A lo largo del año, Alberto y Luca se habían estado mandando cartas a pesar de la distancia, era cierto que sólo se habían conocido por un breve tiempo, pero sin duda eso les había marcado de por vida, no todos sacrificaban sus propios sueños para que el otro alcance el suyo.

Oh, ¿Las cartas? Como dos grandes amigos, se contaban entre sí cada glosioso día que vivían y, aún que no lo sabían, era mutua la emoción de recibir una carta del contrario, prácticamente esperaban ansiosos al cartero justo al lado del buzón, o si es que no alcanzaban, siempre encontraban la correspondencia sobre la mesa, era maravillosa la velocidad de las respuestas entre Portorosso y Génova, Luca respondía por la tarde-noche, después de la escuela, y Alberto por la mañana, tras llegar de la pesca madrugadera con Massimo. Aún parecía que seguían conectados, que seguían juntos, Luca silencia a Bruno reviviendo sus memorias con Alberto y todo lo que había hecho por él, Alberto por su parte, casi podía escuchar la voz de Luca, su voz de la razón y no del impulso.

La última carta de había leído era del día anterior, ni siquiera había recibido una respuesta durante la mañana, temía lo peor, el callar a Bruno no estaba funcionando, tampoco el escuchar la voz de Luca ofreciéndole posibilidades, quería creer, de verdad quería, pero tenía claro que Luca era metódico, y jamás había faltas o cambios en las horas, todo el año siempre fué el mismo horario!

Corrió y saltó al agua, tal vez sus padres tendrían más información, pero incluso después de nadar al hogar submarino de su amigo, no había nada. Su madre notó el tono de Alarma en Alberto, digo, ¿quién no? Lo había visto todos los días durante quién sabe cuánto tiempo, por lo que ella y Lorenzo también se asustaron, ya no era uno, ahora eran tres monstruos marinos mimetizados que habían salido del agua casi gritando se los unos a los otros para calmarse y crear un plan, casi ya habían llegado al acuerdo de nadar con un mapa en mano hasta el faro de Génova! Pero una risa profunda los sacó de sus propios planes, Massivo los había estado esperando y se estaba riendo de ellos.

ㅡ¿Q-Qué es tan gracioso? Luca está perdido! ¿¡Y si lo agarraró gente muy mala!? No podrá él solo!! Tengo qu-

Un gran silencio se formó en cuanto el hombre corpulento sin un brazo se retiró de la visión de los escamosos, por la puerta de su casa salían dos jóvenes que arreglaban sus ropas, Giula y Luca que reían tras haber escuchado a la madre pez

ㅡHo-hola Mamá

Luca había crecido un par de centímetros en los últimos meses, su pelo estaba un poco más crecido y seguía siendo un chico pálido de mejillas rosadas que sonreía con algo de timidez.

ㅡAy, Luca! No hagas algo así! ㅡ mencionó su madre mientras corría hacia él y lo abrazaba junto a su padre, otra vez estaban reunidos.

ㅡPor qué no nos dijiste! Ay, por Dios! Me diste un infarto! Al menos te hubiéramos dado una gran bienvenida a casa!

ㅡSí lo hicimos! Al reverso de la carta! Me había quedado sin espacio..

Otra vez el silencio, esta vez era cómico, ninguno d ellos monstruos marinos había girado el papel que mencionaba el chico, estaban avergonzados de no haberlo hecho y probablemente los peces ya se lo habrían comido antes de poder revisarlo. Por suerte Alberto sabía salvar momentos así, lo tomó de los hombros y lo giró para que se vieran frente a frente, entre cerró los ojos y lo escaneó con su mirada mientras emitía un sonido duditativo de "mmm"

ㅡ Eres el mismo Luca que conozco?

ㅡ Si, Alberto

ㅡ  El que ganó la carrera Portorosso el año pasado?

ㅡSi, Alberto

ㅡ El que saltó del acanti-

El más pálido no ocultó como giraba sus ojos con una sonrisa, sin duda buscaba molestarlo, pero debería hacer un esfuerzo más grande, no lo había visto en casi un año, lo único que quería hacer era abrazar a su mejor amigo otra vez.ㅡ Alberto, soy yo

El acto había sido algo inesperado para el ojiverde, pero rápidamente se acopló al abrazo con fuerza.

ㅡ Bienvenido a Casa, Luca