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Capítulo 15: Demasiado pronto

Hyunjin


Los mediocres memorables hemos pasado a la segunda ronda, pero ninguno lo estamos celebrando. Inquietantemente, nos mantenemos callados. Con suerte, en alguna ocasión, nuestras miradas se topan tan rápido como se esquivan.

Seungmin lo está pasando mal, y no me refiero al cansancio propio de la carrera, si no a un desazón más interno. Tiene el semblante serio, más que de costumbre, y no parece distraído como siempre. Está tan metido en su cabeza que, si pudiera, su cuerpo desaparecería entre tanto ruido que solo él escucha.

En ese momento, justo detrás de nosotros, una voz intensa pero tranquila retumba por toda la sala y hace que cada concursante gire la cabeza a donde proviene. Antes de imitar al resto, miro a Felix de soslayo y me froto las manos en el pantalón de chándal.

—¿Te alimentas de la vulnerabilidad de otros? Qué patético. —El dueño de las palabras se levanta del suelo y apoya un brazo sobre la máquina de correr, dejando caer parte de su peso en ella.

La voz es de I.N o quizá deba decir Jeong In. Ladeo la cabeza hacia un lado. No entiendo a qué viene este comentario que va a ser el inicio de una conversación bastante fea.

—¿Qué has dicho? —A Min Jeong se le forman arrugas muy pronunciadas y profundas entre las cejas y la frente.

—Nada que puedas entender, cerebro de mosquito.

La respuesta a la provocación de I.N llega más pronto que tarde. Min Jeong se baja de la cinta con premura. Los dientes le chirrían. Pega la frente a la del chico que es bastante más bajito que él.

—No me toques los cojones.

Ahn mira a ambos chicos, perpleja, como todos los que estamos a su alrededor. Algunos han abandonado su máquina para ver qué pasa más de cerca.

—Ya te los tocas tú solito cada noche por lo que he podido intuir tras tus comentarios de mono salido. —Señala con la cabeza hacia Ahn, sin mirar siquiera.

La sonrisa de Min Jeong es la premisa de lo que viene después: un puño directo encajado en el estómago de I.N. El chico se dobla por la mitad escupiendo saliva al suelo. Le cuesta respirar y mantenerse en pie. Apenas puede levantar la cabeza del dolor.

—Para que aprendas a no meterte con quien juega en una liga superior a ti.

El grupo de Min Jeon aplaude y lo vitorea. Ahn es la primera en arrodillarse junto a I.N y preguntarle cómo está. El chico no responde, tan solo sonríe. Al cabo de unos instantes, consigue levantarse, no sin apoyarse sobre los hombros de la chica.

—Los peces gordos se comen a los pequeños hasta estos deciden aunar fuerzas. No lo olvides cerebro de mosquito.

He de decir que I.N los tiene bien puestos. Y que Min Jeong está tan furioso que ha desarrollado un tic en el párpado del ojo derecho. Suelta un bufido que le despeina el flequillo y se lanza hacia el chico aún encorvado por el dolor del puñetazo anterior.

—¡Estamos corriendo, no en un ring de boxeo! —grita alguien desde la primera fila de cintas.

Min Jeong detiene su puño a escasos centímetros de la cara de I.N. Todos nos volvemos hacia atrás y miramos hacia la primera fila. Bangchan está mirándolos con el mentón altivo y una ceja alzada.

—¿Quieres recibir tú también? —dice Min Jeong sin moverse del sitio. La voz le tiembla ligeramente y, aunque no quiera parecer nervioso, el contacto visual errático con el chico de la cicatriz en el ojo lo pone en evidencia.

—Me encantaría —dice con tono sarcástico y un poco aburrido—, pero no voy a perder el tiempo contigo. Todavía no.

El chico de las gafas gruesas, al que le hacen efecto lupa en los ojos, y ha quedado fuera de la primera ronda da una palmada al aire y pide a los concursantes hambrientos de curiosidad que vuelvan a sus respectivas máquinas.

—¿Preparados para la segunda ronda? —La voz estridente sale por los altavoces y pone en preaviso a todos antes de que comience la cuenta atrás con pitidos.

Debería hablar con I.N esta noche. Ofrecerle entrar en el grupo de los mediocres memorables. No importa cómo me haya hablado antes. Tiene razón. Si los peces pequeños queremos tener una oportunidad contra los grandes tenemos que unir fuerzas.

Miro a Seungmin en el momento en que los pitidos son cada vez más rápidos. La segunda ronda está a punto de comenzar. Pero no puedo ignorar que mi compañero está al borde de las lágrimas. ¿Qué le pasa? ¿Le gusta Ahn? ¿Será realmente eso? Apenas llevamos aquí dentro dieciocho horas como para haberle dado tiempo a fijarse en alguien. Es demasiado pronto.

—¿Va todo bien? —me pregunta Felix.

—Sí, claro. —Sonrío.

He debido de poner cara rara para llamar su atención, y ahora también porque me mira extraño mientras asiente despacio, como si no terminara de creerme. Normal, yo tampoco he logrado creer mis propias palabras.

Los pitidos dejan de sonar y la voz de los altavoces grita un "ya" que me sobrecoge. Brinco en la cinta y empiezo a correr un poco más rezagado que el resto. Y no soy el único. I.N está demasiado dolorido como para correr en su estado.

Qué frustrante. I.N no va a pasar a la siguiente ronda si sigue así y Min Jeong, mientras tanto, podrá tener al alcance de sus pies una valiosa posibilidad de seguir adelante por remota que sea. Qué injusto. Ojalá pudiera hacer algo que lo descalificara. Se lo merece. Sería equilibrar la balanza del karma.

Niego con la cabeza. Necesito centrarme, concentrarme en la prueba. Más tarde hablaré con Ahn y I.N. Tengo que saber qué ha pasado entre ellos y Min Jeong. Darles la oportunidad a ambos de ser mediocres pero memorables. De vencer al pez gordo que se ha sobrepasado con ellos.

De repente, el suelo tiembla. Un aullido de dolor ensordece los pasos de los veinticinco corredores que quedamos en pie. Miro hacia delante, pero no veo nada. Los de la primera fila están a lo suyo y el resto mira hacia donde estoy yo. Dirijo la mirada a mis compañeros de grupo y Han tiene el cuello doblado hacia atrás en una postura que podría producirle perfectamente tortícolis.

—Eres una zorra.

Esa voz. Otra vez no. Echo una ojeada rápida hacia atrás, sin perder el ritmo de mis zancadas. Min Jeong está tirado en el suelo, con una pierna en el aire y otra rodando sobre la cinta que poco a poco va perdiendo velocidad. Sus compañeros lo miran, aunque ninguno lo ayuda a levantarse. Tiene la espalda encajada entre el hueco de su cinta y la de su compañero.

—¿Ah, sí? No me digas. —Ahn dibuja una curva con los labios hacia su mentón que acaba transformándose en una sonrisa satisfecha.

Min Jeong intenta levantarse por sí solo pero solo consigue tirar de la cinta a su compañero de grupo. Mueve las manos en el aire como un poseso y, aunque termina encontrando un punto sobre el que apoyarse, ha perdido toda la dignidad que le quedaba.

Miro hacia delante y ahogo un amago de risa. No soy el único que está a nada de ahogarse con su propia saliva con tal de no sucumbir a la carcajada que sube incipiente por su garganta. Felix también. Lo miro con complicidad. Los segundos que sus ojos y los míos se encuentran es lo que necesito para desternillarme de risa y perder un poco el ritmo de mis zancadas. Me gusta la forma en que su risa se entremezcla con la mía. Me gusta el sonido que hacen juntas. La suya tan villana, con esa voz grave de ultratumba. La mía tan salida de tono, errática y aguda hasta parecer la de una chinchilla.

—¡Eh, ni se te ocurra tocarla! —grita Han.

El happy minute se ha acabado. Felix y yo miramos con los ojos abiertos de par en par a Han, que ha dejado de correr y se lanza como un loco sobre Min Jeong. El segundo tiene a Ahn tomada por el borde del cuello de la camiseta de chándal y una mano levantada y abierta en el aire. La bofetada impacta en el chico de las mejillas de ardilla, que ahora tiene una sonrojada por el impacto. Ahn ha salido disparada del empujón que Han le ha dado, pero I.N ha podido tirar de ella antes de que sea demasiado tarde y ha amortiguado el golpe con su cuerpo. El pobre chico no puede erguirse como es debido, tiene el cuerpo doblado y respira como si tuviera una bolsa de plástico sobre la cara.

Felix y yo damos por terminada nuestra participación en la segunda ronda y vamos directos a ayudar a Han.

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