Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

45-Miguel. Propuestas

Día 2

Cuando sintieron que el tiempo congelado en sus mentes había sido un poco largo, un preocupado Makishima deshizo la cómoda escena y procedió a vestirse apresurado, mientras Gabriel con una mueca de insatisfacción le observaba caminar por todos lados, buscando la ropa que les habían dado ayer.

–Parece que solo me tientas con tus movimientos –murmuró Gabriel con voz afectada por el sueño.

–Parece que sigues dormido –había logrado encontrar el pantalón, se sentó en la punta de la cama para ponérselo–. Vamos, levántate también, ya debe ser tarde.

–Si lo hubiéramos "hecho" anoche, no podrías moverte ahora –no se movió para obedecer a sus preocupaciones.

–Necesitaba mis caderas en buen estado.

–Solo iba a ser un poquito –rodó, cubriéndose el rostro con los brazos, no quería perder el calor de la cama, pero el cuerpo de Makishima se había llevado gran parte de este.

–Ja. ¿Se supone que me crea eso? –una sonrisa jovial acompañó sus movimientos mientras se colocaba la camisa. ¿Cuándo había llegado tan cerca de la puerta?

–Makishima–. El alegado volteó con la sonrisa todavía en los labios–. No quiero salir –deletreó sin hablar. Makishima le ignoró cambiando su expresión.

–Solo vístete–. Eso definitivamente fue una orden.

–Sí, sí, si... –pesadamente se impulsó hasta el borde de la cama, bostezó un par de veces y se levantó para recoger su ropa, lo primero que se puso fueron los calcetines, aún tenía frío. Pasados unos minutos recogiendo y coleccionando toda su ropa, Gabriel se atrevió a decir lo que rondaba por su mente desde hacía unos días–. Makishima –cuando le miró no supo cómo continuar–. ¿Quieres casarte conmigo?, porque quiero casarme contigo–. El Mestizo no procesó nada de lo que decía. Gabriel hizo un intento por seguir–. Quiero que seas mío y solo mío, que nadie más pueda tenerte, no quiero que te alejes nunca más. Pensar en eso me hace sentir una profunda desesperación. Quiero que me pertenezcas solo a mí, suena autoritario, pero no cambiaré de opinión.

El silencio fue la única respuesta rápida que obtuvo.

Había atrapado con la guardia baja al chico médico, eso le agradaba, pero la posible negativa seguía presente y apuñalando su corazón, una y otra vez.

–No, definitivamente no digo que no, solo debo pensarlo un poco. ¿No creo que sea un buen momento? –su proposición le tomó completamente por sorpresa, no es que no hubiera pensado sobre eso... pero ni siquiera estaba seguro de lo que sentía–. Digo, tengo a un demente tratando de matarme –no necesitaba comprometerse a más complicaciones–. ¿Por el momento te basta con una promesa?

–Me basta con tu sonrisa –dijo embobado. Decía la verdad–. Aunque anoche estuvimos a punto de hacerlo.

–De verdad te necesito –ignoró lo último que había mencionado el Divino–. Quisiera que me enseñaras más a ser un Hijo Divino.

–Considero una ofensa enseñarte a ser quien eres, ignora todos tus pensamientos negativos, solo sé el Hijo Divino... mitad Libro, que desees ser–. En los ojos Mestizos vio que eso no era lo que quería oír–. Prometo protegerte pase lo que pase.

–Sé que siempre podre confiarte todo de mí –su mirada de aceptación entre palabras de dulzura fue reemplazada por sus complicados pensamientos–. Gabriel –se aferraba a sí mismo–, debiste verlos –ocultó sus ojos bajando la mirada–, le... le obedecen ciegamente, no por creencia... realmente le temen.

–Que pienses tanto en ellos me preocupa –ojalá hubiera más personas como Edgar, así tendría menos peso sobre sus delgados hombros–. No deberías estar involucrado en nada de esto. Nadie sabe en que estaba pensando Rafael cuando te llevó con él, posiblemente solo haya sido por un capricho suyo.

–Tampoco lo sé, solo que me sentí atraído por el Cubo que traía con él –confesó.

–Es normal. Ahí dentro está concentrado todo el poder de este Universo. Cuando logre abrirlo se hará con él y nuestras probabilidades de vencer serán nulas.

– ¿Crees que logre hacerlo? Digo, hasta el momento no ha podido.

