Capítulo 4: "Hombres en casa"
—Mi señor...
—¿Tienes a la chica?
—No—respondió, cerrando los ojos con fuerza luego de tener una visión borrosa de la cara semi humana de Voldemort en su cabeza. Él siseó en dolor y la marca en su nuca comenzó a doler—No, mi señor, pero he estado vigilándola como me ha pedido. Justo ahora acaba de entrar a la oficina especial del primer ministro muggle
El rostro flotante en su mente emitió una sonrisa que le hizo rechinar los dientes. Entreabriendo los ojos para aminorar el dolor, miró a su compañero Cameron Bolton volver por el corredor. Llevó una mano detrás de su cuello y bajó el tono de su voz hasta convertirla en un pequeño susurro que cubrió con la palma de su mano contraria.
—Creo que es momento de actuar, mi lord
—Dime, ¿hay alguien acompañándola? —El hombre sonrió con altanería
—Sí, justo fuera de la oficina
—Bien, entonces tendremos que esperar un poco más, muchacho. Todo está bien por acá, así que me es necesario que sigas mezclándote con los muggles hasta que las cosas se alineen como deseo. Dentro de poco comenzará el nuevo curso en Hogwarts y necesitamos a la chica de nuestro lado
—A la orden, mi señor, aunque...—El hombre se detuvo, hablando con rapidez antes de que Cameron se acercara más y se diera cuenta de que ha estado hablando solo. La figura en su cabeza se hizo más grande hasta causarle una jaqueca tremenda. El mago suspiró—No todos aquí son tontos, ¿sabe? Hay... hay personas que no se fían
—¿La hija de la Banshee desconfía de ti? —preguntó, enfurecido. El hombre sacudió la cabeza, presionando su marca punzante en la nuca e intentando frotar la segunda marca en su brazo cubierta por la tela del uniforme
—Supongo que no
—Entonces no tienes nada de qué preocuparte—murmuró, viajando de un lado a otro por la mente del chico—Continua con tu trabajo e informa de cada movimiento que haga; estaremos preparados
—A sus pies, mi señor
La imagen desapareció en una bruma provocando que la pequeñísima marca detrás del cuello se apagara dejando a cambio una mancha marrón. Se aferró mejor al cuello de su camisa y saludó a Cameron cuando éste le entregó el informe del día.
—Voy al archivo a dejar un par de expedientes, ¿te apuntas?
Él negó con una sonrisa de medio lado
—Esperaré un poco más
Ascalaphe salió de la oficina del ministro con el sudor bañándole la frente. El hombrecillo había decidido quedarse en la oficina un poco más para intentar olvidar lo que acababa de pasar, pero Ascalaphe necesitaba salir de ese lugar y empezar con su rutina antes de que el calor de la estación la ahogara.
Apoyado contra una de las paredes del corredor, James Conrad esperaba por ella esta vez con un dossier en las manos que le provocó un sentimiento de extrañeza a Ascalaphe, ¿en qué momento había recorrido los tres pisos descendientes desde ese lugar hasta las oficinas del archivo? James le sonrió levantando el documento, entregándoselo.
—Cameron trajo nuestros informes. Acabo de llevar el mío a la oficina y volví hasta acá por ti. ¿Qué pasó? ¿Qué te dijo el ministro?
—Nada importante. Yo sólo... creo que acabo de salvar mi trabajo
—Vaya, debió haber sido algo delicado, entonces. Ya va, cuéntamelo todo—Ascalaphe asintió, comenzando a caminar a su lado por el corredor; fue cuando su mirada se encontró con la de Collin Barnes que la observaba fijamente, con el mismo dossier en las manos y manteniendo una extraña conversación con Cameron Bolton. Ascalaphe se quedó paralizada y, por un segundo, creyó que sus profundos ojos claros podían ver a través de su alma. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal cuando James pasó uno de sus brazos por sus hombros—Ha estado comportándose extraño esta mañana, quien sabe por qué—Le explicó James conduciéndola por los pasillos hasta llegar a su oficina, tomar el cinturón con sus herramientas de trabajo y salir de la estación hacia la unidad que compartían. James abrió la puerta del coche de policía para ella, subiéndose del lado del conductor luego de que Ascalaphe se hubiese colocado el cinturón de seguridad. Echó a andar el auto, comenzando con sus horas de patrullaje—Aunque a decir verdad lleva comportándose así desde hace tiempo, ¿lo has notado? No quiero darme la importancia que tal vez no tengo, pero creo que Collin me tiene manía
—¿Por qué?
—Ah, pues no lo sé, pero sería interesante averiguarlo, ¿no es así? —preguntó, regalándole una sonrisa encantadora. Ascalaphe le devolvió el gesto por un segundo antes de que ambos volvieran sus ojos al camino
—Tenemos suficientes problemas como para imaginarnos una historia de policías y ladrones con Collin, que además es uno de nuestros compañeros
—Tienes razón. Dejémoslo en que es un patán
—De acuerdo
—Y un imbécil
—Muy bien, eso también—James miró de nuevo a Ascalaphe notando como de sus labios se escapaba una sonrisa traviesa. Los ojos de él brillaron—Como quiera que sea, no debemos olvidar que es el hijo del jefe
—Eso explica porque lleva ganando la estrella al oficial del mes desde que llegó
—¿Acaso lastima tu ego? —preguntó Ascalaphe. James frunció los labios
—No, pero ¿sabes en que posición me deja respecto a ti? Tengo que ser el mejor para que te fijes en mí. A las chicas no les gustan los perdedores
—No eres un perdedor
—¿Eso significa que te gusto? —Ascalaphe se carcajeó con nerviosismo bajo la mirada de James. Él dio vuelta en una calle y después en otra, vigilando la ciudad. Ascalaphe Black miró por la ventana notablemente sonrojada
—Nunca dije eso
—Tampoco dijiste lo contrario
—Ojos al frente, oficial
—Primero contesta a mi pregunta
—Ojos al frente o tendré que darle una infracción, señor
—¿Qué? —preguntó él, mirando por fin el camino— ¡No puedes infraccionarme! Ni siquiera eres policía de tránsito
—Me convertiré en una sino te callas y manejas como se debe—Él se enfurruñó como un niño pequeño. Ascalaphe sonrió—A cambio te contaré lo que he hablado con el ministro
James dejó de hacer rabietas para mover la cabeza de arriba abajo en un gesto de afirmación que les provocó la risa a los dos. Ascalaphe continuó mirando por la ventana hasta que su mano fue tomada con delicadeza por su compañero dándole un ligero apretón a la palma. Ella le observó sorprendida cuando James se llevó el dorso hacia sus labios depositando un pequeño beso que le hizo sentir el calor en todo el cuerpo. El oficial fingió no prestarle atención, por lo que bajó con cuidado la mano de Ascalaphe hasta dejarla en su regazo y devolver su propia mano al manubrio.
Ella comenzó a hablar sobre su reunión con el ministro intentando disipar la incomodidad que le siguió. James parecía estar muy concentrado vigilando las calles sin perderse una sola palabra que salía de la boca de su compañera. Incluso, ya para las tres de la tarde, se detuvieron en una tienda de rosquillas comprando una caja para ambos. Eran las favoritas de Ascalaphe: donuts de chocolate con azúcar glas y pequeños cristales de menta; volvieron al auto, conversando en todo el camino hacia el apartamento que Ascalaphe tenía en Tottenham Court Road.
Hacía ya bastante tiempo que Sirius había pensado que, con la importante misión que tenía su hija mayor, era necesario que tuviera un lugar donde quedarse cuando su trabajo en la policía le demandara quedarse ahí más de lo necesario. El apartamento se compró imaginando que, por muy descabellado que fuera, podía servir de cuartel para la Orden en un caso de fuerza mayor.
A Ascalaphe no le gustaba demasiado estar sola en ese lugar, mucho menos cuando los últimos meses había comenzado a sentirse vigilada por cada rincón de la casa; ella prefería por mucho volver al hogar de su padre, ver a su hermano dormir en su propia cama e irse a su recámara con la sensación de que estando juntos nadie podría herirlos. Sin embargo, estando sola en aquel piso le causaba una extraña sensación de pánico, como si alguien, escondido entre las sombras, le mirara a cada paso que daba.
James Conrad entró a la habitación mirando todo de lado a lado, pareciendo encantado por la decoración y el color del papel tapiz. Dejó su sombrero en la mesita de centro antes de avanzar hacia la estancia y observar el acabado verde militar de los muebles. Del otro lado del corredor, una misteriosa puerta le llamó la atención, pidiéndole con la mirada a Ascalaphe el permiso para husmear en su departamento, ella asintió, siguiéndole de cerca cuando abrió la pieza principal de toda la casa
—¿Qué es esto?
—Es el árbol genealógico de mi familia—mencionó, acariciando la tapicería que echaba raíces de donde colgaban los retratos de cada integrante de su familia. James miró todo con curiosidad, moviendo sus ojos de un lado hacia otro admirando cada parte del tapiz
—Vaya, he sabido de personas que son muy recelosas respecto a la historia de su progenie, pero jamás había visto algo como esto
—Bueno, por lo que papá me ha contado, los Black eran muy reservados respecto a eso
—¿Eran? —preguntó, acariciando las raíces doradas que conectaban el nombre de Sirius con el de una mujer que no logró reconocer y de las cuales se desprendían los nombres de Ares y Ascalaphe Black. Las fotografías de los cuatro estaban calcinadas, hecho que la atención de James Conrad no pasó por alto— ¿Ya no?
—Ahora todo es diferente. Mi papá se casó con alguien... diferente de lo que mis abuelos esperaban, así que quemaron su foto del árbol y la foto de mi madre, la de mi hermano y la mía se quemaron automáticamente
—¿Automáticamente? —contestó él, extrañado— ¿Por qué? Creo que puedo entender el que hubiesen quitado la foto de tu padre, por muy mezquino que sea eso, pero ¿la de tu hermano y la tuya? ¿no es eso un poco raro?
Ascalaphe carraspeó la garganta no queriendo explicarle que en el mundo mágico todo resulta ser malditamente raro. Las yemas de los dedos del oficial recorrieron cada raíz hasta detenerse en la fotografía calcinada de Darcy O'Brien, parandose en ella más de lo debido. Luego, miró a Ascalaphe
—Es curioso
—¿El que?
—La quemadura en la foto de tu madre—mencionó, dibujando con su dedo una silueta—Parece la forma de una mariposa, ¿ves?
—Es cierto—Ascalaphe se acercó, notando que la quemadura sí que tenía una forma que asemejaban las alas extendidas de una mariposa. James dio un par de ligeros toques sobre el nombre de Darcy, llevándose un par de dedos al mentón, pensando—Nunca antes me había dado cuenta de eso
—Incluso me atrevería a decir que son como... mariposas nocturnas—James sonrió— ¿Las has visto? Muchas personas dicen que auguran la muerte, pero yo creo que eso no son más que supersticiones sin sentido, ¿Cómo una cosa tan bella podría traer consigo algo tan desafortunado como la muerte?
La mente de Ascalaphe se perdió en los recuerdos, dándose cuenta de que aquella silueta dibujada en el retrato calcinado de su madre era muy parecida a la de aquél sueño de la Banshee donde ella recordaba, por muy pequeña que fuera, el toque de la mujer misteriosa de la que salió una mariposilla negra que se metió en su boca y no volvió a salir. Entonces su mente comenzó a trabajar por si sola pensando no sólo en la muerte tan repentina de su madre, sino en los sueños que últimamente estaba teniendo, siendo el más extraño de todos el que había tenido respecto a su tío Regulus una noche atrás.
Ares, Bill e incluso su propio padre podían decir lo que quisieran, pero ellos no sabían la manera en que su tío Regulus se manifestó en sus sueños, bajando de una estrella junto al orión únicamente para decirle que, en una cueva que ella no conocía, estaba guardado bajo un hechizo lo que él mismo llamó como horrocrux.
Por supuesto que sabía lo que era un horrocrux y lo que eso conllevaba, no obstante, no estaba segura de que Regulus Black hubiese hecho algo tan atroz como eso: el resguardar un objeto con una parte de su alma para vivir eternamente... no, Ascalaphe estaba segura de que su querido tío no tenía nada que ver con eso. Tal vez, y sólo tal vez, Ares tenía razón en decir que todo era un invento de su mente dañada por el estrés que le generaba la estación de policía y su servicio como auror.
James Conrad quitó la mirada del papel tapiz para fijarla en Ascalaphe que parecía completamente ida mientras acariciaba la mancha negra sobre la foto de su madre. No fue hasta ese momento en que creyó que había sido mala idea entrometerse en cuestiones familiares, pero su curiosidad era como una maldición que le pedía saber más de la mujer que le gustaba. Cogió su mano dándole un suave apretón que atrajo con éxito su atención hacia él; le regaló una pequeña sonrisa antes de llevar el dorso de su mano hacia sus labios como había hecho dentro del auto.
—¿Estás bien?
—Sí, es sólo que recordé algunas cosas del pasado
—Lo lamento, yo no debí meterme en cuestiones familiares
—No, está bien, a veces es mejor tocar fibras sensibles para que dejen de doler
James se mordió el labio, echándole un vistazo fugaz al árbol de la familia Black
—Perdón por preguntar, pero ya sabes que soy muy curioso, incluso puedo resultar entrometido, así que puedes decidir si responder o no
—Dispara
—Bien, yo uh... ¿de que murió tu madre?
Ascalaphe se detuvo un momento, pensando en que debería contestarle pues ni siquiera ellos tenían claro que era lo que había pasado, tan sólo recordaba las lágrimas de su padre mientras cogía a Ares en brazos diciéndole que su madre acababa de morir. James le apretó la mano, alentándola a continuar.
—Su corazón falló. Quiero decir, hubo una bacteria en el ventrículo izquierdo y el corazón no pudo bombear más sangre. Fue muy extraño porque Ares tenía poco tiempo de haber nacido y mamá parecía estar bien, sin embargo, hubo un día en que enfermó y cayó en cama. Un par de días después un medima... un doctor—se corrigió—un doctor amigo de mi padre la asistió en casa, pero su corazón no pudo soportarlo más, así que esa noche murió en su habitación
—Lo lamento, Ascalaphe, una vez más no debí méteme en cosas que no me conciernen
—Descuida—dijo, soltando una risita nerviosa—En casa no hablamos mucho de eso, así que supongo que esto me ayuda a desahogarme de alguna manera
James agachó el rostro sintiéndose avergonzado, aunque eso no le impidió seguir maquinando preguntas en su cabeza que ansiaban por salir sin permiso de su boca. No obstante, sabía que no tenía derecho a hacerlo y afectar más a su compañera. Levantó los brazos acercándose a ella
—Ven aquí
Sus fuertes brazos se engancharon a la espalda de ella acercándola peligrosamente a su cuerpo. La colonia embriagante de James se coló en la nariz de Ascalaphe mientras los brazos del agente deshacían su agarre y posaba sus temblorosas manos sobre las caderas de la chica. Luego de un abrazo que pareció durar horas ambos se separaron, con James dejando su rostro cerca más de lo debido.
Los ojos acuosos del oficial recorrieron por completo el rostro contario hasta posarse en sus labios. Ascalaphe tragó saliva intentando escapar de su agarre.
—Yo... podría robarte un beso justo ahora
Ascalaphe suspiró
—El robo es un delito que se persigue de oficio, son de dos a tres años de cárcel
James se carcajeó
—Creo que valdrá la pena
Los labios de James callaron las palabras de Ascalaphe en un beso tan dulce que le hizo temblar las piernas. Las manos de él sobre sus caderas se apretaron al mismo momento en que la empujaba suavemente contra la pared arrebatándole un quejido. Las yemas de sus dedos recorrieron sus brazos como lo hizo con el papel tapiz, con tanta devoción que Ascalaphe tembló una vez más. Cogió sus muñecas, subiéndolas por encima de su cabeza sin romper el beso hasta que la puerta de entrada se abrió.
—Ascalaphe, ¿estás...? Oh—él se detuvo al ver a la pareja separarse. Ascalaphe se llevó un mechón de cabello detrás de su oreja mientras James se giraba hacia la pared—Creo que he venido en mal momento
—Bill...
—He venido por ti—su tono de voz siendo más grave de lo usual. Su mirada no abandonó jamás el rostro de James—Es hora de ir a casa
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