EPÍLOGO
NARRADOR OMNISCIENTE
El tiempo había pasado, y al llegar las vacaciones Jungkook cumplió con su palabra de visitar a Jimin, aprovechando el hecho de que el tercer inquilino se mudó hacía unas semanas, dejando al rubio solo con su mejor amiga. Aquella joven morena, con un mechón rosado en su cabello oscuro, le agradó demasiado, siendo una completa sorpresa para él saber que conoció a su mejor amigo porque se contactó con ella tiempo atrás al buscar ayuda para entenderse.
Si bien el pelinegro buscó ayuda e iba con un terapeuta, sentía que era un proceso bastante lento, más que nada por el hecho de que se le dificultaba el poder hablar de sí mismo y de cómo se sentía al ni siquiera poder comprenderlo bien. Si no se entendía él mismo, ¿cómo podría entenderlo aquel hombre? Era algo que se preguntaba llenándose de inseguridades. Aun así, se le hacía agradable el hecho de que se mostrara tan paciente con él, por lo que mejoraba así, en cada sesión, su comunicación. Pero la verdad es que, aquellas dos semanas que llevaba conviviendo con Jimin y su mejor amiga, pensaba en que no había nada mejor que estar con personas que pudieran comprenderlo tan bien sin ser necesario explicar nada.
Ese día quedaron en juntarse durante la tarde en un café con personas también pertenecientes a la comunidad, tal como se lo propuso Jimin tiempo atrás, creyendo que sería una buena idea, pero Jungkook se negó al no querer saber nada más sobre su asexualidad por pensar que solo arruinaba su vida. Pero aquel pensamiento estaba cambiando; ahora quería poder escuchar a otras personas, más si era con quienes Jimin solía reunirse alguna vez cada cierto tiempo, llegando a considerarlos amigos. Y cuando la tarde llegó, la joven se acercó rápido a quienes estaban en una mesa, que se levantaron al verlos, mientras que Jungkook se aferró al brazo de su amigo. Jamás había sido bueno a la hora de conocer a personas, y tampoco podía serlo en ese momento al sentirse intimidado por ese grupo de diversa edad. Su mejor amigo le regaló una sonrisa tranquilizadora animándolo a que se acercaran, lo cual hizo no muy convencido.
El hecho de que lo saludaran como si estuvieran felices de verlo aunque no lo conocieran, algunos lo hacían hasta de forma cariñosa, sorprendiéndolo al ser abrazado, no fue algo incómodo, solo no sabía cómo reaccionar, ya que se había esperado algo distinto. Quizás que se mostraran más reacios ante su presencia esa tarde.
Pero con los minutos, al haber pedido comida junto a bebidas, comenzaron a conversar animadamente, sorprendiéndose cuando una de las mujeres que parecía ser de las mayores del grupo, les enseñó una fotografía. Salía una bebé, por lo cual todo el grupo actuó emocionado y enternecido. Ahora Jungkook sabía que aquella mujer, Cecilia, no pudo presentarse por un tiempo, primero por haber estado cerca de la fecha del parto y segundo porque no creía correcto dejar por tantas horas a su bebé siendo tan pequeña. Pero ahora que tenía dos años, su hermana la convenció de que fuera, mientras tanto, ella cuidaría de su sobrina, por lo que después de tanta insistencia acabó aceptando.
Eso se le había hecho desconcertante a Jungkook, pero decidió no decir nada al respecto, además, tampoco tenía la confianza necesaria para hablar si es que alguno de ellos no le hablaba primero.
Por lo que conversaron, supo que Erin, tanto como Makenzie —la mejor amiga de Jimin—, pertenecían al espectro asexual, siendo arrománticas, Payton era demisexual y bisexual, y luego se encontraba el matrimonio de Cecilia y Joseph, ambos asexuales heterrománticos.
—Muchas veces preferimos no decir que ambos somos asexuales porque para las demás personas no tendría sentido —mencionó Joseph.
—¡Sería imposible porque tuvimos una hija! —exclamó con ironía—. Se supone que si ambos lo somos no deberíamos tener sexo.
—Nuestro matrimonio es feliz y sano, teniendo el sexo como pequeña parte de él. Y sé que pueden llevar a ese tipo de pensamiento de "si una persona hace X, entonces no es realmente asexual", pero lo somos —afirmó asintiendo—. Solo no rechazamos la idea de tenerlo cada cierto tiempo y estando ambos de acuerdo.
—Exacto. En ese tiempo que tratábamos de concebir, hasta me sentí de alguna manera atraída sexualmente por él. Y aunque ahora ya no me siento atraída sexualmente en lo absoluto, sigo amándolo y amo la familia que hemos formado.
Joseph le sonrió con dulzura, inclinándose hacia su lado para dejar un beso en su sien, haciéndola sonreír. En ese momento, las dudas de Jungkook estaban obteniendo las respuestas y él intentaba procesar la información.
—Un asexual no debe limitar su vida y acallar el deseo por una familia o un hijo —continuó Joseph.
Así siguió la conversación, comenzando luego a hablar Payton, lo que hizo que Jungkook se inclinara hacia Jimin.
—¿Qué quiere decir con sentir atracción sexual secundaria? —preguntó por lo bajo, intentando no llamar la atención.
—¿Payton? —habló llamando rápido su atención.
—Dime.
—¿Podrías explicarle un poco a Jungkook sobre la atracción primaria y secundaria?
—¡Claro! —Asintió, pero Jungkook, con su rostro enrojecido por la vergüenza, miró indignado a su mejor amigo, el cual solo le sonrió con inocencia. Aquello fue notable para Payton, que soltó una leve risa—. Es solo un modelo hipotético, Jungkook. Está la atracción sexual primaria, que se basa en cualidades externas como la apariencia, la personalidad del individuo, mientras que en la secundaria proviene más de una conexión, puede romántica o de estado, y también de cuan cercana sea la relación de una persona con la otra. Y según este modelo, las personas que somos demisexuales experimentamos la secundaria.
Jungkook lo había escuchado con atención, comprendiendo así mejor, olvidándose de su indignación hacia su mejor amigo, ya que Payton se mostró tranquilo como si no le molestara para nada tener que hacerlo. La conversación continuó, llegando Jimin también a hablar, el pelinegro seguía atento a todo lo que decían, sintiéndose mucho más cómodo.
—Todo sería más fácil si entendieran que así como hay asexuales que no desean tener sexo, hay otros sexofavorables, y a otros que nos vale tenerlo o no —retomó Jimin—. De todos modos, nuestra orientación no se trata de conducta sexual, porque bien puede ser motivada por su entorno social o quizás por el simple hecho de que puede mejorar su autoestima.
—El solo pensar en eso me disgusta —comentó haciendo una mueca, Makenzie.
—A mí no tanto así, pero no estoy para nada interesada —Enid observó a la pelinegra.
—Igualmente, el placer del que hablamos va más allá del acto de la cama, y todos los buscamos —apuntó Cecilia—. Hasta el sentimiento de alegría se asocia con el placer. ¿Tener un compañero o compañera no les da alegría? ¿Un abrazo de esa persona? ¿Tal vez un beso?
El pelinegro se quedó pensando en aquellas palabras, llegando a su cabeza esa pelirroja en la cual buscó y disfrutó más que nada de su calidez. Entonces, lo llevó a preguntarse, ¿Todas esas veces que tuvieron contacto, los abrazos y besos, les generaron ese placer del que hablaba Cecilia?
Bajó la cabeza, sintiendo una presión en su pecho, perdiéndose en esos momentos vividos a los que empezaba anhelar volver de una vez y así confirmar si lo que hablaba esa mujer estaba en lo cierto. Hasta que una mirada llamó su atención, y al levantar la suya, encontrándose justamente con la de ella, pudiendo notar cómo sonreía como si supiera que lo había puesto a pensar, provocó que sus mejillas ardieran.
—Mmm... me has puesto a pensar, Cecilia —habló asombrada, Makenzie—. Aunque sea arromántica, creo que de alguna forma también lo encuentro en eso.
—¿C-cómo podrían si...? —Jungkook se había atrevido a preguntar al estar tan confundido, pero al darse cuenta de que lo hizo de forma inconsciente y ahora todos tenían su atención puesta en él, se sintió arder—. Lo siento.
—Oh, ¡no te preocupes! —Makenzie pasó la mano por su brazo, dándole un apretón—. Aunque sea arromántica, de alguna manera sí me enamoro como cualquiera, solo que mi tipo de amor es platónico —explicó animada—. No hay ningún tipo de elemento romántico ni sexual. El único tipo de amor que conozco es profundo y platónico.
—La idea del amor platónico suele ser difícil de comprender —comentó Enid, dirigiéndose hacia Jungkook—. Pero como saben decir: el amor es amor y puede presentarse de muchas formas.
Asintió estando de acuerdo.
Aquella tarde había sido demasiado sorpresiva para Jungkook, llegando a considerarla de las más interesantes, ya que hasta horas después seguía intentando procesar toda la información que recibió. Se arrepentía de tiempo atrás haber llegado a rechazar porque creía tener suficiente, sin querer tener que saber más sobre la comunidad a la que pertenecía al estar seguro de que solo lograría odiarse más.
Luego de cenar junto a Jimin y Makenzie, había lavado los platos mientras su mejor amigo se encargaba de secarlos y guardarlos.
—Entonces, ¿la pasaste bien? —preguntó con una sonrisa.
—Sí, me gustó conocerlos.
—¿Te sentiste cómodo?
—Además de cómodo, comprendido —expresó con una pequeña sonrisa.
—Es genial, ¿no?
Asintió mientras Jimin parecía satisfecho ante sus respuestas, secándose las manos con el paño.
—Quiero disculparme contigo.
—¿Y eso por qué? —frunció el ceño.
—Por una de las tantas veces que te llamé llorando, cuando rechacé conocerlos —explicó algo nervioso mientras Jimin parecía recordarlo—. No debí haber dicho lo que dije, quizás hasta pudo afectarte a ti...
—No. Quita esas ideas de tu cabeza —se apresuró a decir, interrumpiéndolo—. Con todo lo que estabas atravesando en ese tiempo, creo que era normal que actuaras así. Aunque no lo creas, en un principio, yo también tuve ese tipo de pensamientos.
—¿En verdad?
—Sí, y seguro la mayoría. No es tan fácil como nos gustaría.
—Debo agradecerte por todo lo que haces por mí...
—No lo hagas. Después de todo yo también recibí ese tipo de ayuda por Makenzie, así que sé lo necesario que puede ser, y además tú y yo somos mejores amigos —refutó encogiéndose de hombros—. Me gusta tenerte aquí.
—A mí me gusta estarlo. Necesitaba tanto este cambio de aires.
—Sabes que contamos con una habitación disponible —bromeó riendo, dejando el paño sobre la mesada.
Jungkook lo observó sorprendido, hasta boquiabierto, intentando pensar qué sería lo correcto para decir, pero en eso el celular de Jimin comenzó a sonar, lo que hizo que rápido lo sacara del bolsillo de su pantalón. Notó pronto cómo su rostro pareció iluminarse, sonriendo, lo que hizo que supiera de quién se trataba, confirmándolo por completo por su voz dulce al hablar.
—Sí, estoy con JK aquí —asintió manteniendo la sonrisa, girando luego a verlo—. Dongmin te manda saludos.
—Dile que yo igual. Iré a tomar un poco de aire —informó señalando con el pulgar hacia la puerta.
—Está bien. Abrígate —ordenó señalándolo, dirigiéndose luego hacia su habitación.
Presionó los labios. A pesar de que tenía una polera, pensaba en que debía buscar su abrigo, pero terminó decidiéndose a pasar de eso, saliendo del departamento. Bajó los dos escalones, observando las hamacas que se encontraban allí en el jardín trasero. Caminó hacia una para sentarse, observando hacia el cielo donde no se podía ver ninguna estrella, a la vez que frotaba sus manos en un intento de calentarlas y soltaba el aire, pudiendo dejarse ver el vapor.
—¿No estás muriéndote de frío?
Al escuchar esa voz femenina, se sorprendió, girando hacia Makenzie que se acercaba dándole una calada al cigarrillo, y al contrario de él, llevaba un abrigo rosado. Si algo pudo notar en los días que llevaba con conviviendo con ella, es que siempre usaba ropa colorida.
—Estoy bien —aseguró colocando las manos entre las piernas.
—Ajá. Yo terminaré de fumar y entraré porque estoy congelándome —confesó temblando de frío—. ¿Tú en qué piensas?
—E-en nada.
—Oh, vamos. No me digas que tú no has sentido la misma conexión que yo.
—Puede ser —murmuró con una pequeña sonrisa y sus mejillas sonrosadas, aunque se debía más al frío.
—Entonces, dime.
—Solo pensaba en todo lo que hablaron hoy. Me gustó poder escucharlos a todos, aunque, bueno, Enid no habló mucho.
—Su situación es más complicada —explicó haciendo una mueca—. No estaría bien que lo mencionara porque no me corresponde, pero ha pasado por algo traumático. De hecho, hasta con nosotros que lleva bastante tiempo conociéndonos, no suele hablar de eso.
—Oh, creo que entiendo. De todos modos, pude escucharte a ti y entender más sobre el arromanticismo —sonrió tímido—. Háblame sobre ese tipo de amor platónico, ¿sí?
Makenzie sonrió con dulzura, asintiendo, por lo que él la miraba atento.
—Ver de niña tantas películas de princesas donde esperan ser rescatadas por príncipe, se enamoran y casan, arruinó mi cabeza —comenzó mientras él parecía sorprenderse—. Creí que eso era lo normal, pero llegando a mi adolescencia comencé a perder la fe de que llegara un príncipe a rescatarme y me hiciera sentir el tipo de enamoramiento que en mi grupo de amigas ya pasaba. Pues, si bien mi mejor amigo se me hacía "lindo", no quería hablar de él y menos todo el tiempo, así que no comprendía el comportamiento de mis amigas y me estresaba.
—¿Y nunca pasó nada con él?
—Comenzamos a acercarnos más y más. Él me amaba profundamente, y yo solo sabía que no era el mismo tipo de sentimientos que tenía por mis demás amigos —explicó mientras él parecía más intrigado—. Lo amaba, sí, pero ¿estaba saliendo con él o quería hacerlo? ¡No! Nuestra relación era intensa y profundamente platónica.
Ambos se quedaron en silencio, ella pisando el cigarrillo consumido, él intentando comprenderla mejor, hasta que al sentir su mirada, giró a verla, llegando a fruncir el ceño al ver su mano estirada.
—¿Me das tu mano?
Estaba bastante desconcertado, pero aun así aceptó a tomar su mano, sorprendiéndose de que no le incomodara, pero quizás ella había tenido razón acerca de que tuvieron conexión apenas se conocieron. Hasta podía hablar tranquilamente y de lo que sea.
—¿Y cómo es ese sentimiento?
—Mmm. Me gusta escuchar todo lo que tiene para decir esa persona, apoyarla, tener proyectos, y aunque no soy alguien cariñosa, ser importante para esa persona. Me gusta el contacto físico, y hasta besos acepto, pero sobre todo me gusta tomar su mano —sonrió—. Puedo tener cierto apego a esa persona, aunque falta la atracción romántica. Creo que todo eso es lo más parecido a enamorarse.
Jungkook abrió los ojos a la par, dirigiendo su mirada a sus manos.
—¿Tú... tienes ese sentimiento por mí?
—¿Tú eres birromántico, Jungkook? —preguntó con una pequeña sonrisa.
Frunció el ceño ante el desconcierto, olvidándose por completo de su duda y sorpresa que pudo llegar a incomodarle.
—¿Birromántico?
—Ya sabes, bisexual.
Aquello lo desconcertó más, preguntándose qué la llevaba a hacer esa pregunta, aunque de todas formas no era como si le molestara.
—Hubo una vez que llegué a creer tener esos tipos de sentimientos por Jimin —explicó riendo, mientras ella lo escuchaba sorprendida—. Pero él me dijo que eran de un cariño normal en la amistad.
—¿Y si lo eran?
—Supongo. Él es más experto en ese tema, yo aún sigo aprendiendo —se encogió de hombros—. De todas maneras, no creo haber sentido lo mismo que he sentido por Rose. Pero volviendo a tu pregunta, no lo sé. Solo me he enamorado una vez, y ha sido de una mujer, aunque, claro, si llegara a sentirlo algún día por un hombre, tampoco sería algo que me molestaría —expresó tranquilo—. Solo se trata de enamorarse, y me gusta estar enamorado.
Si bien en un principio podría haberse mostrado solitario, bastante silencioso, inexpresivo, emocionalmente distante, quizás haciendo creer que podría tener un corazón áspero, Jungkook se pudo dar cuenta de que en realidad tenía un pequeño y tímido corazón que tenía demasiado amor para dar, solo que nunca supo cómo expresarlo hasta que encontró a quién le pertenecía.
—¿En verdad? ¿Y lo estás?
—Sí.
—Espera, ¿tienes novia? —preguntó asombrada.
—Tenía —musitó con una pequeña sonrisa, aunque su rostro expresaba su angustia—. Pero no funcionó.
—Oh, ¿y aún sigues enamorado? —Asintió—. ¿Cómo puede gustarte estarlo?
—Porque nunca me he sentido tan vivo. Si bien, lo nuestro no puede funcionar, sigue apoyándome, interesándose por comprenderme mejor, y eso me hace sentir tan enamorado y hasta enternecido por ella —explicó con una sonrisa—. Sé que no puede resultar fácil amarme, que no soy el mejor para ser amado, pero me gusta pensar que soy bueno para amar.
Makenzie arrugó ligeramente la frente ante sus palabras, ya que no entendía por qué podía decir que no era fácil amarlo y que no era el mejor para serlo, cuando a pesar de que llevaba apenas casi dos semanas de conocerlo, desde el primer momento sintió un "click" y desde entonces no habían dejado de hablar, hasta lo hacían más ellos que Jimin y Jungkook. Pero es que el rubio era bastante tranquilo y le gustaba contar con momentos de silencio, mientras que Makenzie cargaba con más intensidad, algo que al pelinegro le gustaba. Eso hacía que no se alejara de ella, además que le gustaba que se interesara por sus cosas y poder hablarle de eso. De cierta manera, creía que también lo ayudaba.
Makenzie se preguntaba cómo podía pensar eso de él, cuando ella sentía que era muy fácil amarlo, ya sea como amigo o algo más. Si bien no podía sentir una atracción romántica por él, sentía que si se quedaba más tiempo, podría volverse su platónico, porque Jungkook era demasiado especial, haciendo inevitable que para las personas que lo rodeaban o se daban la oportunidad de conocerlo no pudieran terminar sintiendo algún tipo de cariño.
—¿Qué estupideces dices? Tú eres muy fácil de amar, Jungkook —Él sonrió bajando la cabeza mientras sentía sus mejillas arder—. Ni siquiera quiero que te vayas el lunes.
—Yo tampoco quiero hacerlo. No quiero volver a ese lugar —confesó haciendo una mueca—. Siento que aquí estoy mucho mejor, además que tengo quienes que me entiendan.
—¿Y si te quedas? —preguntó sonriente, levantándose para colocarse frente a él.
—Ojalá fuera tan sencillo.
—Lo sé, pero piénsalo —Se encogió de hombros—. A Jimin y a mí nos encantaría que vivieras con nosotros
Jungkook medio sonrió, aunque la verdad era que hasta para él se le hacía una idea tentadora, más porque tenía asegurado sentirse comprendido y dejaría aquella ciudad a la cual detestaba.
—Ya, deberías entrar. Mira cómo estás todo rojo —Makenzie reía mientras lo tomaba del rostro, llegando a apretarlo.
—Quiero hacer una llamada antes.
—Bien. Luego de eso entra antes de que te congeles.
Él asintió mientras la veía caminar de nuevo hacia el departamento para entrar, por lo que terminó sacando el celular del bolsillo de su pantalón. Al ver aquel contacto, su corazón latía de manera especial mientras mordía su labio inferior, tomando la valentía necesaria para presionar "Llamar".
—¿Jungkook?
—¡Rosie! —exclamó sonriendo de manera inconsciente—. ¿Cómo estás?
—Estoy bien, solo algo cansada porque estuve con el grupo y sabes cómo son.
Jungkook podía imaginarse, pero no sabía si el pensar en ellos, en lo que pudieron hacer, hacía que los echara de menos cuando él estaba con uno que lo comprendían. Eran ambientes completamente distintos, difíciles de comparar, así que no sabía qué sentir.
—¿Y tú? No he sabido casi nada de ti desde que te fuiste.
