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5.

Paliza.








Enojado, estaba totalmente enojado. O más bien, completamente histérico. La causa de ese enfado infernal, tal que cualquier persona en su camino evitaba toparse con él, eran sus compañeros y amigos hospitalizados, el causante de esto tenía nombre:

—¡Ohma Tokita!

Pensaba con rabia, radiante y expresada en cada facción de malhumorada cara. Masco con fuerza el cigarro, la punto de que lo aplastó, lo escupió a un lado y continuó con su camino.

Hoy iba a correr sangre.







Ohma había terminado su entrenamiento, no paraba de pensar en el anciano de ayer, Doppo orochi, quien había dejado una gran impresión no sólo en su mente sino también en su cuerpo. El pelinegro sonreía cada vez que recordaba lo sucedido, como una chica enamorada que no podía parar de pensar en el típico encuentro inesperado con su crush.

Las pisadas fuertes de unos zapatos, que parecía querían romper el suelo, llamaron la atención del joven, mirando de quien se trataba, miró al delincuente no con una cara de querer hacer amigos o tomar el té. Ohma sabía de inmediato lo que quiera ese hombre.

Shiba lo encontró después de hacer un par de preguntas sobre la ubicación de ese busca pleitos callejero. Y por fin dio con él; y eso tal vez sea una bendición o una maldición.

—¡Oe!—exclamó.

—¿Me hablas a mí?, que oportuno.—dijo sarcástico.

—¡No estoy para bromas!—aclaró.—¡He venido aquí a darte una lección, punk!

Las palabras tan arrogantes y seguras de Shiba sólo causaron una risa burlona en el contrario, provocando más al delincuente, haciéndolo sentir subestimado. Enojado, Shiba chasqueo sus labios y no perdió más tiempo, fue tras él.

—¡Me vas a matar de la risa!, ¿n-

Su parloteo fue interrumpido por un puñetazo de Shiba, aterrizó directo en su boca. Al sentir la satisfacción de poder golpear al agresor de sus compañeros, sonrió.

—¡Vamos!

Ohma, también, sonrió.

—Esta bien.

Ambos tomaron posiciones. Pero, en ese instante, una gota de sudor bajó desde la frente de Shiba hasta su mentón, sentía que algo andaba mal. Sabía desde un principio que su oponente iba a ser fuerte, pero nunca pensó que sentiría tal presión, como para ver a su contrincante como un titan ante sus ojos.

Sus piernas temblaron, sus pupilas se dilataron, estaba frente a alguien fuerte, ahora lo saben hasta sus huesos; pero su coraje nunca se fue. Ohma sonrió.

—¿Qué sucede?, ¿dónde está toda esa valentía de antes?—provocó.

Shiba se abalanzó de nuevo contra él, lanzó golpes como podía, pero los reflejos de felino de Ohma y su buen juego de pies lograron eran demasiado para el delincuente. Esquivando cada golpe, patada, Ohma reía por lo bajo, le parecía un chiste de mal gusto combatir con alguien como él.

En ese instante, desesperado, se lanzó contra Ohma, saltando contra él y tomándolo de sus brazos, el rubio pateó su entrepierna; Ohma lo evitó, intentó darle un cabezazo; intentó fallido. Trató de quitarle los ojos, pero fue esquivando, recibió un puñetazo, el primero de todos.

Su cuerpo se doblegó, cayendo al suelo la no poder soportar la fuerza de ese monstruo. Shiba no se detuvo, si, aquel ataque lo hizo querer retractarse, pero su coraje era más que suficiente para mover montañas.

Una vez más lo intentó; Ohma estaba cansado de tantos movimientos típicos de un peleador callejero como ese, típico de alguien de su calaña, esto hizo que se impacientara y patear a el abdomen del contrario. Shiba se contrajo por el dolor insesante, el pelinegro clavo la punta de su pie en su estómago, haciéndolo sentir similar a una puñalada.

—Quería jugar contigo, pero no vales mi tiempo.—expresó.—Solo eres un pandillero más.

Entonces, Ohma sintió algo.

—¿Uh?

Sorprendido, miró como Shiba atrapó su pierna, éste lo miró con una sonrisa, intentado ocultar su dolor. El delincuente empezó a propinarle una lluvia de codazos a la rodilla de Ohma, tales que hasta comenzaron a surtir efecto por la acumulación de daño.

Ohma agitó su pierna, liberándose del delincuente. Sin temerle al dolor, o al sufrimiento, Shiba tomó una bocanada de aire y abalanzó contra Ohma Tokita una vez más. No planeaba parar.

Los golpes de Shiba eran rechazados por Ohma, el pelinegro daba una contra en cada uno de ellos; pero los movimientos de Shiba se hacían cada vez más aleatorios, era una buena estrategia, además de que se estaba acostumbrado ha esta pelea el rubio, pero estamos hablando de Ohma Tokita contra quien está peleando, tampoco se puede garantizar una victoria.

Ohma pegó otra contra en su rostro, hizo una combinación: costilla, abdomen, mentón, mejilla derecha y izquierda, patada al plexo solar; el cuerpo de Shiba se estrelló contra el concreto, su boca dejó salir restos de sangre, podía sentir como esas combinaciones ardían en cada zona afectada. Pero Chiharu Shiba no es alguien que le tema al dolor. Todo lo contrario. Aparte, estaba peleando por algo más que solo él mismo.

El que llevaba la delantera total en esa pelea, pensaba que ese delincuente no se volvería a levantar, pero se equivoco. Soportando el dolor, Shiba se levantó, y con lo poco de fuerza que quedaba de él, se paró sobre sus temblorosas piernas que no podían soportar el daño acumulado. Tan solo habían sido un par de golpes, y su cuerpo estaba en tal estado, pero, a pesar de la adversidad, a pesar de todo ese sufrimiento, Chiharu Shiba no se rindió, siguió hacia adelante. Ohma al ver su determinación, sintió un poco de admiración, hasta le causaba confusión.

¿Porqué sigue...?

¿Porqué?, simple, Chiharu Shiba es ese tipo de hombre. Por más grande que sea una montaña, no creas que no tratará de llegar a la cima. Por sobre todo, esta pelea que él ha empezado va por sus camaradas caídos. Aquellos con los que compartió, se divertido, lucho lado a lado, ahora estaban fatalmente heridos por un total desconocido. Por uno de esos fenómenos peleadores.

Como Baki hanma.

Apretó sus puños, lleno de ira. Con su valor tomado de la mano, algo que no permitía su derrota, avanzó. Siguió para combatir contra Ohma Tokita.

—¡Eres fuerte, Ohma Tokita!

Pensó, cuando se dirigió a ese ataque suicida. Ohma sonrió, comprendio de inmediato. Shiba se quito su camisa y la lanzó a Ohma para cegarlo, o distraerlo, al estar a cierta distancia, empezó su ataque mortal. Golpes por todas direcciones, pero esta vez había una diferencia, el muchacho delante suya no estaba respondiendo.

Cada golpe que recibía parecía tener un mensaje para él, una sonrisa de oreja a oreja se dibujo en su rostro, la valentía que transmitían los puños de Shiba llegaron hasta el alma de ese luchador. Era tanto que se acordó de su pasado, asemejandose a Shiba, cuando él solo era un niño salvaje que se valía de un mundo sin reglas y con lo que podía, ese fue Ohma hasta que conoció a Tokita Niko.

¡Eres un tanto especial, ¿no?!—pensó Ohma.—¡Esta bien, lo haremos de esta forma!

Los dos hombres habían hecho un acuerdo con sus puños, solo se golpearian. No habría técnicas, rechazos, esquivadas o algo por el estilo, no, para nada, solo ellos dos, uno enfrente del otro, cara a cara, golpeándose hasta el final, hasta que uno no pueda más, valiéndose de una sola cosa, la fuerza bruta, el coraje, la valentía, la tenacidad, la temeracidad, el orgullo de guerreros que ardía en ambos, solo eso.

Solo necesitan eso en esta pelea.

Ohma piso fuerte, Shiba también, frente a frente; puño contra puño, ambos peleadores comenzaron un intercambio de golpes y contragolpes. Ambos podían sentir el dolor, el calor del contacto de esos puños impactar contra sus rostros, la sangre gotear por todos lados, derramarse en el suelo. La determinación de Shiba por no perder, o por mejor dicho, no dejar mal a sus compañeros, y Ohma habido aceptado el coraje de su oponente, deciendo jugar a corde a sus reglas.

Esto era espectáculo de hombría, que no duró más de 45 segundos. Shiba no podía más, llegó un punto en el que dejó de sentir sus piernas, sus puños, su cara, todo, sentía como si su consciencia se desconectara de su cuerpo, aún así siguió lanzado golpes mientras caía y veía como la figura de Ohma se alejaba en la altura desde su punto de vista.

—Por lo menos... Lo hice sangrar.

Ese fue el último pensamiento de Chiharu Shiba, tal vez fue para consolarse a sí mismo al saber que perdió, pero el resultado era obvio así que no tenía nada de que arrepentirse, por eso sonrió antes de caer inconsciente.

Por otro lado, el joven de cabellos negros y desordenados, suspiro, su rostro lleno de golpes, la sangre desparramada proveniente de su nariz y labios, miraba con cierto respeto al perdedor de este combate.

No use toda mi fuerza hasta los últimos 3 segundos. No quería decepcionarte.—pensó. Pasó su antebrazo por su cara para limpiar la sangre.—Adiós. Aunque se me olvidó preguntar tu nombre.

—Se llama Chiharu Shiba.

Una voz masculina respondió la duda de Ohma, el pelinegro miró de quien se trataba y se llevó una sorpresa que podría ser grata. Un hombre enorme, con cabello negro, bien peinado, labios finos y elegantes al igual que esos ojos castaños escondidos en esas gafas pero aún así poseían una mirada penetrante e intimidante, y hablando de intimidación, la cantidad de cicatriz que había en su rostro, que dejan en claro que ese hombre había tenido más de un combate a muerte en su vida entera. Su presencia, su mirada, la tensión que provocaba, la presión que venía de él, ese fuerte espíritu latente, sobre todo, esas enormes y gruesas manos que le daban un mal presentimiento a Ohma, y a la vez, le causaban una emoción eufórica inmensurable.

—Su nombre es Chiharu Shiba.—volvió a decir. Se acercó a él.—Y tú eres Ohma Tokita. Si no me equivoco.

—Si, soy yo.—sonrió incrédulo.—¿Algún problema conmigo, grandulon?

Las atrevidas palabras de Ohma se ganaron una mirada cortante por parte de Hanayama Kaoru. Ignorando al menor, pasó por su lado y tomó entre sus brazos a Chiharu, le dio una última mirada al responsable de su estado.

—Por ahora no.—respondió.—En un futuro, si. Solo espera.

Ohma sólo rió por todo lo alto.

—Mejor hagamoslo aquí y ahora.—tomó su guardia.—No hay porque esperar.

Hanayama miró a uno de sus subordinados, este entendió que debía de tomar a Shiba a cambio, asintiendo y yendo por el inconsciente hombre, se mantuvo a un lado junto a los demás yakuzas para observar la pelea.

No hubo necesidad de quitarse su traje, sólo elevó sus brazos como de costumbre, Ohma miró esa pose por un instante, cuestionandose esta misma, pero no le dio tanta importancia a tal cosa. Atacó al más grande con un recto de derecha, un movimiento desesperado, golpeó un par de veces en el cuerpo a Hanayama, sintiendo su dureza, el contrario respondió y Ohma lo esquivó.

¡Es resistente!, y ese puño... No me agrada para nada.

Impresionado, volvió a atacar con una combinación, pero esta vez, Kaoru atacó al mismo tiempo que el golpe de Ohma llegó, ambos puños colapsaron en el rostro de cada uno. Para Hanayama fue solo un golpe, pero para Ohma fue el final.

Todo se volvió oscuro de repente para Tokita Ohma.

















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¿Qué opinan del capítulo?

No sabía de que color escribir los ojos de Hanayama, porque en cada portada de Baki que veía tenía los ojos de un color distinto. Pero me di cuenta (sino me equivoco) que la mayoría de estas él tenía los ojos castaños.


Espero que les haya gustado el capítulo.

Por cierto, hice un nuevo fanfic de Baki, puede que este les guste y puede que este más activo en ese. También intentaré estarlo en este. Se llama Experimento Yujiro.

Y, por si no lo sabían, el autor de Baki the grappler, Keisuke itagaki, hizo un dibujo en modo de homenaje para la película última película de Rambo. No sé ustedes, pero se ve épico.


Sin más.

Adiós.

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