capítulo 2
capítulo 2 ♡ nuevas direcciones.
Las mañanas en la escuela comenzaban a tomar un ritmo familiar para Seungmin y Han. La noticia de su victoria en el partido de béisbol había corrido por los pasillos, y Seungmin notaba una diferencia en cómo sus compañeros lo trataban: con más respeto y admiración. Sin embargo, lo que más apreciaba era la presencia constante de Han.
Un día, mientras estaban en la biblioteca, Han le mostró un folleto sobre un taller de música que se celebraría durante el fin de semana.
—Mira, Seungmin. ¿Qué te parece si vamos? Podría ser una gran oportunidad para explorar algo nuevo —sugirió Han con entusiasmo mirando el folleto.
Seungmin tomó el papel, leyendo sobre el taller que prometía enseñar técnicas de composición y producción musical. La idea le intrigaba, aunque la timidez habitual le hizo dudar.
—No sé, Han. No estoy preparado para eso.—murmuró, para luego con una mirada de inseguridad seguir pintando su dibujo.
Han le dio una palmada en el hombro y sonrió.
—No tienes que ser un experto. Vamos a divertirnos y aprender juntos. Además, será una buena manera de despejar la mente del béisbol por un rato.
Convencido por el entusiasmo del mayor, Seungmin aceptó. El fin de semana llegó rápidamente, y se encontraron en la sala de música de la escuela, rodeados de otros estudiantes que también querían aprender. El taller fue una revelación para Seungmin. Descubrió que tenía un talento natural para la música, algo que nunca había explorado antes.
Los dos chicos pasaron horas componiendo pequeñas melodías, experimentando con diferentes sonidos y ritmos. Seungmin se sintió liberado, como si una parte de él que había estado dormida finalmente despertara. Han, siempre a su lado, lo animaba y celebraba cada pequeño logro.
Al final del taller, el instructor les pidió que presentaran sus composiciones. Seungmin, estando nervioso, se armó de valor y subió al pequeño escenario. Tomó su guitarra y respiró hondo. Han, se sentó detrás de la batería, listo para apoyar al menor con su inconfundible ritmo.
La sala se sumió en un silencio expectante. Las primeras notas de la guitarra de Seungmin llenaron el espacio, seguidas por la suave percusión de Han. La voz de Seungmin se alzó, tímida al principio, pero ganando fuerza y confianza con cada verso. La melodía era una mezcla de esperanza y vulnerabilidad, reflejando los sentimientos compartidos entre ambos.
A medida que la canción avanzaba, Seungmin y Han encontraron un ritmo perfecto, sus sonidos se entrelazaban en una armonía cautivadora. La audiencia, inmersa en la música, reaccionó con aplausos y murmullos de admiración.
(....)
El taller de música se convirtió en una experiencia inolvidable para Seungmin y Han. Durante los días siguientes, los dos amigos se reunieron con frecuencia para seguir componiendo y explorando nuevas melodías. La música les proporcionaba una forma de expresión única, una manera de conectar más allá de las palabras.
Una tarde, decidieron probar algo diferente y se encontraron en el parque local con sus instrumentos. Eligieron un rincón tranquilo, donde las hojas caídas creaban una alfombra de colores otoñales bajo sus pies. Mientras Seungmin afinaba su guitarra, Han ajustaba los tambores de su pequeña batería portátil.
El sonido de sus risas y conversaciones se mezclaba con las melodías suaves que creaban juntos. Seungmin sentía una profunda paz en esos momentos, como si cada acorde y cada nota lo conectara aún más con Han y con sus propios sentimientos.
Mientras tocaban, un pequeño grupo de personas comenzó a reunirse, atraídas por la música. Los niños jugaban cerca, sus risas añadiendo un ritmo alegre al ambiente. El menor notó que algunas personas incluso se detenían a escuchar, sonriendo y aplaudiendo al final de cada canción.
Después de un rato, se tomaron un descanso y se sentaron en un banco, observando el atardecer. Seungmin, con la guitarra apoyada en sus piernas, miró a Han a su lado. La luz dorada del sol poniente se reflejaba en sus rostros, creando un momento casi mágico.
(....)
El invierno pasó rápidamente, y con la llegada de la primavera, la escuela se llenó de nuevas energías y expectativas. Para Seungmin y Han, la estación trajo consigo nuevas oportunidades y desafíos. Uno de los eventos más importantes del año se acercaba: el campeonato regional de béisbol. Seungmin sabía que sería una prueba tanto para él como para su equipo.
Los entrenamientos se intensificaron, y Seungmin pasaba largas horas en el campo, perfeccionando sus habilidades. A pesar de la presión, encontraba consuelo en la presencia de Han. Los momentos de práctica en la música se convirtieron en su refugio, una manera de liberar el estrés y recordar por qué disfrutaba tanto de la vida.
Un día, después de un arduo entrenamiento, Seungmin y Han se dirigieron a su lugar favorito en el parque. El aire estaba lleno del aroma de las flores y el canto de los pájaros. Seungmin se sentó en la hierba, observando el cielo azul mientras Han se acomodaba a su lado.
—Estoy un poco nervioso por el campeonato —confesó el castaño, rompiendo el silencio.
Han, con su característica sonrisa tranquilizadora, respondió:
—Es normal sentirse así. Pero recuerda, has trabajado muy duro para llegar hasta aquí. Prometo estar en las gradas, animándote.
Seungmin miró a Han, sintiendo una oleada de gratitud. A veces, las palabras de Han eran todo lo que necesitaba para calmar sus nervios. Pasaron un rato en silencio, disfrutando de la tranquilidad del parque.
El día del campeonato llegó más rápido de lo que Seungmin esperaba. El estadio estaba lleno de espectadores, y la tensión en el aire era palpable. El menor se colocó su casco y tomó su bate, sintiendo el peso de las expectativas en sus hombros. Pero al buscar en las gradas, encontró a Han, que le sonrió y levantó el pulgar en señal de apoyo.
El juego comenzó, y Seungmin se encontró completamente inmerso en el ritmo del partido. Su equipo jugaba con determinación, pero también con alegría, alimentada por el apoyo de sus amigos y familiares. A medida que el juego avanzaba, Seungmin se sintió cada vez más seguro y enfocado.
En el último inning, con el marcador empatado, Seungmin tuvo la oportunidad de decidir el juego. Se colocó en el plato, sintiendo la mirada de todos sobre él. Respiró hondo y, al escuchar el grito de ánimo del mayor desde las gradas, se llenó de determinación.
El lanzador lanzó la bola con fuerza, y Seungmin, con una concentración total, conectó con el bate. La pelota voló alto y lejos, más allá de la valla. El estadio estalló en aplausos y gritos de alegría. Seungmin corrió alrededor de las bases, sintiendo una mezcla de emoción y alivio. Habían ganado el campeonato.
Después del juego, Min y sus compañeros celebraron en el campo, pero él buscó a Han en medio del bullicio. Lo encontró esperando al borde del estadio, su rostro iluminado por una sonrisa orgullosa.
— Seung, estuviste increíble. Esa precisión, wow—dijo Han, su voz llena de emoción y su mirada sorprendida hacía el menor.
Seungmin, todavía sin aliento por la carrera, le respondió con una sonrisa y un simple:
— Gracias.
Seungmin y Han caminaron juntos hacia el parque, dejando atrás el ruido y la emoción del estadio. Se sentaron en su banco habitual, observando cómo el sol se ponía en el horizonte
Se miraron uno al otro, sin necesidad de palabras respondiendo cada pregunta del otro. Sabían que en ese momento habían conectado más allá de la amistad.
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