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47. ¿Cómo sabe ella de Alejandro?

Daniel insiste en pagar el almuerzo, dice que para la próxima yo le puedo invitar; no le discuto, pero me hace sentir incómoda que alguien más me invite. Mi mente viaja hasta Nick y en el desayuno que preparamos ayer en su casa; me hubiera gustado que me llamara, o que por lo menos me mandara un mensaje, pero nada. Sigo sin tener noticias de nada.

– Fuiste el alma de la fiesta.

– Oh, gracias.

– Tienes una voz perfecta.

– Gracias.

– Mi hermana se puso de un humor... cuando se dio cuenta que su broma no iba a funcionar contigo.

– Ah. –Entonces planeaba humillarme.

– Ni el tal Alejandro la pudo sacar de su malhumor.

Se me hiela la sangre al escuchar el nombre de Alejandro. En la fiesta lo vi platicando muy a gusto con Daniela, incluso compartieron un beso. Bueno, se restregaban como dos animales en celo en ese sofá, pero eso me hizo pensar: ¿Y si ella lo mando para hacerme daño?

– ¿No te lo presento?

– No, no tuve el placer –digo con sarcasmos.

– Sus amigos traían unos buenos golpes, e incluso Skillet tenía una huella de una bota en su camiseta.

– ¿En serio? –Me llevo la taza a la boca para ocultar mi sonrisa de satisfacción. Si Daniel supiera que yo se la hice.

– Pero ninguno dijo lo que pasó; creo que andaban muy pedos para recordar.

– No me lo imagino.

<<Y no quieres ni saber lo que estoy pensando>>, añade mi subconsciente.

Entre más tiempo paso con Daniel, menos me acuerdo de mis problemas con mi madre y mi padre; más le vale que no venga, sí viene, tendré que comprar un arma por mi protección, no es juego.

– Eh, mira es Gabriel –dice al tiempo de señalar la puerta de cristal.

Mi cabeza gira como si tuviera un resorte.

Gabriel, Lucía, Daniela y Raúl atraviesan la cafetería hasta llegar a la mesa.

<<¡Raúl!>>

Lucía va del brazo de Raúl, Daniela tiene un café y unas donas en cada mano, y Gabriel trae una camiseta blanca debajo del pantalón.

Raúl me mira con sorpresa y con algo más de odio; ya somos dos amigo. Daniela me mira con desdén; ya somos dos amiga. Lucía no parece sorprendida al verme con Daniel. Gabriel tiene una mueca extraña al verme; debe pensar lo mismo que yo, pero en terminos distintos. Todavía me acuerdo de lo pedo que iba cuando Nick y yo nos lo topamos en la fiesta. Me pregunto si aún recuerda todo lo que dijo en su estado yonqui.

– Hola, Mell –dice Daniela, y no sé cómo, pero se encarga de que todos me saluden, incluso Raúl.

<<¿Qué hace Raúl aquí?>>

Después de nuestro enfrentamiento, yo que él mantendría las distancias. No pienso volver a aceptar disculpas de su parte si va a seguir así. Me dijo que Daniela y Gabriel son mejor compañía que la mía; si quiere seguir en su estado de rorro, pues que lo haga, pero que a mí no me meta en sus problemas.

¿Qué está haciendo aquí? Por la cara que pone al verme, sé que debe de estar preguntándose lo mismo. Suerte que Nick no está aquí; aunque a una parte de mí le encantaría recibir un poco de su apoyo, la otra sigue enfadada por pasar de mí. Él sabe cómo tratar a sus hermanos; sea como sea, pero él sabe decir las palabras justas para quitárselos de encima.

– ¿Cómo estuviste en la fiesta? –pregunta Lucía.

– Bien.

– Qué mal que no bajaste a ver la película. Me imagino que Alejandro te mantuvo ocupada.

¿Cómo sabe ella que no estuve? ¿Cómo sabe ella de Alejandro?

– Te guardamos un asiento y todo. ¿Dónde estabas?

– Por ahí –me limito a responder.

– ¿Has visto a Nick? –pregunta Gabriel.

– No.

Veo a Raúl tensar la mandíbula en cuanto su nombre se aparece en la conversación, y en cuanto se aparece en persona en la mesa. Mi corazón late a mil por hora, y no estoy muy segura si es por miedo, o por felicidad.

– ¡Nikki!

– Hola. –Está molesto; ya somos dos mi amigo.

– ¿Qué hace él aquí? –le pregunta Raúl a Lucía.

