Prólogo
|Antes de empezar quiero aclarar que esta historia se desarrolla a partir de Harry Potter y el príncipe mestizo en adelante. Algunas cosas se irán explicando en el transcurso de la historia por si algo no queda del todo claro. Por cierto, aquí Sirius Black NO murió :D|
La puerta de la habitación de Ares Black se abrió ya entrada la madrugada. Abriendo un solo ojo para observar lo que pasaba, soltó un bufido cansado cuando de la esquina del párpado conoció la fina silueta de su hermana escabullirse por el marco de su puerta. Llevaba la varita en la mano, su cobija de la suerte en la otra y el uniforme de policía todavía puesto. Ares dejó caer su cabeza en la almohada, sintiendo como su hermana se dejaba caer en la orilla de la cama como casi todas las noches desde hacía ya varias semanas.
—Si sigues llegando de esta manera a mi habitación, entonces consideraré seriamente la propuesta de Molly de mudarme a la madriguera
—Lo siento—murmuró ella, alisando los pliegues de las sábanas. Ares suspiró—No quería espantarte
—No lo haces, pero no puedo decir lo mismo del pobre Kreacher. Tienes suerte de que siga metido en la cocina hasta estas horas
—¿Sigue durmiendo debajo de tu cama?
—Como lleva haciéndolo desde que era un niño—Ambos guardaron silencio durante un par de minutos que le sirvieron a Ares para saber que esa noche el sueño no volvería. Decidió sentarse sobre las frazadas, abrazar la almohada tejida de su madre y mirar a su hermana mayor con reproche. Ella le sonrió—Bien, ¿puedes decirme que fue lo que te trajo a mi habitación esta vez?
—Llegué de la estación hace poco menos de dos horas
—Si, bueno, eso es más que obvio, Bobbie*, aún llevas el uniforme puesto
—No, es sólo que... cuando llegué me detuve un momento para pensar en todo lo que ocurrió durante el día y... me quedé dormida en el sofá del recibidor
—Oh—Ares bajó la mirada, preguntándose qué demonios había pasado para que su hermana mayor corriera con tanta urgencia hasta su recámara, sabiendo que bien podría ir a la de su padre y despertarlo como casi siempre hacía— ¿y... ocurrió algo más?
—Si—La chica del uniforme bajó el rostro por un segundo antes de mirar a su hermano fijamente, aprisionando las manos del contrario contra las suyas—Sé que no vas a creerme, incluso creo que, bajo las circunstancias en las que estamos pensarás que me he vuelto paranoica y que estoy intentando encontrar respuestas en lugares imaginarios. Si, bueno, adelante, puedes creerlo, lo único que te pido es que me escuches, ¿de acuerdo? —Ares asintió despacio, frotando sus ojos irritados. Ella tomó aire antes de decir: —Hablé con el tío Regulus
Ares estuvo a punto de caer de su cama.
—Quiero decir, estuvo en mis sueños. Fue como una especie de revelación, hermano, ¿puedes entenderlo? Quizá no, pero eso no exime la importancia que tiene—Ares mantuvo los ojos muy abiertos observando la forma en que su hermana despeinaba su cabello y mordía los bordes de sus labios con nerviosismo—El caso es que se sintió tan real que por un momento creí que él de verdad estaba aquí
—Oh, Ascalaphe
—Es verdad, Ares, fue de todo menos un sueño. ¿Recuerdas las anécdotas de papá? ¿De todas esas veces que nos contó sobre la trascendencia de los Black? ¡Él estuvo aquí! Claro, quizá no de manera física, pero su voz... provenía de una estrella, la estrella junto al Orión bajaba del cielo y tomaba la forma de una estela tan brillante que me cegaba, hermano. Entonces... entonces la estrella atravesó el techo, recorrió la estancia y se detuvo en el recibidor frente a mí, fue cuando su voz emanó de la estela
—Es imposible que recuerdes algo tan efímero como su voz. Eras demasiado pequeña cuando él murió
—Lo sé, pero juro que era él, Ares. El tío Regulus habló conmigo, puedo jurarlo por la memoria de nuestra madre
—¿Y qué fue lo que te dijo?
—Me dio la ubicación de una cueva—dijo, susurrando—y mencionó... mencionó la existencia de un horrocrux
La cara de Ares se contrajo en una mueca de disgusto
—Bien, ahora sí creo que has enloquecido
—Te lo digo en serio, Ares, el tío Regulus sabía... sabe de algo que nosotros desconocemos. ¿Y si papá conoce algo también?
—No se te ocurra hablarle de esto a papá—le advirtió su hermano—De niños teníamos prohibido mencionar siquiera el nombre de Regulus Black en esta casa, no creo que eso cambie ahora. Por algo tiene bajo llave la recámara del tío, ¿recuerdas?
—Ya, me acuerdo
—Además, ¿no crees que puedas estar un poco, tan sólo un poco sugestionada por el trabajo? —Ascalaphe soltó un fuerte suspiro, aceptando el hecho de que su hermano no creería ni un ápice de aquella historia que, si bien incluso para ella era un tanto alocada, resultaba totalmente cierta. Ares sonrió de lado—No debe resultar fácil ser un auror en nuestro mundo y una policía de medio tiempo en el mundo muggle. Mamá estaría orgullosa de ti, como quiera que sea
—Son tiempos difíciles, hermano, si los magos nos uniéramos con los muggles todo sería más fácil, ¿sabes? Porque entonces sería un único mundo donde ninguno tuviera que esconderse del otro para no desatar una guerra sin fin. Supongo que, con todo lo que está pasando y los ataques de los mortífagos sobrepasando la barrera hasta el hogar de los muggles, puede ser que sí esté un tanto descolocada
—Será mejor que descanses, Ascalaphe, estoy seguro de que tus sueños con el tío Regulus no son nada más que eso: sueños
—Ares, y si...—Ella se detuvo, jugando con sus manos bajo la mirada acusadora del más pequeño— ¿Y si la mano de la Banshee de verdad me cauterizó?
Los pensamientos de Ares se detuvieron por un segundo, dejando la habitación en un completo silencio, ambos recordando aquella anécdota que su padre, Sirus Black, solía contarles por las noches frente a la chimenea. Al final sacudió la cabeza, echándose boca abajo sobre la cama.
—Imposible
—Esa sería la razón por la que puedo oír a un muerto
—Y también sería la razón de que estés perdiendo la cabeza—mencionó, bostezando—Ve a dormir, Bobbie
—Bien, no digas que no te lo advertí—dijo, poniéndose de pie. Ares la observó por el rabillo del ojo y preguntó:
—¿Hermana? ¿Qué es lo más difícil de ser guardián de ambos mundos?
Ascalaphe hundió los hombros con pesar.
—El no poder salvar a ninguno de ellos
Bobbie*: Así se les conoce a los policías metropolitanos de Londres por su fundador Robert "Bob" Peel desde 1829
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro