Me di la vuelta, dándole la espalda a la defensiva.

—Alex, lo siento, yo...

—Silencio, Mandy.

—Pero, Alex...

—Que no quiero hablar.

No me gustaba hablar de eso, la única vez que hablé de ello, fue en la secundaria cuando papá me lo confesó.

Desde niña solo tuve a mi familia paterna, la única persona de mi familia materna con la que mantenía contacto era mi abuela y mi siquiera la había visto en persona ni una vez, todo se resumía a llamadas telefónicas y en ninguna hacíamos mención a mi ausente madre. Muchas veces pregunté por qué mamá no estaba conmigo, pero cada vez que formulaba la pregunta tanto ella como mi papá la evadían.

Cuando iba en último de secundaria, dejé de preguntar y decidí que mejor era buscar respuestas por mí misma. Estaba dispuesta a encontrar a mi madre y que fuera ella la que aclarara mis dudas, pero papá me descubrió y terminó por contarme la historia.

Mamá y él iban en su cuarto año de secundaria cuando se enteraron de mi existencia, papá se asustó al principio, pero estaba dispuesto a hacerse cargo, lastimosamente mamá no opinaba lo mismo y le surgió la idea de interrumpir el embarazo. Mi abuela la descubrió en el acto y lo impidió, luego se reunieron con papá para llegar a un acuerdo: mamá me dejaría gestar y nacer, y luego papá se iría lejos a criarme para dejarla seguir con su vida y así se hizo, mamá solo pasó un mes y medio conmigo antes de entregarme a papá para luego desaparecer de nuestras vidas. Nunca más volvimos a saber de ella.

Sequé mis lágrimas y me di la vuelta.

—Mandy, no es un buen momento, creo que... —No me dejó terminar, me envolvió en un abrazo.

Yo le correspondí.

—No volvamos a hablar de esto —Dijo.

Su teléfono vibró en su mano y se separó de mí para revisarlo.

»Es mi madre —Informó—. Papá y ella han venido a visitarme, debo ir a buscarlos a la estación.

—Está bien.

—¿Estarás bien?

—Sí, Mandy, gracias.

Me dió una pequeña sonrisa y salió por la puerta.

...

—Por Dios, me duele todo —Dijo Nessa entrando en el apartamento.

—Te dije que no era buena idea.

—Para ser bella hay que ver estrellas. Por cierto, ¿viste a los padres de Mandy?

—¿Qué ocurre con los padres de Mandy?

—Asómate.

Me asomé a la ventana y vi a Mandy y a sus padres en la acera de enfrente, se veían muy jóvenes así que solo podía asumir dos cosas:

1- La tuvieron de adolescentes.

2- Usaban bótox.

»Anda a voltear las tajadas, que se te queman —Habló Nessa con tono de reproche.

La miré confundida.

—Pero tú también lo hiciste...

—¿Y si yo me lanzo de un puente, tú también?

Ay, Nessa. Si algún día decides saltar de un puente, lo más probable es que yo te haya dado la idea.

—No, pero yo...

—Mejor deja de ser una chismosa y anda a dormir, mañana debes ir a la academia.

Levanté mis manos en señal de rendición e hice lo que me pidió. Conste que lo hacía porque de verdad tenía sueño y no porque ella me lo pedía.

...

Aún era muy temprano, por lo que no había mucha gente en la academia. De Fred, Natalia y yo, yo fui la primera en llegar, así que vagaba por los pasillos mientras los esperaba.

—¡Diablos! ¿Acaso no le voy a atinar nunca? —Escuché a alguien decir desde la sala donde practicábamos tiros.

Entré a la sala con cuidado y vi a Iván.

—Creo que alguien necesita ayuda —Canturreé.

—Mi puntería es bastante mala.

—Deja que te ayude.

Me acerqué y me posicioné detrás de él y elevé sus brazos apuntando al objetivo.

»Si sigues temblando, nunca darás en el blanco —Susurré en su oído.

Él suspiró y obedeció. Moví sus manos un poco para apuntar mejor.

—Dispara —Hablé.

Él así lo hizo y dió en el blanco.

—¡Oh por Dios! ¡Di en el blanco! —Exclamó eufórico—. Gracias, Muñequita —Sus brazos me rodearon y me despegaron del piso.

—Estamos para ayudar, Iván. Con tu permiso iré a calentar un poco mientras espero.