
44-Descansar
La justicia llegará, prepárense todos los que han cometido el mal y no se arrepienten, los que ven a sus hermanos y amigos con malicia, los que no agradecen... a los que sienten estás palabras.
Porque la justicia viene ya y no perdonará.
~~~~~
Día 1
Gabriel se acercó hasta abrazarlo por detrás, con los brazos cruzados sobre su pecho, lo apretó fuerte y hundió el rostro entre su húmedo cabello, a pesar que tenía rato de haberse bañado, el largo de su cabello debía estar influyendo a que no se secara. Tenía el ligero aroma del jabón sobre su piel.
–Si quisieras, podría protegerte de tus temores –la voz con eco de Gabriel resonó en la vacía habitación. Fuera, la lluvia no amainaba, Séneca le había permitido expresarse como quisiera.
–No puedo depender siempre de ti –logró que le soltara con un golpe ligero, demostrando en su mirada lo decidido que se encontraba. Tan cerca, Gabriel no podía apartar la mirada de los labios del Libro, a quien sus especulaciones le provocaron un cosquilleo en la boca y buscó aproximarse más.
–Estas enfriándote –ahora Gabriel enredó los brazos por detrás de su espalda para acercarlo.
–Me gusta el frío –simplemente lo dejó estar, ya que a pesar de su acertada afirmación, el calor que le provocaba estar cerca de su cuerpo era agradable, lograba apaciguarlo.
–Pues, prefiero el calor –lentamente y sin que ninguno apartara la mirada, buscando transmitir sus sentimientos, intentaron caminar hasta la cama sin separarse.
Las gotas sobre los cristales del cuarto eran lo único que acompañaba el momento, por la ventana entraba la luz de la luna, opacada ligeramente por la decoración de las cortinas.
Encontraban en sus pupilas deseo y extrañeza, intercambiando sus pensamientos. Ojos oscuros bajo los café brillantes en dorado. Al encontrarse tan cerca, sus esencias se mezclaban, combinando así un extraño perfume, olor semejante a un afrodisiaco. Incendiando aún más los deseos de Gabriel, ya que el ligero cuerpo que sostenía le daba la irracional necesidad de morderlo, marcarlo y que este sangrara. Solo hasta ver su rostro cubierto de lágrimas y lleno de placer, descansaría en paz.
–Te resfriarás –se sentó al borde la cama con todo esto en la cabeza, Makishima permanecía de pie aún entre sus brazos–. Debes estar cansado, ¿quieres acostarte?
–Talvez no sea mala idea descansar –intentó alejarse para poder tomar un lugar sobre la cama. Sin embargo Gabriel tenía otros planes para él, ya que se dejó caer de espaldas y se llevó encima al chico, confundido tuvo que acercarse peligrosamente al Hijo Divino–. ¿Qué haces? –y sus bocas se unieron, aunque sorprendido por el movimiento, dejó que continuaran así, cegó su vista para disfrutar el momento.
No respiraba y tampoco podía moverse, no quería romper el momento, aunque curioso abrió lentamente los ojos, encontrándose con las pupilas de Gabriel, inmóviles y fijas en él, le invadió un extraño sentimiento. No podía pensar en separarse, el sabor de su boca era algo que jamás había probado, el olor a cigarrillos había desaparecido de él hacía mucho tiempo, con la cercanía de su piel venía un aroma suave y a la vez tan profundo.
Soltó un jadeo con la respiración entrecortada, rompiendo con delicadeza el beso.
–Eso fue inesperado –sin hacer mucho caso a su falta de aliento, los dos juntaron de vuelta sus labios. Ahora intentando librarse de su irremediable timidez, abriendo lentamente la boca, dejando que sus lenguas se envolvieran, su cuerpo había comenzado a temblar.
–Podemos parar un poco –Gabriel sopló sobre sus labios.
–No, no, eso sería peor –enredó los dedos entre su cabello blanco. Iniciando por sí mismo un nuevo beso.
Mientras ocurría este, Gabriel paseó una de sus manos hasta su cadera, aferrándose, clavándose en él, con la otra lo sostuvo por la espalda, podía sentirlo tan real. Un poco del calor de la ducha seguía en él, aunque también percibía otro tipo de calor floreciendo en Makishima, su cabello le caía en la cara al tenerlo sobre sí. Pausadamente e intentando no ponerlo nervioso, bajó ambas manos hasta las dos partes carnosas y redondeadas situadas bajo la espalda, donde las reposó sin hacer ningún otro movimiento.
–Gabriel –al notar el intrépido movimiento, buscó separarse, ahí fue cuando Gabriel le apretó maliciosamente, acompañando el beso con mordidas sobre sus labios. Lo hacía con fuerza contenida, pero aun así sintió la sangre metálica en el paladar; ignorando sus débiles intentos de soltarse. Logrando que Edgar dejara escapar un gemido.
–A esto te atiendes, si no me alejas rápido –sin darle tiempo a contestar, se impulsó, sentándose con el chico entre sus piernas, sin apartar sus manos. El entusiasmo que tenía encima le impedía detenerse.
–N–no quiero alejarme–. Tan fácil consiguió hacerle perder el poco control que le quedaba. Otro beso fue la única contestación. Lo empujó para terminar sobre Edgar, pero esta vez dejando de besarlo, Makishima soltó un pequeño bufido de disgusto, Gabriel sonrió satisfecho sobre su cuello. Ya no podía simplemente oler, así que comenzó dando suaves mordiscos, apenas saboreando, para luego morderlo desesperadamente. Pronto los jadeos del chico dispersaron sus palabras. Las manos de Gabriel exploraron debajo de la camiseta de Edgar y sin dudarlo la sacó sobre su cabeza... con la desesperación en la respiración de Makishima, desabrochó con lentitud su pantalón, con un movimiento experto lo retiró lentamente, observando como el Libro se estremecía. Teniéndolo casi desnudo se detuvo para admirarlo–. ¿Q–qué pasa?
–Eres hermoso–. Makishima solo pudo ruborizarse frente a él–, y hueles a hierbas... –acercó de nuevo su boca a su cuello, siguiendo con las mordidas delicadas.
–Debe ser que el baño no me funcionó mucho, recuerda que caí sobre un montón de pinos, aún puedo volver a ducharme–. Gabriel lo sujetó por las muñecas, provocándole un cosquilleo y otra sensación.
–Solo si puedes soltarte –dio un fugaz beso sobre sus labios–. Hueles tan dulce.
– ¿Qué hacen? Escucho ruidos raros por aquí –Mercy estaba frente a su puerta.
Makishima se mordió los labios con preocupación, mientras Gabriel le miraba encantado, para decir en un susurro:
–Deberás bajar la voz sí no quieres que nos descubran –lejos de querer ayudarle recorrió con la boca su pecho y al llegar a su ombligo volvió a susurrar–. Quiero besar más partes de ti.
–Parece que se durmieron, creo que fue solo mi imaginación –remarcando tanto que se marchaba, era obvio que la chica sospechaba de sus acciones en la cama, con una sonrisa mental se alejó, proponiéndose interponerse ante cualquiera que quisiera molestarlos; mañana sería un día muy largo.
–Me haces cosquillas, pero puedes hacerlo –continuó el chico y le invitó señalando con las manos apresadas su camisa–. Aunque primero quítate lo que estorba.
–Tu piel es tan blanca, quiero marcarla y que todos vean que eres mío –agitado, soltó sus manos para sacarse la camisa con apuro–. Por el Escritor, tus piernas... son tan suaves –dijo acariciaba sus piernas con veneración.
Makishima aún con un poco de pudor, le dio un pequeño beso en los labios mientras lo abrazaba, para cuando Gabriel quiso separarse notó que no podía, el menor se aferraba a él con demasiada fuerza.
–Mmm... no me molesta en lo absoluto el beso –murmuró entre ellos–. Pero ¿no crees que estás siendo un poco rudo?
–Lo siento –dijo Makishima apartándose. Sin manejar su fuerza, el Divino terminó en la otra punta de la habitación acompañado de un fuerte ruido. Su cabeza hizo un ruido hueco y logró que el muro dejara caer grandes trozos de cemento.
–Wow... tienes más fuerza que yo –se levantó sin un daño sobre sí, pero la pared tenía un enorme agujero–. Me lo pensaré dos veces antes de volver a molestarte.
–No es gracioso –asustado ante su nueva fuerza se levantó para ayudarle–. Discúlpame, no creo que pueda manejar esto tan rápido.
–Lo mejor será no arriesgarnos, así que, quizá sea buena idea ir a dormir.
–Lo siento –repitió, refiriéndose a muchas otras cosas. Continuó luego–. Lo siento tanto –ocultó el rostro en su pecho.
–Está bien, te perdonaré todo –posó protector una mano sobre su cabeza–. Espero nuestra noche más que juntos suceda pronto.
–Eres demasiado bueno –seguía con la cabeza oculta en su pecho–. Gracias.
Se quedaron así un buen rato, sin que ninguno que los dos aceptara en voz muy alta lo genial que era tener a alguien para no sentirse solos.
Y a pesar de no estar acostumbrados a dormir en compañía, después de cambiar varias veces de posición consiguieron una forma en la que podían estar acostados lo más cerca posible uno del otro. Desgastados. Todo era como si de una pareja normal se tratara, la imagen de ellos en ese momento sería perfecta para cualquier novela romántica, retratados serían identificados como amantes... como algo tan especial.
Se compartían entre susurros palabras que podían inmortalizarlos.
Las horas cruzaron mientras que, relajados y tranquilos sin nada en qué pensar, se tenían a sí mismos, no existía otra cosa en el mundo, nada que temer si estaban unidos. La mano de Gabriel subía y bajaba lentamente por la espalda de Makishima, delineando con los dedos su piel desnuda, iba y venía, de principio a fin.
Una hora era más que suficiente para recuperar la estabilidad mental y física de una agotadora rutina, una verdadera bendición para una especie con grandes responsabilidades.
_______________
Capítulo doble porque entre los dos apenas y llegan a tres mil palabras.
¿Qué pasa si les digo que ya tengo escrito el final?
¿Qué se imaginan que les espera a esta hermosa pareja?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro