34-Battler. Marcas *Suspiro* (Maratón 3/7)
Las señas del tiempo, sus marcas, el hecho de estar vivos, de sentir, de hacer y deshacer... todos tenemos cicatrices en nuestro cuerpo.
Algo que nos hace recordar cosas malas o buenas, que nos delineé hermosamente, pues no hay nada en el cuerpo humano que sea imperfecto.
~~~~~
– ¿Está molesto, pequeño Oficial?–. Luego de haber intervenido en su pelea con aquel chico, parecía que jamás lograría que se alejara de mí. Decidí ignorarlo y continuar con mí patrullada como si nada; llevaba veinte minutos siguiéndome–. Sé que me escucha–. Lo traía detrás de mí, a juzgar por la mirada de todos sobre él y cómo se apartaban al verle, era obvio que era demasiado importante en la zona. Perjudicaba mi trabajo.
–Por favor, ¿podría dejarme circular normalmente? –me volteé. De verdad, muchos decían que tenía una paciencia envidiable pero, todo el día de hoy ha sido horrible. Y podía llegar a desquitarme un poco con él–. No di ninguna multa, ¿por qué no se retira a divertirse con otra actividad?
–Mmm... lo que quiero hacer ahora es molestarlo a usted, Oficial –con una pose altiva me sonrió–. No le rogué porque me dejara ir.
–Pues bien, tendrá que acompañarme a la cabina –me aproximé con unas esposas entre las manos.
– ¿Sabe? acabo de recordar que tengo algo importante que hacer –tomó mi mano con las esposas, aproximándola a su rostro–. Nos veremos pronto –dio un ligero beso entre mis dedos, tomándome completamente por sorpresa, me alejé escondiendo ambas manos en la espalda–. Vaya, que interesante reacción.
–Y–yo –sin darme oportunidad a que me defendiera, se fue, dándome la espalda y camuflándose entre el gentío–. ¿Pero quién era ese? –el celular de mi bolsillo comenzó a sonar–, ¿diga? –contuve mi voz llena de estrés.
– ¿Battler?–. Era el jefe–, ¿qué haces fuera todavía? Se supone que ya deberías estar aquí. Salimos en diez minutos.
–Discúlpeme, he tenido un imprevisto –hice una reverencia aun sabiendo que no podía verme. Cierto, teníamos una reunión importante, comencé a trotar en dirección a las oficinas principales–. Estaré ahí en un momento.
–Te esperamos –colgó.
Llegué incluso un poco antes. Jadeando me acerqué a mi jefe que me esperaba en la puerta, había un auto estacionado frente al edificio, miraba su reloj preocupado. Traía una ropa bastante formal, una camisa perfectamente planchada e impecable. Sabía que era él, aun a varias calles de ahí, nadie perdería de vista a alguien tan grande de hombros y alto como él. Ansioso buscaba con la mirada por la calle, al ver que me acercaba alzó una mano hacia mí.
–Te tomaste tu tiempo –se adelantó hasta el auto, abrió la puerta y se perdió dentro, pronto lo seguí y cerré la puerta–. ¿Con qué te entretuviste?
–Un incidente local... lo siento muchísimo de verdad, no quise retrasar –estaba acalorado.
–Ya vale chico, no deberías preocuparte, estamos de camino y eso es lo que importa–. Asentí, aún no me recuperaba de la carrera hasta ahí. Desconocía el coche en el que íbamos, tampoco conocía a la persona que manejaba. ¿Está bien que fuera con esta camisa?... a donde fuera que estuviéramos yendo–. Por cierto, quizá quieras cambiarte de ropa, te presto esta camisa –me entregó una bolsa con el logo de una famosa tienda de ropa, saqué una camisa igual de formal y que hacía juego con la suya.
–Gracias, no había pensado mucho en eso –rápidamente me deshice de la que llevaba, tomé la que me ofrecía y la acomodé del cuello, con mi pantalón negro y los zapatos de trabajo, no debía tener un aspecto tan desaliñado ahora. Elevé lo brazos hasta mi cabello, intentando aplacarlo un poco frente al cristal polarizado del coche.
–Ja, no te preocupes, además debes estar presentable.
Lo miré extrañado, aunque era obvio, a pesar de no saber de qué se trataba todo eso, sabía que era bastante importante, ya que de improvisto y desde temprano, me había mandado a llamar para que le acompañara, pidiendo explícitamente que no informara a nadie porque se trataba de un asunto privado. Me sentía halagado de haber sido invitado a que fuera con él.
–Por cierto, señor, ¿a dónde nos dirigimos? –creo que ahora, al estar más cerca de ir a ese lugar, la curiosidad era más.
–Es una reunión con algunos jefes de la zona y del comercio –parecía tranquilo, quizá mi papel no era tan importante y simplemente tendría que permanecer atento–. En todo caso, no me llames señor, sé un poco más confiado, por hoy puedes llamarme simplemente Kai –luego sonrió–. Te queda bien –dijo refiriéndose a la ropa.
–Gracias, Kai.
–Ahora, la razón por la que te pedí acompañarme es porque considero que eres el mejor para seguir con mi puesto en cuanto me retire, y como sabes, será pronto. Así que te presentaré con uno de nuestros colaboradores más importantes, beberemos un poco y simplemente platicaremos. Tómatelo con calma.
–Puede confiar en mí –cierto, pronto sería igual de importante que él.
–Por supuesto que confió en ti, sé que todo saldrá bien.
Después de esa pequeña conversación, y dentro de nada, llegamos al lugar; un lujoso hotel tan iluminado que, en vez de lucir acogedor, pareciera tener la intención de ahuyentar a todo aquel que no perteneciera dentro, vigilando lo que ocurría cerca. Todo el que se acercara a sus puertas sin invitación podía irse retirando.
Bajamos del auto y me sentí observado, aunque era obvio que se trataba del nerviosismo. Seguí de cerca a Kai, que se adentró con paso firme por la puerta principal. Tras ingresar no pude evitar sobrecogerme, la estancia era imponente, completamente formal y llena de esplendor donde fuera que mirases, me hacía dudar sobre si realmente debía estar ahí.
–Bienvenidos –saludó una chica vestida con un traje elegante detrás de la barra de recepción, no sonreía–. Permítanme preguntarles sus nombres.
–No son necesarios, venimos por una cena con Company Nidve.
La chica asintió y con una reverencia, prosiguió a guiarnos hasta el restaurante del hotel. Solo una mención a esa corporación y la chica tuvo que dejar lo que estaba haciendo, cuanto poder en un nombre.
Por dentro el lugar era el doble de deslumbrante, con un brillante suelo dorado que reflejaba el enorme candelabro colgando céntricamente del decorado techo. ¿Qué clase de personas son las que participarán en esta cena? Estaba claro que no debía tomármelo con calma.
–Por favor, tomen asiento, el lugar fue apartado para esta reunión, por lo que pueden relajarse –con otra reverencia se retiró, un poco despistado me senté junto a mi jefe. Estábamos entre varias mesas completamente vacías, no había nadie a la vista... me sentía asfixiado. Cuando estuve a punto de preguntar a Kai algo para romper el silencio, este se levantó e inmediatamente lo imité.
Unos sujetos, claramente extranjeros, entraban en ese momento al restaurante, ocultaban sus ojos detrás de lentes oscuros a pesar de ser de noche, eran gigantescos. Detrás se encontraba un pequeño anciano que con dificultad avanzaba con la ayuda de un bastón, los tipos rudos eran sus guardaespaldas. Mi jefe hizo una reverencia y también le seguí.
–Buenas noches señor, muchas gracias por recibirnos –luego se enderezó, el anciano simplemente lo miraba seriamente, no logré identificar sus sentimientos aunque no parecía del todo animado. Y a pesar de eso aquí estábamos frente a su presencia, un anciano que con una sola seña haría que los tipos que traía nos destrozaran, sin que nosotros pudiésemos hacer nada, obviamente tampoco nadie del hotel intervendría.
Éramos como diminutos insectos a su vista. Pero para mi sorpresa, el anciano mostró una sonrisa luego de descifrar en unos tardíos segundos quién se dirigía a él.
–Oh... buenas noches, Kai –luego dio una mirada rápida hacia mí, aunque pronto la regresó al jefe–. ¿Es de quien me habías comentado? ¿De verdad es tan avispado como dices?
–Así es señor –sonriendo me tomó del hombro, reafirmando sus palabras–. Estoy completamente seguro que le será de gran ayuda.
–Siempre he podido creer en ti –caminó unos pasos, logrando acercarse–. ¿Quieren volver a sentarse?... tengo el hambre de un oso.
Procedimos a obedecer, acomodándonos en la mesa redonda, no era muy grande, sus guardaespaldas permanecieron inmóviles detrás de él. No pude evitar notar que habían preparado cuatro sillas y que solo nos encontrábamos tres comensales...
La comida, que sirvieron sin que nadie diera una palabra, era simplemente espléndida, jamás había probado nada de lo que nos traían. Conversábamos tranquilamente, y admito que mi nerviosismo desapareció en cuanto hube probado bocado. Solo hablamos de cómo la empresa en la que ambos estaban inmersos (Nidve) se expandía por todo el continente, de cómo mi superior pronto dejaría su puesto e iría a la India para no regresar en mucho tiempo.
–Entonces. ¿De verdad planeas retirarte de aquí? –preguntó el jefe de mi jefe, mientras se llevaba un ligero trozo de verdura a la boca.
–Lamento que sea tan repentino, pero me han contactado por parte de Nidve para que fuera al extranjero –sostenía su copa, llena de un líquido que no reconocí a simple vista, la balanceaba tan perfectamente que perdí la vista en sus movimientos. Me había distraído y no escuché cuando nuestro anfitrión me dirigió la palabra.
– ¿Mi nombre? –de improviso un fuerte dolor de cabeza me atrapó, para hacerlo pasar, tomé un sorbo de aquella dulce bebida que me habían traído solo a mí, el dolor se desvaneció como por encanto.
–Sí vamos, dile a señor Yoshina tu nombre–. La presión de Kai, me tomó por sorpresa.
Consté que algo estaba ocurriendo, me costaba mantener los ojos abiertos, ya que un profundo sueño amenazaba con caer sobre mí, era complicado recordar mi nombre. Cierto, no era el más indicado para pasarme de copas, mi cuerpo absorbía el veneno más rápido.
–Ah... –hice un gran esfuerzo por contestar, la sonrisa de Kai y de... ¿cómo se llamaba?, me parecieron anormalmente enormes–. Mi nombre es... ¿Battler...?
–Bien hecho –una voz cerca de mi oído me apremió, erizándome. Reconocía esa voz así que giré a un lado para comprobar que se trataba del tipo que había encontrado en Ginza–. Te dije que nos veríamos pronto –su voz me pareció la melodía más anárquica que hubiera escuchado antes, ponía mi mente en un completo caos. Sonreí sin razón, sin oponer resistencia le dejé destruir mi fuerza de voluntad. Tomándome del mentón, elevó mi rostro hacia él–. Abre la boca–. Obedecí–. Esto será lo último –nuestros labios se juntaron, me encontraba bastante perdido como para darle la debida importancia, pero claramente sentí que algo pasaba por mi boca, traté de separarme intentando escupir... lo que sea que fuera, pero un movimiento de aquel tipo me hizo tragar–. Ahora... duerme–. Negué ligeramente, antes de reposar la cabeza en su hombro, no volví a abrir los ojos–. Llévenlo arriba y no lo toquen más de lo necesario –ordenó a los titanes junto al anciano–. ¿Saben qué? Olvídenlo, puedo llevarlo solo.
*****
No recordaba cómo había llegado hasta ahí, no podía reconocer nada de lo que le rodeaba. Lo único que podía ver era una pared clara que era iluminada por una tenue luz, se encontraba bocabajo de lo que parecía ser una cama, no estaba del todo seguro. Al intentar incorporarse, fue cuando notó que su cuerpo simplemente no se movía. Sus muñecas y tobillos se encontraban asegurados con esposas, dándole la posición de una estrella, al moverlas desesperadamente un tintineo metálico acompañó el movimiento. Tampoco podía hablar, ya que tenía un objeto sostenido con la boca. Identificó que alguien más se encontraba con él, podía escuchar sus pasos y sentir la presión de la cama cuando este tomó asiento a su lado.
–Buenos días Oficial... o quizá debería decir ¿buenas noches? –esa voz. Estaba seguro de que la había escuchado en algún momento–. Creí que era mejor esperar que despertaras para continuar –pasó una mano por la espalda del policía, la tenía expuesta y el extraño delineaba con la punta de sus dedos sobre ella, como si dibujara–. Dime. ¿Cuál es tu animal salvaje favorito? No, no, espera, mejor dime ¿qué edad tienes? Pareces muy joven. ¿Te gustan los tigres?, creo que te quedaría bien uno muy grande que ocupe toda tu espalda. ¿Qué opinas? Haré que seas nuestro miembro con el mejor tatuaje de iniciación. ¡Estoy tan emocionado! ¡No puedo esperar! Primero debo anestesiarte ¿o prefieres sentir la tinta en cada pinchazo? No te juzgaría, así lo deciden muchos. Sé que es raro que el próximo jefe de familia haga esto, pero ¿sabes? Eres especial. ¿Por qué no contestas? Lo olvidaba –por fin liberó su boca. Azorado de tanta información, desconocía por dónde comenzar a excusarse.
– ¿De qué hablas?, no vine aquí para hacerme un tatuaje. ¡Suéltame! –lo miró con amenazas en los ojos, revolviéndose con más fuerza, sin embargo no tenía las capacidades para soltarse por sí mismo.
– ¿Cómo pensabas sustituir a Kai entonces? –justificó seriamente–. Necesitas ser parte de nuestra compañía por medio de nuestras tradiciones.
– ¡No entiendo de qué hablas! ¡Solo suéltame!
–Mira, si no me dices ningún animal, elegiré uno por ti. No te soltaré y punto, porque si lo hago, te irás. Nosotros no queremos quedarnos sin mano derecha dentro de la policía. Realmente lamento que no te hubieran procedido antes pero de otra manera era más probable que te negaras.
–Sé que dolerá –era el sustituto de Kai, había sido ascendido; de mala forma, pero era un ascenso.
–Está no es mi primera vez, puedo decir que no lo sentirás. Puedo hacer que duermas mientras.
–Eso me calmaría un poco –respiró profundo–. No me iré, ¿podrías soltarme?, es incómoda esta posición.
– ¿Animal? –tomó las esposas de cada brazo para pasar la llave por ellas, inmediatamente recibió la movilidad de sus miembros, así procedió con sus piernas. Terminó rápido y volvió a tomarlo por el mentón.
–Am... ¿Qué tal un conejo?
– ¿Es broma verdad? –crispó los ojos.
–Me gustan los conejos –se encogió de hombros.
–Entonces será un conejo asesino –se arrodilló frente a él, acercando sus rostros susurró–. Ahora regresa a tu sueño.
*****
Al despertar se sintió dentro de un bucle, ya que seguía sin poder reconocer dónde se encontraba. Podía recordar que antes había despertado pero no para que, repasando un poco sentado sobre la cama, pronto sintió quemazón en la espalda, al tocarse esta, notó que estaba irritada.
Sorprendido se levantó inmediatamente, constando que estaba en una habitación de hotel, caminó hasta el baño y al reflejarse en el espejo, encontró sobre sus hombros un tono rojo muy extraño. Al acercarse un poco y voltear la espalda, vio un complicado y temerario conejo que le retaba impreso en su piel. No pudo contener su confusión, los detalles del tatuaje eran perfectos.
–Pero qué noche más pasada de copas –riendo al borde de las lágrimas pudo notar algo más–. No me siento con resaca –lo mejor sería salir de ahí cuanto antes. Pero no se fue, una fuerza mayor le guiaba hacia otro lugar. Solo lo supo cuando en el elevador no presionó el botón de la planta baja, si no el de la última. Cuando cayó en cuenta, trató de apretar desesperado el que lo llevaría hasta abajo, tendría que esperar a subir para luego bajar. Gritó abrumado.
Había encontrado su ropa, pero no se atrevió a terminar de ponerse el uniforme, ¿qué si alguien lo reconocía?
Al llegar a la habitación del último piso, la puerta del elevador se abrió dando paso a una hermosa vista por un enorme ventanal que daba a la ciudad, ya que la noche coronaba el terreno de forma majestuosa. De nuevo olvidó que debía estar planeado como irse y no en animarse en avanzar. Una figura conocida estaba absorta y concentrada en ver la lejanía de edificios perderse en el horizonte, estaba sentado tranquilamente sobre la ventana. Como si hubiera hecho un gran escándalo, volteó para mirar al chico.
– ¿Me acompañas? –extendió su mano hacia él y se dejó caer. ¡Aquel idiota sujeto acababa de lanzarse desde la ventana!
– ¡No me jodas! –corrió hasta inclinarse sobre el marco. Extendiendo una mano para poder tomarlo, pero al juntar sus manos, y con su poca fuerza, solo consiguió caer también. Asustado y en pánico, no pudo más que dejarse ir.
El psicópata que acababa de saltar, para llevarse otra vida con él, reía incontrolablemente mientras el viento golpeaba a ambos. Terminaron abrazados y juntos mientras aún se carcajeaba y el chico de la espalda descubierta gritaba a todo pulmón, casi opacado por las risotadas del otro. Aún faltaba mucho para que llegaran al suelo, pero el Divino no lo permitiría, así que abrió sus alas para permanecer sobre la ciudad.
El policía seguía gritando y pronto ya no fue divertido que alguien los escuchara o los viera así, por lo que a pesar de lo hermosa de la vista, el Divino tomó vuelo para ir hasta el piso por el que había saltado. No había notado antes que el edificio era realmente alto. Cuando llegaron a la ventana de inicio, el policía ya se había calmado un poco y solo jadeaba mientras se ponía "a salvo" lejos de vacío y del extraño.
– ¡¿Qué fue eso?! –exaltado señalaba entre las alas del chico y la caída de quinientos metros. Caminando de un lado a otro, con el corazón amenazando con ser expulsado tras una bocanada.
–Lo siento, en realidad, no era imprescindible un tatuaje, porque Kai no tiene uno, pero igual ha quedado genial–. El rostro contraído del chico explicó que no entendía lo gracioso de ignorar la pregunta.
–No me refiero a eso –avanzó para tocar sus alas, a él nadie le mentía, ¡habían volado!–. ¿Qué es esto?
–Son alas.
–Hay Escritor mío, mátame –lo golpeó con el puño cerrado, sin fuerza, toda la que tenía hasta entonces había caído por el edificio. Luego del golpe, prefirió dejar de ser el payaso del que todos se burlaban para regresar a casa y posiblemente esperar un despido.
–Ven –pidió el extraño, que aún tenía esas alas en la espalda, mientras extendía una mano hacia el joven policía–. Te contaré la historia de cómo inició este mundo.
__________________
Yo quería que fuera este tatuaje, pero Battler es muy tradicional y pues quiso su conejo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro