá y sobre todo era el mismísimo Dégel quien lo tenia debajo suyo.

Dégel dejó por unos momentos de seguir dando placer a Camus para darle una orden.

- En cuatro Camus.

Tragó grueso al escuchar esto, con un poco de pena obedeció quedando con las rodillas recargadas en el sofá, su rostro relajado en el mismo dejando su trasero a la voluntad del maestro.
Una nalgada fue lo primero que sintió, seguido de una suave, empapada y hábil lengua delinear su entrada.

- ¿Es tu primera vez Camus? - Cuestionó Dégel pasando ahora la yema de sus dedos por todo ese lugar.

El joven solamente movió su cabeza asíntiendo un poco nervioso, esperando que no le dijera algo malo.

- De acuerdo - Dégel se levantó del sofá para buscar algo entre su abrigo que colgaba en el perchero.

Cuando regresó nuevamente tomó el lugar donde estaba sentado y dejó caer unas gotas de un lubricante de lo que parecía ser efecto caliente en la entrada del joven quien se estremeció al sentir esa nueva sensación.

- Antes de seguir con esto Camus, déjame dejarte algo en claro... Si esto deseas que siempre sea así, no quiero que te sientas mal si yo soy más grande que tú, evidentemente tengo mis años de experiencia pero contigo haré lo posible porque sientas este momento inolvidable.

Camus cerró sus párpados al sentir que Dégel estaba intentando meter uno de sos dedos, sin embargo no contaba con que aquel líquido que dejó caer sobre el era una especie de lubricante sin dolor.

La intromisión no fue algo que le causará dolor, al contrario comenzó a ser placentero al sentir como ese dedo jugaba con su interior.

- Te dije que no te haría daño, no quiero lastimarte ni ser salvaje contigo siendo tu primera vez.

Tan solo Camus se limitaba a cerrar sus ojos para poder sentir esas nuevas sensaciones dentro de su cuerpo, jamás se imagino que esto le resultara demasiado placentero.

- Oh, siga...

Dégel sonrió al ver cómo Camus perdía la cordura bajo su dominio, sacó repentinamente su dedo y se acomodó en el sofá mientras ayudaba a Camus sujetándolo de la cintura mientras lo ayudaba a posicionarse sobre sus piernas.

Al estar completamente de frente nuevamente unieron sus labios en un beso aún más demandante donde podían sentir como sus lenguas se entrelazaban sin parar.

Así mismo Dégel aprovechó para dar el siguiente paso, poco a poco fue llevando la punta de su miembro hasta ese lugar que había dilatado anteriormente.
Camus dió un grito cuando sintió como su interior era invadido por algo distinto, al principio sentía un poco de dolor internamente pero las caricias de Dégel por toda su espalda acompañado de sus besos que recorrían desde sus labios hasta su cuello fue lo que ayudó a minimizar ese dolor que ahora se volvía placentero ante los movimientos que comenzaba a dar sujetándolo de la cintura.

El movimiento era muy notorio cada vez más, el lugar se llenaba de gemidos y sonidos de sus cuerpos mientras sus pieles comenzaban a notarse una capa de sudor y sus cabellos se adhieren a sus rostros.

La boca del maestro envolvía una y otra vez los pequeños pezones rosados del joven sin dejar ese ritmo que se volvía más repentino; el falo de Camus friccionaba con el vientre de Dégel y esto lo hacía perder la razón.
Jamás se hubiera imaginado que el tener sexo es una de las mejores sensaciones que hay en la vida.

Cuando Camus sintió un orgasmo, apretó un poco su interior haciendo que Dégel terminara dentro el y a su vez, el joven libero toda su esencia blanquecina entre ambos vientres.

Un poco apenado por la situación, Camus intentó esconder su rostro Pero Dégel lo tomó de su mentón para besarlo de nuevo pero está vez con delicadeza.

- Quédate está noche a mi lado - Susurró entre ese beso.

- ¿No hay problema que me quede? No sé, jamás cuestioné si tenía pareja o algo así.

Dégel soltó una risa al escucharlo mientras lo ayudaba a salirse para poder avistarlo sobre el sillón.

- Camus, aún sigo joven y no por ello debí atar mi vida a alguien, además... Si tú lo deseas tu puedes formar parte de la mía, pero a su tiempo. Aun debes seguir aprendiendo y terminar de realizar tus metas, además - Se acercó a él para retirar los mechones de su rostro - Primero hay que conocernos mejor, no solo en esa situación ¿Estás de acuerdo?

El joven asintió mientras dejaba que Dégel lo cuidara después de ese inesperado encuentro.

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Unos días después, Camus y Dégel no tuvieron nuevamente otro acercamiento, pero no le preocupaba en absoluto, desde aquel día al joven más destacado de la escuela se le podia apreciar una sonrisa que nadie le habia visto jamas, incluso sus compañeros lo desconocían totalmente.

- Joven Camus - Lo llamó el mismo director de la escuela cuando lo miró pasar frente a la dirección - ¿Puede venir unos momentos por favor?

- Buen día maestro Shion - Saludó Camus siguiendo sus pasos, aunque solo esperaba que no fuera otra platica aburrida como todos los días.

- Camus, debes ser un orgullo para tus padres el hecho de que eres el único que ha sacado calificaciones perfectas en todas las materias, como recompensa, la escuela ha determinado que se te brindará una beca como un motivo de apoyo para ti...

La verdad ese era uno de los temas que a Camus más le aburría, mientras dejaba que Shion hablara solo agachó la mirada al escritorio para observar sus calificaciones y como siempre todas con excelencia, incluso...
Se llevó una mano a la boca al ver que aprobó la materia de Dégel, sin entregar el proyecto final, después de todo si logró su cometido.

Agradeció las palabras de Shion y rápidamente salió corriendo al salón donde suponía que estaría el profesor.

Al correr por los largos pasillos, se detuvo unos momentos para pensar con claridad lo que diría, sacó un papel de su mochila y escribió una pequeña nota para poder hacerla llegar con el profesor.

Mientras en el salón donde Dégel impartía clases, el sonido de la puerta interrumpió por unos momentos.

- Profesor Dégel - Saludó Camus sin mostrar reacción alguna - ¿Me permite unos momentos? Tengo un recado de la dirección para usted.

Dégel miró de reojo a sus alumnos, les dió la señal para que siguieran trabajando en su libro y salió del salón para evitar que los demás escuchen la plática entre ellos dos.

- No son horas de estar aquí, lo que desees después de clases - Susurró en un tono audible para ambos.

- No se preocupe - Le regaló un guiño mientras le entregaba un papel doblado en cuatro.

Después de lograr su cometido se fue sin decir algo más, con una sonrisa victoriosa regreso nuevamente a su salón, tenía clases y el alumno estrella de la escuela no puede faltar a ninguna, nada le preocupaba, logró pasar su materia y a su vez tenía lo que siempre quería y eso era al maestro Dégel con él.

Mientras tanto en el salón, Dégel tomó asiento en su escritorio aprovechando que los alumnos seguían en su labor, desdobló la hoja para ver que tramaba Camus está vez.

"Gracias por la calificación, eres un amor...
Es viernes y quiero que nos veamos de nuevo en el mismo lugar. Así como abres tus libros ansioso, así mismo deseo ser libro para que me abras sobre la mesa"
Camus.

Degel guardó de inmediato el papel entre el bolsillo de su pantalón con el rostro totalmente sonrojado, rápidamente sacó el termo de su maleta y le dió unos sorbos para calmar las ansias locas que ese estudiante le provocaba.

- Esta tarde no te la acabas Camus.

Pensó para si mismo, mientras seguía con la labor de enseñanza anhelando que el tiempo pase mucho más rápido y seguir con esa locura junto a Camus.

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Personitas bellas 💖💖💖💖
Espero que el one shot les haya gustado, está loca idea me salió, una porque desde que fue el cumple de Dégel mi amor quería hacerle algo Pero el tiempo no me lo ha permitido, tengo una gran carga de trabajo y apenas me estoy liberando un poco.
Segunda, es mi ship favorita que he hecho crecer porque los amo juntos, son mi perdición y tres hoy 30 de marzo es mi cumple así que mejor celebración con este one shot de mi ship predilecta.

También hace dos días atrás actualice dos capítulos de "escondidos" que ya llega a su final, así que no se lo pierdan que solo dos capitulos más y acabé para seguir con las demás historias que me restan.

No me queda más que agradecerles su paciencia conmigo, un abrazo los quiero mucho 💖💖💖💖💖💖

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