Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 12. El asesino del Callejón

-¡Malditos sean! -Maldecía Clara Acosta mientras caminaba por un callejón poco concurrido de la ciudad; necesitaba con urgencia ganarse algo para comprarse las dosis de crack diarias que su cuerpo le pedía

Caminó frustrada por los callejones vacíos del centro de la ciudad sin percatarse que era seguida por una sombra misteriosa.

-¿Estás libre? -Preguntó la sombra en medio del callejón. Clara levantó su rostro, encontrándose con una figura un poco más alta que ella.

-Si, son veinte mil por un rápido con condón y pagas por adelantado -Esa fue la respuesta de Clara.

La mujer se devolvió unos pasos hasta llegar a unos basureros que les permitiría cierta privacidad. El hombre le entregó el dinero y luego, se quitó las bragas, puso las manos en la pared, para finalmente abrir sus piernas y dejar todo el trabajo a su cliente. No tenía que disfrutarlo, lo hacía para comprar su droga y si le alcanzaba compraría algo de comer.

La ansiedad de Clara no le permitió estar alerta. No se dio cuenta cuando su cliente sacó una navaja; segundos después Clara luchaba por llevar aire a sus pulmones; su cliente le había cortado su cuello de lado a lado y su sangre manaba de su garganta como una cascada.

El cliente cuando sintió el cuerpo laxo de Clara lo dejo caer en el suelo como cualquier objeto. Caminó hacia una alcantarilla de donde escurría agua y procedió a lavarse las manos para luego perderse entre las calles de la ciudad.

Por la mañana mientras el personal municipal recogía la basura de los callejones, uno de esos servidores se encontró con una espeluznante sorpresa. El funcionario municipal salió corriendo en busca de su supervisor. Para informarle de lo que había encontrado.

La policía cerró el lugar para que los curiosos no contaminarán la escena del crimen. Cerca del cadáver encontraron la identificación de Clara, la mujer era una habitual de las calles, quien era una servidora sexual y consumidora de drogas. No tenía familia cercana a la que avisarle de su deceso.

Las autoridades policiales estaban preocupadas, Clara era la tercera víctima del Asesino del Callejón, así lo había llamado la prensa; horas atrás cuando se dio la noticia del tercer hallazgo.

-¿Cómo es posible que no haya evidencias? -Gritaba el ministro de seguridad.

-El asesino es muy meticuloso, señor. Se ha cuidado de estar lejos de las cámaras de vigilancia y no ha dejado nada que no de pistas para identificarlo. En lo único coinciden las víctimas es la venta de sus cuerpos y el consumo de droga -Le explicaba el jefe policial.

Los forenses habían buscado debajo de hasta los contenedores de basura cerca de los cuerpos y nada, solo la sangre de las víctimas, en las paredes donde habían estado recostadas y el charco de sangre alrededor de los cuerpos.

Dos días habían pasado desde la muerte de Clara, sus colegas facilitadoras sexuales estaban preocupadas; le exigían al gobierno encontrar al asesino.

Una noche como cualquier otra, Andrea Rivero, caminaba por las frías calles de la ciudad capital; caminaba de antro en antro buscando clientes, necesitaba el dinero para sobrevivir, a diferencia de la mayoría de sus colegas ella lo hacía para poder llevar comida a su casa y si alcanzaba uno o dos puros de marihuana.

En uno de los callejones encontró un cliente que contrató sus servicios, ella se fijó en sus rasgos; de un metro setenta y cinco, de mediana edad piel canela, cabello negro, nariz perfilada y ojos oscuros. Tenía esa costumbre, había sido golpeada anteriormente para robarle su dinero.

Se apartaron de la entrada del antro donde se habían encontrado, para dirigirse a un área más apartada.

-Pago por adelantado -Dijo Andrea estirando la mano.

-Toma -El hombre le entrego el dinero con desprecio.

Andrea solo se levanto la enagua que traía puesta y abrió las piernas para su cliente.

-Que sea rápido, tengo que buscar otros clientes -Apuro la situación la mujer.

Andrea vio por unas fracciones de segundo como su cliente pasaba su brazo cerca de su garganta con algo brillante en su mano; inmediatamente recordó las muertes de sus colegas. En un movimiento fluido salió de la jaula del cuerpo del hombre, sin embargo, él había logrado hacerle un corte en la mejilla derecha.

Andrea corrió sujetándose la mejilla, el dolor era lacerante, la sangre escurría entre sus dedos, hasta que llegó a un bar muy concurrido. Los clientes al verla sangrando se apartaron. Al llegar a la barra el barman se dispuso a ayudarla; le entrego un paño limpio.

-Presiónalo con fuerza. Llamaré al nueve uno uno -Así lo hizo, minutos más tarde Andrea estaba siendo llevada al hospital más cercano.

Al llegar al centro médico la mujer fue atendida, luego llegaron las fuerzas del orden, tres horas después Andrea había brindado una declaración de lo sucedido, una descripción del agresor, al menos le había pagado por adelantado, no era suficiente para sacar el día. "Estoy viva y es lo que importa" se dijo a sí misma.

Por la mañana los medios ya tenía un retrato hablado del Asesino del Callejón como le llamaban. Por las noches las servidoras sexuales estaban más atentas, no obstante, necesitaban trabajar, por lo que algunas trabajaban en parejas.

Las autoridades en sus pesquisas habían logrado trazar un mapa donde se podía ver los lugares donde habían encontrado a las víctimas, lo que indicaba que el asesino es de la zona ya que desaparecía muy rápido, por lo tanto, su habitad estaba en la zona.

Para Mariana una transexual que vivía del sexo, porque era su forma más rentable de ganarse la vida.

Esa noche había decidido ir a ganarse la vida de la única forma que sabía; caminó algunas calles, su ajustado vestido, los tacones altos y un cuerpo de infarto llamó la atención de una figura en un callejo.

-¿Estás de servicio? -Preguntó una voz en el callejón.

-Si, ¿qué servicio quieres? -Pregunto coqueta.

-Quiero joderte por detrás -Le respondió él.

-Bien. Espero que estés bien dotado; me gustan las gruesas y grandes -Dijo Mariana lamiéndose los labios.

Mariana camino sensualmente hasta el centro del callejón, se subió el vestido dejando ver su trasero, corrió la fina tira que estaba entre sus nalgas.

-Toda tuya, muñeco -Mariana, se sacó los tacones y levanto el trasero. No tardo mucho cuando sintió la fría navaja surcar su garganta de lado a lado. El cuerpo de Mariana cayó al suelo con un ruido sordo.

- La has matado -Dijo una voz tras el asesino. Y antes de que pudiera ir tras el testigo, este salió corriendo en busca de la policía. Mientras corría Mario, marcaba el nueve uno uno informando del homicidio. La policía estaba cerca y formo un cerco policial, Mario había visto lo suficiente para dar una buena descripción del sospechoso.

El sospechoso corría entre callejones, encontró un parque, se detuvo, estaba cerca de su vivienda. Tomó aire, continuo su camino, miraba a todos lados, lo que no sabía el asesino que un grupo de policías en un auto sin logos policiales le seguía. Cuando confirmaron la descripción le cerraron el camino, así lograron atraparlo.

Con las manos ensangrentadas, y la navaja pico de lora que portaba llena de sangre lo capturaron, el hombre guardó silencio mientras le lían sus derechos. Pocas horas después lograron confirmar que la sangre en las manos de Alejandro Caballero (el asesino del Callejón) y en su cuchilla era la sangre de Alexander Blanco más conocido como Mariana.

Andrea Montesano, había logrado identificar a su agresor; por fin podría dormir tranquila pensando que aquel hombre que le había desfigurado el rostro estaba en manos de las autoridades.

Al interrogar a Caballero, por el motivo de los asesinatos indicó.

"Simplemente las odio. No deberían respirar"

Las teorías de los profesionales se dispararon tratando de explicar el porqué del actuar de Caballero, algunas coincidían otras no.

Lo que, si podemos decir, que es algunas personas matan, como una necesidad fisiológica.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro