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Cap. 1

"El ser miserable, debe hallar más seres miserables como él, entonces será feliz"

Pov's ?

No quiero abrir los ojos.

Aquel capítulo o mal recuerdo de mi vida me hace negar el abrir los ojos, pero aún negándome, necesito pararme de aquí, no más opción que ir al sillón no tan nuevo de mi salón y cambiar la ropa matutina, realmente no deseo tener una mala apariencia, definitivamente no. El espejo en mi estancia perturba la tranquilidad que siento. Lo pienso y sería mejor un baño con agua helada pero es invierno, sinceramente, las buenas decisiones aquí no son lo mío, evidentemente. El vapor viaja por todo el cuarto de baño, pero no es el frío el que me cala los huesos ahora, es el amargo recuerdo de lo anterior. Repito la rutina de vestirme después de dejar que las gotas restantes de agua sequen en mi ropa y piel, aunque no sea tan cálido como desearía, no lo necesito ahora.
Espero no resfriarme.

Me dirijo al cuarto de mi hermano menor y abro la manija, lo encuentro dormido con el celular en la mano. Otra vez.

— Ya levántate. Es tarde y tienes tarea -le dije mientras lo sacudía.

— Cálmate nii-chan aún es temprano, ni que fuera tan tarde —balbuceaba mientras se volvía a recostar.

Para el no es tarde pero para mí lo es por que ahora mismo tengo que irme a trabajar mientras tú tienes deberes como alumno haciendo tus tareas. No le pienso traer cupcakes rellenos esta vez.

— ¡Ahora! Y si te sigues quedando hasta tarde con el celular, te lo quitaré. Papá no te compró ese teléfono tan caro para que andes vagando con él hasta la madrugada —este aviso fue suficiente para al fin despertarlo.

Se levantó como un zombie, con el cabello rubio revuelto en la cara. Si me sobra tiempo se lo cortaré, se estresa mucho cuando lo tiene así de largo.

Mientras yo me retiraba para terminar de alistarme, me sigue a la cocina :

— ¿Alguna idea para cocinar? — me pregunta mientras me abraza por detrás. Cuando menciona esto no puedo evitar recordar que ya no tenemos casi nada de comida en las alacenas. Tengo que ir mañana mismo al super mercado y alimentar a esta mascota en tamaño adolescente.

— No hay mucha comida en la alacena, te dejaré unos billetes y harás algo para ti solo.

— ¿En serio? —me dice y volteo para responderle, topándome con un brillo travieso en sus ojos y una sonrisa que se salía de su órbita casual. No me puedo enojar con él, este chiquillo me gana, es demasiado adorable.

— Almuerzo con ensalada, ni se te ocurra comprar dulces. Ya comiste mucho la semana pasada y te va a hacer daño otra vez —le digo mientras le devuelvo el abrazo, dándole un pequeño beso en la frente, acariciando su cabeza redonda.

— ¿Pero me vas a traer algo verdad? No te gusta que boten la comida sobrante del restaurant y a mi tampoco. Que mejor que botarla en mi estómago —dice en un tono más burlón levantando la cara y posando su mentón encima de mi pecho.

— Eso lo sé, ahora ve a bañarte o no te traeré nada.

Tengo que romper el abrazo y darle un último beso en la frente.

— Ten cuidado Menma, si puedes ven en taxi —exclama desde la cocina mientras me dirijo a la sala para agarrar mi abrigo y las llaves.

— Ya tengo 24 años mocoso, has tu tarea, báñate, ve temprano a la escuela y te suplico que te cambies que estás con la misma ropa desde hace tres días —volteo y le saco la lengua, viendo de reojo su ceño fruncido simulando enojo.

Me alegra verlo sonreír, que siga sus sueños como cualquier niño normal, solo espero estar haciendo lo correcto por ahora, no quiero que vuelva a caer en las sombras, no quiero que termine como yo. No me lo perdonaría

Desde afuera escucho la música del celular de mi hermano y otro día de aburrida rutina, ha empezado.

Viajar en un colectivo nunca había sido tan estresante como ahora, eran las 9:30 y por suerte, hoy miércoles entraba a la 10:00 a.m.

Salgo tan rápido que sin darme cuenta, me caigo al suelo junto a alguien más:

— Perdóneme por favor —al levantar la mirada, sudé frio.

— No no. No se preocupe —me dijo calmado.

Sus ojos, sus labios, su piel, hasta su peinado. No es posible

Seguí rápido mi camino ignorando al chico, tendré que volver a las pastillas para dormir.
Falta pagar unos meses de renta y debo de rendir bien en mi trabajo, aunque no me guste mucho, necesito el sueldo.

Ser mesero no es tan molesto como dicen, depende mucho del lugar al que sirves. Este era algo así como un Buffet, pero para todo el público llamado Parque Canepa. No fue algo difícil de conseguir, al menos para mi. Al caminar hacia la puerta de servicio donde entraban los empleados, sentí algo extraño, un soplido en mi cuello.
Volteo asustado, pero no había nadie, ni siquiera en los alrededores. Hoy no es un buen día para mi, sigo con mis alucinaciones.

Llegando a los vestidores de hombres casi me estrello con un viejo conocido:

— Oye ten más cuidado —le reclamé mientras le doy unas palmadas en la espalda a modo de saludo a lo que me corresponde de la misma maner.

— ¿Desayunaste algo? —me pregunta de frente.

Me quedo mudo, no le puedo mentir a Shikadai Nara.

Se preocupa demasiado, tal y como lo hace mi papá y el padrino de mi hermano, uno fuera de la capital y otro cuidándonos desde el cielo.
Debo mejorar mi humor, me duele recordar y pensar que pudimos tener algo mejor si no fuera por... ti mamá.

Una persona que me hizo la vida miserable y que algún día, arreglaremos cuentas cara a cara en la última planta del infierno.

— Vamos. ¿Invito el desayuno? —salgo de mi trance al escuchar la voz de mi amigo.

— Claro, me muero de hambre.

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