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V - Talento oculto

Pasaron semanas desde que Skye vivía temporalmente en el cuartel con los cachorros y Ryder, él intentaba buscar un hogar para la cocker; sin embargo, aún no había alguien interesado en adoptarla. Aunque Skye realmente no quería abandonar el cuartel, pues ya era amiga de los cachorros y no quería separarse de ellos. En especial de Chase, quien se convirtió en su mejor amigo.


Chase y Skye eran inseparables, el pastor alemán siempre trataba de hacerla sonreír a toda costa, porque pensaba que la vida de Skye antes era muy triste. Él sólo quería hacerla cambiar ese parecer del mundo: cruel; y era comprensible que tenga ese pensamiento, pues al ser abandonada creyó que todas las personas eran malvadas y egoístas.

Pero todo cambió, por suerte. Skye comprendió que no todos son egoístas; en el mundo hay luz y oscuridad, personas buenas y malas. Todo estaría bien, siempre y cuando ella supiera elegir a las personas indicadas en su vida.

Chase y Skye se encontraban jugando con el frisbee en el patio trasero del cuartel, como siempre solían hacerlo. Además de saltar a la cuerda y jugar al avioncito.

Se tomaron un descanso en un árbol que tenía suficiente sombra para ellos, el clima estaba muy caluroso en este tiempo, tanto que Ryder les daba seguidamente agua a todos los cachorros.

De repente, Skye se recostó en el pecho de Chase suavemente.

―¿Skye?―la llamó Chase.

Ella se quedó en silencio por un par de segundos, disfrutaba ese momento como nunca, demostrado a través de sus ojos, que estaban suavemente cerrados.

―Chase, no sabes lo mucho que eres especial para mí. Te quiero, amigo.

Las mejillas del pastor comenzaron a sonrojarse un poco, tras escuchar todo eso. No pensaba que fuese muy importante para Skye, eran amigos, pero nunca antes alguien le había dicho algo tan sincero y hermoso.

Interrumpiendo el momento, la placa de Chase comenzó a vibrar, asustando un poco a su amiga.

―Jeje, tranquila, Skye. Es sólo Ryder―intentando calmarla.

―¡Cachorros, llamada de alerta!―dijo Ryder desde la placa.

―¡Ryder nos llama!―dijeron los cachorros.

Así fue como los cachorros fueron corriendo hacia el cuartel, aunque todos estaban extrañados de que Chase no fuera puntual en la entrada al ascensor.

■■■

―Espérame aquí, Skye—ordenó Chase.

―¿Puedo acompañarte?

―Bueno...

La cocker utilizó sus encantos, resaltando las pupilas de sus ojos, formando carita de cachorra tierna.

―Está bien, está bien.

―¡Sii!―gozó entusiasmada de su victoria― ¡Vamos!

Ambos canes fueron deprisa hacia el ascensor, en el cual encontraron a todos los demás esperándolos.

―Lamento la demora, amigos―se disculpó Chase.

―¿A qué se debe la tardanza, Chase?―preguntó Marshall.

Chase miró de reojo a la cockapoo, quien estaba un poco confundida. Marshall entendió todo con sólo aquel gesto, sacándole pequeñas carcajadas, al igual que los demás.

El ascensor se elevó luego de un rato, colocando su equipaje a los canes.

Todos entraron ordenadamente a sus respectivos lugares. Skye fue a una esquina y se sentó para escuchar la misión de sus amigos.

―¡Listos para la acción, jefe Ryder!

―Me alegra que hayan venido, cachorros, porque esta será una misión un poco complicada.

―Oh no, amigo―dijo Zuma.

―Resulta que Gallileta está en la cima de un gran monte rocoso. La alcaldesa Goodway está muy preocupada por ella. Así que para esta misión necesitaré a:

Marshall, con tu escalera de bombero utilízala para salvar a Gallileta.

―¡Me pondré en marcha!―dijo Marshall.

―Chase, en caso de que Marshall no logre alcanzar a Gallileta, usa tu red para atraparla.

―¡Chase se hará cargo!―dijo Chase.

―¡Muy bien! ¡Paw Patrol entra en acción!

Los demás cachorros empezaron a ladrar de la emoción, mientras que Chase y Marshall bajaban por el tobogán del cuartel directo hacia sus vehículos correspondientes.

Una vez que ya estaban allí, empezó la misión. Marshall con su vehículo se acercó un poco hacia el monte, luego colocó la escalera.

Pero sin embargo, la escalera no fue lo suficiente larga para llegar hacia la gallina.

Chase al percatarse de ello, usó su red; pero la altura del monte no le favorecía, era demasiada.

―Ryder, mi red no puede llegar hasta la cima del monte―dijo Chase preocupado.

―Mi escalera tampoco es tan grande como para llegar a la cima―dijo Marshall.

―Oh oh...―dijo Ryder, quien estaba muy preocupado.

La alcaldesa se acercó al equipo y preguntó si todo estaba bien.

―No, alcaldesa. La cima del monte es muy extensa, no sé que podamos hacer.

―¡Oh no! ¿Algún otro cachorro podrá ayudarnos?―cuestionó la alcaldesa Goodway.

―Los llamaré a todos.

En el cuartel, los cachorros estaban pendientes a cualquier llamada de Ryder, pero nunca se imaginaron que todos fueran llamados por él.

Al escuchar la terrible noticia, todos fueron hacia el monte, intentaron de todo, incluso Rocky con sus inventos no pudo ayudar. Skye los acompañaba sólo para observar cómo realizaban las misiones.

―Lo siento, Ryder, pero no encuentro nada―dijo Rocky.

―¿Seguro, Rocky?―preguntó Ryder.

El mestizo volvió a buscar entre sus cachivaches del vehículo; hasta que por fin halló un viejo y oxidado helicóptero de metal. Pero el asiento y espacio era muy limitado, por lo que no cualquier cachorro puede utilizarlo.

―¡Mira, Ryder!―exclamó Rocky.

Ryder observa el viejo helicóptero.

―El único problema es que el espacio es muy pequeño.

―No perdemos nada intentando hallar el piloto adecuado.

Así fue como los cachorros empezaron a subirse uno a uno al helicóptero. Sin embargo, todos eran de razas muy grandes, no había ni uno pequeño.

―Oh, no. Lo lamento mucho, Ryder. ¿Puedo hacer algo para ayudarlos?―cuestionó Skye, preocupada por la misión al igual que todos.

Ryder estaba muy desesperado, no quería decepcionar a la alcaldesa Goodway, pero por más que lo intentara, no encontraba una solución.

Hasta que...¡bingo! ¡eso es!

―¡Pero claro!―exclamó Ryder―. Por supuesto que puedes ayudar Skye, tú eres perfecta para este helicóptero.

La cocker estaba bastante confundida cuando escuchó al niño.

―Pero, Ryder, yo no sé manejar un helicóptero―dijo Skye.

―Yo te enseñaré, Skye.

Se tomaron el tiempo necesario para que Skye pueda aprender lo básico de manejar un helicóptero; para su suerte, Skye captó toda la información recibida muy rápido. Decidida, se colocó los anteojos de piloto y subió al helicóptero.

―¡Sii! ¡vamos Skye!―dijeron los cachorros apoyando a la cocker.

El helicóptero emprendió su camino, elevándose hacia arriba. Skye sujetó a Gallileta con la ayuda de el arnés. Realmente ella sentí una pequeña adrenalina al sentir la brisa del viento sobre su pelaje dorado; era una sensación única que jamás había sentido en su vida.

Aunque Chase sentía un pequeño temor al ver a su amiga muy alto, tenía miedo de que algo malo pudiera ocurrirle.

Skye bajó hacia la tierra firme, no sin antes bajar a Gallileta de el arnés en manos de la alcaldesa Goodway.

―¡Gracias!―agradeció Goodway, abrazando a su gallina.

Pronto ella estacionó el vehículo y se bajó.

―Estuviste excelente, Skye―dijo Chase.

―Aww, gracias, Chase. Pero no tenías que preocuparte por mí―guiñeándole el ojo.

―Eres una cachorrita muy valiente, Skye. Muchas gracias por salvar a mi Gallileta.

―Fue un placer, alcaldesa.

―Sin duda eres muy buena a la hora de manejar un helicóptero, Skye―dijo Ryder.

La cockapoo estaba muy feliz de que por fin algunos pudieran notar algo especial en ella, cosa que meses atrás hubiera sido imposible. Se sentía especial, única y querida cuando le daban cumplidos.

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