–Ya te dije. No es algo en lo que debas involucrarte.

–Es que...

– ¡No pueden estar abrazados por siempre!

Los gritos fuera del cuarto se aproximaban. Interrumpiendo la confesión de proteger a los Divinos que había hecho a Rafael.

–Séneca, te digo que no les molestes, están cansados –se escuchó la voz de Mercy.

–No creo que "pudorosamente" permanezcan durmiendo, menos con tales ruidos recorriendo el lugar a mitad de la noche –las voces se detuvieron frente a la puerta, pronto se oyeron toques en esta–. ¡Gabriel! ¡Makishima! ¡Es hora de que salgan! Tenemos cosas de que hablar, y hay alguien muy molestoso esperándolos abajo.

Makishima abrió esperando poder escapar de la extraña situación con Gabriel.

–Sígannos, por favor –ofreció Séneca.

*****

–Parecía mentira todo lo que me habían contado –el indeseado visitante, al que Séneca se refería, les esperaba en una de las habitaciones menos utilizadas del lugar, la sala principal. Sentado en un amplio sillón, ocupaba la mitad de este, era alto y bastante robusto, cabello largo, liso y plateado, recogido en una coleta baja–. Has logrado dominar sobre la bestia, Makishima.

Gabriel parecía sorprendido de verlo ahí, aun así le saludó sin mucho ánimo.

–Hola Miguel. ¿Qué tal te ha ido? ¿Sigues cazando osos polares con las manos?–. Miguel rio ante la antigua visión de sí mismo cuando era un joven Divino que probaba sus nuevas capacidades.

–Mira quien habla, parece que tu trabajo para doblar cuellos al doble de tu torso han quedado atrás para acaparar a una dulce mariposa.

Inmediatamente el rubor maquilló el rostro de Makishima, la sonrisa de Gabriel no podía resplandecer más cuando su mejor amigo hizo mención de su relación.

–No seas tan revelador –aun así pidió.

– ¿De qué hablas? –fruncía el ceño–. Sí es el tema que se haya en boca de cada Divino y me atrevo a sugerir que hasta de Libros. ¡Incluso los Demonios y los Ángeles les admiran! –se emocionó.

–No es como si debiese ser de interés público...

–Es lo más entretenido que ha ocurrido en siglos –luego en dirección a Makishima agregó–. ¿Sabías que de jóvenes éramos tan idiotas como para tatuarnos nuestras iniciales entre nosotros? No nos enterábamos que las tintas humanas no podían profanar nuestros cuerpos y ahí nos ves, tratando de clavarnos agujas de todo tipo. Hasta que descubrimos que nuestro fuego es la mejor marca indeleble que existe.

–Ni que lo menciones –respondió el amigo idiota–, cada vez que me baño debo recordar tu horrible cara.

–Pues al menos parece que ahora lo haces a diario –se carcajeó de su propia broma.

–Se llevan muy bien, siento un poco de envidia–. Todos pusieron la atención sobre el pelinegro. Consiente de su forma de hablar, se avergonzó de hablado de más–. No, no quise decir eso.

–Lo único que debes saber sobre este sujeto –Miguel señaló al extrañamente sonrojado Divino, la actitud de Edgar le parecía encantadoramente tierna–. Es que es como un gran gato –su comentario logró sacar una risa alegre del chico médico.

– ¿Por qué nadie me compara con un tigre? –fue la queja de Gabriel.

–Por qué los tigres son geniales –aventuró Mercy.

–Saben lo mucho que odio los motes... –Gabriel aún miraba con intensidad al Mestizo.

Los interrumpieron las risas de dos niños que entraron correteando por la puerta.

– ¡Padre! ¡Padre! –gritaban al unísono. Miguel los tomó paternalmente entre sus brazos. Debían tener entre unos diez años el mayor y ocho el menor.

– ¿Qué hacen aquí mis pequeños guerreros? ¿Se han escapado de nuevo de sus lecciones de historia? –su rostro mostraba signos de estarlos regañando, pero sus ojos chispeaban de alegría por su presencia.

Un poco preocupados por la reacción de su progenitor, los chicuelos rápidamente quisieron desmentirlo.

– ¡No!, escuchamos que había venido el tío Gabriel.

–Y venimos a saludar –saltaron de sus brazos hacia el Divino de aspecto más jovial, este los atrapó con destreza entre risas y bromas. Los niños no eran su fuerte, sin embargo los hijos de su mejor amigo siempre serían una clara excepción.

–De verdad espero que su maestra no los esté buscando por toda la casa, seré visto como un aliado de sus travesuras–. El comentario de su padre pasó desapercibido para los niños, ya que acribillaban a su "tío" con toda serie de preguntas sobre las aventuras que hubiese tenido desde su última visita.

Sus prioridades eran tan fugaces que, en cuanto pusieron los ojos sobre Makishima, perdieron total interés en hablar con Gabriel, siendo desplazado por la crueldad infantil. Pues los pequeños jamás habían conocido a alguien con el cabello negro. De inmediato sus pequeñas manos quisieron comprobar lo que sus ojos registraban.

Edgar estaba sorprendido, pero gracias a que contaba con algo de experiencia debido a sus recurrentes visitas al orfanato, supo mantenerlos a raya por unos minutos. Un logro que reconociera el padre entre risas y comentarios burlones dirigidos a Gabriel aunque, como todos los demás, quedó reducido a segundo plano.

–Ay –soltó un quejido. Al descuidarse un momento perdió unos cuantos mechones de cabello, los chicos habían trepado por sus brazos y planeado distraerle para llevar su plan, consiguiéndolo con su pueril astucia. Examinaron con sumo cuidado su botín y al notar que era un gran descubrimiento, de inmediato corrieron fuera de la habitación para compartirla con sus amigos.

Todos seguían sorprendidos por el torbellino que acababa de cruzar por el cuarto. Todavía recuperándose de todo, una joven se aventuró al ver la puerta abierta y preguntó por los dos pilluelos. Habían escapado de su clase de Teología Básica.

Nadie supo qué contestar y ella salió disparada para continuar su búsqueda.

–Bien caballeros pasando a asuntos más serios –aquel hombre que parecía no tener más de treinta y cinco años, ahora reflejaba en sus ojos centenares de años–. Mercy me ha puesto al tanto de tu peculiar condición, Makishima.

*****

Pasados unos minutos luego de la reunión con su mejor amigo y su pareja Mestiza, Miguel se había dispuesto a hablar en privado con los mellizos y Verónica. Una Divina que había conseguido la juventud eterna casi a la misma edad que Gabriel, gran maestra de las artes marciales y su especialidad eran las armas pesadas: mazos, hachas y ballestas, que a diferencia del aspecto que daba su figura, realmente manejaba con gracia, agregando que, como cada Divino, su dominio sobre la espada era impresionante.

Así Miguel citó a los tres en un cuarto que guardaba reliquias y tesoros, una gran bodega que se hallaba en la tercera planta tras una fortificada puerta, la que impedía la entrada libre e indeseada de cualquier tipo de intruso.

La razón por la que los había reunido en un lugar del que solo algunos de sus compañeros tenían llave, fue debida a la confidencialidad que podía brindarles la bóveda.

–Edén ha reaccionado –dijo Miguel, observando el arma que brillaba sobre su pedestal, llamando a su portador. Estaba resguardada ahí y no en el Cielo, porque esa fue la indicación del antiguo Escritor.

– ¿Cómo sabemos que es por él? –Verónica, aunque apasionada, era reconocida por su duro semblante, su realismo era presidido por muchos Divinos para escoger y tomar decisiones.

–No lo sabremos hasta que la toque.

–Si pasa algo malo, Gabriel nos asesinará a todos –advirtió Mercy. Ella también lo haría, había ganado cierto aprecio por el chico de ojos negros.

–Hay que arriesgarnos... traigámoslo de inmediato –sentenció Séneca.

–Un momento –intervino la guerrera femenina más grande de la historia, Verónica hizo que todos la miraran–. ¿Solo nos hiciste venir aquí para decidir eso?

–Sí –por último ordenó Miguel a los mellizos–, vayan a buscarlo. 

____________

Esta imagen la olvidé poner. Los niños serían los hijos de Miguel, aunque él solo tiene 2 hijos, el que sostiene Maki en brazos sería de estos dos, si tuvieran un hijo... ¿se lo imaginan?

Arcángel Miguel****

Ahora cada que lo vean imagínense que tiene grabada una "G" en el pecho.

Por cierto, como la historia está bastante lejana a la época navideña no puedo hacer un especial lineal, pero quizá haya un especial más adelante.

Saludos LoVe.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro