Capítulo 8: El que no es un hombre de verdad
LeeKnow
Mis compañeros de cena sorben los fideos con demasiado entusiasmo, como si su vida dependiera de ello. O creyeran que comer les va a hacer olvidar dónde están. Tampoco hablan entre ellos ni levantan los ojos de sus cuencos.
As de Picas es un reality muy bien organizado y planeado. En las dos primeras pruebas de la fase preliminar puede llegar a confundirte (si nunca has visto el programa) y hacerte creer es un juego más de los que rulan por plataformas de streaming convencionales. Inofensivo. Pero después te golpea tan fuerte que hace temblar tus cimientos morales.
Miro de reojo a mis compañeros de mesa, pegándole un bocado generoso al huevo duro. Ninguno, estoy seguro, sobrevivirá a la tercera prueba.
Desvío la atención a algo más entretenido y esperanzador: la mesa que comparte ChangBin con los dos rubios y un chico moreno muy tímido. El musculitos no es mesa lo único que comparte con uno de los rubios, también deja que Felix coma de su plato de ramyeon. Tampoco me ha pasado desapercibido el huevo duro que BangChan le ha cedido antes a este también. Ni la forma en que Felix entorna los ojos, sus orejas se sonrojan y se muerde el nudillo del índice cada vez que ChangBin le pide que coma más ramyeon.
Aparto los ojos porque empiezo a sentirme observado. ¿Quién me mira con tanta curiosidad como para estremecerme la piel del cuello? Opto por disimular el escalofrío que baja por mi espalda y me estiro para ampliar mi zona visual.
No me gusta llamar la atención. No me gusta que me miren más de lo considerado normal. No me gusta ser el hijo de uno de los miembros de P.Y.J.
Ya he escuchado al chismoso de Woo-jin alardear de que ha oído que el hijo de un miembro de la organización está en el juego, incluso se ha atrevido a alardear de saber de quién se trata. En mi vida he visto a este chico, y tampoco sé cómo ha podido fluir el rumor de mi presencia en As de Picas antes de que empezara la primera prueba. ¿Habrá sido cosa de los staff y su lengua viperina?
No diré lo que he escuchado en otras ediciones por parte algunos participantes. Yo sí merezco estar aquí. Me lo merezco por desobedecer a mi padre, por provocarlo y plantarle cara. Aun así, lo volvería a hacer si tuviera la oportunidad de volver el tiempo atrás.
Empecé a desobedecerlo cuando en vez de entrenar para ser miembro del P.Y.J eché currículums y empecé a trabajar como camarero en un bar de carne asada los fines de semana en Gimpo, la ciudad donde vivo. Cuando se enteró se enfadó, pero no tanto como pensaba. Tan solo me hacía salir a correr cada día para ir acostumbrando a mi cuerpo a lo duro que sería ser parte de P.Y.J. También me pilló bailando por dinero en las calles de Gyeonggi, a hurtadillas. O más bien fue uno de sus tantísimos compañeros de trabajo. En este caso el castigo fue apuntarme a clases de boxeo tres veces en semana para que supiera lo que es sudar de verdad. Sin embargo, la gota que colmó el vaso cayó hace un mes.
El castigo del boxeo le explotó en la cara cuando me pilló besando en nuestro jardín a uno de mis compañeros de clase. Supuestamente habíamos quedado para practicar mis golpes, ya que ser ambidiestro es una buena ventaja en esta modalidad deportiva, pero acabamos practicando lo de comernos. Jamás había visto a papá desenfundar su pistola tan rápido y enfadado como aquel día.
Apuntó al chico directamente a la cabeza, pero no dejé que hiciera lo que estaba dispuesto a hacer. Me interpuse, sentí el frío metal en el centro de la frente.
—Apártate, hijo, este chico te está envenenado. —A pesar de la barba de un mes, podía ver lo tensa que tenía la mandíbula.
Le dije a mi compañero que se fuera, y no hizo falta pedirle que mantuviera el encontronazo en silencio. Estaba tan aterrado que ni me ha dirigido la palabra desde entonces, ni se acerca a mí.
—Si vuelve a besarte otro chico lo mataré —dijo con voz temblorosa.
—¿Incluso si yo quiero que me bese?
—Entonces os mataré a ambos.
Sonreí. Esa fue mi única reacción. Una sonrisa provocadora. Una sonrisa que le retaba a hacerlo.
No dudó cuando sacó el teléfono de su bolsillo y me dio la espalda dejándome solo con mi sonrisa.
—LeeKnow participará en esta edición de As de picas. —Escuché cuando estaba a medio camino de entrar a casa—. Sí, estoy seguro. Voy a convertirlo en un hombre de verdad, en el mejor miembro de la nueva generación de P.Y.J.
Es inevitable que replique la misma sonrisa que le dediqué a mi padre por ese entonces.
Cualquiera diría que no me conoce. Tiende a subestimarme demasiado. Si no es capaz de aceptar la forma en que quiero llevar el timón de mi vida, entonces, no me quedará más remedio que hundirlo. Aunque yo también pueda hundirme con él.
Encuentro al culpable del escalofrío en mi espalda. Es Han. Si mi padre supiera la de placer que me he dado escuchando y viendo rapear a este chico lo habría matado antes de encerrarlo en el mismo juego conmigo. Lo he reconocido mientras esperaba en la fila de control y, en seguida, me ha venido a la mente una coreografía que inventé para una de sus canciones. Pero no es el único que me mira. También he pillado a BangChan lanzándome ojeadas rápidas. Me pregunto si está intentando analizarme o si le suscito una curiosidad demasiado peligrosa. Ambas opciones me gustan.
El chico de la cicatriz en el ojo es el más aventajado de los 50, aunque ChangBin le haya arrebatado la victoria de este juego de fuerza. Siendo realistas, es el más completo. Tiene músculo, parece ágil y no le falta determinación.
De camino a la habitación, le cedo el paso a BangChan. Quizá siendo amable con él, el rocecillo de antes pueda llegar a pasarlo por alto. Me da las gracias con un gesto rápido de cabeza.
Los otros tres compañeros de cuarto ni si quieran nos miran. Da la sensación de sentirse atrapados entre cuatro paredes con los monstruos que había bajo su cama cuando eran niños.
BangChan también nota que pasa algo, que el ambiente está enrarecido. Pero se limita a quitarse toda la ropa, hasta quedar en paños menores, y meterse en la cama. Se tapa con la sábana parte de la cabeza, aunque yo sé que no está dormido.
Y que tampoco va a pegar ojo esta noche porque no se fía de mí.
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