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Capítulo 14: El momento de destacar

I.N.


—¿Preparados?

La voz que sale por los altavoces me pone en guardia. Miro hacia arriba y trago con problemas la bola de saliva pastosa que se me ha hecho en la boca. La prueba está a punto de empezar y yo estoy alterado, con las pulsaciones disparadas y la respiración descontrolada y superficial. No es la mejor forma de empezar un juego, menos si este es de resistencia, así que intento mentalizarme de que puedo hacerlo bien y mantener la calma.

Tampoco es que el ambiente ayude a concentrarse. Que la sala esté completamente a oscuras y sólo haya la luz de los focos sobre las máquinas es un recordatorio vasto de que no perdamos de vista al resto de competidores. Y me distrae.

Escucho a Min Jeong detrás de mí subirse a la máquina cuando los pitidos que dan comienzo a la cuenta atrás suenan y cobran velocidad. Tengo que controlar mi cuerpo, tengo que demostrarle a ese estúpido de atrás que no solo no me pienso callar ante él y sus provocaciones, sino que también puedo ser una amenaza en las pruebas.

Decido centrarme en el grupo de chicos de delante, es una distracción menos apabullante. Los analizo. Entre ellos se lanzan miradas de último momento y ánimos a través de gestos con las manos y sonrisas fugaces. No se me escapa que uno de ellos no alienta a los demás ni que intenta mantenerse al margen de todo esto, el que está frente a la chica sombra. Tampoco que los que han ocupado la primera fila es un grupo al uso pero sin determinar. Excepto Bangchan y Leeknow. Ellos no se molestan por disimular su alianza.

Creía que As de Picas iba a ser un juego individual, como en otras ediciones. Pero esta está dispuesta a marcar la diferencia, ser más cruenta. Porque tarde o temprano esas alianzas explotarán en su contra a través de la traición, la competitividad y la manipulación para pasar a la siguiente prueba unos pocos a costa de otros.

Quizá deba hacer lo mismo, dejarme arrastrar por la corriente y llevarme a quien pueda por delante cuando sea oportuno. Sin olvidarme de nadar.

Consigo relajarme. Y es en este momento, con la cabeza más serena y el pecho menos en llamas que me doy cuenta de que me he pasado con Hyunjin. No debería haberle hablado de ese modo. No quería parecer débil a ojos de los curiosos que observaban mi encontronazo con el cerebro de mosquito, pero el rubio no tenía que pagar los platos rotos. ¿Qué si estaba bien? No, claro que no lo estaba. Estaba tan nervioso que podría haberme caído de bruces contra el suelo si la chica no me hubiera echado una mano. Las piernas no me respondían.

—¡Ya! —exclama la voz.

Empujo la cinta con los pies, despacio, primero uno y después el otro, hasta que esta empieza a moverse y rotar sobre sí. Es hora de aprovechar la inercia y aumentar la velocidad de las zancadas a una constante que no requiera mucho esfuerzo físico, ya que tengo que aguantar diez minutos enteros.

Uno, dos. Uno, dos. Me marco el ritmo mentalmente. Cuando lo domino, levanto la vista de mis pies y miro al frente.

No soy un pazguato. Tengo que jugar. Tengo que ser parte del juego y no un concursante más, de los pasan sin pena ni gloria las pruebas si quiero tener una oportunidad. Quizá una no tan prometedora como la de Hwang Ye-ji, pero sí una que me labre una buena reputación ante los gwanjeonja y estos voten por mí para facilitarme las cosas. Tal y como está haciendo Felix y Hyunjin.

Miro a la pareja de rubios de reojo. No sé si lo estarán haciendo a propósito o no, pero formar una alianza tan fuerte y prematura les habrá ablandado el corazón a muchos espectadores y a otros les habrá hecho la boca agua. O con ellos o contra ellos. Pero con los ojos sobre sus movimientos. Es una estrategia inteligente. Hablaré con él cuando termine la prueba, aprovecharé que somos compañeros de cuarto para "sincerarme" e intentar formar parte de su grupo sin parecer desesperado. Es lo que tengo más a mano.

—Cinco minutos.

¿Ya estamos en el ecuador de la prueba? Me sorprendo a mí mismo. He tenido la capacidad física de aguantar corriendo bastante rato y la mental para distraerme al pensar en otros y apartar de mi subconsciente al cansancio que hará mella en mí más tarde. Cuando tengamos que dejar de correr para saber quién continua y quién no.

Centro mi atención en la chica que tengo al lado. Lleva muy buen ritmo. De hecho, es mejor que el mío. Sus zancadas son más amplias y constantes, y no muestra signos de fatiga. Sin embargo, su cabecita está jugando en su contra. Se le nota en cada traspié que le hace perder el ritmo y quedarse unos cruciales segundos parada. Todo por culpa del pervertido y estúpido que tenemos detrás y su grupo. No dejan de gemir, hacer aspavientos y comentarios de muy mal gusto.

—Como todo le bote de la misma forma sobre mí, voy a correrme antes incluso de poder saborearla todo lo que me gustaría.

Levanto una ceja, asqueado. Incluso entreabro los labios y subo el superior hasta casi rozarme la nariz. Putos enfermos. ¿Debería intervenir al final los diez minutos de carrera o, por lo contrario, sería mejor pasar del tema? Si intervengo llamaría la atención de las cámaras y los gwanjeonja. Me ganaría una buena reputación y hablar con Hyunjin sería más sencillo porque habría demostrado que me preocupo por otros. También podría pasar del tema, no es asunto mío por mucho que me incomode presenciar la situación. Y me ahorraría un problema con el cerebro de mosquito y su grupo. Aunque claro, no callarme sería una forma de plantarle cara y demostrar a los curiosos que miraban sin pestañear que puedo ser tan bravo como Bangchan, Leeknow, Changbin y el chico de las gafas de culo que vaso sin la necesidad de un físico corpulento e intimidante.

—Último minuto, concursantes.

Los chicos de la primera fila comienzan a esprintar. Bangchan y Leeknow tienen un ritmo envidiable, van tan rápido que casi vuelan. Más aún el primero, que ni si quiera parece cansado, pero sí rabioso en cada zancada que da. Si estuviera en casa como un mero espectador, él sería mi favorito de la edición. No tengo la menor duda.

Changbin también está dándolo todo, pero sus zancadas abarcan menos y tiene un ritmo bastante más flojo que los otros dos. En cambio, el chico con gafas de culo de vaso está totalmente derrotado y apenas puede dar dos pasos sin que tenga que sujetarse a la barra de la máquina.

Un escalofrío me recorre la espina dorsal. Es hora de correr con todas mis fuerzas. El medio minuto que me queda va a ser mortal pero no estoy dispuesto a caer en la primera ronda de esta prueba.

Corro, corro tanto que los músculos me queman y respirar me irrita los pulmones. Como si estuviera dentro de un volcán, acalorado, sudoroso, respirando lava en vez de oxígeno.

—¡Tiempo! Concursantes, bajen de sus cintas.

Soy un flan. Los gemelos y muslos no me responden y me cuesta una barbaridad bajarme de la máquina sin tirarme al suelo. Acabo cediendo al cansancio y me arrodillo a un lado de la cinta. Tengo los labios helados, pese a mi sofoco. La lengua se me pega al paladar y toso.

Una loseta del suelo se levanta, haciéndome retroceder un poco, y de ella emerge un botellín de agua. Miro a mi alrededor. Junto a cada concursante ha aparecido un botellín idéntico al mío. Vaya, el presentador no es lo único automatizado aquí.

Bebo agua, desesperado, pero soy incapaz de terminarme la botella de un trago. El resto del líquido me lo tiro por la cara y me lo esparzo con las manos bien: sobre el pelo, el cuello y el cogote.

—Decidme que no soy el único que se siente un poco Rambo. No siento las piernas —bromea Han.

Hyunjin y Félix se ríen al unísono, llamando la atención de Kim Woo-jin, el chico del cabello azul y cara de idol, y su grupillo. Levanta una ceja, curioso. Pero no dedica mucho tiempo observándolos. Tiene mejores cosas que hacer, como vitorear a su caballo ganador: el corredor de metros valla. Da por hecho que ha sido el que mejor marca ha logrado. Y, lo que a mí realmente me sorprende, es que Woo-jin, está demasiado fresco y nada sofocado en comparación con la mayoría de los que estamos aquí.

Los resultados no se hacen esperar y en menos de un minuto aparece una pantalla gigantesca frete a las cintas. El parpadeo lento y agónico del listado antes de mostrar los nombres de los jugadores que quedan fuera de la prueba me quita el poco aliento que había recuperado. Levanto las manos al pecho y me despego la camiseta de la piel.

—Esto es por tu culpa, cerdo —grita la chica sombra al cerebro de mosquito. Su nombre está entre los corredores que menos distancia han recorrido.

El estúpido abre mucho los ojos, levanta las manos por encima de los hombros y sonríe con malicia. Todo su grupo estalla a carcajadas antes incluso de que este le rebata a la chica.

—Pero si no he hecho nada más que alabarte, tía. Deberías tomarte la vida de otra forma.

Los músculos de la chica se ponen rígidos. Golpea la cinta con el puño cerrado e inclina el cuerpo levemente en dirección a Min Jeong. Levanta un dedo y lo señala directamente a la cara.

—Me las va a pagar. Me las vais a pagar todos vosotros —susurra con la voz áspera y cortante, deslizando su dedo acusador a la cara del resto del grupo.

Sus palabras han salido a ráfagas, como los disparos de Hwang Ye-ji en la última edición. La piel del cuello se me eriza. En sus ojos veo mucho de ella y eso no me gusta un pelo.

—Te lo compensaré, compañera de habitación.

La chica da un paso hacia delante, rápido y brusco, pero una mano la frena justo a tiempo de encarar a Min Jeong.

—Ahn, no merece la pena.

Seungmin y ella se miran fijamente a los ojos durante décimas de segundos.

—¿Por qué tú lo digas, no? —El chico se ruboriza—. No te atrevas a decirme qué merece o no la pena defender. Para ello antes debes quitarte de encima todos esos privilegios que esta sociedad patriarcal y machista en la que vivimos te ha dado por nacer con un pene entre las piernas —escupe las palabras en forma de puñaladas—. Cuando lo hagas, entonces, tendremos una charla sobre lo que sí merece o no la pena defender.

Un murmullo general irrumpe en la sala, pero dura poco. La lista de los diez mejores corredores les interesa a todos más que la rabieta de una chica ofendida. A todos menos a Seungmin, que aparta la mano de ella despacio y agacha la cabeza avergonzado.

Ahn resopla y cruza los brazos sobre su torso, a modo de escudo.

El grupo de Min Jeong se ríe sin mesura y señala la gran pantalla y al grupo de Woo-jin con burla. El nombre del corredor de metros valla no aparece en el top diez de corredores con más distancia recorrida.

Entonces, lo veo claro. Es mi momento.

Es el momento ideal para intervenir, arrancarle la sonrisa de la cara al cerebro de mosquito y destacar del resto.

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