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✿⁠ Capitulo Único ✿⁠

            —¿Invitarás a salir a Toshinou-san una vez más? —preguntó Chitose, curiosa ante esa información.

            —Así es —afirmó Ayano, mientras respondía un mensaje en su celular.

            No hacía falta ser adivinos para saber con quién se estaba mensajeando la actual presidenta del Consejo estudiantil.

            —¿Y ya definieron, por fin, cuál es su relación? —arremetió Chitose, a quemarropa—. ¿O todavía siguen siendo amigas?

            Ayano no respondió al momento, sino que la ignoró, enrojeciendo en el proceso mientras fingía estar viendo algo importante en su teléfono. Realmente, no podía engañar a Chitose.

            La chica con el acento de Kansai la conocía tan bien, que cualquier cosa que Ayano pudiera intentar para escapar no funcionaba con ella.

            —Veo que eso es un no⁓ —prosiguió Chitose, divertida—. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que se conocen, Ayano-chan? Unos cuatro o cinco años, ¿más o menos? —se llevó una mano a la barbilla, con aire meditabundo—. Fíjate que ya estamos en tercer año de preparatoria, y ustedes siguen en lo mismo desde la secundaria.

            Al ver que su amiga no dejaría el tema, Ayano alzó la mirada, fijándola en los risueños y divertidos ojos de su mejor amiga. No tenía caso seguir ignorando lo que Chitose estaba diciendo.

            —Está bien, Chitose —suspiró—. Ya entendí, no volvamos a caer en esta conversación. —Dejó a un lado su teléfono—. Tienes razón, aún no definimos la relación que tenemos y, créeme, sería realmente bueno que Toshinou Kyouko le pusiera un poco de seriedad y se decidiera a actuar de una vez por…

            —¿Y por qué tiene que ser Toshinou-san la que haga el próximo movimiento, Ayano-chan?⁓ —interrumpió Chitose, tomando desprevenida a su interlocutora—. Es decir, sé que eres la neko en esta relación…

            —¿La qué…?

            —… pero no por eso dejarás que Toshinou-san sea la que tome la iniciativa⁓ —prosiguió ella, ignorando la duda de su amiga y adoptando un curioso tono de seriedad al hablar—. ¿O es que, con todo el tiempo que llevan conociéndose, no habías notado lo increíblemente despreocupada que puede ser?⁓

            —Uhm, lo sé, pero yo…

            —Entonces, Ayano-chan, ¿a qué esperas? —interrumpió—. ¿Sabes? A veces, es bueno ser un poco más agresiva, ¿entiendes? Más asertiva⁓ —se encogió de hombros—. Piénsalo, no es como que siempre sea necesario, pero, en estos casos, un poco de acción de tu parte podría agilizar un poco más las cosas para que puedas, por fin, oficializar una relación con tu amada Toshinou-san⁓.

            Ayano se quedó en silencio mientras procesaba todo lo que acababa de decirle su mejor amiga.

            Luego de un rato, en el que Chitose tampoco dijo nada, sino que más bien se dedicó a jugar con su teléfono mientras la ex vicepresidenta tomaba una decisión, Ayano tomó la resolución que su mejor amiga estaba esperando.

            —Tienes razón, Chitose. —dijo Ayano, adoptando un tono de voz tan firme, que la mencionada no dudó que su amiga había decidido hacer algo al respecto—. Es decir, me sorprendió mucho que dijeras todo eso, pero entiendo que estés preocupada por el futuro de Toshinou Kyouko y el mío —sonrió, más animada y determinada a la vez—. Está bien, tendré en cuenta tus palabras y haré mi mejor esfuerzo de ahora en adelante… ¿Chitose?

            La mencionada había prestado atención hasta media frase. De repente, fijó su mirada en algún punto de la pared, se quitó los anteojos de montura redonda y comenzó a sangrar por la nariz. Murmuraba algo que la tsundere no pudo entender muy bien, por lo que esta decidió acercarse lo suficiente para saber qué tanto murmuraba.

            —Ayano-chan tomando la iniciativa⁓ —musitó Chitose, con expresión soñadora y la sangre fluyendo como una cascada desde su pequeña nariz—. Es perfecto. Eso quiere decir que los papeles se invertirían, ¿no? ⁓ —rio maniáticamente—. Sí, ese sería un buen giro de acontecimientos, jejeje⁓.

            Al comprender lo que su amiga estaba diciendo, el rostro de Ayano se moteó de un suave púrpura y procedió a mirarla como si se tratara de un bicho raro.

            —Ugh, nunca vas a cambiar, ¿eh, Chitose? —preguntó Ayano, incómoda, mientras una gotita bajaba por su nuca.

            Dejó escapar un suspiro resignado y comenzó a hurgar en su bolso. Buscaba una servilleta para su amiga, que seguía desangrándose sin control.

            Chitose no respondió, ni siquiera pareció haberla escuchado. Sólo siguió soñando por un rato más, totalmente sumida en esa fantasía, la cuál era lo suficientemente gráfica como para conseguir que se llevara a cabo ese constante, y copioso, sangrado desde sus fosas nasales.

☼☼☼

            Por más que lo intentara, Ayano nunca podía saber lo que Toshinou Kyouko estaba pensando.

            Luego de haber salido del Izakaya en donde se llevó a cabo su cita, y tras caminar un rato por una de las vacías calles de la ciudad, Kyouko le dio las gracias por la invitación y Ayano pensó que eso sería todo. No obstante, la rubia añadió que darle las gracias no era suficiente para retribuirle el hecho de que la tsundere, además de la invitación, también haya pagado la cuenta.

            Ayano la miró con una ceja enarcada, curiosa y expectante ante la próxima locura que se le ocurriría a su crush.

            —No sé de qué hablas, Toshinou Kyouko —comenzó Ayano, dudosa y algo intranquila al saber que Kyouko estaba pensando en alguna locura para ‘’pagarle’’ por haberla llevada a ese costoso Izakaya—. Pero quiero que sepas que esto no es nada. Me gusta salir contigo —enrojeció al darse cuenta de lo que estaba diciendo, pero no había remedio—. No… no tienes que devolverme nada, Toshinou Kyouko. El hecho… uhm, de que salgas conmigo es más que suficiente para mí.

            Cuando terminó de hablar, el rostro de Ayano parecía estar despidiendo una generosa cantidad de vapor. No sabía de donde había sacado tanto valor para decir todo eso, pero tampoco es como que quisiera saberlo. Sólo quería que Kyouko supiera lo que pensaba y que no se sintiera endeudada con ella. Eso era todo.

            Por su parte, Kyouko, al escuchar lo que Ayano tenía que decir, sonrió de forma genuina mientras un tenue sonrojo aparecía en sus mejillas.

            —Es bueno saberlo, Ayano —dijo la rubia, mientras caminaba hacia una pared cercana—. Pero, insisto, tengo que agradecértelo de alguna forma. —se detuvo a tres pasos de la pared y, ante la mirada curiosa de Ayano, se giró hacia ella y esbozó una coqueta sonrisa que provocó un sobresalto en el corazón de la tsundere—. Ven, acércate⁓.

            Sin pensar en lo que hacía, Ayano obedeció y caminó hasta su posición, deteniéndose a unos cuarenta centímetros de la rubia, que la miraba de manera sugerente. Al parecer, habían olvidado que estaban en plena calle y que eran poco más de las siete de la noche. No obstante, como si todo se diera a su favor, la única testigo de lo que estaba por ocurrir, al menos, por un rato, era la luna en cuarto creciente que estaba adherida al cielo nocturno.

            Sin decir nada más, Kyouko se alejó de Ayano, caminando hacia atrás, y apoyó su espalda en la pared detrás de ella, elevó ambos brazos a la altura de su cabeza y la echó hacia atrás, apoyándola en la dura superficie y dejando su cuello al descubierto.

            —Haz lo que quieras~ —susurró, mordiéndose el labio inferior mientras le guiñaba un ojo con una técnica muy pobre—. Estoy a tu disposición~

            La pose de Kyouko, que dejaba mucho que desear, le habría parecido ridícula, y hasta graciosa, a cualquier otra persona que la hubiese visto en ese momento.

            Por supuesto, cualquier persona que no fuera Sugiura Ayano.

            Al verla de esa forma, Ayano sintió que estaba ante lo más hermoso y excitante que haya podido ver alguna vez. Kyouko se le antojaba, en esos momentos, increíblemente deseable y hasta sensual. La miró con deseo, sin ser consciente de la forma en la que lo hacía.

            Entonces, puso los ojos en blanco y un delgado, pero constante, hilillo de sangre comenzó a fluir desde su nariz. Era como si fuera Chitose la que estuviera allí, de pie ante Kyouko, y no Ayano.

            Sin embargo, Ayano reaccionó y, tras limpiarse la nariz, quiso decirle algo, hasta que recordó las palabras de su mejor amiga.

            «A veces, es bueno ser un poco más agresiva, ¿entiendes? Más asertiva⁓», era lo que resonaba en su mente. Fue por estos pensamientos que pudo tomar la decisión de actuar como lo haría.

            —Muy bien —dijo Ayano, con determinación.

            Caminó hacia la rubia, acortando la distancia sin vacilar, consiguiendo que la sonrisa de Kyouko desapareciera.

            En la mente de la rubia apareció un gran signo de interrogación.

            Realmente, las intenciones de Kyouko no incluían despertar a la bestia que residía en Ayano.

            Uno de los tantos defectos de Kyouko es que no reconocía que todo tenía un límite y que, en ocasiones, no era aconsejable bromear con respecto a ciertos temas.

            Sí, ella solo estaba bromeando para molestarla un poco, entonces, ¿por qué Ayano parecía habérselo tomado enserio? ¿Por qué se estaba acercando tanto? ¿Y qué era eso que despedían sus ojos cuando la miraban, sin recato alguno, desde los pies hasta el rostro, deteniéndose en una que otra parte de su linda anatomía?

            ¿Qué rayos estaba pasando aquí?

            —¿Eh...? —fue lo último que dijo la rubia cuando Ayano, tras acorralarla contra esa pared, hizo desaparecer, por completo, la distancia entre ellas.

☼☼☼

            Chitose y Akari caminaban por la misma calle por donde caminaran sus amigas, Kyouko y Ayano, hacía tan solo unos minutos. Venían de haber pasado una agradable velada en el cine.

            Akari, que sentía algo de frío a pesar de que estaba bien abrigada, venía aferrada al brazo de la mayor, quien se sentía bastante cómoda al caminar con su novia tan cerca.

            Habían visto una película que, en opinión de la adorable pelirroja, era la mejor película de romance que se haya hecho en muchísimo tiempo.

            —Akari-chan, cada vez que vemos una película de esa clase, siempre dices que es la “mejor película’’ que has visto hasta ahora~ —dijo Chitose, dejando escapar una risita que era tan suave como el algodón.

            —Es que esta vez estoy segura, Chitose-chan —respondió Akari aferrándose un poco más al brazo de su novia—. Esta vez sí, estoy segura que es la mejor película romántica que he visto hasta ahora.

            —Claro, claro, Akari-chan~

            Se quedaron en silencio unos minutos, mientras disfrutaban de la compañía y el calor que se transmitían debido a lo cerca que estaban la una de la otra.

            —¿Y a dónde iremos ahora, Chitose-san? —preguntó Akari, rompiendo el agradable silencio.

            —A tu casa, Akari-chan. —respondió Chitose, con calma. Sin embargo, en su mente apareció la hermana mayor de su novia y no pudo evitar sentir un escalofrío. Esa chica daba miedo—. Ya sabes lo que pasará si no te llevo a la hora límite puso tu hermana⁓

            —¡Moooo! —se quejó la pelirroja, haciendo un mohín—. Pero yo quería seguir pasando tiempo contigo, Chitose-chan.

            —Entiendo, entiendo. Pero ya habrá tiempo para eso, Akari-chan~ —aprovechando que casi tenían la misma altura, la mayor se inclinó un poco y estampó un beso rápido en los labios de su novia, sorprendiéndola—. Tranquila, ya podremos salir otro día~

            —¡Uwah, Akari ama a Chitose-chan! —exclamó la pelirroja, sin apartarse de la mayor. Entonces, notó que había hablado en tercera persona y un pequeño sonrojo apareció en sus mejillas. Se apresuró a corregir lo que había dicho—: Es decir, amo a Chitose-chan...

            Como estaban en preparatoria, Akari decidió dejar de hablar en tercera persona. Pensaba que eran cosas que solo los niños hacían y su tiempo de secundaria había quedado atrás. A Chitose realmente no le molestaba que su novia hablara de esa forma que tanto la había caracterizado en otros tiempos, de hecho, le parecía muy adorable cuando lo hacía.

            Pero Chitose también respetaba la decisión de Akari con respecto a desechar su antigua forma de hablar. Por lo que no decía nada cuando la más baja se corregía y se esforzaba por hablar en primera persona.

            —¿Uh? —dijo Akari, entrecerrando los ojos para ver mejor hacia un punto en específico.

            Sin que Chitose lo notara, Akari miraba hacia un lugar que ella pasaba por alto.

            —¿Qué ocurre, Akari-chan?

            —¿Ésas no son Kyouko-chan y Ayano-senpai?

            —¿Eh? —Chitose miró hacia la dirección que señalaba su novia y casi se desmaya ante la escena que tenía justo al frente.

            Ayano, a quien Chitose tantas veces había catalogado como la neko de su relación, tenía a Kyouko pegada contra una pared mientras la besaba como si no hubiera un mañana.

            Los brazos de Kyouko rodeaban el cuello de la actual presidenta del Consejo estudiantil con el fin de atraerla hacia sí lo más que pudiera. Mientras que Ayano, con manos inquietas, pero seguras, la toqueteaba en tantos lugares como le fuera posible. Las subía hasta la cintura ajena y luego bajaban hasta situarse en los glúteos debidamente cubiertos por el short naranja de Kyouko.

            Una de las piernas de Kyouko rodeaba, sin mucho esfuerzo, la cintura de Ayano.

            Chitose estuvo a punto de perderse en una de las tantas fantasías que ella solía tener porque, pasara el tiempo que pasara, seguía siendo fanática de ese shipp. Sin embargo, lo que le impidió sumergirse de lleno en tales ensoñaciones fue el hecho de que estaba en compañía de su inocente novia.

            Akari, miraba la escena con extraña fijeza. En sus mejillas podía verse un tenue rubor, que era lo suficientemente pronunciado como para que Chitose pudiera distinguirlo con facilidad a pesar de la oscuridad.

            Sin perder más tiempo, la mayor de las Ikeda tomó a su novia de un brazo y tiró de ella, alejándola de la escena mientras le explicaba que ellas estaban demás allí, que no tenía por qué prestar atención a esas cosas y que, además, estaban invadiendo su privacidad.

            —Pero, Chitose-chan —dijo Akari, dejándose llevar por Chitose—, al estar haciendo ese tipo de cosas en la calle, ¿no se arriesgan a que alguien más, a parte de nosotras, pueda verlas e invadir su privacidad?

            Chitose no encontró argumento alguno para responderle, pero tampoco dejó que Akari siguiera presenciando aquello.

            Mientras expandían, más y más, la distancia que había entre ellas y esa interesante escena, Chitose pensó que Ayano hacía muy bien en seguirle el consejo y que eso de ser asertiva con Kyouko era justo lo que tenía que haber hecho desde hacía muchísimo tiempo. Después de todo, ninguna de las dos se animaba a dar el paso necesario para seguir adelante.

            Con eso que estaban haciendo esa noche, ambas deberían ya de establecer, finalmente, cuál era su relación.

            Pensando en ello, Chitose condujo a una emocionada Akari a su hogar sin dejar que corriera más tiempo, no quería que su cuñada acabara por matarla, o algo así, por llevarle a su hermanita uno o dos minutos después de la hora acordada.

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