Piloto
A veces odiaba el hecho de que después de tanto tiempo, todavía recordaba como olía. Su aroma tan dulce, su cuerpo. Su piel acaramelada, sus ojos miel, su boca deliciosa... Y su lengua.
Era jodidamente insuperable. Sin importar qué tuviera gustos peculiares y diferentes ahora, sin importar que me cruzará con otros que realmente se veían muy bien, algunos incluso mejor que él. Pero sus aromas era una mierda, repugnantes, no tenían su olor. No sabían tan dulces. No eran él.
Nunca serían como él.
- ¿Vas a volver a la cama? -decia esa voz masculina ronca, dios, era insoportable escucharlo hablar cuando mis pensamientos volvían a él.
Pero era un cosita pálida tan refrescante. Tan dócil y obediente.
-No tengo ganas de acurrucarme hoy, cariño -le respondía con una sonrisa de esas que sabía que le gustaban, mientras fumaba cerca del balcón sin salir realmente afuera.
Era una gatito al que solo le faltaba ronronear cuando jugaba con mis incisivos, cerca de los mejores y más sangrientos lugares de su cuerpo. Sabía por mi olfato dónde morder para alimentarme, muchas veces me había sentido tentado de hacerlo en su yugular, pero tenía cierta intimidad que detestaba. Me sofocaba. Pero sus muñecas siempre eran un lugar increíble.
Cuando lo encontré, estaba en el baño de un bar mal oliente, totalmente drogado y perdido. Ya no quería seguir con cualquiera fuera la vida que llevaba. Demasiado deprimido para mi gusto. Pero estaba muy al tanto de la oscuridad que había en este mundo, estaba muy obsesionado con un imbécil que ni siquiera la valoraba como a su juguete más valioso. Y él estaba tan perdidamente enamorado que la lástima me había golpeado justo en la humanidad que ya no tenía.
Nunca había tenido intenciones de hacerlo mi mascota, de hecho, podría decirse que, no lo considero una. Es muy bueno con las computadoras y haciendo todo tipo de trabajo ilegal que me beneficia en demasia. Su cabecita valía oro, lo vale, aunque seguía siendo tan sentimental y algo dependiente como solo los seres humanos pueden llegar a ser.
Fui lo suficientemente claro con él. Me ayudaba a llegar a dónde necesitaba, me ayudaba a abrir algunas cuentas bancarias imposibles de rastrear y me ayudaba a ser una persona diferente cada vez que fuera necesario. Mientras yo me encargaba de mantenerlo a salvo, darle un lugar conmigo. Ser un equipo, nada más. Darle una razón para seguir respirando. Un poco de aventura.
Hasta que una noche, sus ojos cafés tuvieron un efecto interesante sobre mi polla. Él no olía como la mierda, no era la gran cosa tampoco, pero estaba bien. Supongo que se trataba de la confianza desarrollada a través de los meses juntos y por eso no me resultaba repugnante. Sin mencionar que era muy bueno montando mi polla. Un punto extra para él.
- ¿Estás de nuevo pensando en tu dhampir? ¿O en el siguiente movimiento para encontrar a su hermano? -preguntaba la voz dulce sobre la cama.
Cuando giraba, apretando mis dientes y lo veía sonreírme desde la cama, tenía que agradecer al universo y sus progenitores por verse tan bien en las sábanas de seda bordó. Su piel pálida y perfecta, su pelo rubio teñido le quedaba demasiado bien, especialmente luego de haber metido mis dedos entre ellos cuando se encargaba de chupar mi polla con esa boca carnosa de ensueño.
-Sabés cuánto detesto que me hables cuando estoy pensando... -exclamaba, volviendo a la cama a paso lento.
Sobre el cenicero, apagaba mi cigarro. Maldito vicio al que le había agarrado el gusto meses atrás.
- Aish, ya... Luego me críticas a mí por ser un maldito sentimental -me respondía.
Siempre tan repondon.
-Deberías agradecer al universo lo bien que te ves para que no me sienta tentado arrancarte la garganta.
El gatito caradura osaba reírse con esa voz insoportablemente melodiosa. No podía evitar poner una rodilla sobre la cama e inclinarme hacia él y tomar su fino y largo cuello entre mis manos. Era atemorizante lo frágil que se sentía. Podría simplemente romper su cuello en un abrir y cerrar de ojos y él no sufriría ni un poco.
- ¿Vas a matarme? -susurraba su dulce voz.
El pequeño monstruo fingía tener miedo cuando en realidad sus pupilas se dilataban y podía oler su excitación.
- ¿Qué tipo de muerte está imaginando esa cabecita sucia tuya para estar así de caliente en cuestión de segundos? -preguntaba con sorna, sobre sus labios carnosos.
El pequeño gatito no aguantaba, nunca tenia voluntad de hierro y me atacaba con su boca.
Sus labios eran solo un poco más gruesos que lo míos, eran muchos más pomposos que los de él, pero no sabían más dulces. Nadie nunca sería tan dulce como TaeHyung.
-Mmm... -gemía, pero mi mano se cernía en su cuello y con fuerte presión lo empujaba lejos-. Auch... Idiota.
Me ponía de pie y caminaba en dirección al baño-. Es tu culpa por ser tan necesitado, ahora vístete y come algo. Tenemos un viaje que hacer.
-Pediré servicio a la habitación, en algo tienes que gastar todo el dinero que vas juntando gracias a tu encanto de vampiro.
Girando lo miraba y encogía mis hombros-. Lo que sea, come bien. Estás así de estúpido porque tome más de lo que debería haber hecho. Aliméntate, Jimin.
Otra noche desperdiciada, no sabía cuántas llevaba durmiendo así de mal.
- ¿Tae? -la voz de Jungkook me hacía sobresaltar. Inclusive mis reflejos estaban dormidos-. ¿Qué haces aún despierto?
Suspirando frotaba mi rostro y llevaba mi cabello hacia atrás, estaba más largo-. ¿Qué crees que puedo estar haciendo?
Jungkook suspiraba y se cruzaba de brazos mientras me miraba con desaprobación.
-Ve a descansar, si algo surge, sabes que te lo diré -decia mi fiel amigo, caminando hacia donde estaba sentado yo.
La computadora principal, diferentes pantallas con todas las diferentes cámaras que Jungkook había hackeado para usarlas a nuestro favor y aún así, ni un maldito rastro de SeokJin, ningún tipo de rastro.
Un año y medio de búsquedas poco fructíferas, cada vez que sentía que estábamos cerca, lo perdía de nuevo. Pero me resignaba a dejar de buscarlo. No podía rendirme con él, no quería rendirme.
Jungkook se inclinaba y cambiaba de camara mediante el control del teclado y notaba por el cuello de su camisa una mordida superficial. Debía ser reciente para que se notará en su pálida piel todavía.
-Al menos la vida amorosa de uno de los dos, si va viento en popa ¿No? -me animaba a burlarme, sólo un poco.
A veces era necesario para que mi cabeza no explotará.
Jungkook reía y tocaba justo donde estaba esa marca de dientes.
-Lisa a veces es un poco salvaje -decía con ojos brillantes.
Negando con mi cabeza, aún no creía como esos dos podían ser tan melosos en privado. Especialmente Lisa, siempre mantenía a Jungkook a raya en público, Jungkook se divertía sacándola de quicio, siendo un poco demostrativo, pero sabía cuándo sus bolas corrían peligro.
Recuerdo que hice lo imposible para ayudar a Jk a adaptarse una vez que lo habían convertido frente a mis ojos, porque yo quería ser normal y había arriesgado la vida del único buen hombre que había querido mi amistad, por jugar a ser algo que no era.
Domar a Jungkook y entrenarlo, era como domar un gigantesco león malhumorado que necesitaba carne todo el tiempo, aunque en el caso de Jungkook, era sangre. No había sido fácil para él. Tenía sangre de gente inocente en sus manos de sus primero días como un neofito. Pero eventualmente y con un arduo trabajo, había hecho de Jungkook algo pasable. Un vampiro más empático. Sin embargo, cuando había conocido a Lisa por primera vez y la había salvado de otros neofitos, aproximadamente unos seis años atrás, Jungkook había sido naturalmente más humanizado por sus sentimientos hacia la hechicera.
Así de simple.
Y había conocido a Lisa casi trescientos años después de su transformación. El amor hace cosas extraordinarias con las personas o te hace realmente miserable, como en mi caso.
-Ve a dormir, Tae -ordenaba mi amigo, palmeando mi hombro-. Mañana iremos de caza, un nido con muy mala fama y tú no estás lo suficientemente descansado.
Suspirando apretaba mis ojos, sabía que tenía razón. Estaba exhausto.
- ¿Pero que tal si me duermo y-...?
-Basta -exclamaba Jungkook con rudeza-. Ha pasado un año y medio, si SeokJin quisiera ser encontrado lo habríamos hecho.
No era la primera vez que teníamos esta conversación. No era la primera vez que mi amigo se cansaba de verme ser un maldito fantasma, deprimido y sin ganas de vivir. No era la primera vez que me dejaba en claro que no le importaba ni un poco al hombre que amaba con locura. Locura que me estaba haciendo mal, lo sabía. Muy en el fondo sabía que debería rendirme, pero no podía.
Poniéndome de pie, suspiraba y miraba a mi viejo amigo con suma seriedad-. No te pongas insoportable, me iré a dormir, pero no dejaré de buscarlo... Y seguiremos dando vueltas sobre la misma charla.
Cuando salía con pies pesados del sótano, escuchaba a Jungkook suspirar resignado.
-Deberías gastar tu energía en salir con alguien más... Distraerte
-Oh, cierra la maldita boca, Jk -añadía una última vez, como una orden que sabía que Jungkook no iba a desobedecer.
«Lo siento, amigo. A veces eres irritante»
Al día siguiente, cuando íbamos camino al nuevo nido, en las afueras de San Francisco, un lugar muy escondido y poco recurrido, me encontraba hecho mierda. En todos los sentidos de la maldita frase. Estaba poco descansado, estaba distraído. Había entrenado, pero mi cuerpo no parecía resistir.
-Tendrías que haber escuchado a Jungkook -me rependría.
Estaba anocheciendo, necesitaba a mi amigo y por eso había estado oculto en la camioneta de atrás hasta que la luz del día ya no tuviera fuerzas. No me había alimentado correctamente para poder estar más alerta y este nido tenía una muy mala fama. No estaban atacando por la zona de San Francisco, ni siquiera estaban atacando dónde se ocultaban. Estaban cazando un pueblo pequeño alejado de allí, varias hectáreas poco conocidas, pero muy concurridas, excepto que la zona donde residían era más cerca de la ciudad, pero escondida.
Cuando ya había anochecido, nos encontrábamos en el área correcta. Un granero, muy alejado de todo, música alta, muy moderna con una desquiciada fiesta pasando en su interior. Podía escuchar los pensamientos de muchos allí. Era perturbador.
Jungkook estaba a mi lado, olfateando como el perro de caza que era.
-Tae... -me llamaba.
-Lo sé -decía apretando mis dientes y puños-. Tienen a una adolescente como rehén.
Jungkook miraba a los demás hombres con nosotros y les daba las órdenes por dónde cada uno debía de entrar.
-Todos ubiquen a las bestias, yo iré por la niña y el líder -exclamaba.
Jungkook me miraba-. ¿Estás seguro?
Fingiendo una sonrisa lo miraba-. No vuelvas a preguntarme eso, nunca más.
Jk no decía nada más, sigilosamente comenzamos a separarnos. Los cazadores humanos de mi grupo, eran cuatro, de los mejores. Ya habían visto suficiente de este mundo y sabían como distinguir a un vampiro incluso si no estaban por completo transformados.
Jungkook por su lado tenía su olfato, el olor a muerte emanaba de esas criaturas, él lo sabía mejor que yo y por supuesto había olfateado la sangre humana a esa distancia y también el miedo.
Había un líder, como en todo nido, lo venía estudiando. Era más joven que Jungkook, no más de doscientos años. Había sido bastante silencioso en toda su existencia porque no había oído sobre él jamás, lo cual me resultaba un poco extraño, pero podría pasar.
Mis pasos no eran vacilantes, estaba alerta a cada lado y se notaba que estos maníacos estaban más que asentados y tranquilos porque no había nadie vigilando, ni de cerca, ni de lejos. Cundo todos se encontraban ubicados, me encargaba de mirar por una de las ventanas. Había aproximadamente unos trece vampiros. Trece contra seis, era un número, pero siempre éramos menos de todas formas y si estas criaturas no podían sentir nuestro aroma, era porque Lisa había hecho un buen trabajo al protegernos.
Eso teníamos a nuestro favor, nunca nos verían llegar, así que cuando sabía que todos estaban asentados y listos, daba la orden. La música a todo volumen era punto a nuestro favor, porque Jungkook entraba por la puerta de la cocina con uno de mis hombres y liquidaban de forma rápida a cuatro de ellos. La sorpresa siempre estaba repentinamente pintada en los ojos de otros vampiros cuando veían a un igual atacandolos de la nada.
Era divertido.
Pero luego de haber entrado el resto de mi equipo y eliminado a la mitad del nido, me daba cuenta que la adolescente no se encontraba por ningún lado. Quizás no estaba tan alerta como esperaba.
- ¡Tae! -Jk gritaba en mi dirección y señalaba a la distancia dónde miraba de inmediato.
El líder llevaba a rastras a la adolescente mientras me tiraba una sonrisa condescendiente. Ese hijo de perra no sabía lo que le esperaba, así que iba detrás de él recordando con furia toda la masacre que había hecho, pero no veía cuando una lunática aparecía frente a mí, con una cara demoníaca que me hacía pensar en la suerte que tienen estás bestias al tener su encanto de vampiro, porque su forma real, era asquerosa.
- Aqueroso cazador -me decía antes de atacarme.
Claramente su ataque era detenido, estaba cansado, pero seguía siendo fuerte. Consiguiendo que en cada golpe la bestia terminara de espaldas a mi, con mi brazo sobre su cuello.
- Quédate quieta -susurraba a su oido y automáticamente dejaba de forcejear conmigo.
-"Dhampir" -decía la mujer con el horror en su voz-.. ¡Dham-...!
Y rompía su cuello antes que lo pudiera anunciar.
Lamentablemente había sido lo que pretendia, suficiente distracción para dejar escapar a su líder, pero cuando corría fuera lo encontraba subiendo a un auto que no terminaba de avanzar porque en medio segundo estaba encima de él.
Necesitaba acercarme lo suficiente, pero el maldito era demasiado rápido, lo único que lograba con éxito era que se ditrajera lo suficientemente conmigo para que la chica adolescente logrará escapar, pero estaba demasiado desorientada. Seguramente drogada.
- ¡Corre! -le ordenaba.
Dios, la chica era un maldito manojo de nervios. Me tenía completamente distraído y no veía venir el golpe en la nuca que recibía. Caía de rodillas, sólo un poco desorientado y cuando me tomaba del cuello, veía como otro de los suyos se llevaba a la chica. Era un maldito borrón la velocidad con la que se movía, seguramente era un maldito neofito, demasiado enérgico al estar recientemente convertido.
La ira me sobrecargaba de energía extra y cambiaba los papeles con el vampiro detrás de mí. Más que listo para acabar con él. Podría decirle que se quedará quieto y solo me obedeciera a mí, pero necesitaba una buena pelea para descargar, necesitaba hacer esto lo más crudo, violento y carnal que me fuera posible sin usar el encanto extra de poder dominar a estas bestias.
Necesitaba acabarlo, pero sinceramente sus golpes eran tan certeros como los míos y sentía que había parte de mi ceja sangrando, su rodilla había impactado con esa parte de mi rostro minutos atrás. Carajo, si hubiera sido mejor descansar, alimentarme como era debido porque tanta actitud de mierda me estaba pasando factura, hasta que lograba estar un paso adelante y era el movimiento perfecto para que mi daga cercenara su maldita cabeza, pero cuando hacía el movimiento el tipo desaparecía frente a mí.
No exactamente como por arte de magia, sino que alguien se lo había llevado y lanzaba un gran golpe al aire, eso significaba que caía de bruces al suelo de forma jodidamente dramática y dolería como la mierda, pero cuando creía que estaba a punto de impactar, dos manos se cernian sobre mi pecho y me sostenían, enderezándome. Sentía como golpeaba contra el cuerpo duro de alguien más, estaba forcejeando, pero era demasiado fuerte.
-Suéltame -ordenaba.
-Sshhhh... -decía en mi oído-. Tus trucos no sirven conmigo.
Y me congelaba, simplemente sentía que no tenía fuerzas para nada y me dejaba caer contra el cuerpo detrás de mí. Sentía sus labios pegarse a mi oreja y sus dientes-más filosos de lo esperado-mordían mi lóbulo, logrando que mis párpados pesaran y mi cuerpo ardiera.
Cuando tiraba de mi lóbulo su nariz ofalteaba mi cuello.
-El más dulce de todos -exclamaba esa voz, acariciándome con sus labios-. El más hermoso
-Jinnie -exclamaba, lo escuchaba gemir, gruñir o ambas y comenzaba a dejar besos por mi cuello, volvía a morder mi lóbulo, luego besaba mi mentón y mejilla.
Girando mi rostro desesperado, intentaba verlo, pero él presionaba mi mentón y no me permitía moverme más.
-La niña está en tu auto -susurraba y no lograba entender, hasta que me dejaba mirarlo.
- ¿Qué? -preguntaba y cuando mis ojos enfocaban su rostro lo veía.
De forma fugaz notaba, piel más pálida, pero no se sentía frío. Sus labios estaban rojos. Sus ojos eran de un celeste pálido y su cabello. Su cabello era diferente.
-La chica está en tu auto -me repetía Jin-. El vampiro es mío.
Y luego simplemente desaparecía. Dejándome jodidamente desorientado y desequilibrado. ¿A dónde se había ido? ¿Cuándo volvería a verlo?
Mi garganta se cerraba y mi pecho se oprimía. Mi estabilidad emocional, se iba con él y caía de rodillas intentano respirar, mirando desesperado a mi alrededor, me arrastraba intentando buscarlo, verlo por algún lado. No podía respirar.
- ¡Tae! -Jk llegaba a mí para revisarme-. ¿Estás herido? ¿Qué sucedió?
Apoyándome en sus hombros lo miraba respirando con dificultad.
-Estuvo aquí -balbuceaba.
Jk no entendia.
- ¿Quién? ¿Donde está la chica? Oye, respira
- ¿Quién? -preguntaba a cambio ¿Qué no había visto a Jin?
-La niña, Tae ¿Estás herido?
-No, está en mi auto -respondía en shock, y notaba como Jungkook mandaba a uno de nuestros hombres a revisar.
- ¿Estás herido, entonces? -comenzaba a fijarse en mí, mientras me ponía de pie-. Cálmate y respira
-No, yo... Él estuvo aquí, hay que salir, tengo que encontrarlo -decía desorientado.
- ¿De quién hablas? ¿El líder? ¿Dónde está?
-Se lo llevó SeokJin -exclamaba.
Jk me miraba confundido-. ¿De qué estás hablando?
- ¡SeokJin estuvo aquí! Él me-... Él se llevó al vampiro y puso a la chica en mi auto... Tengo que encontrarlo ¿Puedes olerlo? ¿Puedes seguir su rastro? -preguntaba tomandolo del cuello de su chaqueta con desesperación.
Jungkook me miraba sin comprender, pero apretaba sus ojos y agudizaba sus sentidos. Movía su cabeza de un lado a otro, pero al instante negaba.
-No huelo nada, Tae ¿Estás seguro qué -...?
-La chica esta en al auto, está perdida, pero dice que un hombre guapo y alto la dejo ahí y le confirmo que estaría salvó, que no se moviera y obedeciera solo a TaeHyung -decía el cazador que Jungkook había enviado a verificar.
-Hay que volver y activar las cámaras, rastrearlo -repetia, intentando caminar en dirección al auto.
-Oye, oye, cálmate... Hay una limpieza que hacer -me decía mi amigo.
-Que el resto la haga, tengo que volver o lo voy a perder... No puedo perderlo. No puedo.
Muy pronto... Como mencioné, aún no está añadida a la rueda de actualización, hasta terminar un fic más, al menos. No quiero cargarme muchos fics en proceso, pero espero hayan disfrutado este adelanto. Seguramente tiré de forma random otro capitulo, pero sin un orden establecido. Y no sé si recuerdan, pero el prólogo de este libro, es el mismo prólogo de IN THE DARK el primerisimo libro de esta trilogía.
Con amor niñita NanyKoo 💜
¡¡¡¡VAMOS ARGENTINA CARAJO!!!!
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