—¡Estoy muy bien! Conocí a Makenzie, la mejor amiga de Jimin, y es parte de la comunidad —explicó emocionado—. Es arromántica, pero ¿puedes creer que aunque no puedan sentir atracción romántica sientan un amor platónico? Todavía sigo sorprendido con todo lo que me ha explicado. Y por cierto, creo que... lo siente por mí —dijo lo último bajando la voz—. No me incomoda para nada si es así, porque conectamos y es genial. Hasta tiene un mechón rosa en su cabello y se viste con muchos colores. Se ve cool.
—Oh, qué bien...—soltó una leve risa.
—Mmm...—Jungkook mordía su labio inferior, pensando qué decir al sentirse algo tenso por su respuesta, ya que no podía evitar preguntarse si acaso había hablado demasiado y no era algo interesante para ella—. Lamento no haber hablado contigo en estos días, es que... quise poder distraerme un poco de todo.
—Está bien. Con saber que estás sintiéndote mejor, que estás disfrutando tus días allí, es suficiente para mí —expresó relajada, provocando una pequeña sonrisa por parte de Jungkook.
—Jimin y Makenzie me ofrecieron vivir con ellos —mencionó algo tenso, masajeando su nuca—. ¿Tú qué opinas sobre eso?
—¿Importa lo que opine?
—Sabes que a mí me importa todo lo que tengas que decir.
—¿Qué sientes tú?
—Pues, no lo sé. Aquí tengo personas que me comprenden y me importan, como Jimin y ahora Makenzie —explicó haciendo una mueca—. En cambio allí no tengo buenos recuerdos, y eso solo hace que deteste el pensar en volver. Pero a la vez pienso que solo busco de forma inconsciente escapar de todo y eso no va a ayudarme a avanzar.
—Puede que sea cierto.
—¿Y si aceptara? ¿Tú estarías bien con eso? —indagó nervioso.
—Yo solo quiero que estés bien, Jungkook.
—Te quiero, Rosie —murmuró tímido—. Demasiado.
—Yo también te quiero. Cuídate mucho, ¿sí?
—Descansa.
Jungkook colgó la llamada, dejando escapar un suspiro mientras se reincorporaba. No sabía qué hacer. Si buscaba escapar de todo lo que tenía que seguir resolviendo al regresar, empezando de alguna forma una nueva vida. O encargarse de regresar y resolver todo, quitándose así el peso de sus hombros, que parecía ser algo más liviano del que cargaba tiempo atrás.
(...)
Jungkook se encontraba en la floristería, esperando ansioso que los minutos se pasaran, escuchando a Oliver hablar, contándole el viaje que había hecho junto a Florence, y aunque en un momento lo escuchaba con atención, eso cambió cuando comenzó a esperar una respuesta a su mensaje. Quería irse de una vez. De todos modos, ya había cumplido con su horario y Marc sabía que tenía algo que hacer luego.
Mordía su labio inferior con algo de fuerza mientras observaba los mensajes, hasta que el tan esperado mensaje llegó, haciéndole sonreír.
—¡Me voy! —exclamó tomando la mochila que había dejado en el mueble de atrás.
Apresuró su paso, ignorando por completo la mirada de desconcierto de Oliver, el cual había quedado en la mitad de la anécdota. Su emoción estaba dominándolo, por lo que salió de la floristería acomodando la mochila.
—¡El ramo! ¡¿Por qué lo envolviste?!
Al escuchar el grito de su hermanastro, se detuvo al instante, riendo al regresar para tomarlo rápido.
—¡Cierto! ¡Gracias!
—Pero...
—¡Te veré luego!
De nuevo estaba apresurando el paso, observando por un momento aquel ramo de girasoles, el cual se había tomado el tiempo de prepararlo minutos atrás, mientras revisaba sus mensajes, emocionado al saber que había regresado a Massachusetts luego de sus pequeñas vacaciones de verano. Y así durante el camino no podía dejar de sonreír, deseando poder verla acercarse de una vez, lo que terminó pasando luego de unos pocos minutos donde esquivaba a las personas.
El verla a unos metros, acercándose, no hizo que su corazón latiera descontrolado, que todo en él se alterara, a pesar de la distancia que hubo y su deseo de volver a verla. Al contrario, todo en él parecía relajarse mientras su sonrisa se ensanchaba y apresuraba su paso al igual que ella, sintiendo cómo al estar lo suficientemente cerca se abalanzaba a su cuerpo. No dudó ni un segundo en envolverla entre sus brazos, cuidando de no arruinar el ramo de girasoles, y aspirando el aroma a su fragancia dulce mientras cerraba los ojos.
La calma abundaba al sentir cómo pasaba las manos por su espalda y su calidez, volviendo también aquella sensación, haciéndole saber que seguía siendo ese lugar seguro.
—Te extrañé, Rosie.
—Y yo a ti como no tienes idea.
Eso solo hacía que se mantuviera su sonrisa, aunque ni siquiera era necesario que se lo dijera, porque ya lo sabía.
—Por cierto, son para ti —mencionó algo nervioso, enseñándole el ramo de girasoles.
Rose se sorprendió por un momento, pero luego sonrió, sorprendiéndole al momento de acercarse e inclinarse hacia él, haciendo puntillas de pies para poder depositar un beso en su mejilla.
—Gracias, Jungkook.
Ambos tenían sus mejillas sonrosadas ante la timidez, pero de todas maneras, él se atrevió a entrelazar sus dedos para poder comenzar a caminar por la ciudad y entre las personas, conversando, logrando así que los nervios de la fémina se esfumaran.
Estaban disfrutando de ver cómo el sol iba escondiéndose, del cielo naranja, del río que estaba frente a ellos, cruzando por debajo del puente por donde pasaban coches. Rose estaba recostada sobre la banca, con el ramo de girasoles sobre su abdomen, apoyando la cabeza en las piernas de Jungkook, el cual estaba terminando de tomar su helado. Había querido comprarle uno a Rose, pero ella no quiso, por lo que igual decidió comprarse para él, concentrándose en tomarlo durante el corto camino hacia el parque, sin notar cómo ella lo miraba con una sonrisa.
Ahora Rose le contaba cómo en Wisconsin le había enseñado durante los últimos días andar en bicicleta a su media hermana más pequeña, Sasha, permitiéndole saber de algunos momentos fallidos que lo hacían reír.
—Pero ¿te lastimaste?
—Solo un poco la rodilla —dijo levantando una de sus piernas, acariciándose la rodilla sobre la tela del pantalón—. Pero claro que luego de esa tarde, Sasha no quiso aprender más conmigo. Solo le demostré que no sé andar en bicicleta.
Jungkook volvió a reír, llevando su mano libre al cabello de ella para acariciarlo. Seguía manteniéndolo de rojizo a pesar del tiempo, y eso a él le resultaba encantador porque combinaban de alguna manera con sus pecas.
Al sentir sus caricias, levantó la mirada, dándose cuenta de que a pesar de las caricias, él seguía con su mirada en el cielo, admirando el atardecer como desde el momento que llegaron. Pero prefería disfrutar de la atención y caricias que le brindaba.
Pues, con el tiempo y la recuperación de Jungkook, muchas cosas habían cambiado. Principalmente, él. Seguía conservando su esencia, y eso a Rose le gustaba.
—Y no quisiste decirme nada por videollamada.
—¡Qué vergüenza! Fue la tarde que te comenté que fuimos a la playa —mencionó sorprendiéndolo—. La herida me ardió más al meterme al mar.
—Pues, el agua es salada, no sé qué esperabas.
—Cállate.
Soltó una risa leve mientras negaba con la cabeza, continuando con las caricias a su cabello.
—Hubiera sido divertido que me lo contaras por videollamada.
—No es como si no hubiéramos tenido de qué hablar...
—¡Pero en la mayoría terminaste durmiéndote! —acusó fijando su mirada en ella que parecía indignada.
—¡Entiéndeme! Estuve rodeada de dos niños que me tenían de aquí para allá jugando. Eso me hacía gastar mi poca energía.
—De todas maneras, me gustaba verte dormir —confesó con suavidad.
Los latidos del corazón de la fémina se aceleraron mientras su rostro ardía.
—O... te aburría tanto como para también dormirte y olvidarte de finalizarla —refutó nerviosa.
—Claro que no. Pasaba un buen rato hasta que pudiera dormirme —aclaró, provocando su sorpresa—. Solo me quedaba mirándote hasta que el sueño me ganara.
Rose tragó con fuerza, decidiendo callar el hecho de que le gustaba despertar antes que él, pudiendo verlo todavía dormido, aunque tuviera que finalizar la videollamada por vergüenza de que la viera al recién despertar y observándolo.
Había disfrutado tanto de esas videollamadas, así como ahora disfrutaba de su atención solo para ella. Y es que en verdad muchas cosas habían cambiado con él.
Ahora Jungkook se sentía en verdad incluido en el grupo, agradecido de que Anya ya no estuviera presente, decidiendo abrirse con ellos —algo sorpresivo para él—, que no causara ninguna diferencia en su forma de ser con él, siendo ahora George con el que más hablaba, aprendiendo demasiado. Lo consideraba hasta uno de sus mejores amigos. Y Oliver pareció esperarse aquella confesión de su parte, quizás desde el guion, donde pudo notar ciertas similitudes entre Skylar y Jungkook. Solo pasó el brazo por sus hombros, inclinándose hacia él, acompañándolo también en su proceso, al punto de esperarlo al salir de algunas sesiones cuando él así lo quería.
Después de todo, Jungkook lo consideraba su hermano.
Y entre tantos cambios, en cuanto a Rose, en la universidad ya no se encontraban seguido, ni siquiera se veían seguido gracias al grupo, ya que muchas veces alguno de los dos no estaba presente, y cuando sí podían, estaba el hecho de que la atención del pelinegro no se ponía solo sobre ella, como si no hubiera nadie más, así como antes sucedía. Lo veía con todos conversar animadamente, sobre todo con George, escuchando las anécdotas que ahora compartían. No podía evitar sentir una presión en su pecho al pensar cuánto le gustaría obtener su atención, ya que sentía que pasaba por completo de ella. Pero, la verdad era que, de todas maneras, Rose no cambiaría absolutamente nada, porque le gustaba ver lo bien que estaba. Aun si eso significaba su distancia.
—¿Quieres cenar conmigo esta noche? —preguntó algo tímida.
—Claro que sí —sonrió asintiendo con la cabeza.
(...)
Habían cenado tranquilos, conversando, disfrutando de la compañía del otro. Pero los minutos siguieron pasando. Jungkook estaba sentado sobre su cama, abrazando sus rodillas, mientras Rose estaba sentada en frente de él.
Lo escuchaba con atención hablar al respecto de la relación con su madre, y aunque no sabía todo lo que pudo vivir, ni entendía muy bien la manera en la que él podía sentirse, le gustaba que pudiera desahogarse con ella.
—La terapia nos está funcionando bien —aseguró pronto—. Supongo que aún guardo más dolor y rencor por eso el proceso parece ser tan lento, pero al menos podemos conversar mejor —murmuró con una media sonrisa—. Solo... A veces me gustaría que fuera más fácil superar todo.
Darse cuenta de que estaba roto en muchos aspectos fue algo horrible para Jungkook, pero al menos había tenido a personas en las cuales refugiarse, que lo sostuvieron por un momento mientras se deshacía sin pensar en nadie, que cuidaran que no se perdiera ningún pedacito. Ya no había podido seguir tapando su dolor con capas y más capas de indiferencia, porque el haberse obligado por tanto tiempo a sentir que nada dolía, al haberse destruido por completo, no pudo.
Por eso trabajó por tanto tiempo en reconocerse al ya no saber quién era, en aceptarse y quererse aún más de lo que podía querer a esas personas especiales a las que se aferraba, queriendo complacerlos de cualquier manera.
—A veces hay días que cuestan más, pero estás haciéndolo lo mejor que puedes —Asintió con una pequeña sonrisa—. Lo estás haciendo muy bien, Jungkook.
Rose se inclinó hacia adelante, depositando un beso en el dorso de una de las manos de Jungkook que tenía los dedos entrelazados al abrazarse las piernas. Al verla sonreírle con dulzura y sentir todavía aquella sensación del beso, hizo que jadeara bajando la cabeza entre sus piernas, lo que llegó a desconcertar a la fémina.
—Hey, ¿qué sucede? —preguntó riendo, llevando la mano a su cabello rizado para acariciarlo.
El tiempo pasaba y él seguía manteniéndose de esa forma, al igual que Rose acariciando su cabello, todavía confundida por su accionar.
—¿Estás bien?
Había hablado al cabo de unos pocos minutos más, lo que hizo que Jungkook enseñase parte de su rostro, uno de sus ojos, dejando notar sus pestañas húmedas.
—¿Estás llorando? —Su preocupación solo aumentaba, al igual que sus dudas—. ¿Hice algo mal? ¿Es mi culpa?
Jungkook negó con la cabeza, levantando rápido la cabeza, permitiendo que notara cómo mordía su labio, pareciendo resignado. Rose, conservando su preocupación, llevó la mano a su mejilla, conectando así sus miradas.
—Hey, dime qué sucede.
—Sé que sabes que sigo perdidamente enamorado de ti —expresó por lo bajo, mientras sus lágrimas brotaban, Rose ocupándose de limpiar una de estas con el pulgar.
Asintió, permitiéndole así saber que no se equivocaba, ya que ese día juntos le pudo esfumar todas sus inseguridades. Él la miraba de manera tan especial, enternecido por cualquier accionar con ella, manteniendo esa sonrisa que provocaba las arrugas a los costados de sus ojos oscuros, buscando alguna excusa para el contacto físico. Pero es que desde el primer día que aceptó el acercamiento de su parte, Jungkook sintió que había algo especial en Rose, un brillo singular en su mirada que lo hacía sentirse único. A pesar del distanciamiento, de cualquier otra persona que se cruzara en ese tiempo en sus vidas, Rose seguía presente en sus lienzos y letras que creía mudas. Y esa tarde fue consciente de que de su parte seguía manteniéndose de la misma manera que se mantenía su amor por ella.
—Y no importa el tiempo que pase, tú no dejas de demostrarme que nadie nunca va a hacerme sentir como tú, que está conexión mágica es algo exclusivo de nosotros que jamás encontraremos con alguna otra persona, que mereces que te ame de la manera en que lo hago —murmuró con la voz ahogada, disfrutando de sus caricias—. Y, por favor, dime que no estoy equivocado al sentir que no soy el único todavía enamorado.
Podía observar sus ojos cristalinos mientras asentía, todavía limpiando las lágrimas que brotaban.
—No estás equivocado —musitó mientras sus lágrimas la traicionaban al caer—. Sigo enamorada de ti.
Jungkook no pudo evitar sonreír, sintiéndose aliviado, su corazón volviendo a latir de manera especial al saber que no se había equivocado. Por lo tanto, estaba listo para poder dar el siguiente paso, el cual tanto llevaba pensando.
—Ha pasado tiempo —mencionó mientras ella asentía—. Por momentos pensaba en que... podrías enamorarte de alguien más, que tendría que aceptarlo.
—No he podido —murmuró limpiando sus lágrimas con la mano libre—. Nadie se parece a ti.
—Cuando pensaba en eso, solo podía esperar que te hiciera feliz, porque solo así habría estado bien con eso.
Rose soltó una risa leve mientras limpiaba sus lágrimas que parecían no dejar de brotar, lo que hizo que ahora fuera Jungkook el que limpiara las suyas, observándola enternecido. Quería poder decirle que muchas veces se sintió celosa por Makenzie, pues lo había escuchado mencionarla tantas veces, halagándola como siempre, como también otras pudo ver que estaban escribiéndose. Pero es que se sentía estúpida por eso.
—He cambiado mucho, como he podido descubrir y entender muchas cosas sobre mí —continuó por lo bajo, despertando la curiosidad de Rose—. Y ahora... siento que lo nuestro podría funcionar.
—¿Cómo? —frunció el ceño.
—¿Podemos hablar con completa honestidad? —Ella asintió, todavía con su ceño fruncido y cierto desconcierto—. ¿Qué tan importante es el sexo para ti en una relación?
—¿Huh? —Rose había dado un respingo, abriendo sus ojos a la par por un momento, pero luego comenzó a pensar en esa pregunta, intentando ignorar cómo su rostro ardía ante su intensa mirada—. No lo considero lo más importante en una relación, pero... sí como para tenerlo cada cierto tiempo, creo.
Solo podía sentir su rostro arder con más intensidad al no saber si había logrado explicarse como quería, ya que veía a Jungkook arrugar ligeramente la frente como si estuviera pensando.
—¿Cada cierto tiempo? —Rose asintió—. ¿Algo así como una vez a la semana o cada dos?
—No lo sé —Una ligera risa nerviosa escapó de su garganta—. ¿Tal vez?
—Podríamos hacerlo.
—¿Qué?
Rose estaba atónita mientras Jungkook sonreía, bajando la mirada mientras tomaba su mano.
—Dije que descubrí muchas cosas y entendí otras sobre mí —recalcó manteniendo una pequeña sonrisa, conectando sus miradas otra vez—. Entre esas, que el sexo no me causa repulsión, que contigo encuentro el placer en ciertas cosas como el pensar en el hecho de que seas mi compañera día a día, en cada mirada que compartimos, en cada beso, en cada toque —Ejerció algo de presión en el agarre de su mano mientras ella lo miraba asombrada—. Quiero complacerte.
—P-pero dije que sería incapaz de forzarte.
—No lo harás. Pasará porque quiero que pase contigo —aclaró con seguridad—. El solo pensar en complacerte, me gusta. Sé que como será contigo, no me sentiré agobiado. Solo te sentiré a ti, Rose.
—¿Seguro? Porque...
Jungkook la interrumpió juntando sus labios, provocando que ella hiciera un sonido involuntario con la garganta, sintiendo cómo le robaba el aliento, pero aun así no dudó en pasar los brazos por sus hombros. No dudaba en aferrarse a él porque había extrañado más que nada poder besarlo, mientras que Jungkook la suavidad y cariño que le transmitía con cada beso. Pasó la mano por su cintura, haciéndola recostar en la cama.
Sus lenguas se acariciaban mientras Rose llegaba a estremecerse por la forma en la que Jungkook introducía su mano dentro de su camiseta, acariciando su piel desnuda de la cintura.
—E-espera —habló Rose, colocando la mano en el pecho de él que la miraba atento—. No tiene que ser ahora si no quieres, solo...
Dejó escapar una leve risa, juntando sus labios en un pequeño beso.
—No te preocupes. Sí quiero.
—¿En serio? —preguntó sorprendida.
—Sí, pero hay algo que debes saber.
—Dime —murmuró, acariciando su mejilla.
—Puede que no llegue a tener un orgasmo, pero no pienses que es por tu culpa o algo así, ¿sí? —mencionó rozando sus narices—. Solo es algo normal que puede pasarme con el sexo. Lo único que quiero y me va a dar placer es complacerte a ti, Rosie.
Rose no dijo nada al respecto al volver a ser besada por Jungkook, decidiendo no darle vuelta al asunto, pasando la mano por su nuca con la intención de profundizarlo, volviendo a sentir su lengua. Disfrutaba del hecho de ya no sentir a Jungkook tensarse por un beso así, ni mucho menos por cómo sus cuerpos estaban apegados. Ahora era él quien buscaba eso, el que acariciaba su piel desnuda sin que ella tuviera que pedirlo.
Así, entre besos, disfrutando de las caricias, fueron deshaciéndose de su ropa, quedando en ropa interior. Un jadeo escapó de los labios de Rose al sentir cómo sus dedos rozaban su abdomen, bajando hasta el borde de sus bragas, aunque se detuvo mientras rompía el beso, lo que hizo que ella frunciera el ceño.
—¿Rose?
—¿Qué sucede?
—P-puede que lo haga mal —murmuró sintiendo su rostro arder—. Yo no sé... No tengo mucha experiencia.
Rose sonrió, acariciando una de sus mejillas sonrosadas, ya que se sentía demasiado avergonzado.
—Está bien. Puedo guiarte.
—¿No te molesta?
—Para nada —Negó con la cabeza mientras él parecía relajarse un poco.
Rose colocó su mano sobre la suya, él observando cómo la introducía dentro de sus bragas, sintiendo algo de humedad mientras sus dedos comenzaban a hacer movimientos circulares sobre su clítoris. Pareció entender rápido, por lo que ella dejó de ayudarlo y apartó su mano. Jungkook continuaba con los movimientos, escuchando luego cómo jadeaba, por lo que la miró sorprendido.
Estaba tomando confianza, moviendo sus dedos bien sobre aquel punto sensible, logrando sentirla cada vez más mojada a su tacto. Sus caderas, de forma inconsciente, comenzaron a moverse al compás de sus dedos. Podía ver sus mejillas sonrosadas, cómo mordía su labio inferior. Parecía disfrutarlo, por lo que medio sonrió con satisfacción.
—¿Puedes meterlos?
Se sorprendió ante su pregunta. La seguía tocando con las yemas de sus dedos, pero asintió a la vez que los dirigía poco a poco a su entrada. Su dedo del medio entró de forma lenta e insegura, mirándola con atención cómo llegaba a arrugar la frente.
—¿Está bien?
Rose asintió rápidamente.
—Puedes moverlo.
—Oh... sí.
Comenzó a mover su dedo de forma lenta, sacándolo y metiéndolo de forma repetida, todavía atento a ella. Al principio fue una sensación extraña para ella, si bien no era virgen, pero quizás estaba muy tensa, aunque eso fue cambiando.
—¿Podrías agregar otro?
Jungkook asintió, agregando un segundo dedo, moviendo ambos lentamente, mientras se inclinaba más hacia ella al escucharla gemir. Así juntó sus labios en un pequeño beso.
—¿Te gusta?
—Sí, mucho —murmuró jadeando.
Aquello lo hizo sonreír con satisfacción, confirmándolo al sentir sus dedos tan húmedos, escucharla gemir de placer mientras acariciaba su espalda, y su rostro estaba aún más sonrosado. Estaba fascinándole satisfacerla.
Así se mantuvo, escuchándola, observando fascinado, hasta que decidieron avanzar aún más. Rose se sorprendió cuando él parecía estar tan preparado como para cargar con condones, lo que hizo que él se sintiera algo avergonzado, pero es que lo había pensado bastante. Esperó hasta estar completamente seguro de su decisión, de intentarlo y así comprobar que estaba bien con eso, que podría funcionar.
Jungkook se colocó sobre ella, que parecía estar nerviosa, tanto como él. Era como si ambos estuvieran en su primera vez, pero el pelinegro juntó sus labios en un suave beso, buscando así que ambos se relajaran.
—Hazlo —murmuró sobre sus labios, Rose.
Asintió, para luego colocarlo en su entrada, metiéndolo lentamente. Rose ahogó un gemido, aferrándose a su espalda mientras cerraba los ojos con fuerza, sintiendo cómo se tensaba y lo apretaba, lo que hizo que él gruñera ante esa sensación.
Lo había acercado más a ella una vez que estaba todo dentro y se quedaron así, quietos, él no se movía como si esperase que ambos se acostumbraran a esa sensación. A sus cuerpos siendo uno solo.
Levantó la cabeza, observándola, comenzando a depositar pequeños besos por su rostro, hasta llegar a sus labios.
—¿Estás bien? —preguntó por lo bajo.
—¿Tú lo estás?
Asintió con una pequeña sonrisa.
—¿Puedo moverme?
—Hazlo.
Suaves, lentas y algo torpes. Así eran las embestidas de Jungkook, el cual había vuelto a besarla. Se hundía en ella con una suavidad y lentitud que llegaban a ser torturadoras para Rose. Y más cuando el placer aumentaba.
Eso hizo que terminase siguiendo su impulso, sorprendiéndolo cuando logró que voltearan, quedando sobre él. La miraba con sus ojos abiertos a la par, pero ella le sonrió de manera tranquilizadora, acariciando su mejilla para juntar sus labios otra vez.
—¿Q-qué hago? —preguntó algo confundido, Jungkook.
—¿Quieres ayudarme? —Él asintió—. Coloca tus manos aquí, y ayúdame con los movimientos.
Rose llevó las manos de él a su trasero, comenzando a moverse con algo de torpeza, hasta que Jungkook fue tomando confianza, concentrándose por completo en ella y lo que podía provocarle. Le gustaba la manera en la que estaba complaciéndole, sobre todo por cómo se aferraba a sus hombros y gemía.
Su miembro apenas alcanzaba salir, que volvía a embestirla. Si bien no conseguía el mismo placer que Rose ante lo que estaban haciendo, él lo conseguía ante el goce de ella, y por esa razón no se detenía. Estaba encantado ante la manera en la que Rose parecía agotarse, pero se aferraba a su cuerpo pareciendo necesitarlo, cómo podía sentir su calidez, cómo lo besaba y gemía sobre sus labios.
—Me gusta, Rosie —expresó con la respiración pesada, juntando sus labios.
Eso pareció motivar a la pelirroja, tanto que a pesar de estar exhausta, aumentó los movimientos. Se aferró con más fuerza al pelinegro, arqueándose gozosa ante el éxtasis, mientras las paredes de su interior se contrajeron constante y deliciosamente. Así pudo sentir segundos después cómo Jungkook enterraba los dedos en su cintura, respirando de forma pesada en su oído, apretando los dientes al sentir cómo, sorpresivamente, había logrado tener un orgasmo.
—¿Rosie...?
Ella lo tomó del rostro, sin importarle en lo absoluto que estuvieran sudados. Ambos estaban agitados, sus pechos subiendo y bajando con rapidez y sus alientos se mezclándose. Se encontró con sus ojos oscuros que brillaban como las estrellas esa noche.
—Te amo —musitó agitado.
Sonrió enternecida ante su confesión.
—Yo te amo más, Jungkook.
Volvió a juntar sus labios, siendo rápidamente correspondida.
(...)
Rose sonrió mientras llevaba la bandeja con el desayuno en sus manos, observando la ancha espalda desnuda de Jungkook, que seguía profundamente dormido. Decidió dejar el desayuno en la mesa de noche, tomando asiento en el pequeño espacio que dejaba en el borde. Acarició con suavidad su cabello rizado desordenado, apartándolo de su rostro, para así poder acariciar su mejilla.
—¿No piensas despertar? —preguntó divertida, llegando a pellizcar su mejilla, escuchándolo gruñir.
Soltó una risotada, volviendo a pellizcar su mejilla, sintiendo cómo tomaba su mano como si tuviera la intención de apartarla, pero al abrir los ojos, intentando acostumbrarse a la claridad y llegando a visualizarla, se detuvo.
—Hasta que despiertas, dormilón.
Al ver cómo sus mejillas llegaban a teñirse de un rosado y escondía su rostro en la almohada, frunció el ceño, confundida.
—Hey, ¿qué sucede?
—Nada —respondió con algo de dificultad.
—Jungkook...—carcajeó acariciando su espalda—, dime.
Dejó que volviera a ver su rostro, mientras él sentía su rostro arder aún más al ver que ella estaba usando su camiseta. Desde que la había visto al despertar, los recuerdos de la noche especial que tuvieron, cómo durmieron desnudos y abrazados, él disfrutando de la calidez de su cuerpo, de sus caricias, lo invadieron.
—Solo... recordé lo de anoche.
Sonrió tomándolo del rostro, depositando un beso en su frente.
—Buenos días, Jungkook.
Tomó de nuevo la bandeja, haciéndole sonreír al ver el desayuno que era para ambos. Comenzó a cortar un trozo de waffle con frutas, acercándolo luego a los labios de Rose, que aceptó mientras él le daba un sorbo al jugo de naranja, para luego también comer del waffle.
—Por cierto, quedé en ir con mi familia a Boston —mencionó Jungkook, llamando su atención—. Quieren dar un paseo en velero por el puerto en el atardecer. Dicen que es maravilloso.
—Estoy segura de que lo es.
—¿Quieres unirte?
Rose tragó con dificultad, mirándolo con los ojos abiertos a la par.
—¿Puedo?
Asintió rápida y repetidamente mientras sonreía.
—Me encantaría que aceptaras.
—P-pero ¿no molestaría?
—¡No! Marc y mi mamá quieren conocerte. Les he hablado mucho de ti —confesó algo tímido—. Esta sería una buena oportunidad para presentarte.
—Oh, entonces, claro que quiero.
—También estarán Oliver y Florence.
—¡Eso es aún mejor!
Rose se sentía más relajada al saber eso, ya que había conocido a Florence tiempo atrás cuando Oliver la había presentado al grupo. Le había agradado demasiado, hasta se la pasaron hablando, logrando que pudiera olvidar un poco el hecho de que Jungkook no le prestara tanta atención como antes. Desde entonces, cada vez que Oliver llevaba a su novia con él, Rose no dudaba en acercarse a ella.
—¡Tengo algo que enseñarte! —exclamó levantándose, provocando que Jungkook la mirase extrañado por su repentina intensidad.
—¿Qué es?
Rose se acercó a una caja que estaba en una esquina, por lo que él frunció el ceño, preguntándose desde cuándo estaba allí, ya que no la había visto durante la noche.
—Te invité a cenar, sobre todo, porque quería enseñarte esto que es muy importante para mí.
—Dime de qué se trata.
Estaba algo ansioso, mientras que ella volteó cubriendo con sus manos un libro que tenía sobre su pecho, haciendo que él arrugara el rostro.
—No me digas...
—¡Ayer me llegaron las copias! —exclamó emocionada, enseñándole el libro.
Jungkook no dudó en tomarlo, observando asombrado la novela, su portada de fondo morado, donde podía verse una cámara y con el título "Scandalous".
—¿Es la novela de romance que me dijiste que escribirías? —preguntó todavía sin poder creérselo, por más que pudiera leer su nombre y apellido como autora.
—¡Sí!
Boquiabierto dio vuelta el libro, pudiendo leer allí su sinopsis, abriendo los ojos a la par, para luego fruncir el ceño.
—Espera, ¿te inspiraste en mí para crear un actor?
—Sí.
—¡¿Y con mala fama?!
—¡Sí! —Asintió emocionada.
—Pero ¿por qué parece que no será bueno?
—Porque no lo será —respondió con obviedad tomando asiento otra vez, observando cómo parecía no comprender.
—Pero ibas a inspirarte en mí...
—Y lo hice —aclaró tranquila—. Si bien puede ser un patán, Drew tiene su historia.
—Mmm. Espero que me agrade.
—Lo hará. Cuando avances en la lectura y conozcas su historia, Drew te agradará —aseguró con una pequeña sonrisa—. Fue algo difícil escribir esta novela. Me tomó más tiempo porque jamás escribí una de romance, y no sabía qué cliché usar. Elegí uno en donde ambos puedan ayudarse.
Jungkook se sorprendió por un momento, pero luego sonrió.
—Es de mis favoritos.
—¡¿En verdad?!
Asintió.
—Terminarán juntos, ¿verdad?
—Eso lo sabrás cuando lo leas.
Rose se había acercado a él, tomándolo de la barbilla, logrando que a pesar de que no le gustara su respuesta, sonriera.
—Has recibido la primera copia y serás el primero en leerlo, porque mi inspiración fuiste tú.
—Y por esa razón, ahora será mi novela favorita.
Sonrió enternecida, juntando sus labios en un beso, sintiendo cómo Jungkook llevaba la mano a su mejilla, acariciándola con el pulgar.
—Te amo, Rosie —musitó sobre sus labios, volviendo a juntarlos en un pequeño beso.
Jungkook, al leer tantas novelas románticas, había llegado a preguntarse qué se sentiría ser la musa de alguien, tener a alguien que se sintiera inspirado con su existencia al punto de crear arte con ella. Y ahora que lo sabía, deseaba ser siempre el protagonista de sus historias, la musa de sus letras, así como ella, la musa de sus pinturas.
El amor de estas generaciones parece perdido en el constante vaivén de lo inmediato y lo efímero, entre la prisa y el ruido superficial, creyendo que porque el mundo está sexualizado, entonces el sexo parece ser sinónimo de amor. Aquello había hecho que Jungkook también llegara a creerlo, asustándose y odiándose ante la idea de que al no sentir atracción sexual significaba que jamás podría ser amado como tanto deseaba.
¿Nunca sería amado? ¿Nunca podría ser escuchado? ¿Nunca sería visto? Eran las constantes preguntas que se hizo. Pues, soñaba con una vida donde pudiera llenarse de luz, y el amor floreciera como una rosa. Pero si no se conocía a sí mismo, si buscaba esconder aquellas partes de sí mismo que tanto odiaba, ¿cómo podría vivir algo así?
Y aun así, trabajando tanto en sí mismo, conociéndose, había encontrado el amor, dándose cuenta de que no todas las personas amaban y veían el amor de esa manera. Después de todo, pudo ser amado, aún sabiendo cada uno de sus problemas, temores, errores, estando allí para él, ayudándolo, comprendiéndolo y sin juzgarlo como creyó que pasaría si sabía lo que tanto se esforzó por ocultar. Conoció aquella belleza del amor que está en ayudar a esa persona a superar los obstáculos que se presenten, volviéndose la mejor versión de sí mismo.
Ahora él podía aceptarse como alguien asexual, conociéndose como debió haber hecho, encontrando esa conexión profunda y verdadera, donde sus pensamientos eran comprendidos, y sus sentimientos recibidos, como también recíprocos. Finalmente, conocía lo que era la tranquilidad, la felicidad y lo que es ser amado.
¡Hola!
¿Qué les pareció el Epílogo? ¿Se esperaban este final? ¿Les gustó el desarrollo de personaje que tuvo Jungkook?
La verdad no quería para nada tener que finalizar esta historia, porque estaba siendo mi favorita a la hora de escribir las que tengo en emisión, razón por la que la actualicé tan seguido. Hacía mucho no disfrutaba así escribir una historia, y no me lo esperaba al ser una trama tan tranquila y de romance, y pasó. Pero lo que más disfruté fue que no solo llegaron ustedes a informarse, sino también yo al tener que investigar sobre la asexualidad. Espero haber hecho dentro de todo un buen trabajo y que hayan logrado disfrutar de la lectura, como también yo haber podido cumplir con sus expectativas del final.
Pero sobre todo, espero haber logrado cumplir con las tuyas Nanyel26, gracias por haberme dejado escribirte y dedicarte esta historia. Espero que hayas disfrutado de la lectura y hayas amado mucho a este Jungkook, así como lo amé yo. Te adoro, preciosa.
Gracias a todos por haber apoyado tanto historia, fue increíble para mí y más por sus comentarios que me hacían emocionar. Voy a extrañar esto ♡
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