Mientras tanto, el otro Ónix está sentado en el escritorio de su reflejo, había tenido poco tiempo para adaptarse e improvisar su personalidad, pero había recopilado datos suficientes de su familia durante la cena de su cumpleaños como para lograrlo:

En ese lado del espejo pertenecía a la familia de asesinos seriales de los Umbría, él es "El Bailarín Sangriento", su identidad es un secreto y es un estudiante deportista aficionado de las artes marciales; su querida melliza es una experta manipuladora conocida como "El Ángel Cruel", un apodo que tendría que recordar puesto que no existía en su lado del espejo; su hermano mayor es un armero reconocido que llevaba por identidad secreta "La Tormenta de Plomo", apodo que tampoco existía pero que era el equivalente al apodo de su abuelo Burton, "Guillermo Tell".

En cuanto al apodo que él poseía en Ciudad Luz, "El Estrangulador Silencioso", en Villa Sombra es su padre quien lo ocupa mientras que las identidades de sus hermanos "La Sutil Creadora" y "El Artista de la Medianoche" aquí le pertenecen a la abuela Lilith y al tío Casper, respectivamente.

La relación que tiene su reflejo con sus hermanos es igual de sólida que la que él tiene con los propios, aunque con matices más oscuros; lo mismo pasa con su convivencia con el tío Casper y los abuelos Umbría... y la relación con su madre es igual de frustrante en ambos lados del espejo.

Ónix no sabe mucho de armas de filo, aunque tiene buena puntería gracias al tiempo que pasaba con su tío Casper, lo cual, en teoría, debería ayudarle a disimular un poco.

En este momento está leyendo uno de los diarios que tiene su reflejo, donde registra todos sus asesinatos y explica a detalle lo realizado, debe admitir que la precisión con la que su reflejo relata sus homicidios le causa náuseas pero también le permite conocer un poco de su forma de pensar.

—Si alguna vez vuelvo a ver al tío Casper le cambiaré el nombre a "El Bailarín Homicida" porque esto sí es sangriento —murmura después de leer como su reflejo le abrió cada vena del cuerpo a alguien antes de decapitarlo ejerciendo presión directo en la yugular.

Ónix sigue leyendo el diario mientras juega con un encendedor que encontró entre las cosas de su reflejo, de pronto, la puerta se abre y Myling retrocede la cabeza como de costumbre, pero se sorprende al ver a su hermano sentado sin inmutarse y sin lanzarle un arma como de costumbre.

—¿Ónix? —exclama haciendo que el aludido reaccione y voltee a verla.

—¡Myling! —exhala Ónix sorprendido—, no te escuché.

—Sí, lo noté —afirma Myling cerrando la puerta tras ella y acercándose a su hermano—. ¿Reviviendo antiguas glorias?

—Ajá, hay que asegurarse de no repetir —responde Ónix con una sonrisa calculadora que su hermana devuelve.
—¿Está todo bien?

—Sí, ¿por qué la pregunta? —cuestiona Ónix confundido mirando a su hermana fijamente.

—Bueno, ayer estabas furioso por no poder estrenar tu daga y han pasado más de treinta y seis horas y yo no te he visto volver a sacarla —comenta Myling con el ceño levemente fruncido—. ¿Dónde está?, ¿pasó algo durante el ataque del lobo?

—No, no, no —responde Ónix nervioso, ni siquiera sabe de qué daga le está hablando—. Solo está resguardada.

—¿Y para qué? Creí que tenías ganas de pintar el cuarto con su sangre.

Myling apunta a la pizarra, Ónix ve la foto de su exnovia marcada con un círculo rojo y atravesada con un cuchillo, era de esperarse que su reflejo no estuviera muy feliz con compartir oxígeno con ella, pero no compartían el mismo instinto homicida y vengativo.

—Y lo haré —asegura con una sonrisa nerviosa—, tan pronto como decida a detalle lo que haré con ella.

—Creí que ya lo habías decidido.

—Sí... pero se me ocurrieron algunas cosas —murmura de forma macabra levantando el encendedor en su mano.

—¿Fuego? —inquiere Myling cruzándose de brazos con interés.

—¿Cuánto dolor podría causar una hoja fina al rojo vivo directo en su zona íntima? —propone asqueado de su propio pensamiento, pero disimulando maldad frente a su diabólica hermana.

—Me gusta como piensas hermanito —aprueba ella dándole un par de palmadas en la cabeza antes de sentarse en su cama.

Ónix inhala profundamente de forma suave mientras siente su corazón acelerado por el nerviosismo de haber estado a punto de ser descubierto, mientras sigue leyendo y Myling se recuesta en su cama, comienza a pensar en formas de encontrar la dichosa daga que su hermana mencionó.

—¡Ónix! —llama de pronto el señor Igor haciendo que el aludido gire la cabeza.

—¡Voy, papá! —responde dando vuelta en su silla para salir de la habitación.

Myling escucha atenta hasta que los pasos del chico se alejan y busca en el cajón oculto del escritorio donde sabe que su hermano guarda sus armas más preciadas, revuelve en silencio sin encontrar la empuñadura de oro de la daga nueva, después revisa los anaqueles obteniendo el mismo resultado.

—No sé quién eres, pero tú no eres mi hermano —susurra Myling antes de dirigirse a su escritorio para escribirle una nota a Hollow.