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50-Amadeus. Elementos y categorías

Día 5

A la mañana siguiente pude encontrar a Gabriel en el campo de entrenamiento, estaba junto a Verónica y a otra persona que no identifiqué y que por tanto pasé por alto, no le di más que una mirada.

–Te traje sorpresas –afirmó Gabriel con su hermosa sonrisa, dándome un beso en la mejilla. No se quejó cuando golpeé su hombro con fuerza, amonestándolo por no haberlo encontrado en la cama anoche.

– ¿Qué son? –observé a su acompañante con recelo, no estaba armado pero escondía las manos en los bolsillos, parecía inteligente y concentrado no verme a los ojos.

– ¡Es pan! –enseñó lo que ocultaba en la espalda. Sonreí al recibirlo e inmediatamente abrí el empaque–, y... un entrenador nuevo.

– ¿Qué tienen de malo las actuales? –desanudé la bolsa con pan, no recordaba cuándo fue la última vez que comí algo que no fuera proteína pura. Todos ignoraron mi pregunta, incluso Verónica.

–Mi nombre es Amadeus, estoy feliz de poder servir al futuro Escritor –el extraño me dedicó una galardonada reverencia, que por supuesto ignoré con un pan en la boca.

–Claro –dije con migas cayendo sin cuidado. No invitaría a nadie, sí es que eso querían decir con sus miradas.

– ¿Cómo te va con los elementos? –Amadeus se sentó extendiendo las piernas cómodamente por el suelo, Gabriel y Verónica le imitaron.

¿Tenía de verdad, verdad que hacerlo igual? Rodé los ojos para recordarme ser amigable con los que me enseñaban.

–Normal, creo –guardé el resto de pan, no lo desperdiciaría con una plática rara. Jugué con el zacate* recién cortado del campo, que era tan picudo que incluso atravesó mi grueso pantalón de combate. No era cómodo.

–Necesitamos saber con certeza qué elementos están a tu favor –así dio inicio otra lección–. El Agua, del cenote de la Academia, se entregó... –no explicó cómo lo sabía, pero era seguro que la misma entrenadora le había dado una especie de reporte–. Significa que la lluvia, el mar, entre otros, están de tu lado. Veamos quién más.

Amadeus intentó tocarme, no se lo permití, evitándolo solo por centímetros. Con un movimiento rápido, Gabriel saltó para tranquilizarme.

–Amadeus tiene una conexión profunda con la Naturaleza, o sea con los elementos en general –dijo–. No te hará nada malo –trató de explicar.

Aún con dudas, no aparté los ojos de mi Divino mientras extendía el brazo hacia Amadeus. Tuve que dejar de hacerlo cuando una corriente eléctrica viajó por mi cuerpo al ser tocado por sus finos dedos.

–Tienes a la Tierra, la Luz brilla claramente en ti, la Oscuridad te persigue –comenzó a nombrarlos como si estuviesen presentes con nosotros–, el Aire te envuelve suavemente y el Trueno... jamás lo había visto tan chispeante en una persona –pronto dejó de lado la voz amigable para ponerse serio–. No siento al Fuego. Y eso sí que es un problema.

–Vaya, dime algo que no sepa –amabilidad. Reí para ocultar mi molestia.

–Rafael lo tiene –por fin soltó mi brazo, lo pegué a mi pecho de manera protectora.

–También lo sabíamos.

–Me refiero a que ambos están empatados –no parecía entender que me estaba hartando. No sé porque me siento tan arisco hacia a él–. Tienen cinco de los seis elementos principales, cuando uno de los dos consiga el otro podrá abrir el Cubo.

– ¿Pero no se parecen la Luz y el Fuego? –dije–. Leí que venía uno del otro –por lo menos quería demostrar que entendía lo que decía. La Luz nace del resplandor de las llamas del Fuego, ambos iluminan habitaciones oscuras, aunque tienen un significado y función única.

–Es diferente porque tú naciste con la Luz, Rafael nació con el Fuego y el Aire; y como veo tu cara de que no me entiendes te lo explicaré con palitos y bolitas–. Ahora sí que puse mala cara por un segundo–. Nacer con un elemento hace que este sea tu llave, todos tenemos la probabilidad de abrir el Cubo si conseguimos el respeto de cada uno de los elementos, empezando con el elemento que nos otorga nacer como Divinos, el Fuego. Casi nadie consigue otro. Rafael nació con dos elementos, o sea tiene dos llaves debido a que fue el menor en poder y lo mejor fue para él. Punto y aparte, te pongo un ejemplo: Gabriel es un Arcángel que, como ya tenía por nacimiento Fuego, también le dieron el Aire, de igual forma tiene sus debidas subhabilidades. Y tú, bueno, Uriel te dejó su Luz.

–Creo que lo revolviste más –se lamentó Gabriel. Era cierto, pero no hacía falta tratarme como un tonto.

–Creí que Gabriel era el menor –miré las plantas que había arrancado, mis dedos tenían un poco de lodo húmedo. Sacudí la mano para quitármelo.

–En edad, en poder es el mayor. Rafael es menor en poder.

–Mira –intervino Verónica–, Séneca nació con el Fuego como la mayoría, luego ganó el respeto de la Lluvia o sea que solo puede controlar el agua que se condensa en las nubes. Tú tienes el Agua, puedes hacer eso y mucho más. En mi caso, nací con el Aire pero me gané el respeto de la Lava, no puedo invocar Fuego, pero el magma de la tierra es de mi dominio. Rafael tiene el Fuego puede hacer eso y mucho más.

–Estamos perdiendo –contraje el rostro y mis ojos picaron–, no podré contra él.

–Están empatados –repitió Amadeus–, cualquiera puede quedarse con el título de Escritor.

–Una duda, use Fuego en el Cielo cuando... –me atraganté antes de decirlo en voz alta. Amadeus pareció notarlo y me permitió callar.

–Claro, pero cuando recibiste una paliza de Rafael, te dejó–. Intuí que agregaría un comentario sobrado, pero no dijo nada. Que considerado. Por alguna razón eso solo hizo que lo odiara a un más.

–Lo tuviste así que es más sencillo que vuelva –reconfortó Gabriel. No me sentía bien con toda esta charla extraña.

Permanecí en silencio, reflexionando cada palabra.

Me yergo para alejarme aún sin decir nada. Saben que deben dejarme marchar para estar solo y pensar.

*****

La soledad no es para siempre y pronto me vi rodeado por Endo al igual que de otros adultos Divinos. Mi pan se había acabado, pero parecía que ya todos se habían enterado de mis gustos, pues a manera de ofrenda cada Divino con el que me reuní me entregó una bolsita de pan.

Sonreí, mi mal humor se fue entre mordida y mordida de carbohidratos dulces.

–Te presentaremos a nuestros Comandantes –comenzó hablando Endo. Estábamos en una mesa de madera negra lustrada, dejaba mis migas por todos lados, no me sentí culpable pues invité a pan a todos en esta ocasión. Nadie se negó a tomar uno–, pues nuestro ejército ya tiene una formación y los soldados están emocionados por conocerte.

– ¿No estaban todos en la Asamblea? –tuve la decencia de tragar antes de preguntar.

–Sí, pero no nos referimos a Divinos –mencionó un hombre que se presentó como Zaragoza (Sargento Zaragoza, recalcó por sí mismo). Parecía un marine, se hacía respetar entre los presentes–. Tenemos hijos que no son Divinos todavía, pero que desean unirse a la batalla. Ya algunos están en la Academia, pero la mayoría permanecen alejados porque queríamos protegerlos.

–También he estado dudando permitirles participar –miré a cada uno a los ojos. No había notado que yo era quien presidía la reunión, ellos solo estaban ahí para recibir mis órdenes. Creo que pude aguantar no temblar por destino divino.

–No debe preocuparse –continuó el hombre–, son nuestros hijos, los hemos entrenado nosotros. Confiamos en ellos.

Permanecí en silencio, cruzando las manos sobre la mesa, incliné un poco la cabeza reflexionando las posibilidades.

–Soy admirador de que aunque somos, por mucho, menores que todos ustedes, puedan igual apostar a mi favor –creo que voy a llorar. Ni siquiera los conozco y ya podía sentir que les confiaría cubrir mi espalda–. Considérenme capaz de defender nuestra bandera.

–Es un honor servir a alguien como a usted –reían por mi forma tan sentimental de expresarme.

Sonreí cuando alzaron su trozo de pan para imitar un brindis, sin alguna duda en mi mente, les imité. Tal vez estaban siendo precavidos para mantener una relación positiva conmigo, o podrían estar haciéndolo por convicción propia o por seguridad para con sus hijos. Eso no es relevante, estábamos apostando juntos a un mismo futuro.

Pasamos a asuntos serios, como la organización de nuestras formaciones, las posiciones durante la lucha, estrategias para acorralar, terminar rápido y no morir. Mantener el espíritu de nuestros compañeros en todo momento.

*****

Entonces tuve que volver con Amadeus, prefería enfrentarlo solo que junto a Verónica o Gabriel, ambos tenían la habilidad de apartarse sin dejar rastro. Eso me favorecía por el momento.

Encontré mi objetivo, él alimentaba unas palomas frente a la puerta de la Academia. Estás parecían amarlo, posándose en sus manos con total confianza, batiendo las alas para hacerle saber que estaban felices.

La conversación fue buena el rato completo, intentó explicarme más información interesante, lo cual de verdad intenté comprender... para resumir de lo más importante de lo que habló fue de la Línea de Sucesión.

–Se trata de las veces en que el poder santo de Purificador ha cambiado de portador.

–Claro –eso era sencillo.

–Bien, los Arcángeles (que no son lo mismo que un Ángel) en sí fueron los más poderosos y conforme pasa el tiempo su poder no se debilita, ninguno debería hacerlo. Así que nuestros hijos tienen el poder que nosotros recibimos de nuestros maestros Ángeles, que obtuvieron del Gran Escritor Original. Por ejemplo, el viaje de mi poder empezó con mi antepasado de nombre Diego, que lo entregó a su hija Daniela y ella a mi madre María... y aquí estoy 200 años después.

–Okey. Pero y ¿si tienes muchos hijos?, o sea, ¿trillizos?

–A veces hay otros Divinos que se ofrecen para entregar su poder a los hijos de sus compañeros. Sin embargo, cuando nacen dos hijos y solo hay un Hijo Divino dispuesto (que bien pudiera ser el padre o la madre), entonces el poder se divide entre ambos.

– ¿Cómo Mercy y Séneca?

–Exacto –chasqueó los dedos–. Ellos tienen tres alas, porque por suerte su padre era Samuel (un Arcángel) y no les fue nada mal. Sin embargo para evitar que haya Hermanos con una sola ala se prefiere que el poder sea recibido por el primogénito.

– ¿De verdad su número no crece ni decrece entonces?

–Pues la energía no se crea ni se destruye... hay que saber dosificarla.

–Tengo una pregunta sobre Rafael –me atreví a decir.

–Dispara –fingió que su mano era una pistola y la apuntó hacia mí.

– ¿Cómo es que se convirtió en Escritor? Digo, habiendo tantos en su contra –sabía exactamente qué cara estaba haciendo mientras preguntaba, seguro la que traía desde que todo este desastre comenzó. ¿Cuándo fue eso exactamente? Era como caer a miles de kilómetros por hora teniendo la obligación de abrir un poco los ojos para ver donde estrellarte.

–Es que era el favorito del Creador –ahora las palomas caminaban por el suelo, picándose entre ellas inocentemente.

– ¿No ese sería el Editor?

–Él también acompañó al Creador –miró al cielo cuando las palomas emprendieron el vuelo de la nada–, muchos lo hicieron. A donde sea que se hayan ido.

Luego su mirada se perdió, así que ya no dije más, sé que hay de lo que no queremos hablar y no le iba a obligar a hacerlo. Le agradecí por sus palabras y fui a la biblioteca.

Creo que era hora de leer un poco sobre la historia de mi mundo, no entraré en detalles sobre la historia del primer Escritor para no hacer largo el cuento.

Él fue el Creador Supremo y como tal su primera tarea fue hacer un ser que pudiera habitar el mundo que había creado.

Naciendo los Libros, seres autopensantes con un periodo de vida corto. El Escritor, luego de construirlos se distrajo por un momento (que para el tiempo de los Libros era más que suficiente para perderse).

Así que la tierra volvió a quedar desierta, el Escritor estaba solo. Harto de estarlo creó toda clase de especies, tres para ser exactos. Los humanos, los Demonios y los Ángeles, para poder cuidarlos mejor encargó soberanos sobre cada uno de ellos, el Editor para comandar a los Ángeles, la Historiadora para guiar a los humanos y tomó a uno de sus Ángeles más importantes para estar en el inframundo, conocido como Luzbel.

Su orden colapsó cuando los Libros reaparecieron. Al principio el Escritor se entretuvo viendo el avance de sus primeras criaturas y la inutilidad de las nuevas, quienes eran cazadas sin esfuerzo por los Libros. De verdad era muy divertido, la Historiadora le hizo ver que los Libros le olvidaron y cómo obligaban a los humanos a hacerlo también. Eso ya no era tan gracioso.

Con ayuda del Espíritu de la Historiadora incluyó su poder en las humanas para hacer nacer a los Hijos Divinos, con el paso del tiempo estos tuvieron subcategorías, como los Arcángeles (Divinos que pueden controlar más de cuatro elementos, con seis alas), los Unos (Divinos con una sola ala), Heredados (Divinos con dos alas naturales) y luego los mellizos.

Por un tiempo todo se mantuvo en paz. Era difícil mantener el orden, pero ese orden existía. Todo se volvió aburrido, no había más por hacer ahí.

Así que simplemente los abandonó. Dejando a cargo a su creación favorita. Rafael, el niño mimado que siempre tuvo lo que quiso.

______________

Zacate: Conjunto de plantas sin tronco con hojas de color verde, finas, cortas y tupidas, que se plantan en jardines por motivos ornamentales y en terrenos deportivos para cubrir el suelo. Duelen como el demonio en la piel desnuda.

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