O1O | COLAPSO
JEON JUNGKOOK
Todo fue sonrisas, risas, cálidos tiempos que no iban deprisa para mí.
Más de dos meses en los que aunque quise ignorarlo, el haber aceptado la cercanía de Rose, volviéndose aquel sol que tanto anhelé, la voz de mi cabeza no dejaba de repetirme "esto acabará". La había dejado entrar en las últimas semanas antes de que acabara el verano, y ahora llevaban semanas que las hojas se habían teñido de un marrón cobrizo, decorando las calles, dándome cierta satisfacción el escuchar el crujir de las hojas al ser pisadas, el frío y el poder estar abrigado.
Era mi estación favorita.
Pero, esta vez, durante el camino a la universidad, no disfruté nada de eso. Todo lo que podía pensar era en lo que había sucedido ese sábado.
«Deberías buscar a alguien más que pueda darte el tipo de amor que quieres, porque yo jamás podría llegar a ser ese alguien. No puedo brindarte algo más que no sea mi amistad, Rose»
Luego de haberle dicho esas palabras, la cobardía se volvió parte de mí. Eso era algo que lo tenía claro, porque el notar su expresión de dolor, la forma en que sus lágrimas comenzaron a brotar, no fui capaz de seguir allí, viendo cómo yo era el causante de todo.
Simplemente, di media vuelta y me marché.
Estaba a mitad de cuadra cuando aquel dolor estaba volviéndose insoportable, llegando a pensar si lo mejor sería regresar, aunque ni siquiera supiera qué podría hacer para quitarle ese dolor. No tenía idea alguna de lo que podría decir, pero volteé. Pude divisar a Anya que se acercaba llamando su atención, lo que hizo que continuara deprisa mi camino.
¿Por qué me sentía tan cobarde?
¿Qué se suponía que debía hacer?
¿Por qué estaba odiando la forma en la que actué?
No podía comprenderlo y eso estaba causando mi desesperación, ya que durante el domingo le había enviado dos mensajes. Uno en la mañana deseándole un buen día como ella había logrado que me acostumbrara a hacer, ya que en un principio lo recibía de su parte, pero no pasó mucho cuando al ser el primero en despertar comencé a ser el que los enviara. Y otro fue durante la tarde, preguntándole si estaba bien, al no haber recibido una respuesta de su parte, lo que al pasar las horas se me fue haciendo demasiado extraño porque me sabía sus horarios. Pero de ese segundo mensaje tampoco recibí respuesta.
Y hoy, siendo otro día, también le envié un mensaje de buenos días, sin recibir respuesta alguna.
¿Por qué? ¿Por qué parecía estar ignorándome?
¿Acaso estaba molesta?
Por no poder corresponderle, ¿significaba que entonces tampoco podríamos seguir siendo amigos?
Aquellas preguntas estaban logrando que volviera la inquietud, creciendo con cada minuto que pasaba mientras la buscaba por la universidad, entre las personas. Salí desganado al no haberla encontrado, seguro de que por más que le enviara otro mensaje solo seguiría ignorándome.
¿Y si en realidad me ignoraba porque le había aburrido?
Tan solo me llenaba de más preguntas mientras empuñaba la correa de la mochila, queriendo poder desaparecer esa inquietud que no me dejaba en paz. Pero al ver hacia donde se encontraban grupos de personas, logré visualizar aquel cabello rojizo, lo que hizo que mis latidos se aceleraran y sonriera mientras apresuraba el paso, hasta que al estar cerca pude notar que no estaba sentada ocupando esa mesa sola, sino que al frente estaba Anya.
Decidí ignorar eso, observando cómo ella estaba concentrada en escribir en su libreta mientras Anya le hablaba.
—Hola.
Mi voz había salido casi inaudible, estaba temblando, y eso me hacía sentir tonto.
—¿A qué vienes, Jungkook? —preguntó Anya.
Solo la ignoré manteniendo mi mirada en Rose que continuaba escribiendo como si yo no estuviera presente. Eso estaba disparando mi ansiedad, haciendo que empuñara con más fuerza la correa de la mochila.
—¿P-podemos hablar?
—Ella no quiere hablar contigo.
Tragué con fuerza, queriendo poder continuar ignorando a Anya, aunque sus palabras me ponían más ansioso.
—¿Rosie...?
—¿Acaso ahora tampoco me escuchas? Rose...
—Déjanos un momento, ¿sí? —Rose se dirigió a Anya.
Largué el aire que ni siquiera sabía que había estado conteniendo, escuchando cómo Anya se levantaba, pero Rose seguía sin prestarme atención, solo jugaba con el bolígrafo como si eso fuera más interesante que mirarme a mí.
—Deja de ignorarme como lo haces —Escuché la voz de Anya cerca de mi oído, lo que me hizo sobresaltar al no haber sentido su presencia por estar tan concentrado en Rose—. ¿Acaso no sabes cuánto duele que te ignore la persona que quieres? Tú y yo nos debemos una conversación.
Solo cerré los ojos por un momento, intentando mantener la calma y más al sentir cómo se alejaba. Al volver a abrir los ojos me llevé la sorpresa de que Rose al fin estaba mirándome, pero tenía una expresión extraña que no podía comprender.
—¿Podemos hablar?
—Habla rápido que estoy ocupada, Jungkook.
Solo asentí desviando la mirada, queriendo poder ignorar lo que estaba provocando en mí su gran indiferencia.
Parecía haberme convertido una vez más en un fastidio para la persona que consideraba tan especial para mí.
¿La historia estaba repitiéndose de alguna manera? ¿Qué había hecho mal para que acabase pasando?
—¿Por qué me ignoras? —pregunté por lo bajo, aunque me había esforzado para que mi voz saliera normal. Pero quizás toda esta situación estaba afectándome demasiado, más de lo que había esperado.
Rose soltó una risa amarga, lo que me hizo fruncir el ceño ante la confusión.
—¿En verdad te atreves a preguntarme eso?
Asentí por más confundido que estuviera.
—Me ilusionaste, Jungkook.
—¿Ilusionarte?
—Y podría haberlo esperado de cualquier otro imbécil, pero de ti no, porque realmente te consideraba alguien único y maravilloso —explicó cerrando bruscamente la libreta—. Pero terminaste siendo otro imbécil más al decirme que solo seguías lo que yo hacía.
—P-pero somos amigos...
—No —interrumpió guardando sus pertenencias en la mochila—. Ya no.
La ansiedad seguía disparándose al punto de sentir que se me estaba dificultando respirar mientras ella se levantaba.
Esta situación no estaba siendo algo nuevo para mí. La había vivido tiempo atrás, ahora solo estaba repitiéndose, y quizás fui tan ingenuo que decidí creer que podría cambiar eso. Pero era un ciclo triste.
—Rose, por favor...—Me acerqué rogante cuando ella parecía tener la intención de marcharse.
—Siempre hay que hacer lo que tú quieres, ¿verdad? —preguntó volteando a verme.
—¿D-de qué hablas?
—Que siempre todo tiene que ser a tu manera.
—No es cierto.
—¡Claro que sí! Para poder relacionarse contigo siempre hay que estar al pendiente de ti, de lo que quieres, de lo que sientes para que puedas estar cómodo —apuntó—. ¿Qué pasó con Anya, Jungkook? Se cansó de eso y prefirió pensar en ella.
—¿Q-qué fue lo que te dijo Anya?
—En verdad me gustabas, pero solo me hiciste ver patética, así que a partir de ahora déjame en paz, Jungkook —exigió antes voltear para comenzar a caminar, alejándose.
—¡Rose!
Tenía el impulso de seguirla, rogarle que se quedara más tiempo a mi lado, pero el haber notado tanto su enfado, hizo que me quedara en mi lugar, empuñando las manos. No era capaz de moverme, simplemente, intentaba asimilar este golpe de realidad.
—¡Hey, Jungkook!
Por más que escuchaba esa voz llamarme, estaba demasiado perdido en mis pensamientos y sensaciones que estaban invadiéndome sin permiso alguno.
—¡Jungkook, estoy llamándote!
Alex llevó la mano a mi hombro, dándome un pequeño golpe que me hizo reaccionar, por lo que bajé la cabeza mientras respiraba profundo.
—Necesitamos tu ayuda para mover unas sillas y unas cajas porque son demasiadas. Estamos ayudando para el desfile...
Había dejado de escucharlo porque no me ayudaba para nada, tan solo volteé al recordar que tenía clase, pensando que quizás eso podría ayudarme a distraer mi cabeza.
—¡Jungkook! ¡¿Qué te sucede?!
Alex me tomó del brazo con la intención de detenerme.
—¡¿Puedes dejarme en paz de una vez?! —alcé la voz, apartando bruscamente el brazo.
Eso era algo que había reprimido por mucho tiempo, a pesar de que era el primer grupo donde pertenecía, el tenerlos siempre de esa manera, buscando que cambiara mi forma de ser, que actuara como ellos, llegaba a desesperarme. Y al ahora no poder ni siquiera pensar con claridad, hizo que terminara explotando, quizás con quién menos se lo merecía, porque si algo sabía es que Alex fue de los que más se esforzaba porque me sintiera cómodo.
Estaba en clase, ignorando por completo quienes estaban sentados a mi lado, ya que esta vez había decido tomar asiento adelante, esperando así poder concentrarme en lo que hablaba el profesor. Pero todo terminó siendo en vano, porque en las primeras palabras había dejado de tomar apuntes, perdiéndome por completo en mis pensamientos.
Tuve la ilusión de que esta vez sería diferente, pero eso no fue más que un tonto pensamiento demente, ya que no era suficiente. Todos terminaban dándose cuenta de que era aburrido, que tan solo me volvía una molestia, que era alguien por quien no valía la pena quedarse.
Impotencia era lo que me invadía al saber que tampoco pude haber sido suficiente para Rose, porque significaba todo para mí mientras que yo para ella nada si podía hacerme tan fácil a un lado.
Siempre tenía que arruinarlo todo porque era solo era un patético intento de ser humano.
—¡Jeon!
Al sentir mi brazo ser sacudido y luego un estruendo que me hizo sobresaltar, levanté la cabeza dándome cuenta de que el profesor estaba hablándome y quien estaba a mi lado me lo quería hacer saber.
—Te hice una pregunta. Ni siquiera la escuchaste, ¿verdad?
—Lo siento —hablé bajando la cabeza al estar apenado.
—Si vas a estar en esta clase, presta atención. Ya he dicho que tienen que mantener esta materia al día.
Solo asentí, tragando con fuerza.
—¡Yo puedo responder, profesor! —exclamó el rubio de mi lado.
Y por más que intenté mantener la atención, no pude otra vez.
De nuevo volvía a recordarme que conmigo todo molestaba, todo pesaba, todo costaba, porque solo era un problema al no poder actuar ni dar lo que todos podían. Y es que la sensación de que nunca podría ser nada, ni siquiera en la vida de los demás, ni en quienes se volvían todo para mí, era algo agónico.
Todo fue sonrisas, risas, cálidos tiempos que no iban deprisa para mí, pero ahora había un espacio que me dejaba notar la distancia. Una que probablemente desde el inicio ya estaba, pero es por más que podíamos llegar a estar rotos, al estar juntos podía sentir cómo aquellos fragmentos que desprendíamos encajaban.
Pero ahora solo podía sentir el impacto de la soledad en la que estaba rodeada mi alma.
Pasé una de las manos por mi rostro, frotando uno de mis ojos mientras intentaba seguir conteniéndome.
—¿Jungkook...?
Aquella voz me hizo volver a la realidad, dándome cuenta del silencio que habitaba, el profesor ya no estaba presente al igual que ninguno de mis compañeros.
¿En qué momento la clase había acabado?
Suspirando tomé mis pertenencias para guardarlas en la mochila, levantándome luego para colocarme el gorro de lana con la intención de marcharme de la universidad, ignorando la mirada de Anya que fue la que logró que reaccionara.
Me sentía demasiado perdido, como hacía tanto tiempo no pasaba.
—Hey, espera.
Fui tomado de la muñeca y volteé frustrado a verla.
—¿Qué es lo que quieres?
—¿Estás bien?
—Eso a ti no te importa.
—Sabes que me importas muchísimo, Jungkook.
—¿En verdad? —cuestioné cínico—. Es extraño que lo digas cuando me has lastimado y ahora no dejas de torturarme.
—No digas eso. Solo me molesta que te hayas acercado a ella cuando las cosas entre nosotros estaba arreglándose de a poco, y ahora no me dejas hablar contigo...
—¿Quieres hablar? Entonces dime qué le has dicho a Rose.
—¿Rose? Yo quiero hablar de nosotros...—insistió molesta.
—Si no vas a responder, entonces me marcho.
—¡Está bien! —exclamó dándose por vencida cuando di media vuelta—. No le he dicho nada de lo que piensas.
Volteé observándola con atención, buscando así saber si estaba mintiéndome o no.
—Simplemente se agotó de ti —continuó acercándose.
—Cállate —exigí entre dientes.
—Lamento lo que sucedió antes. Fui demasiado estúpida. Yo te acepto, Jungkook —aseguró acercándose, mientras negaba con la cabeza al no creerle para nada. Eran solo palabras vacías como todas las que me dijo antes, de eso estaba seguro—. Nadie te entiende, pero yo ahora lo hago...
Anya tuvo la intención de llevar la mano a mi mejilla, pero la aparté bruscamente.
—¡No me toques! ¡No te quiero cerca de mí, Anya!
Se me estaba dificultando cada vez más el mantener la calma, y la manera de actuar de ella no estaba ayudándome para nada.
—Jungkook... ¿Estás bien? —preguntó queriendo acercarse, pero pasé por su lado a paso apresurado, subiendo las escaleras—. ¡Jungkook!
Todo parecía volver a estar en gama de grises, haciéndome sentir cansado, asustado, y al borde del colapso.
Mis latidos estaban acelerados, no podía respirar, ni siquiera pensar con claridad, por lo que no tenía idea a dónde iba. Solo quería escapar de todos. Estar solo.
«¡Deja de llorar, por el amor de Dios! ¡Vete a tu habitación hasta que te calmes, pero cállate ya, que no me dejas trabajar! Solo me desesperas, niño»
«¡Si no lloras, no te callas y te la pasas corriendo por todos lados sin dejarme trabajar! ¡No eres más que una molestia para mí! ¡Ve a encerrarte ahora mismo!»
«¡¿Ahora vas a echarme la culpa de lo que le sucede, Yeoreum?! ¡Los demás niños no lo molestarían si actuara como un niño normal!»
«¡Él estaba bien, no sé qué pasó!»
«Está bien que hagamos cosas que tú quieres, pero también deberíamos hacer cosas que yo quiero, Jungkookie»
«¡¿Por qué no puedes actuar como alguien normal?! ¡Quiero una relación normal!»
«¡¿Por qué tengo que aceptar esto cuando me aburre?! ¡Nadie podría vivir así contigo! ¡Nadie podría amarte, Jungkook!»
«Para poder relacionarse contigo siempre hay que estar al pendiente de ti, de lo que quieres, de lo que sientes para que puedas estar cómodo. ¿Qué pasó con Anya, Jungkook? Se cansó de eso y prefirió pensar en ella»
Cerré la puerta para dirigirme a las escaleras subiéndolas apresurado, pero cuando al acabar volteé dando unos pasos teniendo la intención de subir las demás, el miedo me invadió con más fuerza.
Quizás me había equivocado.
No estaba al borde...
Todo lo que estaba sintiendo... era el dicho colapso.
Ni siquiera era capaz de recordar cuándo había sido la última vez que me había sentido de esta manera, qué pude haber hecho para calmarme, solamente tenía la seguridad de que estuve solo en ese momento, como siempre.
Un escalofrío recorría mi espina dorsal mientras mi visión estaba nublándose y todo me daba vueltas, logrando que las náuseas no tardaran en aparecer. Retrocedí de manera torpe hasta chocar mi espalda contra la pared, dejando caer la mochila a un lado. Estaba tan débil y tembloroso que solo me dejé deslizar mientras intentaba regular mi respiración, pero mi corazón golpeaba con fuerza y las emociones estaban tan intensas, volviéndose abrumadoras, al punto de llenarme de miedo de terminar perdiendo el control.
Me estaba ahogando.
No podía respirar.
Sentía que era capaz de morir.
Jadeaba abrazándome con fuerza a mí mismo en un intento de calmarme, pero mis pensamientos y recuerdos no ayudaban, mi miedo solo aumentaba, por lo que llevé las manos temblorosas a mi cabeza mientras cerraba los ojos con fuerza, deseando que pudiera terminar esta pesadilla de una vez.
(...)
¿Había vuelto a desconectarme de la realidad?
Ya no sabía si algún día volvería a sentir algo que no fuera este peso lleno de vacío y esta furia contra mí mismo que en realidad estaba plagada de tristeza.
—Jungkook, levántate. Se te hará tarde.
Oliver se echaba su perfume, ya estando casi listo para marcharse, seguramente mirándose de forma detallada en el espejo como cada día antes de salir.
—Dijiste que hoy volverías, así que apresúrate.
Al volver a escucharlo, cubrí mi cabeza con la almohada, queriendo que así entendiera que hoy tampoco volvería y se marchara para poder dejarme tranquilo, ahogándome en mi propia miseria.
—¡Levántate! ¡Vamos! —insistió acercándose—. Ve a darte una ducha antes de que sea más tarde.
Parecía no estar dispuesto a darse por vencido pronto como los días anteriores, hasta quiso tomar la almohada, por lo que la empuñé con más fuerza cubriéndome también con la manta.
—¡Jungkook! ¡¿Qué haces?! —reprochó molesto—. ¡Levántate de una vez!
—No —mi voz salió débil.
—¡¿Otra vez no irás a la universidad?!
No respondí.
Eso hizo que Oliver insistiera, queriendo poder apartar la almohada y la manta que me cubría, pero hice la fuerza necesaria, soltando un quejido, escuchándolo luego gruñir mientras dejaba de luchar.
—¿Qué rayos te sucede?
—Vete.
—Si sigues así, romperé la promesa y haré que entre mamá por esa puerta.
«Como si fuera a importarle»
Quise decirlo, pero mi voz no salió y solo me cubrí aún más con la manta como si tener la almohada no fuera suficiente. Pude escucharlo suspirar por la frustración que estaba provocándole mi comportamiento, algo que no me sorprendía, ya que pasaba con la mayoría de personas.
Al escuchar la puerta cerrarse, intenté volverme lo más pequeño que podía, como si eso pudiera reconfortarme un poco, pero la verdad era que el hecho de ahora estar solo como había deseado segundos atrás parecía estar empeorando todo para mí.
Era como si en algún momento hubiera comenzado a crecer en una esquina de mi vida, donde era mi hogar, volviéndose mis únicos deseos el poder conectar con mis emociones, sentimientos y pensamientos, y poder vivir como cualquiera.
Había aprendido a vivir sin compañía, y en una rutina triste donde el observar a los demás me hacía sentir incapaz de todo, tan lejos del mundo, del cariño, del calor, de la vida, del ruido, de las conversaciones, por lo que la "compañía" sonaba lejana desde que era un niño.
Y ahora me sentía pequeño, pesado, frío, diferente, y hasta corrompido.
Me odiaba por haber sido tan ingenuo otra vez, pero es que Rose parecía esforzarse por entenderme, y era demasiado reconfortante tener un sitio en el cual encontraba una paz que anhelé por tanto tiempo volver a sentir.
¿Ahora cómo podía aceptar que no me quisiera en su vida, clavándome su indiferencia en el pecho?
Llevaba días así, sin ser capaz de volver a la universidad porque el miedo de colapsar otra vez me invadía. Oliver parecía estar al pendiente de mí, pero era demasiado fácil mentirle al no estar tanto tiempo aquí, por más que el día anterior me había obligado a cenar con él. Pero los días continuaban pasando, sin ser capaz de cumplir con su palabra de llamar a mi madre, mintiéndole con que el día siguiente sería cuando podría tener la fuerza necesaria para levantarme de la cama. Y es que eso no sucedía.
Ya era sábado. Y solo lo sabía porque él lo había mencionado. Pues, lo único que sabía era cuando era de día, tarde o noche por cómo entraba la luz y en algún momento mi mirada se perdía en la ventana.
Solo podía levantarme por alguna urgencia, pero en eso podía sentir mi cuerpo temblar y demasiado débil. No podía entender cómo en este cuerpo podía caber tanto hartazgo, pero es que como si no tuviera suficiente, la soledad me visitaba con más intensidad por las madrugadas, siendo incapaz de continuar durmiendo como pasó la última noche.
Necesitaba un respiro que durase lo que llevaba de gris en mi vida.
—¡¿Sigues sin levantarte?!
La voz de Oliver, el cual encendía la luz al apenas llegar por la noche, hizo que levantara la manta para cubrirme la cabeza, volviéndome lo más pequeño que podía mientras cerraba los ojos con fuerza, queriendo poder dormirme e ignorar sus reproches de todos los días.
—Levántate ahora.
No dije nada en absoluto, tensándome al escuchar sus pasos acercarse y cómo luego buscaba tirar de la manta para apartarla.
—¡Levántate, Jungkook!
Esta vez no importó cuánto lo intenté, estaba demasiado débil como para poder luchar por más de unos cuantos segundos. Oliver tenía bastante fuerza, lo que hizo que acabara apartando la manta sintiendo cómo un escalofrío recorría mi cuerpo. Continuaba con sus reproches, por lo que quise esconder el rostro en la almohada, ignorar todas las estupideces que decía y dormir, pero me tomó del brazo queriendo obligarme a levantarme. Forcejeaba entre quejidos, ya que sentía mi piel arder por su agarre, algo que no le importaba en absoluto al hacerlo más fuerte.
—¡Déjame en paz! —grité forcejeando.
—¡No lo haré! ¡Ya estoy cansado de verte así!
—¡Y yo estoy cansado de ti! ¡Solo deja de actuar como si fueras en verdad un hermano cuando nuestros padres no están aquí! ¡Déjame en paz de una vez, Oliver!
—¡No importa la mierda que intentes! ¡Tendrás que soportarme porque vivimos juntos, para mí sí soy tu hermano, y mayor que tú, así que tienes que obedecerme!
Oliver sacó la fuerza necesaria para hacerme levantar bruscamente de la cama, pero mis piernas temblaron tanto que terminé debilitándome casi por completo, jadeando mientras que, sin pensarlo un poco, me aferraba a Oliver que pasó el brazo por mi cintura al haberme inclinado hacia adelante.
—¿Estás bien?
Solo asentí intentando regular mi respiración y calmar el susto que me había dado.
—Ordenaré algo para comer mientras tú te duchas. Te ayudaré, vamos.
Cerré los ojos por un momento, decidiendo obedecer, ya que ni siquiera tenía las fuerzas para poder discutir con él.
Nunca me había sentido tan débil y tan agotado mentalmente como hoy.
(...)
No sabía cuánto tiempo me había quedado bajo el agua, pero estaba seguro de que más del necesario, hasta Oliver tocó la puerta preguntándome si estaba bien, y al escucharme hablar, noté cómo sonó más relajado al informarme que la comida llegó y estaba esperándome para comer. Me vestí con lentitud con la ropa que me dejó en el mueble, todavía sintiéndome débil, pero ahora también con sueño, pensando en que podría haber sido gracias al agua caliente y haberme relajado un poco. No quería comer. Estaba seguro de que esta vez si tocaba la cama sería capaz de dormirme al instante, como si no me hubiera dormido todo el día.
Mis pestañas estaban húmedas, mis ojos tan exhaustos que me sorprendía lograr mantenerlos abiertos, y mi boca con heridas por la tensión.
Una vez que salí, me acerqué a paso desganado, observando cómo medio sonreía mientras me enseñaba las hamburguesas que encargó.
—Tú beberás Coca Cola porque no has comido nada y beber cerveza conmigo te hará mal —comentó sirviéndome la bebida en el vaso a la vez que yo tomaba asiento.
Decidí no decir nada, tampoco era como si quisiera beber cerveza, solo quería volver a dormir, pero al darle un mordisco a la hamburguesa fui consciente del hambre que en realidad tenía. Pude sentir la mirada de Oliver, escuchar su ligera risa, pero me concentré en continuar comiendo la hamburguesa y las papas fritas, sin importarme el silencio que reinaba, que en otras circunstancias sería muy probable que llegara a ser incómodo para ambos.
—¿Quieres hablar?
Fruncí el ceño mientras llevaba otra papa frita a mi boca.
—Pues, no creo que te hayas pasado tantos días faltando y en la cama por nada —explicó ladeando la cabeza.
—Solo tenía sueño. Sabes que sufro de insomnio.
—Ajá.
Asentí ignorando su mirada, aunque sabía que no me creía para nada, hasta a mí se me hacía demasiado tonta mi mentira, pero es que tampoco era como si supiera hacerlo bien. Ni siquiera sabía cómo Patrick me pudo haber creído, pero de eso estaba agradecido.
—Pues, es extraño. Con el grupo te veíamos muy bien, hasta animado...—continuó, por lo que seguí ignorándolo concentrándome en comer—. ¿Es por Rose?
Escuchar eso hizo que diera un respingo.
—No.
—¿No? —Alzó una ceja mientras se inclinaba hacia adelante—. Entonces, ¿por qué no estuviste con nosotros el último día que fuiste? ¿Por qué has rechazado salir con nosotros? ¿Y por qué ella parece molesta cada vez que te mencionamos, cuando antes siempre tenía algo que decir de ti?
Escuchar eso hizo que volviera a sentir mi corazón latir de manera especial.
—¿E-en serio?
—Mira cómo te pones como tonto —apuntó riendo—. ¿Qué pasó con ella?
¿Me había mentido? ¿Nunca habló de mí cuando no estuve presente?
Otra vez había sido ingenuo, cuando Oliver solo quiso sacar la verdad que terminé dándosela inconscientemente y de una manera estúpida.
—Jungkook...
—¿Qué importa?
—Importa porque te está afectando.
—No es por eso. Quizás sí siento más de lo que creo y estaba reprimiéndolo todo, así que esto solo fue lo que terminó haciéndome colapsar —expliqué encogiéndome de hombros—. Pero que esté así no es su culpa, ¿está bien?
Oliver asintió.
—¿No quieres contarme qué sucedió?
Lo observé por un momento, pensando en que era demasiado extraño que estuviera hablando de esta forma con él, notando un interés distinto que no llegaba a incomodarme por creer que quería meterse en mi vida.
Negué con la cabeza.
—Yo... Igual quiero preguntarte algo —confesé sintiendo cómo mi rostro empezaba arder. Y supe que debía estar rojo porque Oliver reía de forma ligera.
—¿Por qué te pones así? ¿Qué es lo que quieres saber?
Que lo preguntara mientras parecía querer reprimir la risa para que me atreviera a hablar, solo me avergonzaba más.
—Ah, olvídalo.
—¡Oh, vamos! Dime, Jungkook.
—Creo que necesito un trago para animarme.
Oliver me enseñó su botella vacía, lo que me hizo preguntarme en qué momento pudo terminársela.
—No quedó más, así que tendrás que hablar.
—No.
—Entonces, ve a buscar tu abrigo.
—¿Qué...?
—Vamos al bar que está cerca. De todas formas, quedé en ir.
—Olvídalo. No estoy como para salir.
—Ve a tomar tu abrigo, porque no puedes dejarme con la duda.
Había intentado negarme, pero hoy no parecía poder contra Oliver. De alguna manera terminé con el abrigo puesto y tomando mi celular que agradecía que se hubiera preocupado por poner a cargar.
Al salir vimos un taxi y él decidió que lo tomáramos, ya que no quería que camináramos por más que íbamos al bar más cercano. Una vez que estuvimos adentro, hice una mueca de disgusto por el olor a tabaco, intentando acostumbrarme a las luces de colores y la música fuerte.
Cuando nos acercamos a los taburetes frente a la barra, Oliver quiso pedir cerveza, pero decidí decirle que necesitaba algo más fuerte, notando cómo parecía no estar de acuerdo, pero al saber que sino no podría hablar, aceptó. Al beber el shot arrugué el rostro al sentir cómo mi garganta quemaba, escuchando a Oliver soltar una carcajada mientras palmeaba mi espalda.
—¡Amor!
Al escuchar esa voz femenina, me sorprendí al ver una rubia rodear a Oliver con sus brazos, sorprendiéndolo por un momento, pero luego llevó las manos a los brazos de ella e inclinó su cabeza hacia atrás permitiendo que Florence lo hiciera hacia adelante y así juntara sus labios.
Tenso desvié la mirada, apoyando los brazos en la barra, detestando el hecho de que jamás me hubiera dicho que no estaríamos solos, ya que creí que podría hablar de lo que necesitaba.
Quizás debí haber pensado en Jimin.
—Oh, hola, Jungkook.
La miré por un momento, levantando mi mano, sin ser capaz de ni siquiera fingir una sonrisa. Hablaban, pero no podía escucharlos, solo pensaba en si era mejor que me marchara.
—¡Te veo en un rato!
Confundido volví mi mirada a Oliver, observando cómo le hacía una seña al bartender para que volviera a llenarnos los vasos mientras que Florence se alejaba.
—Tranquilo, ella estará con sus amigos mientras nosotros hablamos —mencionó sorprendiéndome.
No pude evitar relajarme al escucharlo a la vez que el bartender llenaba los vasos, y al alejarse, Oliver hizo un brindis, por lo que me preparé para acabar el tequila de un sorbo. Me arrepentía al volver a sentir esa quemazón, pero me repetía que eso podría hacer más fácil el abrirme y quizás así aclarar las dudas.
—¿Ya están juntos otra vez?
Asintió con una sonrisa que me dejaba notar su alegría.
—Desde hace una semana. Se lo pregunté y dudó un poco, pero aceptó volver a intentarlo.
—Espero que funcione esta vez.
—Lo hará —aseguró con una pequeña sonrisa—. Esta vez prometimos que habría más comunicación.
—¿Comunicación? —Fruncí el ceño—. ¿Desde cuándo tú no hablas?
—Es distinto, Jungkook —Suspiró apoyando los brazos como hacía yo—. Hay cosas que se me dificultan demasiado, pero me esforzaré porque quiero que funcione y que note que la amo de verdad. Ya no quiero que se sienta insegura por mi estúpido silencio.
Lo escuchaba con atención, llegando a apretar mis brazos ante los pensamientos que comenzaban a aparecer.
—¿Qué sucede? ¿En qué piensas?
Su voz me hizo dar un respingo.
No sabía si estaba listo.
—Pide otro.
—No sé si es buena idea. No has estado comiendo como debes, así que puedes embriagarte más rápido...
—Hazlo.
Suspiró mientras me dedicaba una mirada que me hacía notar que seguía estando en desacuerdo, pero aun así obedeció. Hizo otro brindis mientras me seguía mirando de la misma manera, por lo que me lo acabé de otro gran sorbo, esperando que hiciera el efecto suficiente para que me ayudara a hablar.
—O quizás me embriague yo...—dijo luego de un rato, inclinándose hacia adelante, llevando la mano a su cabeza.
—¿Cómo te diste cuenta de que tenías... Ya sabes, esos sentimientos por Florence? —pregunté llamando su atención.
—¿Huh?
—Responde —exigí tenso, desviando la mirada.
—Pues, ya sabes, lo típico —se encogió de hombros mientras jugaba con sus dedos, mostrándose pensativo—. No dejaba de pensar en ella, cuando la veía mi corazón se volvía loco, cada vez que la tenía conmigo buscaba la manera de hacerla reír, cualquier excusa para el contacto físico, y no dejaba de pensar en que quería besarla. La veía de una manera única que no me pasaba con ninguna otra chica.
Bajé la mirada, pensando en sus palabras y si es que podrían ayudarme.
—¿Por qué? —volvió a hablar—. ¿No sabes qué sientes por Rose?
Tragué con fuerza, odiando el hecho de que lo supiera, aun cuando ni siquiera quería decírselo.
—Me gustaría entenderlos con claridad, así como ella los suyos, pero...—Suspiré cerrando los ojos con fuerza—, no quiero equivocarme otra vez.
Suspiré frustrado inclinándome hacia adelante, llevando las manos a mi cabeza mientras la mano de Oliver frotaba mi espalda.
—Sí que debiste herirla —comentó llamando mi atención.
—¿A qué te refieres? —indagué frunciendo el ceño.
—Oh... Nada —Negó a la vez que reía de forma ligera, aunque podía ver que parecía algo tenso—. Solo... No te preocupes. Son comportamientos normales de las mujeres.
Decidí pasar de sus comentarios al no lograr entenderlo, volviendo a perderme en mis pensamientos.
—¿Por qué tiene que ser tan difícil?
—¡Estoy extrañándote! —exclamó una voz femenina.
Al girar confundido, pude ver cómo Florence rodeaba con sus brazos otra vez a Oliver, que me miraba como si estuviera disculpándose de alguna manera, por lo que decidí no molestarme por eso. Al contrario, saqué el celular del bolsillo del abrigo, haciendo una mueca al ver que tan solo contaba con el 25% de la batería.
Vi que tenía demasiadas notificaciones, pero entré primero a las del grupo, avanzando rápido al ver que hablaban sobre cosas sin importancia para mí y de haber ido al departamento de Rachel.
Alex
¿Jungkook no viene con nosotros tampoco hoy?
Oliver
No.
George
Nada que sorprenda.
Debe tener la cabeza metida en otra novela.
Oblígalo a salir.
Rachel
Entonces, vienen todos a excepción de Jungkook.
¿Tú vienes, Rose?
Morgan
Seguro que sí.
Prometo que soy un buen chef.
Alex
La llamaré.
George
Olvídense de ella.
Alex
¿Y eso por qué?
George
Aceptó tener una cita con mi amigo, Darren.
Está con él.
Al leer eso, bloqueé el celular al instante, sintiendo una punzada en mi estómago y que mi cuerpo volvía a llenarse de temblores.
—Hey, Jungkook, ¿vamos con su grupo? —Oliver me tomó del brazo, llamando mi atención por un instante—. Prometo que van a agradarte.
Me levanté torpemente del taburete, por lo que él ejerció más presión en el agarre, lo que hizo que pudiera recuperar el equilibrio.
—¿Estás bien? Hey...
—Yo... Saldré a tomar aire.
—¿No quieres que te acompañemos? —preguntó Florence.
La observé negando con la cabeza, para luego comenzar a caminar hacia la salida, sintiendo cómo la brisa fresca llegaba a hacerme estremecer, por lo que me abracé a mí mismo.
(...)
De manera inconsciente había comenzado a caminar, seguro de que no lo hacía derecho cómo debería. Me tambaleaba por momentos, pero todavía abrazándome a mí mismo mientras me perdía en mis pensamientos. ¿Por qué había tenido que leer esos mensajes? ¿Por qué sentía estas sensaciones tan horribles? Necesitaba que desaparecieran ya.
Ese sábado cuando George le había hablado de la cita, no me importó y hasta pensé en que debería aceptar, que estaba bien si lo hacía y la cita salía bien, si él podía darle lo que ella como cualquier persona deseaba. Pero ahora todo parecía haber cambiado. ¿O quizás era que estaba sobrepensando la situación? ¿Qué era lo que sentía? ¿Qué era lo que estaba pasándome? No me gustaba en absoluto.
Estaba desesperándome.
Y no me quedó más que recurrir a la única persona que tenía, ya que mis emociones, sensaciones y pensamientos estaban abrumándome. No conectaban cómo sentía que deberían, y tenía miedo de volver a explotar.
—¿Jungkook? —su voz salió profunda—. ¿Por qué me llamas a esta hora?
—A-aún es temprano.
—Pero decidí quedarme en casa y descansar porque estuve con exámenes, además sabes mi horario...
—L-lo siento...
—Hey, ¿estás bien? —preguntó sonando preocupado—. No me molestas. Háblame.
Cerré los ojos por un momento, pasando la mano por mi rostro, convenciéndome de que podía hablarlo. Se trataba de Jimin, y en él confiaba plenamente al saber todo sobre mí, hasta aquello que buscaba ocultar.
—Creo que ya me sacó por completo de su vida —hablé sintiendo cómo mi garganta empezaba a cerrarse.
—¿Qué? ¿De qué hablas?
—Rose.
—¿Por qué haría algo así? Por lo que me contaste todo marchaba más que bien...
—No pude corresponderle.
—Oh...
—Pero ahora ya no sé qué es lo que siento —confesé con mi voz temblorosa—. Necesito que me ayudes como me ayudaste antes.
—Jungkook, yo no te ayudé.
—Sí lo hiciste.
—No. Solo pude ganarme tu cariño y te diste cuenta de que era el mismo que sentías por Anya.
Bajé la cabeza mientras mordía mi labio inferior con fuerza, pensando en que de alguna manera tenía razón, pero haber profundizado con él me ayudó demasiado, ya que estaba bastante confundido sobre qué tipo de sentimientos tenía y su significado.
—P-pero necesito entender qué siento por Rose.
—Háblame de eso entonces.
—No estoy en mi departamento y casi no tengo batería...
—Hablemos el tiempo que se pueda entonces. Dime.
—No quiero estar sin ella, pero tampoco sé si pueda ser capaz de decirle que la quiero —confesé masajeando mi nuca.
—Jungkook, el amor es muchísimo más complejo que eso.
—Creo que no importa cuánto lea, nunca voy a poder entenderlo.
—Eso es normal. A pesar de mis experiencias, no logré entenderlo hasta que encontré a Dongmin —No podía verlo, pero estaba demasiado seguro de que Jimin estaba sonriendo. Siempre lo hacía cuando mencionaba a su novio.
—Entonces, ¿cómo puedo comprender aunque sea un poco si es amor o no lo que siento? —indagué frustrado—. Dímelo.
—Es poder pasar horas con esa persona y sentir que fueron minutos. Es buscar poder compartir el máximo tiempo posible juntos. Es la paciencia. No cansarse. Es... Ver su sonrisa y saber que para ti siempre será la más bonita —explicó tranquilo—. No lo sé. El amor es muchas cosas. Muchas cosas bonitas, sí, pero en un tornado de emociones que ni siquiera para quienes pueden comprenderlas, tienen nombre, Jungkook.
Lo escuchaba con atención mientras caminaba, sintiendo una punzada en el pecho al recordar mis momentos con Rose, todas las sensaciones tan desconocidas que me invadían.
—¿Jungkook?
—De todas maneras, ya es tarde.
—Yo no creo que lo sea. No pudo pasar más que unos días, y los sentimientos no se superan así de fácil si son reales.
Quería más que nada creer en sus palabras, pero no tenía ni un poco de esperanza que así fuera sabiendo que tuvo la cita con el amigo de George, y cuan reemplazable era yo.
—Puedes arreglarlo.
—Tengo miedo, Jimin —confesé con un hilo de voz.
—El amor es también la confianza. Háblalo.
Aunque no podía verme, negué con la cabeza mientras mordía mi labio inferior, intentando contener el llanto.
—Todo va a estar bien, Jungkook.
Solo colgué la llamada, sin darle importancia al tener 5% de batería, guardando el celular en uno de los bolsillos de mi abrigo. Las palabras de Jimin no dejaban de repetirse en mi cabeza mientras seguía caminando a paso lento, perdiéndome en mis pensamientos.
¿Cómo podía saber que de verdad era amor lo que sentía por Rose, y que podría aceptarme?
El hecho de que mi padre falleciera cuando yo tenía trece, dejándome solo con mi madre, lo consideré el peor de los abandonos. Desde ese momento no me imaginé volviendo a conectar y queriendo a otra persona, aunque de todas maneras no fue algo que pudiera controlar, porque quizás era el escudo de mi alma queriendo evitar pasar por otro dolor tan grande al haber desarrollado un temor al abandono, siendo consciente luego de que no había sido decisión de él.
Me dediqué por años a sobrevivir en silencio, aislado, frío, evitando hasta el poco esfuerzo que hacía mi madre para intentar acercarse, sabiendo que solo era por obligación, aunque podría haber algo de culpa. Pero sus palabras siempre se repetirían en mi cabeza. Me mantuve precavido en exceso, ahogándome en un pozo vacío donde el dolor se hizo frío.
Había buscado por tanto tiempo la manera de escapar de todo aquel que quisiera acercarse, de que nadie pudiera notarme, pero Anya llegó a mi vida. Nos había tocado hacer un trabajo grupal, y para mi sorpresa, me defendió de los malos comentarios que hicieron los demás al saber que tendrían que trabajar con el "raro" que nadie sabía si acaso hablaba.
Anya fue la primera persona que dejé entrar a mi vida, luego de mi padre, olvidando por completo el por qué buscaba evitar que se acercaran. Fue como volver a vivir.
Pero a medida que el tiempo avanzaba, que permitía que se acercara más a mí, las dudas comenzaron a aparecer, desesperándome. Quise resolverlas de alguna manera, y así fue cómo encontré a Jimin en "Youth Connection". Aunque pude aclarar esas dudas, no podía aceptarlo. Quería más que nada sentirme normal, saber que podía enamorarme, que podía tener una relación normal, que Anya no me dejaría.
Y, quizás, así acepté muchas cosas que jamás quise hacer.
Era completamente consciente que ella no tenía la culpa de nada, que yo era y siempre sería el problema, más al conocer en persona a Jimin, darme cuenta de que no estaba enamorado de Anya como quería, tan solo me obligaba a sentirme enamorado, a sentirla, porque por ella tenía el mismo cariño que por Jimin. Y es que había sido tal mi ingenuidad, que al tener tanta confianza hasta llegué a confesarle que podría tener esos sentimientos hacia él, ya que eran los mismos que por Anya, la cual me aseguraba que era ese tipo de amor, y que hizo que Jimin se carcajeara al escucharme, por lo que me sentí avergonzado y confundido.
Me había hecho entender demasiadas cosas, como también que no estaba bien que accediera a cosas que no quería solo por complacer por el miedo al abandono. Pero también eso había hecho que Anya terminara cansándose de mí, convirtiéndose en otra persona más que me abandonó.
Anya me hizo caer a sus pies, rogando que se quedara a mi lado, porque la manera en la que llegaba a querer a esas personas con las que conectaba, hacía que no haya parte de mí que no estuviera dispuesto a entregar con tal de que se quedaran en mi vida —algo que enfurecía a Jimin—, pero eso no importó. Me hizo caer a sus pies con sus dulces palabras, aceptándome, para después patearme y hacerme sentir que, entonces, nunca nadie podría amarme y aceptarme si no era como yo.
Me había causado tanto daño, que después de ella, me juré que no volvería a cometer el error de volver a ser tan débil ante la insistencia de alguien más para entrar a mi vida.
Y después de meses, llegó Rose.
Ahora me preguntaba si acaso Rose era la indicada, pero escondida entre dudas y confusión. O lo mejor era que me protegiera de ella, de mis inseguridades que cada vez me afectaban más.
Y es que su calor había envuelto la frialdad de mis huesos, siendo suficiente para que hiciera temblar mi existencia. Extrañaba tanto esa sensación, pero aquel calor que una vez sentí ahora era como si me congelara, haciéndome preguntarme si acaso sin ella quedaría atrapado en un eterno invierno.
No comprendía qué me ocurría.
Pero luego de hablar con Oliver y Jimin, como también entre tantos pensamientos fugaces, ya no podía no ser consciente que lo único que tenía en mente era a Rose.
Tanto así, como para caminar hasta su departamento de manera inconsciente.
Temblando, no sabía si del frío o los nervios, saqué mi celular del bolsillo y tomando una bocanada de aire me atreví a llamar.
Esperaba impaciente sintiendo mis latidos acelerarse al saber que podría volver a escuchar su voz, pero los segundos pasaban y solo terminé escuchando el buzón de voz. Quizás eso podría haberme llevado a que me rindiera al poder entender que de verdad ya no significaba nada para ella, pero volví a marcar mientras mi visión se nublaba, mordiendo mi labio inferior y rogando que esta vez pudiera contestar.
«Por favor, por favor, por favor, Rose...»
Seguía rogando, pero de nuevo escuché el buzón, sintiendo cómo el latido de mi corazón dolía, pero aun así, me atreví a hablar.
—Hola... Soy Jungkook, aunque seguramente eso es obvio. No lo sé. Lo siento. No sé cómo hacer esto, ni siquiera me gusta hablar por llamada, pero... quiero escucharte, hablar contigo —confesé mientras mis mejillas se humedecían—. Lo siento, lo siento. Me equivoqué cuando dije que solo éramos amigos. Tú me ayudaste a descubrir partes de mí que ni siquiera sabía que existían. Nada es lo mismo desde que ya no estás a mi lado. Odio que no lo estés —sollocé cubriéndome parte del rostro con una mano—. Ah, no sé ni qué estoy diciendo, si lo que digo tiene sentido o no. Lo siento. Yo... Te extraño con locura, Rose.
Lo había confesado con un hilo de voz, y quizás podría sentirme avergonzado de que me escuchara llorar en aquel mensaje de voz, pero en ese momento no me importaba para nada, al contrario, quise intentar llamarla otra vez, pero mi celular se apagó. La impotencia hacia mí mismo solo aumentaba, ya que quizás podría haber contestado al tercer intento si es que no estaba en su departamento. Era sábado, y podría continuar en su cita, hasta podría haberse ido de fiesta con Darren, porque por lo que me había contado le gustaban bastante.
Pero si ella decidía sacarme por completo de su vida y le iba bien con Darren, ¿yo podría volver a sentir otra vez? ¿Volvería a sanar alguna vez? Necesitaba una respuesta.
No sabía qué hacer con este sentimiento que estaba conteniendo, quizás el beber solo había intensificado todo en vez de hacerme olvidar este fuerte dolor que me hacía desear volver a ser la persona que era antes, aislándome de todos, protegiéndome a mí mismo. Ahora solo podía sollozar cubriéndome el rostro, sin ser capaz de avanzar, por lo que podría ser mi propia culpa por todo lo que llevaba reprimiendo.
—¿Jungkook?
Mi alma volvió a vibrar mientras subía lentamente la cabeza con las lágrimas todavía brotando, queriendo comprobar que no estaba alucinando por haberlo deseado tanto.
Rose estaba allí, en el último escalón, mirándome atónita.
Seguí mi impulso, ignorando por completo el cómo me había tratado y sus palabras la última vez que nos vimos en la universidad, porque solo necesitaba volver a sentir su calidez. Me aferré a su pequeño cuerpo con fuerza, esta vez apoyando con más facilidad la cabeza en su hombro al ella estar sobre el escalón.
—¿Q-qué haces?
Llevó sus manos a mis hombros, probablemente, buscando así apartarme, pero no se lo permití.
—No me alejes de ti nunca más —pedí con la voz ahogada, aferrándome a su cuerpo con más fuerza.
—N-no puedo respirar —dijo con algo dificultad.
—Abrázame.
Había sido una orden, y al sentir sus brazos rodearme con algo de inseguridad, aflojé el agarre por más que no quisiera al temer que buscara otra vez apartarme. Pero solo me quedé así mientras las lágrimas seguían brotando, escondiendo mi rostro en el hueco de su cuello.
—Hace frío, Jungkook.
Sabía que tenía toda la razón, y que era muy probable que hiciera más para ella, ya que no contaba con un abrigo como yo, por lo que la abracé mejor buscando cubrirla lo más que podía con mi cuerpo, escuchándola jadear.
—No quiero separarme de ti —murmuré.
—Entonces entra conmigo.
—¿Puedo?
—Jungkook, en verdad tengo frío. Vamos.
Rompió el abrazo, pero me apresuré a tomar su mano para comenzar a subir las escaleras que iban hacia su departamento que estaba en el segundo piso. Una vez que entramos, observé a mi alrededor, era pequeño, pero cálido y cómodo.
—Toma asiento, yo te haré un té, ¿sí?
Asentí dirigiéndome al sofá mientras me quitaba el abrigo, tomando luego asiento, observándola en la cocina, detestando el todavía sentir cómo mi visión se volvía nublada otra vez.
Ya no sabía cómo verla y no sentir.
Sorbía mi nariz, ya que moqueaba por el frío tanto como por el llanto, todavía mirándola, pensando en lo que hacía en mí.
¿Qué sentía por Rose?
Era difícil de explicarlo, porque tenía una mezcla de emociones, una lucha de sensaciones que no sabía si llegaban a conectar. Era como un querer y a la vez no, aunque eso podría ser no porque no quisiera quererla, sino por el miedo de que luego me abandonara. Pero es que ella llegaba, me miraba y sonreía sin saber que era la única razón por la que mi corazón ya no permanecía dormido como antes, porque habíamos conectado, y mi ser fue fundiéndose con el suyo como dos piezas perdidas hallándose.
—Aquí tienes. Te ayudará a calmarte.
Su voz llamó mi atención y tomé la taza con las manos temblorosas mientras sorbía mi nariz otra vez, queriendo que las lágrimas pudieran parar de una vez. La mirada de Rose estaba puesta en mí, pero me concentré en darle un sorbo al té, ya que ahora empezaba a avergonzarme de que me viera de esta manera.
—Mira cómo estás. Tienes la cara roja por el frío.
—Sí, bueno... También bebí un poco con Oliver.
—Créeme que me di cuenta de eso.
—Leí... Leí los mensajes —hablé antes de darle otro sorbo al té.
—¿Cuáles? —preguntó confundida.
—Tuviste una cita —respondí girando a verla, notando cómo se tensaba—. ¿Cómo fue él?
—Oh, Darren... fue amable y divertido.
Aquello no me agradó, hasta pude sentir una punzada en el estómago que hizo que no pudiera continuar bebiendo el té. Solo bajé la cabeza.
—Entonces, ¿la pasaste bien?
—Quizás podría haberlo hecho —Fruncí el ceño mirándola confundido, esperando que continuara—. Pero no dejaba de pensar en ti.
Estaba demasiado sorprendido, ni siquiera sabía qué decir, pero mis latidos se aceleraron. Y luego de llevar días sin sonreír, volví a hacerlo.
—Hey...—Rose se levantó para colocarse en frente de mí en cuclillas, tomando la taza para dejarla en el suelo—, ¿por qué sigues llorando?
Llevó su mano a una de mis mejillas, secando con su pulgar las lágrimas que ni siquiera había notado que seguían brotando. Pero aun así, llevé la mano a la suya, apoyando más mi rostro sobre su palma, disfrutando de volver a sentir su calidez que me devolvía la calma que tanto anhelaba.
—¿Eso significa que te sigo gustando? —pregunté por lo bajo.
—¿No es acaso obvio?
—Lo siento, Rose.
—¿Por qué te disculpas?
—Por no haberme dado cuenta antes.
—¿Y qué significa eso? —cuestionó frunciendo el ceño.
—No sé dónde quedó el antiguo yo desde que apareciste en mi vida, porque siento la necesidad de mirarte, tenerte, y hasta he extrañado tus besos en estos días sin ti —confesé sintiendo mi rostro arder—. No sé cómo explicar lo que siento, pero desde que estás en mi vida me la paso esperando una señal tuya, deseando saber si paso tanto por tu mente como tú por la mía, queriendo aprovechar cada momento que estemos juntos y que solo puedas concentrarte en mí. Ser tan especial para ti como tú lo eres para mí, porque, Rose, tú eres lo único que me importa ahora —aseguré con suavidad—. Fue un error lo de esa noche, pero es que jamás nadie despertó en mí lo que tú sí, hasta creo que estoy enloqueciendo y es por ti.
—No estás enloqueciendo, Jungkook —mencionó riendo de forma suave, acariciando mi mejilla con el pulgar, volviendo a mirarme de manera tan dulce que sentí que sería capaz de derretirme.
—¿Puedes quedarte más tiempo a mi lado? ¿Puedo pedirte eso? —pregunté con cierta desesperación, esperando que pudiera aceptar—. En realidad no quiero que sea solo un tiempo. Creo que me has vuelto ambicioso, porque cuando se trata de ti...
Después de tantos días, volví a sentir los suaves labios de Rose estamparse contra los míos, pero a pesar de la sorpresa, pasé mi mano por su mejilla, correspondiendo de forma rápida a su beso mientras todo mi cuerpo llegaba a estremecerse.
Sí.
Realmente había extrañado hasta sus besos.
Rompí el beso, pero Rose no se separó sin antes dejar uno pequeño sobre mis labios, lo que hizo que terminara aferrándome a ella.
—¿Puedo quedarme contigo esta noche?
(...)
Estábamos recostados. Ella al dejar el celular en la mesita de noche, me abrazó apoyando su cabeza en mi pecho mientras la envolvía con mis brazos. Había logrado calmarme, aunque seguía manteniendo un nudo en la garganta que me hacía saber que no logré liberar todo lo que llevaba reprimiendo, pero ahora tan solo quería disfrutar de estar con Rose. Parecía ser mi antes y después, haciéndome creer que el destino al verme tan perdido la guio para que comenzara a vivir otra vez.
Ahora mi corazón latía y hasta podría jurar que lloraba de emoción al volver a sentir la calidez de su cuerpo y escuchar su dulce voz.
—¿Le escribiste a Oliver? —pregunté por lo bajo, acariciando su cabello.
—Sí. Le avisé que estás conmigo y que vas a quedarte aqui —respondió apoyando el mentón en mi pecho para observarme, aunque la única claridad que entraba era la luz de la luna por el ventanal—. ¿Por qué no le has escrito tú?
—Me quedé sin batería.
—¿Quieres cargarlo?
Negué con la cabeza.
—Ahora mismo solo quiero quedarme así como estamos —murmuré estrechándola más entre mis brazos, escuchándola soltar un quejido, pero luego reír.
—¿Te sientes mejor?
—Sí.
Podía recordar sus palabras que me causaban una punzada en el pecho, pero aun así no podía evitar sentir esta necesidad de tenerla junto a mí. ¿Qué era esta dependencia? Estaba desesperándome, pero a la misma vez no podía hacer nada cuando estaba dejando huellas en mí, siendo la luz en la sombra.
Rose se inclinó más hacia adelante, juntando nuestros labios. Correspondí a su beso mientras entrelazaba nuestros dedos, ya que de alguna manera eso me ayudaba a relajarme cuando estábamos así, recordándome que se trataba de ella.
Quería poder continuar disfrutando de sentir la calidez y el cariño con el que me besaba, pero el sentir cómo estaba colocándose sobre mí lograba que me tensara.
Quería hablar, buscar que me diera calma y desaparecer lo que comenzaba a creer, pero volvió a besarme mientras apartaba su mano para tomar con ambas mi rostro. El sentir que acariciaba una de mis mejillas era un alivio, por lo que me esforzaba por poder seguir el ritmo del beso, su lengua llegando a acariciar la mía. Cerraba los ojos y empuñaba los costados de su camiseta holgada con fuerza.
Me repetía una y otra vez que debía calmarme, que todo iría bien y volvería a sentirme pleno con ella, pero luego Rose se presionó contra mí, provocando que diera un respingo.
—Rose...—mi voz salió en casi un suspiro, pero fui interrumpido por sus labios.
Pasó la lengua sobre estos, por lo que acabé dándole acceso otra vez, nuestras lenguas volviendo a encontrarse. Estaba demasiado tenso, nervioso, deseando que la situación pudiera llegar a su fin de una vez, pero un sonido involuntario escapó de mi garganta al sentir sus movimientos circulares y cómomi cuerpo no podía evitar reaccionar a eso por más que no lo quisiera, lo que hizo que Rose jadeara sobre mis labios.
—¿R-Rose...?
—No sientas vergüenza. Está bien —aseguró riendo leve. Quizás lo llegaba a creer por cómo estaba actuando, pero no era así—. Puedo ayudarte.
Quería negarme, pero cada vez se me dificultaba más el respirar y mi mente estaba nublándose, hasta que su mano bajó acariciando mi erección sobre la tela del pantalón, llegando a tomarla.
Eso hizo que mi cuerpo se pusiera en alerta lo suficiente para poder apartarla, levantándome de forma brusca de la cama.
—N-no puedo. Lo siento. No puedo.
—¡Jungkook!
La ignoré por completo dirigiéndome hacia el baño, apoyándome sobre la puerta luego de cerrarla. Mis latidos estaban acelerados, mi pecho subía y bajaba con violencia mientras intentaba regular la respiración, pero acabé cubriéndome el rostro con la mano, buscando así poder retener al menos los sollozos, ya que mis mejillas estaban humedeciéndose por las lágrimas otra vez.
Había sido bastante ingenuo al pensar que podría intentarlo, que quizás Rose podría ser la indicada y tendríamos una relación, porque ahora es cuando me daba cuenta de que pudo haber sido lo mejor que acabara todo en ese momento, ya que ahora me encontraba atrapado en esa situación que tanto me desesperó en un pasado. No podía tener una relación con Rose porque no podría darle nunca lo que ella deseaba como cualquier persona normal en un noviazgo. Tan solo podía darle mi amor incondicional, deseando que fuese suficiente al no poder darle mi cuerpo, porque en mí jamás estuvo ni estaría aquel deseo sexual.
¡Hola!
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Pudieron comprender mejor a Jungkook? ¿Qué creen que pase ahora entre Jungkook y Rose?
A quienes no me siguen en Instagram, avisé por ahí que este fin de semana no podría darles doble actualización, por lo que me disculpo, ya que no supe manejar los tiempos y estos últimos días estuve ocupada, además que este capítulo llegó a las 9k palabra por lo que serían como dos en uno
Solo nos queda un capítulo más que seguro no será tan extenso como este, el capítulo final y Epílogo jujuu
Espero que les haya gustado el nuevo capítulo, si es así no se olviden de votar y comentar
¡Nos leemos pronto!
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