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capítulo 1

capítulo 1 ♡ melodías de otoño.

Aquel chico de pelo castaño se encontraba en la biblioteca de su instituto, uno privado y caro en la enorme cápital de Seúl. Las lágrimas caían sobre sus mejillas. Estaba sentado con las piernas dobladas y juntas, con sus brazos encima de ellas y su cabeza en los brazos escondiendo su rostro.

Varios chicos de su salón gritaban su nombre en busca de él, ya casi empezaba el partido de béisbol y solo faltaba el mejor de todos, él que no podía faltar nunca porque sino su equipo perdía, sin aquel responsable líder el equipo no podía ganar el partido.

Un chico de pelo castaño al igual que Seungmin, se acercó al lugar, sentándose al lado de él, compartiendo el mismo sufrimiento y las mismas lágrimas.

Seungmin levantó la cabeza, miró al chico extrañado por un largo rato hasta que de un momento para otro compartían la misma mirada, compartieron los sentimientos mutuos que sentían por aunque sea unos minutos.

El silencio fue interrumpido.

— ¿No crees que deberías ir a ese partido? Te apoyaré si te sientes mal, iré a las gradas a gritarte lo bueno que eres para el béisbol. — Él mayor se levantó ofreciéndole su mano y ayuda para que se levantase él menor, quien solo lo miró y con aquella ayudita se levantó del piso.

(....)

El partido de Béisbol comenzaba, todos se ponían en sus lugares y Seungmin era él que empezaba a golpear la pelota con aquel bate en sus manos bien agarrado. El sudor le comenzaba a gotear por la cara, los nervios lo consumían, el bate se resbalaba de su mano, su equipo iba perdiendo y ya tenía dos strikes.

Seungmin no sabía si en ese momento de ansiedad podía sacar adelante a su equipo, no tenía ni energía para correr por todo ese campo.

— ¡Yah! ¡Tienes que ganar! ¡Kim Seungmin el mejor! — Han era siempre el que cumplía con su palabra y ahora lo tenía bien claro.

La mirada desconcentrada del menor volteó hacía las gradas, ahí se encontraba ese chico, el que lloró con él en la biblioteca y compartió su dolor. Había cumplido su palabra y con esos alientos Seungmin ya lo tenía claro, el era el mejor.

— ¿Tenías que gritar tan fuerte? Apenas te conozco. — susurró.

(....)

El partido de béisbol alcanzaba su punto culminante. Seungmin estaba en el campo, sintiendo la adrenalina correr por sus venas. Con cada golpe de bate y cada carrera, su confianza iba en aumento, alimentada por los ánimos inquebrantables de Han desde las gradas.

Finalmente, llegó el momento decisivo del juego. Seungmin se colocó en la base, el bate firmemente en sus manos. Podía sentir el peso de las expectativas de su equipo y el apoyo incondicional de Han. El lanzador del equipo contrario se preparó y lanzó la pelota con toda su fuerza. Con una concentración total, Seungmin balanceó el bate y conectó la pelota con un estruendo que resonó por todo el campo.

La pelota voló lejos, más allá del alcance de los jugadores del equipo contrario. Seungmin corrió con todas sus fuerzas, sus compañeros vitoreando mientras él avanzaba de una base a otra. Finalmente, cruzó el home plate, asegurando la victoria para su equipo. El patio estalló en aplausos y gritos de júbilo. Seungmin, empapado de sudor y con una sonrisa radiante, buscó a Han en las gradas.

Él mayor estaba de pie, aplaudiendo y gritando, sus ojos brillando de orgullo. Seungmin corrió hacia él, trepando las gradas hasta llegar a su lado. Se miraron, compartiendo una sonrisa que lo decía todo. Sin palabras, Seungmin sabía que no habría podido lograrlo sin el apoyo incondicional del mayor.

Mientras el equipo celebraba su victoria, Seungmin y Han se alejaron un poco del bullicio, buscando un lugar tranquilo donde pudieran relajarse. Se encontraron en un rincón sombreado del grande patio, sentados en un banco de madera. Seungmin miró a Han, recordando el momento en la biblioteca cuando habían compartido sus lágrimas y su dolor.

Seungmin, con la voz apenas un susurro, dijo: — Gracias por estar ahí.

Han sonrió y asintió, su mirada cálida llenando el silencio que siguió. El sol comenzaba a ponerse, bañando el campo con una luz dorada. Seungmin miró a Han de nuevo, sin necesidad de palabras.

El sol había terminado de ponerse cuando Seungmin y Han finalmente decidieron regresar a casa. El aire fresco de la noche llenaba el estadio vacío, y los dos chicos caminaban en silencio, disfrutando de la compañía del otro. Aunque Seungmin era tímido, sentía una calma reconfortante estando cerca de Han.

Al día siguiente, la rutina escolar parecía más llevadera. Seungmin se encontró a sí mismo sonriendo más y participando activamente en clase, algo que no había hecho en mucho tiempo. Sentía que, por primera vez en mucho tiempo, tenía algo que esperar con ansias.

Después de la escuela, Seungmin y Han se encontraron en su lugar habitual en la biblioteca. Aunque estaban rodeados de libros, esa tarde no había mucho estudio. En su lugar, hablaron de sueños y esperanzas, compartiendo historias sobre el futuro.

— ¿Alguna vez has pensado en lo que harás después de graduarte? —preguntó Han, rompiendo el silencio.

Seungmin miró por la ventana, pensativo. —No estoy seguro. Me gusta el béisbol, pero... también quiero encontrar algo más, algo que me haga sentir completo.

Han asintió, comprendiendo. —A veces, no se trata de tener todas las respuestas ahora. Es más sobre encontrar algo que te apasione y seguir ese camino. 

Seungmin sonrió, agradecido por las palabras del mayor. Sentía que, con él a su lado, cualquier cosa era posible.

Al cabo de un rato, decidieron salir a dar una vuelta por el parque cercano. Mientras caminaban, Seungmin notó cómo las hojas caían lentamente de los árboles, creando un manto de colores bajo sus pies. Se detuvieron en un banco, sentándose juntos mientras observaban el paisaje otoñal.

Seungmin miró a Han de reojo, sintiendo una gratitud profunda y genuina. No era solo por el apoyo en el béisbol, sino por estar allí en esos momentos tranquilos y sencillos. Sentía que, en ese silencio compartido, había una comprensión mutua que no necesitaba palabras.

El tiempo pasó rápidamente, y antes de que se dieran cuenta, la noche había caído. Se despidieron con una sonrisa, prometiendo encontrarse al día siguiente.

Mientras Seungmin caminaba de regreso a casa, pensó en todo lo que había cambiado en su vida. Sabía que todavía tenía mucho por descubrir, pero con Han a su lado, se sentía preparado para enfrentar cualquier desafío que el futuro le deparara.



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