<<Un momento>>. ¿Por qué Raúl y Lucía entraron tomados del brazo? ¿Por qué no paran de mirarse el uno al otro? ¿Por qué tiene esa sonrisa idiota en la cara? ¿Por qué le preguntó a ella especificamente?

<<Su novia no tiene nada que ver en esto. ¡Niñita tóxica! ¡Es una mujerzuela!>>

¿Lucía será la chica por la que tanto pelean? ¿Lucía es novia de Raúl? Nick me dijo que ella no es novia de nadie, me dijo que sólo se hace pasar por una niña buena. El mismo Gabriel me dijo que suelen coger por pura diversion, ¿Raúl estará al tanto de lo que "su novia" hace para distraer la atención del señor Bonnet?

– ¿Qué? ¿No puedo venir a la cafetería por unas donas? –Justo en el corazón. Nick no vino aquí por mí.

– Venden unas cerca de la esquina, lejos, muy lejos de aquí.

– ¿Y tú tienes experiencia, no?

El enfrentamiento me deja de piedra. No quiero problemas; pero soy adicta a ellos y a su estúpida forma en la que siempre me entrelazo con ellos. Carolina tenía razón sobre algo: soy un problema.

Miro a Nick, pero esto me provoca un montón de dudas: creía que Nick no iba a venir a la universidad hoy, creía que me estaba ignorando, creía que después de lo que hablamos no iba a querer verme.

– ¿Qué haces aquí? –le pregunto.

Aunque lo que verdaderamente quiero preguntar es: ¿Qué demonios te pasa y por qué no me has respondido? Okey. Puede que la pregunta suene a gritos desde mi boca, pero es que todo este asunto me deja confundida. Ni se ha dignado en hablarme, sólo mira a la comitiva con advertencia. Sé que no se caen bien; pero ¿Por qué los mira a todos así?

– ¿Por qué no te sientas? –ordena.

– No. Nosotros nos vamos –responde por los dos por segunda vez desde que lo conozco. La otra vez, también me dijo lo mismo en esta misma cafetería.

– Siéntate un rato, Nick.

Ante las exigencias de su hermano, Nick cede. Se sienta justo a mi lado y apoya su mano en mi muslo; no se la aparto.

Daniela le susurra algo a Lucía que no soy capaz de escuchar, lo que provoca que ésta se quede seria y con una mirada inquisitiva hacia mí. ¿Qué le dijo? Raúl también me mira, y por puro desdén me atrevo a mirarlo y a sonreír. No voy a ponerme mal por su actitud, si él la tiene será por bruto, si yo la tengo es por pura necesidad.

– Qué bonitas botas –dice Nick–, pero me gustan más las de cinta. Siento que a estas les hace falta tu marca personal.

Hasta ahora no había reparado en que traigo unas botas distintas de las que acostumbro. Nick es el único que las noto, cuando pase en el departamento, nadie más lo hizo, ni siquiera Daniel y eso que me miro de arriba abajo como un detector de metales.

– ¿Cómo va la terapia, Nick? –pregunta Gabriel.

– Bien. –Nick le lanza una mirada asesina a su hermano al contestar.

– ¿Seguro? Porque podría jurar que papá dijo que lo mejor sería volver a internarte.

<<Maldito infeliz.>>

Cada vez que veo a Gabriel, me pongo antipática. Cada vez que veo a Daniela, me pongo malhumorada. Y ahora... Lucía me pone con unos celos y con unas ganas de querer tumbar todos sus dientes por lo que ahora sé de lo que tenía con Nick. Estoy loca, lo sé, o puede que sólo un poco; pero me pone mal sólo de verla tan alegre y cerca de mi chico.

Verlo así, tan enfadado y asustado por estar cerca de Raúl, es algo que también me pone mal al instante. No puedo soportar verlo tan distante conmigo y de tan malhumor cuando están sus hermanos.

– Me voy.

– Yo también –anuncia.

– Qué mal.

– Sí, nos estábamos divirtiendo.

– ¿Por qué no te quedas y, mientras le puedes contar a Herme un par de anécdotas tuyas, no?

<<Es una zorra.>>

– Cierto, ¿no le quieres contar algo a alguien? –pregunta Raúl.

No tengo tiempo para escuchar sus tonterías. Además, ya sé todo lo que tenía que saber por la boca de Nick, lo que ellos me quieran decir me vale. Me pongo de pie, tomo mis cosas y dejo el vaso y mi emparedado como están. Tengo hambre, pero prefiero no comer nada hasta estar bien alejada de ellos. Me dan nauseas de sólo verles las caras.

– Estoy muy segura que Mell lo encontrará entretenido.

– Cállate Daniela.

Nick le lanza puñales con los ojos a Raúl y a Lucía; pero de quien debería preocuparse es de Daniela y Gabriel. Daniel es el único que no ha producido sonido alguno más que: <<cállate Daniela>>.

– ¿Por qué? No queremos que termine como...

– ¡Cierra la boca! –exclama Daniel.

Daniela en serio que puede agotar la paciencia de cualquiera. Miro a Nick: tiene la mirada perdida y al mismo tiempo centrada en los cinco chicos que ocupan la mesa. Miro a Lucía: la detesto. Miro a Daniela: la odio. Miro a Daniel: me confundo. Miro a Raul: tiene la misma mirada asesina que Nick. Parecen dos perros a punto de entrar en combate. Sus hermanos son los espectadores. Daniel es el que tira la bandera y chifla el silbato. Lucía es la dueña de Raúl y yo soy la dueña de Nick. Si no lo saco y pronto, se armara un escándalo tremendo, lo sé, lo puedo presentir.

– Nosotros nos retiramos –digo; tomo de la muñeca de Nick y lo muevo hacia la salida. La tenemos muy cerca.

Mi intento por desviar la miradas de Nick y Raúl da éxito; sin embargo..., nuestras manos entrelazadas finalmente dan fruto a lo único coherente de nuestra relación.

Algo estalla.

Raúl va directo hacia Nick y lo toma con una fuerza animal que jamás creía posible. Lo tira al suelo y lo golpea unas cuantas veces hasta que Nick logra quitárselo de encima y ponerse sobre él con la misma mirada centrada y asesina que tenía hace un momento. Repite los mismos golpes y esta vez... el labio de Raúl explota y en su mejilla pronto aparece un corte.

– ¡Nick! –grito en respuesta por ver la sangre que ya se esta esparciendo en el suelo.

Los brazos de Daniel me toman por la cintura y Lucía le ayuda a sujetarme cuando me ven tratar de separarlos. Gabriel curva sus labios hacia arriba cuando ve la escena que se libra entre su hermano y su disque amigo; está loco. Daniela se paraliza y se sujeta con fuerza el vientre y se cubre la boca con una de sus manos libres; ella si parece reaccionar a las acciones de su hermano.

No sé cuántas veces grito su nombre y tampoco sé cuánto tiempo pasa hasta que un policía, mejor dicho: dos policías, vienen y los separan.

– ¡¿Qué está pasando aquí?! –exige saber uno de ellos.

En respuesta: Raúl le tira una patada a Nick que logra detener uno de los policías; ahora son tres.

– ¡Él me golpeo!

– ¡Porque tú me tiraste y golpeaste primero..., zafio estúpido!

– ¿Ustedes? –nos pregunta el tercero–. ¿Vieron lo que pasó?

– Mi medio hermano lo ataco primero –aúlla.

– ¡¿Qué?!

– Sí, él lo ataco –corrobora Gabriel.

<<Malditos bastardos.>>

– Eso no es verdad –defiendo a Nick.

– Claro que si –dice Lucía.

Los veo, veo a todos, y caigo en la cuenta de que Nick no se equivocaba al decir que sus hermanos lo odiaban y lo despreciaban. Lucía en verdad es una perra; de Daniel no pienso en nada más que en un cobarde cuando lo veo, está ahí plantado sin decir nada, ni siquiera me mira cuando pido auxilio.

– ¡Muy bien ustedes dos! ¡Con el director!

– ¡Pero él no hizo nada!

– Señorita, es asunto del director.

Los veo salir, incluso algunos chicos que estaban en la cafetería han salido una vez iniciada la pelea, y los otros sólo se escondieron.

La contrición en sus ojos no hacen si no que guardarme el llanto y a exponer la ira contenida hacia sus hermanos.

– ¡¿Qué les pasa?! ¡¿Por qué dijeron eso?! ¡Saben que es mentira!

– ¿No sé de lo que hablas? –pregunta en modo altivo–. No dijimos nada que no sea cierto. ¿Verdad chicos?

Los mandilones asienten, Daniel tarda un poco, pero muy pronto se une a sus hermanos.

– Son unos bodrios. No me puedo creer que hubo un tiempo en que los defendí.

Salgo de la cafetería con ambas manos hechas puños. Tengo las uñas enterradas en la palma de mi mano para cuando llego al primer piso de la dirección. Nick me mira agradecido y Raúl con odio cuando paso a tomar asiento.

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