Capítulo 11.- NEGACIÓN
Pasaron tres meses, ahora tenian cuatro escondites, el principal era en la cabaña, seguido del búnker, el acantilado flotante y una cueva oculta detrás de las cataratas Trembley.
Cada lugar tenía a alguien a cargo, Stanford era el líder de ellos, McGucket se encargaba de las investigaciones en el laboratorio subterráneo del bosque, en las vías Robbie tenía el control y Wendy cuidaba de algunos sobrevivientes en la última ubicación, todas estaban protegidas por cabello de unicornio, y siempre tomaban medidas de precaución.
Una vez por semana el menor de los Pines salía a juntar y repartir provisiones, en esas ocasiones Bill aprovechaba para acompañarlo y la mayoría de las veces ayudarlo, apesar de tratarse de sus enemigos hacía cualquier cosa por el niño.
Su relación era extraña, se llevaban bien, conversaban como si fueran mejores amigos y se querían, el problema era que cada que el demonio le coqueteaba o hablaba de amistad era mirado con frialdad recibiendo respuestas cortantes.
- ¿A dónde vamos ahora? ¿Al acantilado, con seis dedos, bolsa de hielo o el viejo desquiciado?- no era secreto triangulo conocía todos sus "escondites" o al menos no para el castaño.
- Solo voy a dejar esto a Robbie y regreso, ya le di provisiones extra la semana pasada a Wendy y McGucket sabe racionarlas, es muy bueno para hacer que duren.
- Oh, ¿Entonces tendrás tiempo libre? Podríamos..
- No Bill, sabes lo que pienso de eso, ya tengo bastante con soportarte durante mis excursiones.
- Vamos, sabes que te agrada mi presencia.
- No, Bill, no es correcto.
- ¿¡Por qué no!? Si es por tus tíos puedo deshacerme de ellos.
- ¡No! Es por... Agh, olvídalo, de todos modos no lo entenderías.
- ¡Dipper!- sin darse cuenta ya habían llegado, Robbie corrió a recibirlo, pero frenó de repente al ver al triángulo- O-oh, veo q-que arreglaron sus pro-problemas.
- Nosotros no tenemos ningún problema, humano insolente- sus tonos se volvían rejizos, algo que interpretó como celos.
- Robbie solamente es mi amigo, nos volvimos cercanos luego de que casi nos matas ¿Recuerdas?
- Quizás debí matarlo únicamente a él.
- No, ha cambiado, tiene novia y parece ser el único que te acepta.
- S-sí, aunque aún me da miedo... en fin, dejando de lado su relación....
- No estamos saliendo- aclaró el Pines.
- No aún, quien sabe sien un futuro...
- Me empiezas a agradar, muchacho- el demonio lo observó alegre- Pero prefiero a Pino.
- ¿Pino?- el nombrado rodó los ojos ante el apodo.
- Es su signo ¿Me equivoco? Y sí, sé de la rueda de los símbolos.
- Oh, oh, está... está bien, p-pensé que...
- ¿Qué no sabia? Soy el amo del universo, más antiguo que la vida misma, yo existí antes que el tiempo fuera creado y he reunido conocimiento desde entonces, considero que sería patético no conocer mi única debilidad.
- Supongo que tiene sentido, aunque me parece raro que no nos hayas matado.
- ¿Tú quieres morir?
- ¡N-no! Digo, yo... lamento haberle alzado la voz, solo....
- Tranquilo, chico, solo era un chiste, si los matara reencarnarían y eso es lo último que quiero, además, eres amigo de Pino.
- ¿Podrian dejar de ignorarme?- pidió el castaño.
- ¿Celoso?- vio con gracia como rodaba los ojos e inflaba las mejillas haciendo un gesto adorable.
- Claro que no, será mejor que me vaya- le dio las cosas a Rlbbie para seguir su camino.
- ¡Ey, esperame!- estuvo alrededor de él flotando.
Durante el camino de regreso no se dirigieron la palabra, por una parte el humano se sentía extraño, pero se reprendía cada vez que le cruzaba por la cabeza el pedirle disculpas a su compañero de tres lados por su actitud de hace un momento.
Por la otra, el demonio comenzaba a hartarse, habia intentado de mil maneras complacer al humano y aún no conseguía avances, comenzaba a pensar que quizás no valía la pena.
Observaba al chico atentamente, hasta que este se dio cuenta e hizo lo mismo, pasando de una mueca confundida a una tierma sonrisa.
Definitivamente valía la pena, solo debía dejar de ceder tan fácil y ser un poco más estricto.
- Lamento lo de hace rato- se animó a decir el más joven- No debería molestarme por el hecho de que hagas más amigos.
- Te perdono si tenemos la cita que hemos estado posponiendo.
- Y-yo...- su expresión se tornó fría- No puedo, sería como traicionar a mi familia.
- ¿Tengo que repetirte lo poco que les importa a los demás tu vida?
- Al menos sé qué esperar de ellos, pero tú eres diferente, tan misterioso, no sabría cuando vas a traicionarme.
- No te estoy pidiendo tu eterna lealtad, solo una salida, algo de tu tiempo.
- De verdad no puedo.
Vieron la cabaña enfrente, lo que significaba que Dipper se iba a ir y su amigo no pensaba permitir aquello, primero debía de conseguir lo que quería.
No era justo que los demás pudieran tener pareja, no podía dejar que un simple humano de cara bonita lo pisoteara.
- Tendrás que perdonarme, pero nadie me dice que no. -dijo empujándolo contra un árbol.
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