
I: Conociendo a Skye.
El inicio de una gran familia.
En la ciudad de Bahía Aventura habitaba una bella cockapoo llamada Skye. Para su desgracia, ella vivía como una cachorra callejera debido la crueldad de sus sueños que la desampararon de su hogar, dejándola a la suerte que la vida le quisiera dar.
Ella sobrevivía gracias a las sobras de los contenedores de basura de la ciudad que encontraba, aún sin perder la esperanza de que alguien se pudiera apiadar de ella y darle un hogar.
Ella tenía una pequeña casa hecha de cajas y unas cuantas telas que pudo encontrar. Sin embargo, cerca de allí habitaban perros de razas grandes que siempre la intimidaban. La cockapoo tenía que soportales si no quería quedarse sin un refugio. De todos modos, poco podía hacer con su pequeño tamaño.
Otro día amaneció para Skye, esta vez sin ganas de levantarse. Los primeros rayos de luz llegaron hasta su casita y tuvo que apurarse para encontrar alimento, de lo contrario, los demás canes se lo acabarían antes que ella.
La comida para los perros callejeros era una competencia entre ellos, pues tenían que levantarse temprano para poder ser los primeros en robarle la comida a los humanos en los diferentes restaurantes que habían.
Skye era la única que tenía la decencia de pedir la comida en lugar de ser una ladrona.
Skye se dirigió a su restaurante favorito que llevaba el nombre de "Las Vegas", en donde los cocineros tenían compasión por la cachorra, así que le servían los restos de pollo y comida rápida.
-¡Quítate, Skye!―ordenó un border collie de pelaje marrón.
-¡Yo llegué antes que tú, Aslan!-gritó―Así que ni lo pienses, yo me quedo aquí te guste o no.
Skye le dio un empujón, pero fue tan inofensivo que Aslan contra-atacó con rudeza.
―Al parecer te levantaste grosera, ¿no es así?-gruñó, acercándose a la cachorra como un depredador al acecho, logrando causar escalofríos en Skye.
La canina suplicó piedad, arrinconándose a una pared cercana, luego cerró sus ojos con pavor de lo que el border collie pudiera cometer. Aslan soltó una risa por la reacción aterrorizada de Skye.
-Tranquila, cachorrita-su voz, grave y áspera rechinaba en los oídos de Skye-. Quizás si me das un beso podría irme.
Skye dió su último acto de valentía con el corazón bombardeando de miedo, lo empujó otra vez haciendo que este cayera al suelo. Aslan se levantó con una mirada desafiante que penetraba en los ojos de Skye.
Aslan le dio una patada a la cockapoo y cayó hacia la entrada del restaurante. Skye entendió que era momento de irse.
Skye dio un profundo suspiro al retirarse. Sus ojitos rosados fueron invadidos por las lágrimas, creyendo que no habría un futuro prometedor para ella.
«Un día de estos moriré de hambre de tantas veces en las que Aslan me saca del restaurante.» pensó, dejándose llevar por la tristeza.
Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz que la llamó por su nombre.
―¿Aslan? ¿qué haces aquí?-preguntó confundida, sus patas se estremecían al ver al último can que quisiera tener de frente-Ya me fui del restaurante, ¿ya estás feliz?
―Lo siento, linda, me dejé llevar.-explicó con simpleza, como si lo que hizo no fuera nada para ella.
Skye lo miró con enojo.
―¡No me llames así!-le gritó.-Ni siquiera te considero mi amigo. Además, me asustaste mucho.
Aslan rodó los ojos
-De acuerdo, Skye, vengo a disculparme por lo que te hice, además, te traje un pedazo de filete.
―¿Te sientes bien, Aslan?―preguntó levantando una ceja, pues esto era nuevo para Skye, nunca antes él le había dicho algo así―Quizás tienes fiebre o estás enfermo-ella le tocó la frente.
―¡Skye, estoy bien! No repetiré lo que dije. Si no quieres mi filete y mis disculpas no hay problema, se lo daré a alguien más―él se dio la vuelta, ignorándola.
La cachorra aún se sentía extrañada por el repentino cambio de comportamiento de Aslan, pero decidió no indagar más en el asunto, pues su hambre hablaba más que ella misma. Fue corriendo hacia Aslan y cogió el filete, agradeciéndole.
El border collie se retiró. Skye se quedó aún sorprendida por lo que pasó.
¿Las cosas cambiarían? Esa era la pregunta que Skye pensó constantemente. De todos modos ella tenía que estar preparada para lo que viniera.
Skye comenzó a devorar el filete que Aslan le dio mientras imaginaba escenarios positivos en los que ella podría estar.
―Me gustaría tener una mejor vida. ¿Quién sabe? Quizás un hogar, un amigo o...una familia...
Sus ojos de alba rosada se iluminaron de un brillo especial.
«¿Qué se sentiría pertenecer a una familia?» pensó ella.
Cuando la noche reclamó su reinado en el cielo, Skye se encaminó con una sonrisa de esperanza hacia su casita.
En la cúspide de sus sueños estaba ella gozando la compañía de otros cachorros, todos estando muy contentos jugando en el patio de algún lugar. Incluso logró divisar a un niño alegre, quien aparentaba ser el dueño de todos los canes. En ese momento, Skye era la cachorra más feliz del mundo, pues contaba con una hermosa familia que la amaban como a una hermana más de ellos.
A la mañana siguiente, Skye se levantó muy feliz por el sueño que tuvo, eso era lo que realmente anhelaba y esperaba tener algún día. Salió a caminar muy contenta sin darse cuenta de que había entrado a un territorio que no le pertenecía, muchos otros perros la miraban de manera amenazante, pero Skye ignoraba todo lo negativo, no iba a dejar que nada interrumpiera su felicidad, hasta que se chocó con un doberman, quien era el cuatríple de tamaño que ella lo era.
―¿Uh? ¿quién eres?―preguntó ingenua.
―Vaya pregunta, cachorrita, después de que entras a mi territorio sin mi autorización con una sonrisa que da pena ver en una cachorra miserable como tú.-dijo el doberman.
Skye se dio cuenta de que estaba en la calle más peligrosa de la ciudad, había perros agresivos por todos lados. Sus patitas temblaron, se quedó paralizada del miedo con la mirada agachada.
―Acábenla, muchachos.―ordenó retirándose del lugar.
Los demás perros gruñeron, mientras acorralaron a Skye. La indefensa canina nada podía hacer contra semejantes canes.
La amenaza fue interrumpida gracias al ladrido de un pastor alemán, quien llegó conduciendo un vehículo de policía.
―¡Chase se hará cargo!-el can tomó por sorpresa a los demás.
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