septem
Draco estaba simplemente sentado, mirando el cuerpo de Brooklyn.
Mientras una lágrima muda caía por su mejilla, Draco la limpió con la manga de su suéter.
Entonces, Draco notó un movimiento en el cuerpo de Brooklyn. Ella estaba despertando.
Él se acercó a la chica castaña y la ayudó a levantarse.
—¿Qué? ¿Qué pasa? — preguntó con voz temblorosa, mientras sus ojos intentaban adaptarse a la luz. La confusión presente en su rostro.
—Te quedaste inconsciente. — respondió Draco, sintiendo un ligero nudo en la garganta y un repentino alivió de que ella al fin hubiera despertado.
—Oh.
—Oh. — repitió Draco.
—Yo... ¿Estuve mucho tiempo así? — preguntó con sus ojos un poco entrecerrados. —¿Desmayada? — aclaró.
—No —. Draco negó con la cabeza —. No lo creo.
Hubo un largo silencio, mientras ambos se miraban sin entender lo suficiente.
—¿Cuál crees que fue la razón por la que te desmayaste? —. preguntó Draco con mera curiosidad —. ¿Te pasa a menudo? —. pudo notar la mirada curiosa de Brooklyn y aclaró —. Los mareos.
—¿Mareos? — Brooklyn suspiró.
No confiaba plenamente en Draco, pero al mismo tiempo, este chico platinado le transmitía una sensación de protección.
Ella no le había contado a nadie sobre eso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro