30-Sentimientos decididos
Amar, ser amado, experimentar y soñar... en ese orden. ¡Oh!, perdón, olvidé un poco de amor propio ¿afecta?
~~~~~
Tomándolo fuertemente de los hombros, le hacía daño al acorralarlo contra la pared fuera del hotel. Se habían ido detrás de este, justo donde había un gran árbol seco. Ocultos en la oscuridad, la ligera luz amarilla de un poste cercano acompañó su momento.
– ¡Gabriel! –hizo una mueca de dolor–. Me lastimas.
No dejó de presionar con las manos, sus miradas se encontraron de manera forzada; uno demostraba sorpresa, mientras la del otro estaba enfurecida.
– ¡¿Qué es lo que te sucede?! –Gabriel no tenía pinta de estar para nada bien, su comportamiento no era el del chico que conocía. Había perdido la razón. De nuevo.
–N–no te entiendo –jamás lo había visto en aquella faceta, o bueno no a tal extremo, tenía que aceptar que le causaba un poco de miedo. Sus hombros dolían por la presión que ejercía sobre ellos.
La respiración de Gabriel se volvía cada vez más agitada.
– ¿¡Por qué sonríes!? –gritó a su cara–. No deberías estar feliz, ¡Fingir estarlo fue repulsivo! ¿¡Es que no lo odias! –un segundo de duda–. ¿Es que no me odias? ¿No buscas vengarte? Hablas tan tranquilo, ¿acaso no te entristece? ¡¿No lo amabas?!
Makishima guardó silencio y se mordió los labios haciéndose daño. Enfrentó la mirada del que le reñía, sus ojos estaban llenos de dolor.
–No estoy bien –su voz ahora sí que temblaba–. Pero tampoco tengo razones para odiarlo o para odiarte, si pensabas que lograrías que le hiciera daño solo por no conseguir que me amara... te equivocaste, jamás podría hacerle algo como eso a él, ni a nadie a quien él ame –soltó un sollozo, ahora tenía lágrimas en los ojos–. Si logra ser feliz, no... no puedo interponerme. Y lo sé, soy patético. ¡Sé que nunca podrá haber nada entre nosotros! Sé que es sucio querer quedarme a su lado aunque sea como un amigo. Por eso pienso que no debería estar llorando –intentó una vez más mantenerse tranquilo, apretó los dientes y sorbió ruidosamente la nariz–. Parece que no tengo talento para el amor –su sonrisa volvió a hacer presencia en él, también había comenzado a llorar erráticamente, sin control–. Gabriel, no estoy exento de tristeza, ni de sufrir, solo no quería que él me viera llorar, perdón... –perdió la sonrisa rápidamente y más lágrimas recorrieron su rostro, intentó cubrirse con sus manos. Gabriel sintió un hueco en el corazón por haberlo puesto en esa situación–. Necesito estar a solas –informó para luego alejarse.
–No deberías ser tan duro contigo –su rostro se ensombreció, una voz realmente tenebrosa le acompañó–. Por favor, no te disculpes. Odio que te disculpes –seguía molesto, pero consigo mismo–. Me duele cuando hablas de esa manera sobre Yuusuke, pero me molesta más que te esfuerces tanto por alguien que no te merece. ¿Por qué no lloras frente a él, pero a mí me muestras un lado tan inofensivo? A veces pienso que sabes lo que siento y solo juegas conmigo, me retas para saber cuánto aguanta mi corazón. ¿Porque solo por ti me siento así? Por favor, dime que sabes a qué me refiero; eres un Libro y no deberías ser así con los humanos, ellos simplemente deberían ser vistos por tus ojos como alimento y sin embargo, eres capaz de desarrollar sentimientos tan profundos hacia ellos. Eres como un niño que necesita protección, no puedo alejarte de mi mente en ningún momento. Dime... ¿Qué es este sentimiento?
Se aferró más al chico amante del pan. Que no supo qué contestar, su boca estaba abierta esperando expresar alguna palabra, pero solo alcanzó a ruborizarse, apartó la mirada para que Gabriel no lo notara, estremeciéndose por los sentimientos que le transmitía. Sintió que flotaba, caería, pero no lo haría sobre el Divino.
–Suéltame.... –alcanzó a murmurar al suelo. Su corazón golpeaba en su pecho fuertemente.
–No lo haré, Edgar. Me gustas–. Un escalofrío recorrió su espalda cuando escuchó su nombre, sentía que era diferente a otras veces, cargado de tantas emociones–. Me gusta tu sonrisa, tus ojos, tu piel, tu rostro mientras duermes, cuando te concentras en la cocina... tu sentido del humor. Tu combinación.
–Por favor Gabriel –una orden suave–, suéltame.
–Seguiré negándome, no puedes alejarte de mí, no quiero estar sin ti... me lastima tanto verte llorar...
Lo empujó e intentó correr fuera del callejón, estaba agitado, no quería permanecer cerca del Hijo Divino por más tiempo, sus sentimientos estaban confundidos. Así que creyó mejor escapar.
Gabriel lo persiguió un poco tomándolo de la mano hirviendo, evitando que huyera.
–No puedes estar enamorado de mi Gabriel. Entiende, estás confundido–. Negación.
–No intentes escapar por favor, lo que siento no es un sentimiento confuso. Eres perfecto, y tras pensarlo mucho es que logré entenderlo. Es raro para mí no poder controlar mis sentimientos, mis pensamientos. Contigo mi cabeza no logra centrarse –tomó aliento–. Hay una respuesta científica, se llama limerencia y...
–Somos diferentes, estoy seguro de que lo que sientes no es amor–. Palabras, busca las palabras correctas. Recházalo. ¡Ahora!
–Te he dicho que no estoy confundido, me ha costado aceptarlo y de lo que estoy seguro es que no puedo vivir sin ti –hizo que se girara y quedaron nuevamente de frente, notó el rubor que cubría el rostro de Makishima–. Estás sonrojado –levantó la mano para tocar su mejilla, deteniéndose a mitad del camino–. Observarte es todo un espectáculo.
–Eres un necio. ¡Suéltame! O... ¡Gritaré! –intentó separarse sin éxito, tenía una de sus muñecas apresada por el Purificador.
El rostro del fanático de la música tuvo un cruce de tristeza ante sus insistentes peticiones, estaba siendo demasiado presuroso, simplemente quería que el chico comprendiera cómo se sentía, pero era demasiado pronto... o quizá, tarde.
– ¿Puedo acompañarte hasta la casa? –soltó el agarre. El ser de la oscuridad se alejó a toda prisa del Divino; ante su reacción bajó la cabeza con resignación, se sentía cansado y derrotado, había sido rechazado después de confesar sus sentimientos–. No quiero que andes por la noche tú solo.
El Libro se recompuso un poco, pasándose las yemas de los dedos por los ojos, limpiando así sus lágrimas y mirando sorprendido a Gabriel. Levantó las manos y se golpeó las mejillas al mismo tiempo con ambas manos, marcando su rostro de otro tono de rojo. Tuvo que reconocer lo difícil que había sido para el Divino confesar sus sentimientos, además no le había preguntado si se sentía igual... esperaba que no lo hiciera.
– ¡Vamos! Es tarde –miró hacia otro lado mientras hablaba.
– ¿Por qué sigues ruborizado?
– ¡Estoy rojo porque acabo de golpearme la cara! –contestó ante su insistencia.
–Claro...
–Ya no digas nada más.
De esta manera caminaron por la calle, en tranquilidad. Tan tarde debía ser para que ningún auto interrumpiera el silencio que la noche ofrecía.
– ¿Puedo fumar? –vio un poco confundido como el otro daba un respingo ante sus repentinas palabras. Fue fan de cómo se detuvo para dar sus típicas regañinas.
–Sabes lo que pienso sobre fumar, si aun así quieres convertirme en un pasivo... haz lo que quieras –retó con la mirada.
– ¿Te refieres a un fumador pasivo o a estar debajo de mi mientras gimes con tu hermosa voz? –sonrió mientras sacaba su pequeña cajetilla, notó la mueca en su rostro y se detuvo. Manejar su sonrisa era ya otro nivel, así que no lo hizo–. Si es la última opción, me acabaré todo el paquete en minutos.
Ah. Aquel chico parecía sacar humo por las orejas y se coloreó tanto que, a pesar de la poca iluminación, su brillante rostro era fácilmente visible.
–N–no creo que tus bromas sean graciosas –continuó caminando para adelantarse unos cuantos pasos.
–Vale, lo siento, lo que pasa es que tenía un poco de frío... pero haré lo que el señorito quiera –levantó los brazos fingiendo resignación mientras se fijaba en su reacción. Guardó en su bolsillo a sus viejos amigos, los dejaría por un tiempo.
– ¡Ah! Deja de jugar así conmigo. No abuses.
–Tengo frío–. Makishima se volteó hacia él. Aléjalo–. Si no me dejas fumar. ¿Puedo tomar tu mano? –no le contestó, así que extendió la suya esperando a que la tomara. No lo aceptes. Está jugando contigo, todo es una broma–. Será por unos momentos, además está oscuro y no hay nadie cerca –miró con inocencia al cielo mientras jugaba un poco con sus labios.
–Está bien –murmuró en otra dirección. No lo hagas.
– ¡¿Qué?! Habla más alto.
Lo miró de frente, seguía ruborizado, pero repitió.
–Q–que... está bien... –se acercó y tomó su mano con confianza. Gabriel sonrió de lado contemplando sus movimientos–. Solo será por un momento y porque también tengo frío.
Se pegó a su lado e intentó seguir caminado normal. Permanecieron unos instantes en silencio, que fue roto por aquel chico Divino.
–Cuando sostienes tan firme mi mano, me haces estremecer.
–Vuelve a decir eso y te golpearé.
– ¿Por qué la agresividad? –aunque sabía que como siempre, el Libro no cumpliría sus amenazas. Serio, lo acercó más hacia él. Quería ser posesivo, aunque sea un poco, disfrutaba el momento de sentir el calor del joven. ¡Por el Creador!... su ligero aroma lo enloquecía–. Tus manos son cálidas.
–Cállate y camina–. Bien hecho.
En la mente de Gabriel se podía leer fácilmente una extraña oración, algo como: Oh gran y poderoso Escritor, permíteme estar a su lado por siempre.
Ninguno se atrevió a verse a los ojos, y hasta que entraron a la casa el Divino deshizo el agarre para darle libertad al menor, tampoco hablaron mientras se preparaban para dormir.
Lo que mañana les espera será otra historia.
*****
Me encuentro preparándome para una reunión muy especial, pues me han invitado a una boda. No recuerdo de quién es pero allá voy. Después de escoger un traje negro y ponerme unos zapatos muy extraños, camino fuera del edificio azul estilo victoriano para dirigirme justo enfrente, donde hay una enorme puerta marrón abierta de par en par para recibir a los invitados. Dentro hay un pasillo flanqueadopor arcos de color rojo ladrillo, que luce brillantes lámparas blancas.
Logro cruzar hasta el final, donde otra puerta más pequeña da la bienvenida al salón que está repleto de mesas y comensales; frente de mí, la mesa de los novios está decorada con flores blancas y es en ese lugar donde veo a Gabriel, vestido de blanco. Sin prestarle atención al hecho de haberlo reconocido aun cuando está de espaldas, avanzo hasta mí mesa. En ella están sentados Ukio, Bam y Hyu; quienes también vestían de blanco.
Luego de acomodarme e intercambiar palabras que no recordaré después, mis ojos se alzaron hacia Gabriel, quien ahora miraba un punto justo detrás mío. Para quitarme la sensación de incordio, volteé, para encontrarme con que Yuusuke acababa de llegar, junto con más personas que conocía, también llevaban blanco. Miré de vuelta a Gabriel, y él había dejado su lugar para caminar junto a mí. Pero un gran cuervo con ojos blancos se interpuso en su camino, sin poder conseguir llegar hasta mí.
–Jamás es demasiado tarde para cambiar –la visión del ave hablando ocupó toda mi mente–. Aún puedes alejarte de esta incómoda situación.
Quise contestar a su favor; por alguna razón las negativas fueron lo que permanecieron hasta el cansancio.
___________________
Pues no ganamos los Wattys2018, pero sí los Awards Blue (2018), con un segundo lugar entre una combinación de categorías... Una palmadita en la espalda para todos.
Estamos exactamente a la mitad de la historia, espero que la mayoría de las personas que hayan empezado con esta historia se encuentren ahora por aquí. Aunque sé que es muy poco probable.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro